Historia de un tiflin: Soros Ceronte

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Dardo

Historia de un tiflin: Soros Ceronte

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Nombre: Soros Ceronte
Raza: Tiflin
Edad: 22 años, más o menos
Género: Varón

Apariencia:
• Altura: 1´70
• Peso: 75 kg
• Pelo: rojizo. Tiene dos cuernos cortos en la frente
• Ojos: Rojizos
• Hombre inquietante, con varios rasgos demoníacos, entre ellos piel rojiza, cuernos, incisivos afilados, lengua bífida. Cubierto de pendientes en nariz, orejas, labio, cejas. Sus piernas no son humanas sino de cabra, con pezuñas, y tiene cola parecida a la de los demonios. Olor a azufre, piel caliente al tacto.

Personalidad:
-Virtudes: Puede ser bastante alegre en una fiesta, aunque necesita del alcohol para soltarse. Buen conversador, no suele ser violento. Puede ser educado si se lo propone. Sumamente inteligente
-Defectos: Es un mal bicho, acostumbrado a la vida en las calles, carece de todo sentido de lo legal, aunque sabe cumplir las leyes si le conviene. Sin moral ninguna, es capaz de casi cualquier cosa por dinero.
-Motivaciones: Sobrevivir en este mundo que le desprecia, y hacerlo como sea, y a costa de lo que sea

-Odios: Odia a aquellos que le juzgan nada más verlo. Puede entablar amistad con aquellos a los que lo aceptan como es

-Aspiraciones Futuras: Ser rico y respetado. Soros busca ante todo que la gente lo respete y tener todo cuanto quiera.



Historia de un tiflin: Soros Ceronte


Aguasprofundas, distrito de los muelles, en una pequeña y sucia taberna de las miles que hay en este barrio.

Un enano y un extraño humano encapuchado con patas de cabra hablaban de forma misteriosa en la mesa del rincón.

-¿Seguro que está todo el oro?-El tiflin sopesaba la bolsa desconfiado ante la atenta mirada del enano, quién ya casi se arrepentía de haberle pagado dicha cantidad a su interlocutor
-Está todo, maldito cornudo, sabes que yo siempre cumplo.
El tiflin, sonriendo y guardando el saquito de oro en su macuto de viaje, respondió rápida y suspicazmente:
-No sería la primera vez que “te despistas” en el contaje de oro durante una entrega de esencia de amanita. ¿Recuerdas el episodio del distrito del cementerio?-Volvió a sonreír.
-Sé que esa sustancia vale más de lo que te pago por ella, no te puedes imaginar como se engancha la gente a eso-Le respondió a su vez el enano.
-Me hago cargo- El tiflin sonríe, enseñando así sus incisivos afilados.

El enano volvió a mirar al tiflin. Había comerciado varias veces con él, siempre con sustancias prohibidas o información. A pesar de ello, rara vez dejaba de asombrarse al ver a este “humano” con esos cortos cuernos en la frente, con ese raro tinte rojizo en su rostro, esos ojos rojizos y esos raros incisivos afilados como agujas. Sus orejas y su nariz estaban cubiertas de pendientes y sus brazos de tatuajes obscenos. Lo más escandaloso eran sus patas de cabra, gruesas y musculosas, y su cola al final del coxis, la cual solía esconder o utilizar para hacer tonterías en ocasiones en las que ya estaba demasiado borracho.

No hacía falta ser sabio para saber que su herencia escondía un antepasado poco fiable.

Me voy-interrumpió el tiflin rompiendo la ensoñación del enano- He quedado con alguien que desea saber cosas de otro alguien- sonríe de nuevo enseñando sus dientes.

Así se ganaba la vida Soros Ceronte, tráfico de drogas, asesinatos, tráfico de información, robos…Cualquier cosa era válida con tal de sobrevivir en este mundo cruel que no terminaba de aceptarle. Hace ya muchos años, Antilus, su maestro, quien con su piel grisácea y sus cuernos curvos denotaba también un antepasado demoníaco, le enseñó muchas cosas, entre ellas a sobrevivir, le enseñó la lengua de sus antepasados, la lengua del infierno, le enseñó a ganarse la vida si no honradamente al menos de forma digna, y también le explicó su herencia, contándole que algún diablo, en alguna ocasión, había metido su cosita dentro de una mujer y tras varias generaciones había salido algo como él.
Soros apenas recordaba su infancia, sólo recordaba haber crecido en las calles de Aguasprofundas, donde desde un principio era vejado y despreciado, y tan sólo se ganó el respeto de la gente cuando éstos supieron que le podían pedir “favores” que sólo unos pocos se atrevían a hacer. El respeto era importante para Soros…
No recordaba ni padre ni madre ni hermanos ni tíos ni abuelos, sólo un grupo de personas del mundo de la delincuencia con los que poco a poco fue aprendiendo una y otra cosa. Seguramente sus verdaderos padres lo abandonarían nada más verlo. No los culpaba, aunque si se los encontrase los mataría lentamente.
De pronto, la guardia de Aguasprofundas entró en la taberna con 5 hombres y al ver al encapuchado, le dio el alto al tiflin
-¡Alto! ¡Quedas detenido por asesinato!
El tiflin se escabulló por la puerta trasera, que daba a un callejón, y salió corriendo como alma que lleva el diablo (qué ironía, ¿no?). Al salir a una calle principal, vislumbró más guardias vigilantes a unos 150 m. No tenía más remedio que esconderse. De súbito, vio un carromato con distintas mercancías, entre ellas cajas y sacos de comida, el carro ya estaba en movimiento, dirigiéndose hacia las puertas de la ciudad. Sin apenas pensarlo, Soros se introdujo en él y se escondió entre las cajas.

No saldría de ahí hasta estar a salvo. Quizás era hora de cambiar de aires. Por la conversación de tipo del carromato y los centinelas de la puerta, supo que se dirigían al norte con provisiones, a Sundabar.
Tal y como estaban las cosas en Aguasprofundas, mejor que desapareciera un tiempo. Se echó en un saco de avena y se durmió
Última edición por Dardo el Sab Jun 14, 2008 9:06 am, editado 1 vez en total.
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