Raknalein Vaahrst. Memorias I.
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Raknalein Vaahrst. Memorias I.
"...Oscuridad, es el ente que domina nuestro mundo, con oscuridad llegamos al mundo, en la oscuridad vivimos y en la oscuridad morimos."
Dicen que los drows no lloran cuando nacen, dicen que la satisfacción inunda los rostros que acuden a un parto si una hembra aparece de las entrañas de su madre, dicen que la decepción aparece si se trata de un varón.
Mío fue el caso, un varón que lloró, pero con tal intensidad, que los presentes no obtuvieron la decepción, obtuvieron...el asombro.
Raknalein Vaahrst hijo de Ryltar Vaahrst y de Irae Yvarragh, nació en una caverna como tantas existen en la Antípoda Oscura, tal vez su llanto se viese intensificado por la acústica del lugar, aún así desde su primer aliento de vida se mostró rebelde, se mostró...superior.
Pues ese es el significado de su apellido, Vaahrst "supremo" en el idioma común, y desde el principio hago honor a mi apellido.
Se sabe poco de mi padre, Ryltar Vaahrst. Se dice que fue mercenario de la Bregan en su momento, se dice incluso que estuvo al lado de Jarlaxle en muchas ocasiones, todo son rumores, historias y leyendas de alguien que no se dio a conocer en una sociedad en que casi nadie se da a conocer.
Un hombre sabio donde los hubiese, su principal arma no era la espada larga de nombre Xarsthul en su vaina, su principal arma era la conciencia, pues el ser consciente de lo que te rodea en la Infraoscuridad es lo que te hace sobrevivir.
Conoció a Irae, mi madre, en una persecución durante uno de sus trabajos de mercenario, una huida, chocó contra la hembra, joven, inmaculada, inexperta, inconsciente, el asombro de la hermosa hembra drow la hacía más encantadora, a los ojos de Ryltar, un solo parpadeo de la mujer podía hacerlo estremecer.
Tapó su boca escondido tras unos barriles en un mercado, mientras sus perseguidores pasaban de largo, el varón pudo haberla soltado mucho antes de lo que en realidad lo hizo, pues solo notar la calidez de las caderas de la joven cerca de él, hacía que el momento fuera digno de su disfrute.
Irae era una arcana drow, una mujer que estudiaba dicho arte en secreto, pues en su Casa las tareas de un varón nunca y bajo ningún concepto formarían parte de una hembra, y apenas en sus veinte años aún no habían descubierto su secreto, hasta que fue imposible de mantener.
Las adversidades que se les presentaron a los dos drows a partir de entonces fueron producto de la chispa de deseo carnal que surgió de ellos en su primer encuentro, pecado en nuestra sociedad, no existe lugar para la pasión desenfrenada, todo se puede controlar, incluso el amor, mis padres no supieron controlarlo, pero de su fruto putrefacto nací yo, Raknalein Vaahrst.
Mi madre Irae murió asesinada por asesinas de su propia casa cuando yo tenía 15 años, si existe amor en nuestra sociedad, si en algo nos parecemos a nuestros odiados primos de la superficie mi madre así lo era, una drow extraña, una drow amable y cariñosa, hermosa y sensual, una drow que amaba.
Las verdugas de mi madre eran dos hembras, sombras del averno, pues apenas se mantenían visibles en un lugar por más de dos segundos, tiempo suficiente para que mi viejo padre pudiera darles caza poco después del atentado contra Irae.
Poco después mi padre engendró en una sacerdotisa menor de la Casa Duskryn a mi hermano de sangre, Kelnozz Vaahrst. Ya podía guardar su juguete mi viejo, pues solo traía hijos varones al mundo, y parecía que esto era una condena para las hembras, además de su situación y vida de alto riesgo, (que ya de por sí es peligrosa una vida normal). La sacerdotisa y mi madrastra se llamaba Feryl Duskryn, una mujer dedicada a la devoción de Lolth que vio mancillada su fe cuando intentó colocar a Ryltar dentro de la casa, anteponiéndo a mi viejo por encima de todo, también fue destruida, no sin antes dar a luz a Kelnozz. Yo ya tenía 23 años y veía como mi hermano recién nacido perdía a su madre por las acciones que mi padre había acarreado.
Durante los siguientes 7 años mi padre me educó en el arte de la espada y el escudo de pavés recortado, las bases de lo que hoy imparto a mis hombres es debido a mi viejo Ryltar. Llegué a tenerle aprecio, era un buen varón, tenía recursos, y nos trataba a mi hermano y a mí relativamente bien. Puede que quizás llegase a querer a mi viejo, tal vez sí, pero era demasiado mujeriego, esto no se permite aquí, a pesar de mi corta edad había heredado de mi padre lo mejor que tenía, la consciencia.
Era consciente de que los actos de mi padre, que en muchas e inumerables ocasiones nos habían salvado la vida a Kelnozz y a mí, también nos llevarían a la destrucción.
Era un hijo de mala madre mi viejo, sí, no era alguien realmente agraciado, pero disponía de un colgante, que al parecer encantaba a toda hembra que lo observaba, lástima el no haber retirado su colgante a tiempo, (supe de sus efectos posteriormente), mi viejo fue asesinado por dos varones drow, uno de 30 años y un crío de 7 , Raknalein y Kelnozz Vaahrst. Sí, asesinamos a nuestro padre, no podíamos consentir que siguiese haciendo alarde de su incompetencia por no saber controlar sus impulsos, y no estabamos dispuestos a correr más riesgos. La mente de mi hermano era blanda aún, y podía darle forma, le hice comprender rápidamente que es lo que nos pasaría, y actuamos, como debimos hacer, como dos varones drow, como dos Vaahrst.
La sonrisa de satisfacción de nuestro padre en su lecho de muerte nos llenó a mi hermano y a mí, el mismo comprendía la situación, y se que estaba orgulloso de nosotros, él siempre fue consciente, hasta el final.
Pasé criando y educando a mi hermano los siguientes 20 años, vivíamos de lo que podíamos, viajamos mucho por la Noroscuridad, de Menzoberranzan al puesto de comercio cosmopolita Mantol-Derizh, teníamos varios contactos en ambas zonas y continuamente había trabajo para nosotros, la gran mayoría eran asuntos de espada, asesinatos, luchas para la diversión de hembras, esclavistas... Así fueron mis primeros 50 años.
Buena reputación nos labramos mi hermano y yo en los suburbios de las principales ciudades, había trabajo, y por consiguiente había dinero y supervivencia.
Nuestros caminos se separaron 30 años después, el partió lejos al Este, atravesando según cuentan los Reinos Enterrados y Los Yermos Profundos, llegando a la Raíz de la Tierra. Yo por mi parte viajé al sur al Antiguo Shanatar, una odisea sin duda, pero esa...esa es otra historia.
Memorias Vaahrst I. Raknalein Veldruk.
Dicen que los drows no lloran cuando nacen, dicen que la satisfacción inunda los rostros que acuden a un parto si una hembra aparece de las entrañas de su madre, dicen que la decepción aparece si se trata de un varón.
Mío fue el caso, un varón que lloró, pero con tal intensidad, que los presentes no obtuvieron la decepción, obtuvieron...el asombro.
Raknalein Vaahrst hijo de Ryltar Vaahrst y de Irae Yvarragh, nació en una caverna como tantas existen en la Antípoda Oscura, tal vez su llanto se viese intensificado por la acústica del lugar, aún así desde su primer aliento de vida se mostró rebelde, se mostró...superior.
Pues ese es el significado de su apellido, Vaahrst "supremo" en el idioma común, y desde el principio hago honor a mi apellido.
Se sabe poco de mi padre, Ryltar Vaahrst. Se dice que fue mercenario de la Bregan en su momento, se dice incluso que estuvo al lado de Jarlaxle en muchas ocasiones, todo son rumores, historias y leyendas de alguien que no se dio a conocer en una sociedad en que casi nadie se da a conocer.
Un hombre sabio donde los hubiese, su principal arma no era la espada larga de nombre Xarsthul en su vaina, su principal arma era la conciencia, pues el ser consciente de lo que te rodea en la Infraoscuridad es lo que te hace sobrevivir.
Conoció a Irae, mi madre, en una persecución durante uno de sus trabajos de mercenario, una huida, chocó contra la hembra, joven, inmaculada, inexperta, inconsciente, el asombro de la hermosa hembra drow la hacía más encantadora, a los ojos de Ryltar, un solo parpadeo de la mujer podía hacerlo estremecer.
Tapó su boca escondido tras unos barriles en un mercado, mientras sus perseguidores pasaban de largo, el varón pudo haberla soltado mucho antes de lo que en realidad lo hizo, pues solo notar la calidez de las caderas de la joven cerca de él, hacía que el momento fuera digno de su disfrute.
Irae era una arcana drow, una mujer que estudiaba dicho arte en secreto, pues en su Casa las tareas de un varón nunca y bajo ningún concepto formarían parte de una hembra, y apenas en sus veinte años aún no habían descubierto su secreto, hasta que fue imposible de mantener.
Las adversidades que se les presentaron a los dos drows a partir de entonces fueron producto de la chispa de deseo carnal que surgió de ellos en su primer encuentro, pecado en nuestra sociedad, no existe lugar para la pasión desenfrenada, todo se puede controlar, incluso el amor, mis padres no supieron controlarlo, pero de su fruto putrefacto nací yo, Raknalein Vaahrst.
Mi madre Irae murió asesinada por asesinas de su propia casa cuando yo tenía 15 años, si existe amor en nuestra sociedad, si en algo nos parecemos a nuestros odiados primos de la superficie mi madre así lo era, una drow extraña, una drow amable y cariñosa, hermosa y sensual, una drow que amaba.
Las verdugas de mi madre eran dos hembras, sombras del averno, pues apenas se mantenían visibles en un lugar por más de dos segundos, tiempo suficiente para que mi viejo padre pudiera darles caza poco después del atentado contra Irae.
Poco después mi padre engendró en una sacerdotisa menor de la Casa Duskryn a mi hermano de sangre, Kelnozz Vaahrst. Ya podía guardar su juguete mi viejo, pues solo traía hijos varones al mundo, y parecía que esto era una condena para las hembras, además de su situación y vida de alto riesgo, (que ya de por sí es peligrosa una vida normal). La sacerdotisa y mi madrastra se llamaba Feryl Duskryn, una mujer dedicada a la devoción de Lolth que vio mancillada su fe cuando intentó colocar a Ryltar dentro de la casa, anteponiéndo a mi viejo por encima de todo, también fue destruida, no sin antes dar a luz a Kelnozz. Yo ya tenía 23 años y veía como mi hermano recién nacido perdía a su madre por las acciones que mi padre había acarreado.
Durante los siguientes 7 años mi padre me educó en el arte de la espada y el escudo de pavés recortado, las bases de lo que hoy imparto a mis hombres es debido a mi viejo Ryltar. Llegué a tenerle aprecio, era un buen varón, tenía recursos, y nos trataba a mi hermano y a mí relativamente bien. Puede que quizás llegase a querer a mi viejo, tal vez sí, pero era demasiado mujeriego, esto no se permite aquí, a pesar de mi corta edad había heredado de mi padre lo mejor que tenía, la consciencia.
Era consciente de que los actos de mi padre, que en muchas e inumerables ocasiones nos habían salvado la vida a Kelnozz y a mí, también nos llevarían a la destrucción.
Era un hijo de mala madre mi viejo, sí, no era alguien realmente agraciado, pero disponía de un colgante, que al parecer encantaba a toda hembra que lo observaba, lástima el no haber retirado su colgante a tiempo, (supe de sus efectos posteriormente), mi viejo fue asesinado por dos varones drow, uno de 30 años y un crío de 7 , Raknalein y Kelnozz Vaahrst. Sí, asesinamos a nuestro padre, no podíamos consentir que siguiese haciendo alarde de su incompetencia por no saber controlar sus impulsos, y no estabamos dispuestos a correr más riesgos. La mente de mi hermano era blanda aún, y podía darle forma, le hice comprender rápidamente que es lo que nos pasaría, y actuamos, como debimos hacer, como dos varones drow, como dos Vaahrst.
La sonrisa de satisfacción de nuestro padre en su lecho de muerte nos llenó a mi hermano y a mí, el mismo comprendía la situación, y se que estaba orgulloso de nosotros, él siempre fue consciente, hasta el final.
Pasé criando y educando a mi hermano los siguientes 20 años, vivíamos de lo que podíamos, viajamos mucho por la Noroscuridad, de Menzoberranzan al puesto de comercio cosmopolita Mantol-Derizh, teníamos varios contactos en ambas zonas y continuamente había trabajo para nosotros, la gran mayoría eran asuntos de espada, asesinatos, luchas para la diversión de hembras, esclavistas... Así fueron mis primeros 50 años.
Buena reputación nos labramos mi hermano y yo en los suburbios de las principales ciudades, había trabajo, y por consiguiente había dinero y supervivencia.
Nuestros caminos se separaron 30 años después, el partió lejos al Este, atravesando según cuentan los Reinos Enterrados y Los Yermos Profundos, llegando a la Raíz de la Tierra. Yo por mi parte viajé al sur al Antiguo Shanatar, una odisea sin duda, pero esa...esa es otra historia.
Memorias Vaahrst I. Raknalein Veldruk.
Magnificas memorias, una historia tan cruda y perversa como la propia existencia drow. Empece a leerla con intencion de leer solo un trozo y no pude parar hasta el final , de verdad me ha gustado, sobre todo cuando Rak y su hermano de 7 años matan a su padre, y tambien la frase...
"...su principal arma era la conciencia, pues el ser consciente de lo que te rodea en la Infraoscuridad es lo que te hace sobrevivir."
"...su principal arma era la conciencia, pues el ser consciente de lo que te rodea en la Infraoscuridad es lo que te hace sobrevivir."
Raknalein Vaahrst. Memorias
Memorias II.
...Dejando atrás muchas partes de una historia que quizás algún día narre; nos situamos a 80 años desde mi nacimiento, viajaba hacia las tierras del Antiguo Shanatar, hacia la que quizás es la mayor urbe drow de toda la Infraoscuridad; Gualidurzh o "La cuna de Lolth" como allí la conocían. Ciudad de cultura, aunque se piense lo contrario, pues mas de doscientas casas la gobiernan, veintiuna de ellas forman el Concejo de los propios gobernantes. Allí se venera a Lolth como en ningún otro lugar y de tantas formas distintas que da lugar a infinidad de sectas o diversos grupos, Gualidurzh es una ciudad de fe.
A mi llegada la ciudad se hallaba en plena guerra fría contra la ciudad enana escudo de Iltkazar, el reino de mithril, el último reino enano de la Infraoscuridad.
Conscientes de la inactividad de la ciudad en los últimos años, la regencia de Gualidurzh comenzó a especular sobre el sueño eterno del rey Mito Barak, y al parecer no mucho estaban equivocados.
Minas de mitrhil rodean a esta ciudad, y los drows se apropiaron de ellas, dando comienzo la Guerra de Minas.
Y ahí me vi yo envuelto, cuando quise darme cuenta estaba dentro de un grupo incursor sirviendo a la casa Mizz´rynturl, siviendola por dinero claro está, era mi época de mercenario y a decir verdad aún era inexperto, nunca debí aceptar aquel trabajo, aquel reclutamiento...
La ambición de la Ilharess Mizz´rynturl hizo que casi perdiese la vida en aquella incursión, pues quería tomar el extremo nor/noroeste de la propia ciudad enana, algo imposible, o al menos fue imposible para nosotros, pues éramos apenas 50 drows, 30 guerreros, 15 arcanos y 5 magistrados, contra la inexorable muralla de Iltkazar; cada una de las tres entradas que tiene la ciudad posee nueve puertas de poco más de 3 metros cuadrados de superficie y casi un metro de espesor. Las dos primeras son de hierro sólido, las seis siguientes estan forradas con 5 centimetros de hizagkurr de espesor, un material místico a la vez que indestructible. ¿Qué decir de la última puerta? pues que era de mithril puro, inmune a la magia.
Jamás debí haber asistido a esa incursión, el precio no cubría el riesgo, era un suicidio, ¡diantres...! no había dinero para comprar mi propio suicidio...
No cabe decir cual fue el resultado de la "batalla" pues apenas pudimos atravesar una de las puertas cuando ya habíamos perecido todos.
Fui hecho prisionero de guerra por los enanos, esclavo más bien, pasé mucho tiempo trabajando en las minas de mitrhil del interior de la ciudad, otro tanto en la forja, tal vez lo que se hoy se lo deba a esos enanos. Cinco años de mi vida en aquella fortaleza, cinco años de esfuerzo y esclavitud, años que aproveché para enriquecerme de todo lo que aquellos sucios seres podían otorgarme.
Se hablaba mucho por ahí, corrían rumores que nunca supe si eran ciertos o no, al parecer el rey Mito Barak en realidad es Mizhbarazak, una sierpe de plata que despertaba cada tres cuartos de siglo y que hacía unos años no había despertado en su momento, sin saber nadie por qué.
Un desprendimiento, el hecatombe para cualquier minero, fue para mí la salvación, pues gracias a uno de ellos logré escapar de la esclavitud y regresar a Gatkhorof al norte.
Allí viví, cómodamente he de decir, los siguientes 15 años que tal vez algún día narre, fue...otra etapa de mi vida...
Tras ese tiempo volví de regreso a la Noroscuridad, a Menzoberranzan donde descubrí a quien sería uno de mis pecados, un amor desenfrenado, me convertía en mi padre...no, solo era joven e impulsivo y me dejé llevar por la situación, su nombre: Jin´Xesh, su casa: Vaink´trull, su edad... 5 años.
Memorias Vaahrst II. Raknalein Veldruk.
...Dejando atrás muchas partes de una historia que quizás algún día narre; nos situamos a 80 años desde mi nacimiento, viajaba hacia las tierras del Antiguo Shanatar, hacia la que quizás es la mayor urbe drow de toda la Infraoscuridad; Gualidurzh o "La cuna de Lolth" como allí la conocían. Ciudad de cultura, aunque se piense lo contrario, pues mas de doscientas casas la gobiernan, veintiuna de ellas forman el Concejo de los propios gobernantes. Allí se venera a Lolth como en ningún otro lugar y de tantas formas distintas que da lugar a infinidad de sectas o diversos grupos, Gualidurzh es una ciudad de fe.
A mi llegada la ciudad se hallaba en plena guerra fría contra la ciudad enana escudo de Iltkazar, el reino de mithril, el último reino enano de la Infraoscuridad.
Conscientes de la inactividad de la ciudad en los últimos años, la regencia de Gualidurzh comenzó a especular sobre el sueño eterno del rey Mito Barak, y al parecer no mucho estaban equivocados.
Minas de mitrhil rodean a esta ciudad, y los drows se apropiaron de ellas, dando comienzo la Guerra de Minas.
Y ahí me vi yo envuelto, cuando quise darme cuenta estaba dentro de un grupo incursor sirviendo a la casa Mizz´rynturl, siviendola por dinero claro está, era mi época de mercenario y a decir verdad aún era inexperto, nunca debí aceptar aquel trabajo, aquel reclutamiento...
La ambición de la Ilharess Mizz´rynturl hizo que casi perdiese la vida en aquella incursión, pues quería tomar el extremo nor/noroeste de la propia ciudad enana, algo imposible, o al menos fue imposible para nosotros, pues éramos apenas 50 drows, 30 guerreros, 15 arcanos y 5 magistrados, contra la inexorable muralla de Iltkazar; cada una de las tres entradas que tiene la ciudad posee nueve puertas de poco más de 3 metros cuadrados de superficie y casi un metro de espesor. Las dos primeras son de hierro sólido, las seis siguientes estan forradas con 5 centimetros de hizagkurr de espesor, un material místico a la vez que indestructible. ¿Qué decir de la última puerta? pues que era de mithril puro, inmune a la magia.
Jamás debí haber asistido a esa incursión, el precio no cubría el riesgo, era un suicidio, ¡diantres...! no había dinero para comprar mi propio suicidio...
No cabe decir cual fue el resultado de la "batalla" pues apenas pudimos atravesar una de las puertas cuando ya habíamos perecido todos.
Fui hecho prisionero de guerra por los enanos, esclavo más bien, pasé mucho tiempo trabajando en las minas de mitrhil del interior de la ciudad, otro tanto en la forja, tal vez lo que se hoy se lo deba a esos enanos. Cinco años de mi vida en aquella fortaleza, cinco años de esfuerzo y esclavitud, años que aproveché para enriquecerme de todo lo que aquellos sucios seres podían otorgarme.
Se hablaba mucho por ahí, corrían rumores que nunca supe si eran ciertos o no, al parecer el rey Mito Barak en realidad es Mizhbarazak, una sierpe de plata que despertaba cada tres cuartos de siglo y que hacía unos años no había despertado en su momento, sin saber nadie por qué.
Un desprendimiento, el hecatombe para cualquier minero, fue para mí la salvación, pues gracias a uno de ellos logré escapar de la esclavitud y regresar a Gatkhorof al norte.
Allí viví, cómodamente he de decir, los siguientes 15 años que tal vez algún día narre, fue...otra etapa de mi vida...
Tras ese tiempo volví de regreso a la Noroscuridad, a Menzoberranzan donde descubrí a quien sería uno de mis pecados, un amor desenfrenado, me convertía en mi padre...no, solo era joven e impulsivo y me dejé llevar por la situación, su nombre: Jin´Xesh, su casa: Vaink´trull, su edad... 5 años.
Memorias Vaahrst II. Raknalein Veldruk.
Memorias III.
Un siglo caía en mi espalda. Dicen que un drow alcanza la madurez a los 110 años, un drow mercenario no, nosotros la alcanzamos desde la primera vez que matamos, desde la primera vez que burlamos a la muerte. La madurez reside en la consciencia de tu entorno, y eso lo había concebido yo hacía muchos años.
Mucho había pasado ya por mi pensamiento, ideas y planteamientos existenciales sobre nuestra forma de vivir, sobre nuestro dogma, sobre la sumisión varonil, pues el ser consciente te incita a plantearte tales filosofías. Y sí, en su momento me fue tentadora la idea de vivir bajo la Luna superficial, vivir bajo la protección de la Señora de la Danza y madre de los elfos redentores Eilistraë.
A menudo los varones drows huimos y nos refugiamos en la propia sumisión para evadir nuestra realidad, es normal que nos llamen débiles, hasta yo siento vergüenza de esos cobardes que agachan la cabeza y reciben lo que tengan que recibir. Otros son algo más "valerosos" pues se empeñan en aguantar el dolor y el sufrimiento a base de voluntad, es grato verlos sufrir por algo absurdo y estúpido; sus valores personales. Sí, los tenemos, aunque la mayoría piense que no, muchos somos y creemos en algo más que en servir de felpudo para las hembras de nuestra raza. Luego están los "inteligentes", aquellos varones que se regocijan en el dolor, tomándolo como placer propio, otra innumerable panda de cretinos, arrogantes que creen saberlo todo porque no sucumben ante una hembra. Acaban enloqueciendo la mayoría por suerte, pues cuando nos adaptamos a la tortura mediante el placer, perdemos control sobre nuestro cuerpo y nuestra mente debido a un impulso. Sucede lo mismo cuando perdemos el control por la excitación, no somos nosotros mismos, somos nosotros y nuestro impulso. Este no es un lugar para ello, no podemos permitirnos el lujo de no temer a una tortura porque placer nos otorgue, no podemos permitirnos tener impulsos de ningún tipo, aunque sea para ahorrarnos un mal trago, esto es la Infraoscuridad, aquí no hay lugar para los débiles.
Yo sin embargo, soy de los que piensan que la mejor manera de resistirse a una tortura es no recibiéndola. La clave es la competencia, ser competente lo es todo, es lo que te mantiene vivo, es mi segundo paso, otro pilar básico para sobrevivir aquí abajo. Una vez estableces la consciencia en tu forma de vida, obtienes el primer pilar, dicho pilar te implica a analizar tu entorno pues eres consciente, y tras analizarlo actúas de la forma más soberbia posible, ergo eres competente y obtienes tu segundo pilar.
Estos planteamientos surgían en mi cabeza desde hacía varias décadas, sin embargo no alcanzaba a comprenderlas, no lo hacía hasta que de regreso a mi ciudad natal, Menzoberranzan, me topé con una caravana de mercancías ilícitas, sin sentido alguno pues que se sepa no había ningún enclave por ahí, al menos no importante. El caso es que me descubrieron en soledad por mi camino tales ilícitos convocando a un enorme Lizh, o criatura de piedra imbuida en vida psiónicamente. Tres veces mi tamaño, tal vez cuatro eran las dimensiones de aquella criatura, piedra viva se avalanzaba sobre mí, mis alternativas; muy pocas, mi decisión; bloquear su ataque con mi escudo...decisión errónea.
Salí volando despedido varios metros hacia atrás, cayendo sobre algo mucho más duro que la piedra que teníamos por suelo, escuché el crujido de algo similar a un hueso romperse, una franja oscura de absoluta negrura perfilaba mi visión, estaba perdiendo el conocimiento, y si hay algo que tal vez no le desee a nuestra raza es tener que perder la noción del espacio-tiempo escuchando los continuos crepitares agudos de los ilícidos cuando se contentan por haber adquirido un nuevo esclavo. Incompetencia por mi parte, y su justo castigo, otra vez esclavo...
Nunca creí en la suerte, así que en vez de dejar el siguiente acto en manos de Tymora, diré que debido a la lejanía de cualquier asentamiento ilícido con respecto a nuestra posición propició que la caravana fuese asaltada, no fui consciente de ello en su momento, pero así fue; la élite arcana de nuestra raza, los merecedores de poder, aquellos que gobiernan sobre las hembras, los señores de las Urdimbres Oscuras, los varones de Sshamazh.
Ciudad de drows Sshamazh, está gobernada por varones, las clérigas de Lolth ocupan un papel menor en ella, esta gente creía y cree en la magia, y de hecho yo mismo pude comprobar como los ilícitos huían de los varones, entre cantos y recitales de sortilegios un grupo no muy numeroso se encargó de que hoy en día esté aquí sentado escribiendo.
Aprendí mucho de esta ciudad, si existe enclave que pueda rivalizar en seguridad con Iltkazar, sin duda es Sshamazh.
Apenas estuve 3 años en esta ciudad, pues aunque quizás parezca el sueño de todo varón drow, su política de magia igual a poder no iba conmigo, muchos despreciaban cualquier tipo de combate cuerpo a cuerpo, se enorgullecían de llevar túnicas, algunos incluso faldas con la excusa de que "los magos realmente poderosos llevan falda porque no necesitan correr." No, no era mi sino, sin embargo aproveché mi estancia allí para enriquecerme, como no, de su cultura mágica. Nunca llegué a canalizar el feerzress, pero si aprendí hablar y leer arcano, algo más que suficiente para un batidor de cuerpo a cuerpo como yo.
Si hay algo que quedará grabado en mi retina sin duda es el Z´orr´bozh; un enorme pilar de roca de unas dimensiones colosales que atravesaba la caverna de la ciudad, la cual servía para el transporte de la población; una gigantesca escalera en espiral.
Tras comprar en el Bazar de las Urdimbres Oscuras lo suficiente como para partir hacia mi ciudad natal sin más altercados, me puse en marcha sin demora.
¿No he revelado aun el motivo de por qué regresaba a Menzoberranzan? He nombrado a Jin´Xesh sí, aquella que catalogué como "mi desenfreno"...pero aun me sucederían muchas cosas antes de poder ver aquella criatura hembra de cinco años.
Memorias Vaahrst III. Raknalein Veldruk
Un siglo caía en mi espalda. Dicen que un drow alcanza la madurez a los 110 años, un drow mercenario no, nosotros la alcanzamos desde la primera vez que matamos, desde la primera vez que burlamos a la muerte. La madurez reside en la consciencia de tu entorno, y eso lo había concebido yo hacía muchos años.
Mucho había pasado ya por mi pensamiento, ideas y planteamientos existenciales sobre nuestra forma de vivir, sobre nuestro dogma, sobre la sumisión varonil, pues el ser consciente te incita a plantearte tales filosofías. Y sí, en su momento me fue tentadora la idea de vivir bajo la Luna superficial, vivir bajo la protección de la Señora de la Danza y madre de los elfos redentores Eilistraë.
A menudo los varones drows huimos y nos refugiamos en la propia sumisión para evadir nuestra realidad, es normal que nos llamen débiles, hasta yo siento vergüenza de esos cobardes que agachan la cabeza y reciben lo que tengan que recibir. Otros son algo más "valerosos" pues se empeñan en aguantar el dolor y el sufrimiento a base de voluntad, es grato verlos sufrir por algo absurdo y estúpido; sus valores personales. Sí, los tenemos, aunque la mayoría piense que no, muchos somos y creemos en algo más que en servir de felpudo para las hembras de nuestra raza. Luego están los "inteligentes", aquellos varones que se regocijan en el dolor, tomándolo como placer propio, otra innumerable panda de cretinos, arrogantes que creen saberlo todo porque no sucumben ante una hembra. Acaban enloqueciendo la mayoría por suerte, pues cuando nos adaptamos a la tortura mediante el placer, perdemos control sobre nuestro cuerpo y nuestra mente debido a un impulso. Sucede lo mismo cuando perdemos el control por la excitación, no somos nosotros mismos, somos nosotros y nuestro impulso. Este no es un lugar para ello, no podemos permitirnos el lujo de no temer a una tortura porque placer nos otorgue, no podemos permitirnos tener impulsos de ningún tipo, aunque sea para ahorrarnos un mal trago, esto es la Infraoscuridad, aquí no hay lugar para los débiles.
Yo sin embargo, soy de los que piensan que la mejor manera de resistirse a una tortura es no recibiéndola. La clave es la competencia, ser competente lo es todo, es lo que te mantiene vivo, es mi segundo paso, otro pilar básico para sobrevivir aquí abajo. Una vez estableces la consciencia en tu forma de vida, obtienes el primer pilar, dicho pilar te implica a analizar tu entorno pues eres consciente, y tras analizarlo actúas de la forma más soberbia posible, ergo eres competente y obtienes tu segundo pilar.
Estos planteamientos surgían en mi cabeza desde hacía varias décadas, sin embargo no alcanzaba a comprenderlas, no lo hacía hasta que de regreso a mi ciudad natal, Menzoberranzan, me topé con una caravana de mercancías ilícitas, sin sentido alguno pues que se sepa no había ningún enclave por ahí, al menos no importante. El caso es que me descubrieron en soledad por mi camino tales ilícitos convocando a un enorme Lizh, o criatura de piedra imbuida en vida psiónicamente. Tres veces mi tamaño, tal vez cuatro eran las dimensiones de aquella criatura, piedra viva se avalanzaba sobre mí, mis alternativas; muy pocas, mi decisión; bloquear su ataque con mi escudo...decisión errónea.
Salí volando despedido varios metros hacia atrás, cayendo sobre algo mucho más duro que la piedra que teníamos por suelo, escuché el crujido de algo similar a un hueso romperse, una franja oscura de absoluta negrura perfilaba mi visión, estaba perdiendo el conocimiento, y si hay algo que tal vez no le desee a nuestra raza es tener que perder la noción del espacio-tiempo escuchando los continuos crepitares agudos de los ilícidos cuando se contentan por haber adquirido un nuevo esclavo. Incompetencia por mi parte, y su justo castigo, otra vez esclavo...
Nunca creí en la suerte, así que en vez de dejar el siguiente acto en manos de Tymora, diré que debido a la lejanía de cualquier asentamiento ilícido con respecto a nuestra posición propició que la caravana fuese asaltada, no fui consciente de ello en su momento, pero así fue; la élite arcana de nuestra raza, los merecedores de poder, aquellos que gobiernan sobre las hembras, los señores de las Urdimbres Oscuras, los varones de Sshamazh.
Ciudad de drows Sshamazh, está gobernada por varones, las clérigas de Lolth ocupan un papel menor en ella, esta gente creía y cree en la magia, y de hecho yo mismo pude comprobar como los ilícitos huían de los varones, entre cantos y recitales de sortilegios un grupo no muy numeroso se encargó de que hoy en día esté aquí sentado escribiendo.
Aprendí mucho de esta ciudad, si existe enclave que pueda rivalizar en seguridad con Iltkazar, sin duda es Sshamazh.
Apenas estuve 3 años en esta ciudad, pues aunque quizás parezca el sueño de todo varón drow, su política de magia igual a poder no iba conmigo, muchos despreciaban cualquier tipo de combate cuerpo a cuerpo, se enorgullecían de llevar túnicas, algunos incluso faldas con la excusa de que "los magos realmente poderosos llevan falda porque no necesitan correr." No, no era mi sino, sin embargo aproveché mi estancia allí para enriquecerme, como no, de su cultura mágica. Nunca llegué a canalizar el feerzress, pero si aprendí hablar y leer arcano, algo más que suficiente para un batidor de cuerpo a cuerpo como yo.
Si hay algo que quedará grabado en mi retina sin duda es el Z´orr´bozh; un enorme pilar de roca de unas dimensiones colosales que atravesaba la caverna de la ciudad, la cual servía para el transporte de la población; una gigantesca escalera en espiral.
Tras comprar en el Bazar de las Urdimbres Oscuras lo suficiente como para partir hacia mi ciudad natal sin más altercados, me puse en marcha sin demora.
¿No he revelado aun el motivo de por qué regresaba a Menzoberranzan? He nombrado a Jin´Xesh sí, aquella que catalogué como "mi desenfreno"...pero aun me sucederían muchas cosas antes de poder ver aquella criatura hembra de cinco años.
Memorias Vaahrst III. Raknalein Veldruk
Memorias IV.
...No veo, no respiro, no siento, no padezco...¿Sigo estando vivo?
Una luz se hizo en mi retina, una luz blanca, y redonda...tan brillante que encandilaba mis pupilas...Una hembra de nuestra raza apareció en la llanura, moviéndose sutilmente, con movimientos medidos y gráciles, danzaba. La luz cegadora comenzó a envolverla dejando oscuridad a su lado. Su belleza era abrumadora, su baile hacía estremecerme, se acercaba a mí entre movimientos susurrando; "Raknalein...mi líder..."
-¿Tú líder...? ¿Pero que diant...? Antes de que pudiera acabar la frase una estantería llena de libros se aparecía ante mí, a su lado una puerta, un espejo, una mesa, una cómoda; estaba en mis aposentos.
Largo y tendido pensé sobre aquellos sueños tan extraños, pues sí, la primera vez fue simplemente extraño, pero los seguí teniendo constantemente y no creo en las casualidades, algo ocurría.
En su momento pensé en una aparición de la diosa Eilistraë, pues una hembra abrumadoramente hermosa que danza sobre la llanura bajo una luz blanca y cegadora es lo más parecido a la representación que tenemos los mortales de ella. Era una idea lógica pero preocupante, sabía que aquellos viajes astrales me traerían problemas, y...¡Oh...bendito instinto...! así fue...muchos problemas.
Dejando atrás la ciudad de varones arcanos Sshamazh, seguí mi viaje de regreso hacia el norte, aquellos sueños me hicieron volver a Menzo pues lo primero que se me venía a la mente tras despertarme era mi ciudad natal.
Numerosas ideas y posibilidades se aparecían en mi pensamiento algunas como:
- "Tal vez sea un veneno alucinógeno que me han metido en el cuerpo y me haga regresar hacia mi madriguera donde me esperaba una trampa..." -Pensé muchas veces, pues no paraban de sucederme acontecimientos negativos para mi persona desde que salí de Gathorof, y desde allí tenía los extraños sueños.
Quería volver lo antes posible a terreno familiar, hacía tiempo que había dejado atrás el Antiguo Shanatar y mucho anduve por "tierra de nadie" antes de llegar a Sshamazh, pues podría decirse perfectamente que el reino de esta ciudad disponía de 19.000 millas cuadradas de superficie, sus fronteras de terreno escabroso e infranqueable delimitaban el dominio de la ciudad separándolo de un vasto espacio de cavernas, dungeons, y demás cuevas sin asentamientos ni enclaves. La ciudad de las Urdimbres Oscuras y su reino estaba completamente aislada de civilización.
Cuando marché hacia el sur desde Menzoberranzan hacia el Antiguo Shanatar hacía ya más de veinte años, acompañaba a un grupo numeroso de exploradores y mercantes, la travesía fue una odisea llena de dificultades, pero salvables pues llegué a mi destino. El regreso lo había hecho totalmente solo y tomar la ruta hacia la ciudad de Eryndlyn en la Noroscuridad era totalmente imposible desde mi posición, pero...había otro camino.
Hacia el norte, cruzando las Grutas de los Gauth, un estrecho paso comunicaba el reino varón drow con Los Reinos Enterrados del Este, en la ciudad monstruosa de contempladores Ultul, en la Supraoscuridad.
Las grutas ascendían así pues no se me presentaban problemas para subir de nivel, pues andaba en la Mesoscuridad y este era un paso muchas veces utilizado por los Sshamazhitas para comerciar con los contempladores de Ultul.
Sí, Ultul es un lugar relativamente tranquilo, mientras lleves un pase especial de bronce con una runas grabadas en su superficie que te entregan en la entrada de la ciudad, no debería tener problemas mayores, pues por la ley que allí rige no podrían reclamarme como esclavo. Podía viajar libremente por Zorx el bazar de la ciudad, pero se me restringía la entrada a lugares como Zorx-ka o pilar central de 900 pies de diámetro donde habita el Triunvirato y sus gobernantes.
Por desgracia también me restringía la entrada al lugar que yo necesitaba acceder, el Portal a Xun´Qorozh.
Xun´Qorozh, consiste en media docena de ciudades de contempladores que se ubican en las escabrosas llanuras cubiertas de fallas por doquier del suroeste de Los Reinos Enterrados. Atravesar ese paso a pie también era imposible, necesitaba acceder al portal.
Tal vez algún día narre las crónicas y detalle todo aquello que tuve que hacer para salirme con la mía...llegué a Khed Nasad, por fin, terreno conocido.
Memorias Vaahrst IV. Raknalein Veldruk.
...No veo, no respiro, no siento, no padezco...¿Sigo estando vivo?
Una luz se hizo en mi retina, una luz blanca, y redonda...tan brillante que encandilaba mis pupilas...Una hembra de nuestra raza apareció en la llanura, moviéndose sutilmente, con movimientos medidos y gráciles, danzaba. La luz cegadora comenzó a envolverla dejando oscuridad a su lado. Su belleza era abrumadora, su baile hacía estremecerme, se acercaba a mí entre movimientos susurrando; "Raknalein...mi líder..."
-¿Tú líder...? ¿Pero que diant...? Antes de que pudiera acabar la frase una estantería llena de libros se aparecía ante mí, a su lado una puerta, un espejo, una mesa, una cómoda; estaba en mis aposentos.
Largo y tendido pensé sobre aquellos sueños tan extraños, pues sí, la primera vez fue simplemente extraño, pero los seguí teniendo constantemente y no creo en las casualidades, algo ocurría.
En su momento pensé en una aparición de la diosa Eilistraë, pues una hembra abrumadoramente hermosa que danza sobre la llanura bajo una luz blanca y cegadora es lo más parecido a la representación que tenemos los mortales de ella. Era una idea lógica pero preocupante, sabía que aquellos viajes astrales me traerían problemas, y...¡Oh...bendito instinto...! así fue...muchos problemas.
Dejando atrás la ciudad de varones arcanos Sshamazh, seguí mi viaje de regreso hacia el norte, aquellos sueños me hicieron volver a Menzo pues lo primero que se me venía a la mente tras despertarme era mi ciudad natal.
Numerosas ideas y posibilidades se aparecían en mi pensamiento algunas como:
- "Tal vez sea un veneno alucinógeno que me han metido en el cuerpo y me haga regresar hacia mi madriguera donde me esperaba una trampa..." -Pensé muchas veces, pues no paraban de sucederme acontecimientos negativos para mi persona desde que salí de Gathorof, y desde allí tenía los extraños sueños.
Quería volver lo antes posible a terreno familiar, hacía tiempo que había dejado atrás el Antiguo Shanatar y mucho anduve por "tierra de nadie" antes de llegar a Sshamazh, pues podría decirse perfectamente que el reino de esta ciudad disponía de 19.000 millas cuadradas de superficie, sus fronteras de terreno escabroso e infranqueable delimitaban el dominio de la ciudad separándolo de un vasto espacio de cavernas, dungeons, y demás cuevas sin asentamientos ni enclaves. La ciudad de las Urdimbres Oscuras y su reino estaba completamente aislada de civilización.
Cuando marché hacia el sur desde Menzoberranzan hacia el Antiguo Shanatar hacía ya más de veinte años, acompañaba a un grupo numeroso de exploradores y mercantes, la travesía fue una odisea llena de dificultades, pero salvables pues llegué a mi destino. El regreso lo había hecho totalmente solo y tomar la ruta hacia la ciudad de Eryndlyn en la Noroscuridad era totalmente imposible desde mi posición, pero...había otro camino.
Hacia el norte, cruzando las Grutas de los Gauth, un estrecho paso comunicaba el reino varón drow con Los Reinos Enterrados del Este, en la ciudad monstruosa de contempladores Ultul, en la Supraoscuridad.
Las grutas ascendían así pues no se me presentaban problemas para subir de nivel, pues andaba en la Mesoscuridad y este era un paso muchas veces utilizado por los Sshamazhitas para comerciar con los contempladores de Ultul.
Sí, Ultul es un lugar relativamente tranquilo, mientras lleves un pase especial de bronce con una runas grabadas en su superficie que te entregan en la entrada de la ciudad, no debería tener problemas mayores, pues por la ley que allí rige no podrían reclamarme como esclavo. Podía viajar libremente por Zorx el bazar de la ciudad, pero se me restringía la entrada a lugares como Zorx-ka o pilar central de 900 pies de diámetro donde habita el Triunvirato y sus gobernantes.
Por desgracia también me restringía la entrada al lugar que yo necesitaba acceder, el Portal a Xun´Qorozh.
Xun´Qorozh, consiste en media docena de ciudades de contempladores que se ubican en las escabrosas llanuras cubiertas de fallas por doquier del suroeste de Los Reinos Enterrados. Atravesar ese paso a pie también era imposible, necesitaba acceder al portal.
Tal vez algún día narre las crónicas y detalle todo aquello que tuve que hacer para salirme con la mía...llegué a Khed Nasad, por fin, terreno conocido.
Memorias Vaahrst IV. Raknalein Veldruk.
Memorias V.
Khed Nasad, la antigua ciudad cosmopolita drow, la ciudad de las telarañas relucientes, aquella que en su tiempo estuvo suspendida sobre cientos de capas de telarañas, hoy apenas es una ruina que los pocos drows que allí habitan intentan reconstruir.
"Nuestra fe en Lolth nos protege. Si tenemos fe en Lolth y la adoramos nada puede sucedernos bajo su telaraña protectora y divina. Quien ose cuestionar esto recibirá la mayor tortura conocida, el mayor dolor soportable una y otra vez sobre nuestros cuerpos..."
Frases como esta nos inculcan desde pequeños. Todos tememos a la diosa, nadie ha osado jamás alzar la voz en un templo de nuestra diosa, ella es divina, ella es el Azote de la oscuridad.
Bien, pues acontecimientos como los de Khed Nasad hacen que mi consciencia, aquella que heredé de mi padre, aquella que me ha mantenido vivo siempre, se expanda, pues observo y analizo, la consciencia me hace competente.
La ciudad fue destruida cuando nuestra diosa calló, cuando las sacerdotisas que alardeaban de su poder abrumador y absoluto empezaron a aprender a blandir una espada como es debido, pues habían perdido su favor. Por aquel entonces nadie sabe el por qué del silencio de nuestra diosa, sin embargo sabemos lo que vemos, y aquello que me contaron los Khednasadinos; la historia de su destrucción.
-"No había ambición alguna dentro de la casa Zovirr; un clan drow de bajo nivel, pero adinerado los dioses saben como" -.Contaba un nativo. -"Según cuentan su verdadero líder era un varón arcano de poco más de 150 años." -. Susurraba otro.
Algo de certeza había en sus palabras, como en toda leyenda, pues este clan se las arregló para introducir esclavos duérgars en la ciudad, usando piedrardiente para quemar la base telarácnica que suspendía la gran urbe.
Las dos casas más poderosas, Nasadra y Melarn, fueron las primeras en caer, los suburbios del sector inferior vieron como poco a poco toda la urbe se les venía encima. Quedaron sepultados vivos.
Solo 6.000 supervivientes de la catástrofe, de los cuales la mitad murieron por privaciones, caídos presa de los monstruos que asaltaban continuamente la ciudad al no tener protección, o simplemente emigraron.
En ese momento comencé a pensar, y me dije a mi mismo que jamás dependería de una deidad, jamás dejaría mi cuerpo y mi alma a merced de ninguna fe, pues aquel acontecimiento no fue voluntad de Lolth, fue un acontecimiento propiciado por la incompetencia de los Khednasadinos...
Me alegró en su momento su destrucción, un sentimiento de satisfacción recorría mi cuerpo al saber de que no todo era la diosa, al saber que lo que nos marcaba eran los hechos, aquello que podíamos hacer, y aquello que no podíamos hacer, pues saber que un mortal es dueño de sus actos, que forja su propio destino, creedme, si alguna vez llegas a sentir eso en este mundo de oscuridad y sumisión, abrázalo y destruye a aquellos que intenten arrebatartelo, porque en tal caso, jamás...volverás a sentirlo.
A un día de camino de Khed Nasad hacia el norte, se sitúa el poblado de Yázhkhol, una ciudad drow plagada de quitinosos exiliados por los khednasadinos, poco anduve por aquel poblado de bajas defensas, siempre he odiado a los quitinosos, y estos eran los peores.
La ciudad estaba gobernada por un puñado de Khóldrizh, o sacerdotisas de Lolth de los quitinosos, una burda farsa de una sociedad condenada por la diosa, que posiblemente para su diversión les concede poderes menores.
Los quitinosos de Yázhkhol tenían al menos una docena de drows envueltos en capullos esperados para ser devorados, los cuales mantenían vivos a base de adrenalina en sangre. Un lugar que si algún día tengo que volver a visitar sería con 100 varones a mis espaldas y piedrardiente en sus manos, los quemaría a todos vivos.
Con cautela y prudencia atravesé los enclaves quitinosos, subiendo de niveles progresivamente, pues cuando quise darme cuenta estaba en la Supraoscuridad otra vez, en el peor lugar en el que jamás he estado, allí donde mi consciencia se vio mermada, donde mi mente sufrió, y aún sufre en este ciclo; Ammarindar, hogar de los señores demoníacos del castillo Puerta del infierno, su líder alguien a quien aún hoy deseo darle muerte... Kéinyr Vhok, también conocido como el Portador del cetro.
Comenzaba mi verdadera guerra...
Memorias V. Raknalein Veldruk
Khed Nasad, la antigua ciudad cosmopolita drow, la ciudad de las telarañas relucientes, aquella que en su tiempo estuvo suspendida sobre cientos de capas de telarañas, hoy apenas es una ruina que los pocos drows que allí habitan intentan reconstruir.
"Nuestra fe en Lolth nos protege. Si tenemos fe en Lolth y la adoramos nada puede sucedernos bajo su telaraña protectora y divina. Quien ose cuestionar esto recibirá la mayor tortura conocida, el mayor dolor soportable una y otra vez sobre nuestros cuerpos..."
Frases como esta nos inculcan desde pequeños. Todos tememos a la diosa, nadie ha osado jamás alzar la voz en un templo de nuestra diosa, ella es divina, ella es el Azote de la oscuridad.
Bien, pues acontecimientos como los de Khed Nasad hacen que mi consciencia, aquella que heredé de mi padre, aquella que me ha mantenido vivo siempre, se expanda, pues observo y analizo, la consciencia me hace competente.
La ciudad fue destruida cuando nuestra diosa calló, cuando las sacerdotisas que alardeaban de su poder abrumador y absoluto empezaron a aprender a blandir una espada como es debido, pues habían perdido su favor. Por aquel entonces nadie sabe el por qué del silencio de nuestra diosa, sin embargo sabemos lo que vemos, y aquello que me contaron los Khednasadinos; la historia de su destrucción.
-"No había ambición alguna dentro de la casa Zovirr; un clan drow de bajo nivel, pero adinerado los dioses saben como" -.Contaba un nativo. -"Según cuentan su verdadero líder era un varón arcano de poco más de 150 años." -. Susurraba otro.
Algo de certeza había en sus palabras, como en toda leyenda, pues este clan se las arregló para introducir esclavos duérgars en la ciudad, usando piedrardiente para quemar la base telarácnica que suspendía la gran urbe.
Las dos casas más poderosas, Nasadra y Melarn, fueron las primeras en caer, los suburbios del sector inferior vieron como poco a poco toda la urbe se les venía encima. Quedaron sepultados vivos.
Solo 6.000 supervivientes de la catástrofe, de los cuales la mitad murieron por privaciones, caídos presa de los monstruos que asaltaban continuamente la ciudad al no tener protección, o simplemente emigraron.
En ese momento comencé a pensar, y me dije a mi mismo que jamás dependería de una deidad, jamás dejaría mi cuerpo y mi alma a merced de ninguna fe, pues aquel acontecimiento no fue voluntad de Lolth, fue un acontecimiento propiciado por la incompetencia de los Khednasadinos...
Me alegró en su momento su destrucción, un sentimiento de satisfacción recorría mi cuerpo al saber de que no todo era la diosa, al saber que lo que nos marcaba eran los hechos, aquello que podíamos hacer, y aquello que no podíamos hacer, pues saber que un mortal es dueño de sus actos, que forja su propio destino, creedme, si alguna vez llegas a sentir eso en este mundo de oscuridad y sumisión, abrázalo y destruye a aquellos que intenten arrebatartelo, porque en tal caso, jamás...volverás a sentirlo.
A un día de camino de Khed Nasad hacia el norte, se sitúa el poblado de Yázhkhol, una ciudad drow plagada de quitinosos exiliados por los khednasadinos, poco anduve por aquel poblado de bajas defensas, siempre he odiado a los quitinosos, y estos eran los peores.
La ciudad estaba gobernada por un puñado de Khóldrizh, o sacerdotisas de Lolth de los quitinosos, una burda farsa de una sociedad condenada por la diosa, que posiblemente para su diversión les concede poderes menores.
Los quitinosos de Yázhkhol tenían al menos una docena de drows envueltos en capullos esperados para ser devorados, los cuales mantenían vivos a base de adrenalina en sangre. Un lugar que si algún día tengo que volver a visitar sería con 100 varones a mis espaldas y piedrardiente en sus manos, los quemaría a todos vivos.
Con cautela y prudencia atravesé los enclaves quitinosos, subiendo de niveles progresivamente, pues cuando quise darme cuenta estaba en la Supraoscuridad otra vez, en el peor lugar en el que jamás he estado, allí donde mi consciencia se vio mermada, donde mi mente sufrió, y aún sufre en este ciclo; Ammarindar, hogar de los señores demoníacos del castillo Puerta del infierno, su líder alguien a quien aún hoy deseo darle muerte... Kéinyr Vhok, también conocido como el Portador del cetro.
Comenzaba mi verdadera guerra...
Memorias V. Raknalein Veldruk
Última edición por TheMarres el Mié May 30, 2007 12:02 pm, editado 2 veces en total.
Gracias a todos aquellos que se paran a leer una historia llena de lugares de la Infra, se que pierde si no tienes una guía visual para ubicarte, pronto pondré un mapa de la Noroscuridad y el Antiguo Shanatar para que aquellos que seguis las Memorias no os perdais
P.D. Tengo ya la sexta entrega pero creo que aun es demasiado pronto para ponerla no?

P.D. Tengo ya la sexta entrega pero creo que aun es demasiado pronto para ponerla no?

Memorias VI.
...Lolth había vuelto, había despertado de su sueño, y según decían, con más poder.
Y en verdad así era, Kéinyr Vhok el semidemonio rivvin y líder de los ejércitos tanarukks, el mismo que inició una guerra junto a los duérgars de Gracklstugh en contra de la ciudad de Menzoberranzan durante el silencio de la diosa, ahora se había retirado al Ammarindar nuevamente.
Y ese fue mi sino por aquel entonces, 115 años a mis espaldas, pareciera que como ventana a la madurez de nuestra raza me encontrase esta prueba, esta guerra.
La oscuridad absoluta, aquella que ni siquiera nuestros ojos son capaces de salvar, aquella donde la luz se consume entre las sombras, la oscuridad propia de los abismos, de la Bajoscuridad y su misterio e inquietud, esa era la que me cubría a mí, pero me encontraba relativamente cerca de la superficie, no era consciente de lo que me rodeaba.
Un paso tras otro, y el silencio sepulcral aumentaba, me detuve, afiné mi oído, nada, de repente empecé a escuchar algo... Un sonido agudo, otro grave, intermitente pero continuo. Tras varios minutos moviendo mis ojos intentando ver algún indicio de materia a mi alrededor, deduje que aquellos dos sonidos se correspondían con mi sistema nervioso, y con mis pulsaciones respectivamente, pues tal era aquel silencio que solo mi presencia era la que yo mismo percibía.
Me equivocaba, dos esferas rojas como la mismísima sangre y encendidas como el fuego aparecieron de entre la negrura absoluta, brillaban. Paso a paso me acercaba hacia aquellas dos gemas, hasta que otro sonido apareció en mi mente, una respiración fuerte, como la de un rothé en estado de shock palpitaba frente a mí. De la propia luz de aquellas gemas se formo un rostro terrorífico a escasos centímetros de mis ojos...era un enorme y rabioso tanarukk.
-"¡Féeric phyros!" .- Alcé mi voz mientras metros a mi alrededor se iluminaban cegadoramente, conjuré sin dudarlo.
El suficiente tiempo como para asestar una puñalada al tanarukk en el estómago y practicarle una cremallera transversal, desparramando sus tripas por el suelo.
En mi cerebro se había registrado la caverna que tras de mí se extendía y que acaba de cruzar, sabía por donde volver, corrí todo lo que pude a ciegas hasta ver la luz, luz que estaba acompañada por 15 tanarukks más y alguien de menor tamaño, una especie de rivvin superficiano, con ojos en llamas. Era su líder, Kéinyr Vhok.
Alzó sus dos manos y sendas sombras salieron bajo mis pies atrapándome, un sonido ahogado escuché, mis ojos se desvanecieron en la penumbra, me habían golpeado.
Al despertar una celda de fuego me retenía, barrotes mágicos que jamás había visto antes por entrada, y un vacío rojizo a mi alrededor. No sabía donde estaba, pero si que sabía donde no estaba; en el mismo plano.
Años pasaron, milenios incluso, y allí seguía, no sentía necesidades vitales, no necesitaba comer, no tenía sed, pensé que estaba totalmente muerto, en el infierno. Perdí la noción del tiempo, mi cabeza empezaba a separarse de mi alma y la locura se apoderaba de mí, más nunca musité palabra, signo de cordura sin duda, y desde aquel momento comprendí que jamás has de hablar si te tienen preso y en una celda.
Pues el silencio continuo tuvo sus frutos, si alguien me tenía preso, si realmente no estaba muerto y todo era una continua ilusión o alucinación, mi inactividad tarde o temprano tendría una consecuencia, y así fue.
Una frase volvía a retumbar en mis oídos, está vez no era femenina, era de un varón, un ente más bien dada la gravedad de dicha voz, sus palabras; "Raknalein, nuestro líder..."
-"¿Qué cansinos no?" .-Pensé. Todo el mundo me quería como líder al parecer, ya me estaban hartando, no sabía que diantres estaba sucediendo, pero contuve la calma.
La frase se repetía una y otra vez en mi mente, durante milenios.
Y así, sin más, un ciclo tan normal como otro cualquiera mis ojos despertaron en un lugar totalmente distinto.
Una gran sala se extendía ante mí, y al fondo estaba aquel rivvin demoníaco que se presentó como el líder de los tanarukks.
Parecía bastante alterado a pesar de la farsa de conservar la suspicacia y labia, pues trataba de convencerme de que llevara a sus tropas nuevamente hasta Menzoberranzan, un plan endiablado como la mismísima sangre que portaban sus venas.
-"Vhéron será tu dios, el dios de los varones el quiere la desgracia de Lolth y yo un reino, comanda a mis tropas tu tienes la sangre, tienes el alma y la mente adecuada, muchos te reclaman...únete a mí y entrégame tu esencia, este es tu lugar Raknalein Vaahrst, Comandante Oscuro de la Legión áspera" .-Dijo extendiendo su mano para sellar el pacto.
Sabía que nunca se le debe dar la mano a un demonio, pues su sangre penetra en ti, y acabas siendo su esclavo.
-"Soy demasiado bueno como para comandar demonios mi buen Kéinyr" .- Mientras sonreía irónica y burlescamente.
La ira del rivvin infernal se hizo tras mis palabras, sin duda nos odiaba a todos los drows, y mi sutileza, mi estilo como uno de ellos encendió su corazón oscuro.
Me condenó a muerte, pero tras una larga tortura, más larga que la que había sufrido durante milenios en aquella sala extraplanar, una sala donde diez años eran un segundo en nuestro mundo. Una sala que corrompe la cordura de hasta el más poderoso mago, de hasta el más poderoso dios. Y sí, también la mía.
Sin embargo no estaba acabado aún, los tanarukks son orcos cruzados con demonios, una combinación letal, casi perfecta, no obstante, siguen careciendo de inteligencia, de nuestra inteligencia superior drow. La huida fue fácil, algún día la relataré.
Secuelas me quedan aún de aquella experiencia con los demonios...secuelas que mejor no relataré aquí. Algún día...todo a su tiempo.
Por fin Menzoberranzan, por fin mi destino, tenía que buscar a Jin´Xesh, aquella voz femenina y en parte divina me atraía hacia ella, necesitaba respuestas. Pero... ¿Cómo conseguirlas de una cría que tenía cinco años la primera vez que la vi?
Memorias VI. Raknalein Veldruk.
// Dedicado a Am3ba, gracias por tus amenaz...digo a tus elogios por la historia
...Lolth había vuelto, había despertado de su sueño, y según decían, con más poder.
Y en verdad así era, Kéinyr Vhok el semidemonio rivvin y líder de los ejércitos tanarukks, el mismo que inició una guerra junto a los duérgars de Gracklstugh en contra de la ciudad de Menzoberranzan durante el silencio de la diosa, ahora se había retirado al Ammarindar nuevamente.
Y ese fue mi sino por aquel entonces, 115 años a mis espaldas, pareciera que como ventana a la madurez de nuestra raza me encontrase esta prueba, esta guerra.
La oscuridad absoluta, aquella que ni siquiera nuestros ojos son capaces de salvar, aquella donde la luz se consume entre las sombras, la oscuridad propia de los abismos, de la Bajoscuridad y su misterio e inquietud, esa era la que me cubría a mí, pero me encontraba relativamente cerca de la superficie, no era consciente de lo que me rodeaba.
Un paso tras otro, y el silencio sepulcral aumentaba, me detuve, afiné mi oído, nada, de repente empecé a escuchar algo... Un sonido agudo, otro grave, intermitente pero continuo. Tras varios minutos moviendo mis ojos intentando ver algún indicio de materia a mi alrededor, deduje que aquellos dos sonidos se correspondían con mi sistema nervioso, y con mis pulsaciones respectivamente, pues tal era aquel silencio que solo mi presencia era la que yo mismo percibía.
Me equivocaba, dos esferas rojas como la mismísima sangre y encendidas como el fuego aparecieron de entre la negrura absoluta, brillaban. Paso a paso me acercaba hacia aquellas dos gemas, hasta que otro sonido apareció en mi mente, una respiración fuerte, como la de un rothé en estado de shock palpitaba frente a mí. De la propia luz de aquellas gemas se formo un rostro terrorífico a escasos centímetros de mis ojos...era un enorme y rabioso tanarukk.
-"¡Féeric phyros!" .- Alcé mi voz mientras metros a mi alrededor se iluminaban cegadoramente, conjuré sin dudarlo.
El suficiente tiempo como para asestar una puñalada al tanarukk en el estómago y practicarle una cremallera transversal, desparramando sus tripas por el suelo.
En mi cerebro se había registrado la caverna que tras de mí se extendía y que acaba de cruzar, sabía por donde volver, corrí todo lo que pude a ciegas hasta ver la luz, luz que estaba acompañada por 15 tanarukks más y alguien de menor tamaño, una especie de rivvin superficiano, con ojos en llamas. Era su líder, Kéinyr Vhok.
Alzó sus dos manos y sendas sombras salieron bajo mis pies atrapándome, un sonido ahogado escuché, mis ojos se desvanecieron en la penumbra, me habían golpeado.
Al despertar una celda de fuego me retenía, barrotes mágicos que jamás había visto antes por entrada, y un vacío rojizo a mi alrededor. No sabía donde estaba, pero si que sabía donde no estaba; en el mismo plano.
Años pasaron, milenios incluso, y allí seguía, no sentía necesidades vitales, no necesitaba comer, no tenía sed, pensé que estaba totalmente muerto, en el infierno. Perdí la noción del tiempo, mi cabeza empezaba a separarse de mi alma y la locura se apoderaba de mí, más nunca musité palabra, signo de cordura sin duda, y desde aquel momento comprendí que jamás has de hablar si te tienen preso y en una celda.
Pues el silencio continuo tuvo sus frutos, si alguien me tenía preso, si realmente no estaba muerto y todo era una continua ilusión o alucinación, mi inactividad tarde o temprano tendría una consecuencia, y así fue.
Una frase volvía a retumbar en mis oídos, está vez no era femenina, era de un varón, un ente más bien dada la gravedad de dicha voz, sus palabras; "Raknalein, nuestro líder..."
-"¿Qué cansinos no?" .-Pensé. Todo el mundo me quería como líder al parecer, ya me estaban hartando, no sabía que diantres estaba sucediendo, pero contuve la calma.
La frase se repetía una y otra vez en mi mente, durante milenios.
Y así, sin más, un ciclo tan normal como otro cualquiera mis ojos despertaron en un lugar totalmente distinto.
Una gran sala se extendía ante mí, y al fondo estaba aquel rivvin demoníaco que se presentó como el líder de los tanarukks.
Parecía bastante alterado a pesar de la farsa de conservar la suspicacia y labia, pues trataba de convencerme de que llevara a sus tropas nuevamente hasta Menzoberranzan, un plan endiablado como la mismísima sangre que portaban sus venas.
-"Vhéron será tu dios, el dios de los varones el quiere la desgracia de Lolth y yo un reino, comanda a mis tropas tu tienes la sangre, tienes el alma y la mente adecuada, muchos te reclaman...únete a mí y entrégame tu esencia, este es tu lugar Raknalein Vaahrst, Comandante Oscuro de la Legión áspera" .-Dijo extendiendo su mano para sellar el pacto.
Sabía que nunca se le debe dar la mano a un demonio, pues su sangre penetra en ti, y acabas siendo su esclavo.
-"Soy demasiado bueno como para comandar demonios mi buen Kéinyr" .- Mientras sonreía irónica y burlescamente.
La ira del rivvin infernal se hizo tras mis palabras, sin duda nos odiaba a todos los drows, y mi sutileza, mi estilo como uno de ellos encendió su corazón oscuro.
Me condenó a muerte, pero tras una larga tortura, más larga que la que había sufrido durante milenios en aquella sala extraplanar, una sala donde diez años eran un segundo en nuestro mundo. Una sala que corrompe la cordura de hasta el más poderoso mago, de hasta el más poderoso dios. Y sí, también la mía.
Sin embargo no estaba acabado aún, los tanarukks son orcos cruzados con demonios, una combinación letal, casi perfecta, no obstante, siguen careciendo de inteligencia, de nuestra inteligencia superior drow. La huida fue fácil, algún día la relataré.
Secuelas me quedan aún de aquella experiencia con los demonios...secuelas que mejor no relataré aquí. Algún día...todo a su tiempo.
Por fin Menzoberranzan, por fin mi destino, tenía que buscar a Jin´Xesh, aquella voz femenina y en parte divina me atraía hacia ella, necesitaba respuestas. Pero... ¿Cómo conseguirlas de una cría que tenía cinco años la primera vez que la vi?
Memorias VI. Raknalein Veldruk.
// Dedicado a Am3ba, gracias por tus amenaz...digo a tus elogios por la historia
