La luz de Sehanine ilumina el rostro madura de un elfo de porte regio y mirada ausente. Desde el balcón de palacio observa con nostalgia a su pueblo, dormido e ignorante de los peligros que acechan en la noche.
Las altas casas de los árboles, con sus luces apagadas, albergan en su interior al pueblo creyente que ha seguido la voz del Padre Corellon para asentarse en el ancestral bosque de Comanzor, donde una vez brilló la luz de la Corte Élfica en todo su esplendor. Ahora... horrores milenarios y enemigos ancestrales acechan en el antiguo bosque sagrado, y cada vida que se pierde en esta colonia pesa sobre los hombros de la regia figura.
Unos pasos quiebran la quitud de la alcoba real y la figura regia, con un suave movimiento, posa su diestra en el mango labrado de su Hojalunar, que acepta a su portador con un leve murmullo y la fuerza de miles de ancestros élficos.
Una figura encapuchada, grácil, de movimientos silenciosos y calculados penetra en la alcoba real dirigiéndose directamente hacia la regia figura.
El encapuchado se detiene ante el gesto de la regia figura, que lo escruta con detenimiento. Sin cruzar palabra alguna lo examina, fijando su vista en el símbolo medio oculto que vislumbra bordado en la túnica del encapuchado, el Corazón Dorado de los sacerdotes de Halani Celanil.
La figura encapuchada descubre su rostro, dejando ver el bellísimo rostro de una mujer elfa madura. Su cabello es marrón y largo, su piel oscura y sus ojos de un verde intenso como las hojas nuevas de los árboles. En su mirada hay nostalgia y preocupación. A continuación se arrodilla, postrándose ante la regia figura que la contempla en señal de pleitesía.
(Talindra) -Milord Faelar, Hijo de las Reinas,...
(Faelar) -Lady Talindra... sabéis bien que no debéis estar aquí.
Durante unos momentos comparten una mirada de complicidad, una mirada intensa y cargada de recuerdos dolorosos y agradables a la vez.
(Talindra) -Lo sé bien, milord, y me disculpo por mi atrevimiento, pero esta es una situación de emergencia.
Con elegancia y cortesía Faelar se aproxima a la bella sacerdotisa y posa su mano en su suave barbilla, dirigiendo su mirada directamente a sus ojos.
(Faelar) -Habla, Talindra, ¿cuál es esa situación de emergencia?
(Talindra)-Milord, el príncipe Joran ha escapado...*con preocupación*
El veterano rostro de Faelar deja escapar una expresión de preocupación, y rápidamente sus facciones otrora relajadas ante la presencia encantadora de la sacerdotisa se tornan ahora serias y solemnes.
(FAELAR) -¿Cómo es eso posible, Talindra? Dime, ¿acaso no era vuestra responsabilidad cuidar e instruir al príncipe?
La bella Talindra baja su mirada llena de vergüenza, preparada para aceptar el castigo.
Sin embargo, tras unos instantes en los que la ira cruza el rostro de Faelar, el regio gobernante se calma y vuelve a tranquilizarse. Agachándose, se coloca frente a la bella elfa salvaje, hablando lleno de
ternura.
(FAELAR) -Lady Talindra, lamento haberos avergonzado, no era en absoluto mi intención.
(TALINDRA) -Milord, tenéis razón ,era nuestra responsabilidad y os hemos fallado, yo...
(FAELAR) -Eso no importa ahora. Debemos encontrar al príncipe lo antes posible. ¿Sabéis cómo ha escapado o adónde ha podido ir?
(TALINDRA) -Milord, sospechamos que debe haberse ido con los miembros de la comitiva de emabajadores de Lady ALustriel de Argluna, quizá mezclado entre los sirvientes...
(FAELAR) -Entiendo... Está bien, lady Talindra, volved al templo, y pedid a la Diosa que proteja la vida del estúpido del principe. No le dejaremos llegar muy lejos.
(TALINDRA) -Sea tu voluntad, milord.
Talindra sale de la alcoba real dejando a Faelar sólo con sus pensamientos. Faelar camina mientras piensa, y un nuevo problema que se añade a su ya difícil posición.
Tras comtemplar de nuevo la noche, Faelar murmura unos viejos cantos élficos de manera casi inaudible.
De repente, como traido por el viento, una figura grácil que casi se funde con su entorno aparece a la espalda del regio Faelar. Sin siquiera volverse Faelar emite unas instrucciones...
(FAELAR) -El principe Joran ha escapado, quiero que esta situación se lleve con la máxima discrección. Nadie *remarcado* sabrá nada de ello. Reúne a tus hombres y tráeme al idiota de Joran. Usad los métodos
que sean necesarios para traerlo de vuelta. Empezad vuestra búsqueda en la lejana ciudad de Argluna. NO informéis a Lady Alustriel, esto es un asunto que debemos resolver nosotros.
La sutil figura asiente casi imperceptiblemente y comienza a salir de la alcoba, cuando Faelar emite su última orden.
(FAELAR) -Ah, y traed a mi presencia al instructor del príncipe, me debe algunas explicaciones...
Historia de Joran (Parte I)
Moderadores: DMs de tramas, DMs