Un duro despertar.
... Abrí los ojos, mi cerebro no reconocía lo que mis ojos mostraban. La habitación era grande, iluminada por un ventanal de grandes dimensiones. Varios objetos sin importancia la adornaban. Había algo allí que realmente me llamó la atención, una mesita de piedra sostenía varios viales de distintos colores. Quise levantarme pero tenía el cuerpo totalmente dolorido, lo cuál, hizo que tardara en ponerme de pie. Al levantarme descubrí que tenía el pecho y parte del cuello vendados; aún así, me dirigí hacía aquella extraña mesa.
Cuando estaba apunto de coger uno de los viales, oí que la puerta se abría y miré hacía ella. No podía creer lo que estaba viendo… Ella, ella era la mujer a la que siempre había amado y amaba.
“Pe… pero ¿Qué haces tú aquí? ¿Dónde estoy?”
Antes de responderme a ninguna pregunta, me dijo que me relajara, que no siguiera de pie y que me volviera a acostar. Quise acercarme a ella, pero su trato conmigo era totalmente diferente… más distante… más frío... Qué pasaba, pregunté, porqué no dejaba que me acercara a ella; entonces ahí, en la distancia, empezó a contarme lo ocurrido.
Esa noche, la de aquel fatídico día, no podía dormir. Aún me pregunto el porqué. Quizás se debiese a la tranquilidad que se respiraba en el poblado; demasiado silencio. Al contrario que yo, tu dormías placidamente. Como pude observar, tu respiración era lenta, pausada, rítmica.
Un grito de mujer rompió el silencio de la noche. Te despertaste sobresaltado. Después de que te tranquilizaras, decidimos salir a ver que ocurría. Al igual que nosotros todo el poblado se encontraba fuera de sus casas. Cuando llegamos al lugar de donde provenían los gritos, vimos a una mujer desvanecida en el suelo, y al rededor suyo un corrillo de gente.
La mujer se encontraba a los pies de un encapuchado. Más atrás y a cierta distancia, se encontraba otro par de encapuchados. Más corpulentos, más siniestros que el primero.
Mientras tú te aproximabas para ver todo más de cerca, yo observé a la mujer tendida en el suelo.
Tenía dos agujeros en el cuello; dos orificios de los que manaba sangre. Eran pequeños, redondos, simétricos. Simulaban la mordedura de una serpiente… No obstante, algo no encajaba…
… Subí la mirada hacia el primer encapuchado. Pese a lo callado y siniestro del personaje, tenía un aire familiar. Como si me leyera la mente, se quitó la capucha y entre susurros dijo:
“Vosotros, seres insignificantes, ha llegado la hora de que os convirtáis en mis siervos…”
¡Ese hombre era el curandero del poblado! - Me comentaba algo nerviosa, aún así, continuó sin perder el más mínimo segundo.
No le dio tiempo a terminar la frase, cuando a las a fueras de las murallas resonó un gran rugido. Antes de que pudiera darme cuenta, comenzó una pequeña gran batalla. Los hombres que antes estaban de pie en medio de aquel corrillo, estaban muertos… Ahora, aquel al que confiamos nuestras vidas, estaba tendido bajo la garra de un licántropo.
Después de oír diversos aullidos, que provenían de todo el poblado, comenzaron a atacarnos sin piedad. Varios conseguimos huir, otros con menos fortuna, fueron heridos. El resto, están muertos…
Aunque malherido, conseguimos sacarte de aquella masacre y traerte hasta aquí.
No podía comprender las palabras que procedían de su boca, solo pude reírme cuando ella
terminó.
“¿Estas diciendo que he sido mordido por un hombre lobo? ¿Cómo pretendes que me crea ese cuento de niños?”
Me dirigía hacía la puerta mientras pedía que me dejara marchar a dar un paseo. Me dijo que no, que aún estaba bajo vigilancia. El semblante de mi rostro cambio por completo; en él sólo se podía observar una seriedad absoluta.
No hice más caso a aquella sorpresa. Me dirigí hacía el ventanal para mirar, estupefacto, aquel paisaje tan hermoso. Un denso bosque, con árboles centenarios, cubierto por la luz de aquella magnifica luna llena. Una luna que parecía cubrir con su manto todo a su alcance. Sin poder desviar la mirada ni un ápice de esa preciosa luna, noté algo extraño en mí…
… Era como si algo o alguien quisiera salir de dentro; un irresistible dolor se apoderaba de todos mis sentidos. Mi cuerpo estaba completamente tenso; mis extremidades se deformaban volviéndose mucho más voluminosos, mis manos ahora eran unas enormes garras capaces de desgarrar cualquier cosa. Un pelaje de color negro como el carbón, cubría todo mi cuerpo. Mi ropaje no pudo contener aquel cambio, mostrando por completo mi transformación.
Aquella transformación duró apenas unos segundos, unos segundos interminables para mí. Pensé que aquel dolor no terminaría nunca… Pero estaba equivocado… Ahora me sentía mejor que nunca.
Después de todo, seguí contemplando la luna, no pude reprimir mis ganas de aullar, ese aullido resonó en la habitación, mezclándose con los llantos y sollozos de mi amada.
Ella me miraba con las manos tapándose la boca, totalmente incrédula. Nunca pensé que mi reacción sería así, pero me abalance sobre ella con una brutalidad inimaginable. Todo el ruido formado alertó a dos guardias, los cuales dieron la voz de alarma. Cuando entraron, ya era tarde… La había devorado…
Me atacaron de una manera un tanto extraña, una mezcla entre odio y pánico. No esperé a que se acercaran a mí para atacarles, un zarpazo bastó para lanzar a uno de ellos contra la mesa que sostenía los viales, quedando destrozada.
El siguiente fue más difícil. Tardé más en deshacerme de él; sus movimientos eran más precisos y calculados, lo cuál hizo que me ensañara. La lucha tampoco fue muy larga, todo terminó cuando con un zarpazo le dejé herido en una pierna, acto seguido con una dentellada noté como los huesos de su cuello se rompían en mis fauces…
La alarma sonaba y resonaba en todo el lugar, salté por el ventanal rompiendo los cristales con gran facilidad. Cuando caí en el suelo, escuché varios zumbidos, eran flechas que se dirigían hacía mí. No estaban dispuestos a dejarme huir, pero no pudieron hacer nada cuando me adentré en el bosque.
Estaba en medio de aquel denso bosque, la luz de la luna entraba por los pocos espacios que dejaban las ramas de los árboles. Vagaba por él buscando algo de comida, tanto correr me había dado apetito. Mi suerte parecía cambiar, en frente mía había un suculento cervatillo que serviría para cesar un poco mi hambruna.
Después de aniquilar y engullir a aquel animal, olfatee el aire, llegando a mí un olor un tanto peculiar. Ese olor era parecido al que yo rezumaba; quizá fuesen los mismos quienes mataran a los vampiros y nos atacasen a continuación.
Seguí el rastro guiado por mi olfato, pero algo no parecía ir bien… Otra vez ese dolor, ésta vez menos doloroso que la anterior. Era de día y estaba tirado en el suelo hecho un ovillo, completamente desnudo. Continuaba el camino que empecé a seguir con anterioridad, sólo que ahora tenía que encontrar un lugar dónde conseguir algo de ropa.
Recorría el bosque sin demora, cuando escuché a lo lejos el trotar de un caballo; sus pezuñas chocando contra el suelo y el roce de las ruedas de madera de una caravana, eran sonidos fáciles de reconocer.
Trepé a uno de los árboles. Iba hacía mi presa saltando de árbol en árbol con gran agilidad y con un sigilo inaudible… Me detuve. Entonces percibí que se dirigía hacía mi. Espere el momento oportuno para comenzar mi caza… Salté sobre él, estrellando mis codos sobre su cráneo, cayendo después al suelo. El caballo sobresaltado huyó despavorido arrastrando la caravana sin una dirección concreta; no le di importancia, mi presa ya estaba dónde quería…
Le despojé de sus ropajes, equipándome con ellos. Sujeté bien el broche de la capa ajustándomela con tranquilidad. Subí la capucha tapando parcialmente mi rostro. Comprobé si había algo más en aquel atuendo que me refugiaría del frío. Unas pocas monedas y una daga. Recogí la mochila que llevaba el cochero, se había caído cuando le ataque. Corté con la daga unos trozos de la carne del humano, tenía que aprovisionarme para el camino, el resto lo dejé en el suelo, el olor de la sangre llamaría la atención de alguna fiera del bosque o de algún buitre.
Sigo mi camino y me topo con un cartel un tanto descuidado. Parece decir…
… Nevesmortas.
Un duro despertar.
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Un duro despertar.
Última edición por Zborze el Sab Abr 25, 2009 4:00 pm, editado 1 vez en total.
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Re: Un duro despertar.
La madurez de la bestia.
Aún recuerdo esas palabras pronunciadas por aquel que fue mi padre, ¿Padre? ¡Já! Digamos que fue mi mentor... Pero... ¿Dónde demonios se ha metido? Desde aquella conversación no he vuelto a saber de él, aunque... Está claro, era el ser más sigiloso que pude conocer.
Lesk... Lesk... Lesk... No puedo quitarme ese nombre de la cabeza... No consigo dejar de pensar sobre ello, excepto cuando estoy cazando y ahora disfruto cada vez más el sonido de la carne despellejarse, el olor de la sangre impregnada en mis ropas, pero... Aún sigo sin saber porqué fuí yo el elegido...
Él me dijo que lo hizo por que Main se lo pidió, pero... ¿Por qué? Eramos muchísimos los presentes en aquella batalla, esa batalla mortífera...
Supongo que nunca tuve el valor suficiente para preguntárselo, su caracter tan... Recio y distante, su manera de ser tan amarga. Jé, nunca pensé que pudiese pensar en ella y sus enseñanzas una vez muerta... Supongo que ese fue su fallo, dejar de ser cómo siempre fue. ¡Maldito mago estúpido, maldita mujer, maldita Main! ¡Ahora nunca conseguiré saber porque me eligieron a mí!

Ahora sé que la Luna y Málar tienen sus ojos posados en mí, pues... Aquel que es mi semejante, me ha fallado. Aquel que consideré mi hermano, siempre fuimos de la misma manada, pero... Me ha fallado. Y todo por ésa estúpida cria. Si Main se hubiese enterado, le hubiera arrancado la cabeza y yo, tan sólo sonreiría observando el gesto. Hermano, eres un estúpido.
No me dejaste elección, te dí la oportunidad de hacerlo tú mismo, pero... Me fallaste, con razón Main dijo que eras un estúpido. Ahora lo entiendo todo... ¿Creias que una estúpida y sencilla niña guardaría nuestro secreto? Me has fallado hermano y por éso creo que nunca volverá a ser todo igual.
Supongo que algo dentro de mí ha madurado. La bestia cada vez se abre más paso y yo no seré quién para detenerlo.
Recuerda hermano, sólo somos eso. Bestias en busca de su presa y la luna observará todo cuanto hagamos. Bestias, hermano. BESTIAS

Aún recuerdo esas palabras pronunciadas por aquel que fue mi padre, ¿Padre? ¡Já! Digamos que fue mi mentor... Pero... ¿Dónde demonios se ha metido? Desde aquella conversación no he vuelto a saber de él, aunque... Está claro, era el ser más sigiloso que pude conocer.
Lesk... Lesk... Lesk... No puedo quitarme ese nombre de la cabeza... No consigo dejar de pensar sobre ello, excepto cuando estoy cazando y ahora disfruto cada vez más el sonido de la carne despellejarse, el olor de la sangre impregnada en mis ropas, pero... Aún sigo sin saber porqué fuí yo el elegido...
Él me dijo que lo hizo por que Main se lo pidió, pero... ¿Por qué? Eramos muchísimos los presentes en aquella batalla, esa batalla mortífera...
Supongo que nunca tuve el valor suficiente para preguntárselo, su caracter tan... Recio y distante, su manera de ser tan amarga. Jé, nunca pensé que pudiese pensar en ella y sus enseñanzas una vez muerta... Supongo que ese fue su fallo, dejar de ser cómo siempre fue. ¡Maldito mago estúpido, maldita mujer, maldita Main! ¡Ahora nunca conseguiré saber porque me eligieron a mí!

Ahora sé que la Luna y Málar tienen sus ojos posados en mí, pues... Aquel que es mi semejante, me ha fallado. Aquel que consideré mi hermano, siempre fuimos de la misma manada, pero... Me ha fallado. Y todo por ésa estúpida cria. Si Main se hubiese enterado, le hubiera arrancado la cabeza y yo, tan sólo sonreiría observando el gesto. Hermano, eres un estúpido.
No me dejaste elección, te dí la oportunidad de hacerlo tú mismo, pero... Me fallaste, con razón Main dijo que eras un estúpido. Ahora lo entiendo todo... ¿Creias que una estúpida y sencilla niña guardaría nuestro secreto? Me has fallado hermano y por éso creo que nunca volverá a ser todo igual.
Supongo que algo dentro de mí ha madurado. La bestia cada vez se abre más paso y yo no seré quién para detenerlo.
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Re: Un duro despertar.
SECRETOS EN LA OSCURIDAD
Un paseo más por el camino de la bifurcación, siguiendo como de costumbre, con el mayor de los sigilos, a algún incauto. De pronto un lobo que desentonaba de una numerosa manada atacó a mi presa, observé.
Sonreí al ver como el fiero lobo casi lo devora, pero un grupo de encapuchados le asustó y le hizo retroceder, éstos dejarían fuera de combate al que fue su presa.
- No te escondas... Eres igual de culpable que el que cogió aquellas pertenencias...
Era extraño, pero alguien se enteró que había observado aquella escena, tenía que enterarme quién.
Después de un cruce de palabras insulsas y sin sentido, decidí atacar. Hacía tiempo que no me divertía de ese modo. Tendones cortados, gargantas perforadas, y órganos vitales desgarrados. Intenté dejar con vida a alguno con el fin de interrogar, pero no hubo suerte...
Un último, dijo algo así como que sabían mi secreto... Odio cuando saben más de la cuenta... Por ello, le daría el placer de conocer el pánico. Lancé una oscuridad, para cubrirnos con ella y resguardar así el lugar de miradas fisgonas. Controlé mi cuerpo y dejé salir la bestia que llevo dentro rugiendo en la cara del encapuchado con fuerza... El miedo hizo que se matase él mismo a la vez que se meaba encima...
Pude observar como en el brazo llevaba un tatuaje, un símbolo que no reconocía. Volví a mi forma humana para poder cortarle la piel y así poder llevarme aquel símbolo y poder informarme sobre él. Limpié la sangre en mi ponzoñosa ropa y ya que estaba, corté algo de carne del encapuchado para el almuerzo... Aquel humano que decía servir a Hoar debía recuperar el aliento y lo llevé para tal fin a la villa. Tenía muchas dudas en la cabeza.
Un trozo de carne se me quedaría entre los dientes, maldita sea...
Un paseo más por el camino de la bifurcación, siguiendo como de costumbre, con el mayor de los sigilos, a algún incauto. De pronto un lobo que desentonaba de una numerosa manada atacó a mi presa, observé.
Sonreí al ver como el fiero lobo casi lo devora, pero un grupo de encapuchados le asustó y le hizo retroceder, éstos dejarían fuera de combate al que fue su presa.
- No te escondas... Eres igual de culpable que el que cogió aquellas pertenencias...
Era extraño, pero alguien se enteró que había observado aquella escena, tenía que enterarme quién.
Después de un cruce de palabras insulsas y sin sentido, decidí atacar. Hacía tiempo que no me divertía de ese modo. Tendones cortados, gargantas perforadas, y órganos vitales desgarrados. Intenté dejar con vida a alguno con el fin de interrogar, pero no hubo suerte...
Un último, dijo algo así como que sabían mi secreto... Odio cuando saben más de la cuenta... Por ello, le daría el placer de conocer el pánico. Lancé una oscuridad, para cubrirnos con ella y resguardar así el lugar de miradas fisgonas. Controlé mi cuerpo y dejé salir la bestia que llevo dentro rugiendo en la cara del encapuchado con fuerza... El miedo hizo que se matase él mismo a la vez que se meaba encima...
Pude observar como en el brazo llevaba un tatuaje, un símbolo que no reconocía. Volví a mi forma humana para poder cortarle la piel y así poder llevarme aquel símbolo y poder informarme sobre él. Limpié la sangre en mi ponzoñosa ropa y ya que estaba, corté algo de carne del encapuchado para el almuerzo... Aquel humano que decía servir a Hoar debía recuperar el aliento y lo llevé para tal fin a la villa. Tenía muchas dudas en la cabeza.
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