La Arcana Zhentarim
Publicado: Vie Abr 02, 2010 2:51 am
Las manecillas del reloj se desdibujaban en su mente, pensando en el transcurso del tiempo encerrada. Su cuerpo iba adelgazando y su rostro marchitándose como una rosa, por la suciedad y la falta de higiene. Su belleza se veía ahora decrepita por los manchurrones de su piel y la tela roída y pasada que llevaba. A pesar de todo, estaba acostumbrada a malvivir, la vida le había tratado con dureza. Contaba los días atreves de los turnos de guardia; si era de día o de noche, por el silencio del cuartel. Miraba la gran guillotina que colgaba del techo preguntándose qué macabro acto realizarían con ella, y si correría la mala suerte. Organizó el habitáculo de la manera más higiénicamente posible, haciendo sus necesidades en una esquina de la sala.
Llegaron las horas cruciales, que aun deseadas, también era fatídicas por las consecuencias que podrían traer. Llegaron poco a poco las entidades a los barrotes de la celda, y ella permanecía nerviosa en el fondo de la cavernosa instancia. ¿Qué debía hacer en ese instante tan crucial? Todo lo que deseaba era que una tragedia aconteciese para poder tener una ruta de escape. Algo inesperado iba a ocurrir, cambiando el destino de la innata.
- Podéis ir con la guardia… y morir… o venir con nosotros… escribiendo vuestro futuro junto a Xanathor… - escuchó una voz susurrante en su oído sin comprender su paradero -.
Quien sería rondaba su cabeza, mas le aseguraba una ruta de escape, que seguro mejor sería que terminar ahorcada. Respondió a la voz susurrante.
- Si me libraseis de esta prisión, mi vida será de su señor –Brevemente contestó la aceptación-.
- Que así sea – Notase Nyx algo frio en su mano a la vez que le respondiesen – Tomad este anillo, habréis de usarlo cuando todo esto acabe, y corra a la cripta de la ciudad…
Escuchó el silencio unos instantes viendo el guardia pasar al fondo de la celda
- Busque en la oscuridad el portal. Le estaremos esperando hechicera… -La voz se alejaba-.
Como consiguiente, la celda se abrió y la guarida entró a sacar a Requiem de su larga jornada encerrada. Al verlos llegar, se hizo un moño con el pelo y escondió en él su pase de libertad.
- Que mal huele… Hechicera, sin duda sus residuos son mágicos… nos matarían de seguir aquí… Venga, andando. – La cogió fuerte del cuello para que no hiciese ningún movimiento en falso –
- ¿Cómo estas Nyx? Tranquila que todo va a salir bien – Contestó Froi a la desaliñada -.
- ¡Aspirante Saruka! Espose a la rea y escóltela a las dependencias de la Dama Lanzagélida –Ordenó el capitán de la guardia-.
- A sus ordenes capitán Mánnock.
De camino a los aposentos de la Dama de Nevesmortas, el pueblo se expandía para contemplar por última vez el rostro de la famosa hechicera que en las canciones de bardo cantaban como una gran heroína. Aun así el pueblo la trató como una rea con abucheos, pues la horca o la hoguera eran uno más de los entretenimientos favoritos de la plebe.
- Será ese… o tal vez aquel… - pensaba mientras buscaba entre la muchedumbre quien pudo haber sido esa voz-.
- ¡Nyx!
Exclamó Gorfuk al lejos alzando las manos para que le viese. Fueron las últimas imágenes de su compañero de hazañas. Al unísono se escucharon voces arcanas conjurar y una profunda niebla de oscuridad asoló las calles de la ciudad; había comenzado a reinar el caos. Ensordecía el griterío de la plebe que corría despavorida, espadas segando brazos y piernas asolaban la vista, el tintineo de las armas golpear hacían llorar a los niños, y por fin, un ligero tirón dejaba a Nyx libre con un corte limpio de las cadenas que la apresaban. Corrió la arcana por entre los cientos de presentes mientras terminaba de quitarse las esposas y deshacía el moño prieto de su cabeza liberando el preciado tesoro de la libertad, haciéndola desaparecer ante la mismísima mirada de un guardia que corría por ella; volvió a ser ella, riéndose a carcajadas, mientras corría al punto de encuentro, por la cara que puso el guardia de desconcierto.
Con las puertas de la ciudad abiertas penetró en el cementerio de la ciudad sin mayor complicación.
- Magnífico trabajo, ahora debo conocer a quienes merezco servidumbre por tal atrevimiento. ¿Por donde será?
Jadeaba, pocas veces corrió tanto por su vida. Se paró un instante ante la puerta y cerrando los ojos y estirando los brazos, se concentró, buscando tejidos de urdimbres moldeados o tensos por el mágico portal que deseaba encontrar.
- Por aquí.
Los pasillos interminables pasaban, y al paso de una antorcha, la arrancó de la base que posaba. Escasos minutos tardó en encontrar una luz emanante del suelo y tras ella se podía contemplar la arena remolinada por el fuerte viento.
Sonreía como nunca, había evitado la muerte y los caminos del Cyrita ahora estarían más cerca tal vez de los suyos. Si le contemplase, seguro que ardía allí donde estuviese con los pasos de la hechicera.
Penetró en el mar desértico y tras un paso más allá del portal contempló dos guardias siniestros en ambos lados, haciéndoles una reverencia. Anduvo seguida de miradas incrédulas, no pudo reconocer quienes eran, dado que cubrían sus rostros. Un hombre se le acercó.
- Sea bienvenida arcana. Estábamos ansiosos por su llegada. Acompáñeme, debe prepararse para nuestro señor. Acicálese, hemos traído con nosotros algunos enseres de vuestra propiedad de las dependencias, espero que le sean propicias.
Tal como afirmó la hechicera con un gesto de gratitud, cerraron las cortinas de una preciosa tienda de la cual entraba un rayo de luz muy cálido. Sola, se desnudó con suma facilidad, los trapos que la tapaban, apenas guardaban la compostura. Contempló un baño de agua tibia, e introduciendo su pie izquierdo lentamente y el derecho seguidamente, terminó deslizando su cuerpo en él hundiéndose hasta la nariz, dejando los ojos a ras del agua, contemplando el rayo de luz que penetraba del techo en la instancia, apreciando el paso del polvo; hacía tiempo que no podía tomarse un descanso tan lujoso, estaba realmente en deuda con estos hombres.
En la bañera pensaba en todo lo que había sucedido, había sucedido a pedir de boca. Se sentía a gusto, mas… inquieta por la desconfianza que todo aquello hacía brotar. ¿Quiénes serian, y que querían de ella?
- ¿Qué querrán…? ¿Quienes serán? Sin duda están bien organizados y lo que hoy han hecho es algo que pocos podrían hacer con tanta elegancia. Han caído vidas, creo que tienen pensado algo importante hacia mí alrededor… - Pensaba mientras frotaba con suma tranquilidad sus piernas-.
Terminó de enjuagarse y al levantar, pudo ver reflejado en un espejo su rostro y su pelo. Necesitaba comer algo, mas su innata sangre no dejaba de desbordaba belleza. Su pelo había crecido bastante en el tiempo encerrada, le llegaba a la cintura. Enamorada de su cuerpo, se acicaló lentamente prenda por prenda viéndose reflejada. Una vez lista, presento audiencia a un guardia. Este la llevó a una tienda con una gran entrada.
- Quien será a quien deberé servidumbre – pensaba mientras veía esa gran entrada que no inspiraba gran confianza-. Que querrán de mi… espero sacar partido de todo esto…
La guardia se cuadró y apartando las telas de la entrada, pudo contemplar un aura roja al fondo de la oscura tienda, que sin necesidad de concentrarse, podía notar como los hilos de la urdimbre se tensaban al alrededor de este extraño ente. De las sombras surgió un orbe de al menos dos metros de diámetro, dominado por un ojo central y una gran boca dentada, que la miraba con aterradora inteligencia; pocos contempladores había visto en su vida la joven hechicera, y sin duda este inspiraba gran desconfianza a la vez de aportarle respeto.
Nyx hizo una larga reverencia a modo de agradecimiento y respeto. El ente emanó una profunda risa ante tal gesto.
- Soy el… administrador de esta parte del desierto. Puedes llamarme amo.
- Así sea… amo… - Requiem respondió erguiéndose y mirando al contemplador. En su mente, no le gustaba tener que servir a nadie, pero sabía que si la habían rescatado a costa de vidas, sería porque esperaban mucho de ella, y podría sacar partido de toda esa situación-.
- De momento la alejaremos de Nevesmortas. Es probable que la busquen a partir de este preciso momento en toda la Marca…. Deberéis permanecer escondida. Le asignaremos misiones a acometer demostrando su lealtad. Por lo pronto… debéis sobrevivir...
Se desplazó, y uno de los guardias le hizo un gesto para que caminase al lado de Xanathor, el contemplador.
- A partir de este momento eres una mercenaria del Cuervo Rojo…
Permaneció callado unos segundos, y al paso de una cortina de tierra, desaparecieron juntos…
Por otro lado, a días de viaje, en Nevesmortas se daba orden de caza y captura a Nyx Requiem.Los ciudadanos la maldecían, y rápidamente se extendió por la marca el famoso nombre de Nyx Requiem, apodado desde ese preciso momento como la arcanista Zhentarim. En la fuente oscura por la noche estrellada un semiorco jugaba con el agua pensando en su querida amiga…

Llegaron las horas cruciales, que aun deseadas, también era fatídicas por las consecuencias que podrían traer. Llegaron poco a poco las entidades a los barrotes de la celda, y ella permanecía nerviosa en el fondo de la cavernosa instancia. ¿Qué debía hacer en ese instante tan crucial? Todo lo que deseaba era que una tragedia aconteciese para poder tener una ruta de escape. Algo inesperado iba a ocurrir, cambiando el destino de la innata.
- Podéis ir con la guardia… y morir… o venir con nosotros… escribiendo vuestro futuro junto a Xanathor… - escuchó una voz susurrante en su oído sin comprender su paradero -.
Quien sería rondaba su cabeza, mas le aseguraba una ruta de escape, que seguro mejor sería que terminar ahorcada. Respondió a la voz susurrante.
- Si me libraseis de esta prisión, mi vida será de su señor –Brevemente contestó la aceptación-.
- Que así sea – Notase Nyx algo frio en su mano a la vez que le respondiesen – Tomad este anillo, habréis de usarlo cuando todo esto acabe, y corra a la cripta de la ciudad…
Escuchó el silencio unos instantes viendo el guardia pasar al fondo de la celda
- Busque en la oscuridad el portal. Le estaremos esperando hechicera… -La voz se alejaba-.
Como consiguiente, la celda se abrió y la guarida entró a sacar a Requiem de su larga jornada encerrada. Al verlos llegar, se hizo un moño con el pelo y escondió en él su pase de libertad.
- Que mal huele… Hechicera, sin duda sus residuos son mágicos… nos matarían de seguir aquí… Venga, andando. – La cogió fuerte del cuello para que no hiciese ningún movimiento en falso –
- ¿Cómo estas Nyx? Tranquila que todo va a salir bien – Contestó Froi a la desaliñada -.
- ¡Aspirante Saruka! Espose a la rea y escóltela a las dependencias de la Dama Lanzagélida –Ordenó el capitán de la guardia-.
- A sus ordenes capitán Mánnock.
De camino a los aposentos de la Dama de Nevesmortas, el pueblo se expandía para contemplar por última vez el rostro de la famosa hechicera que en las canciones de bardo cantaban como una gran heroína. Aun así el pueblo la trató como una rea con abucheos, pues la horca o la hoguera eran uno más de los entretenimientos favoritos de la plebe.
- Será ese… o tal vez aquel… - pensaba mientras buscaba entre la muchedumbre quien pudo haber sido esa voz-.
- ¡Nyx!
Exclamó Gorfuk al lejos alzando las manos para que le viese. Fueron las últimas imágenes de su compañero de hazañas. Al unísono se escucharon voces arcanas conjurar y una profunda niebla de oscuridad asoló las calles de la ciudad; había comenzado a reinar el caos. Ensordecía el griterío de la plebe que corría despavorida, espadas segando brazos y piernas asolaban la vista, el tintineo de las armas golpear hacían llorar a los niños, y por fin, un ligero tirón dejaba a Nyx libre con un corte limpio de las cadenas que la apresaban. Corrió la arcana por entre los cientos de presentes mientras terminaba de quitarse las esposas y deshacía el moño prieto de su cabeza liberando el preciado tesoro de la libertad, haciéndola desaparecer ante la mismísima mirada de un guardia que corría por ella; volvió a ser ella, riéndose a carcajadas, mientras corría al punto de encuentro, por la cara que puso el guardia de desconcierto.
Con las puertas de la ciudad abiertas penetró en el cementerio de la ciudad sin mayor complicación.
- Magnífico trabajo, ahora debo conocer a quienes merezco servidumbre por tal atrevimiento. ¿Por donde será?
Jadeaba, pocas veces corrió tanto por su vida. Se paró un instante ante la puerta y cerrando los ojos y estirando los brazos, se concentró, buscando tejidos de urdimbres moldeados o tensos por el mágico portal que deseaba encontrar.
- Por aquí.
Los pasillos interminables pasaban, y al paso de una antorcha, la arrancó de la base que posaba. Escasos minutos tardó en encontrar una luz emanante del suelo y tras ella se podía contemplar la arena remolinada por el fuerte viento.
Sonreía como nunca, había evitado la muerte y los caminos del Cyrita ahora estarían más cerca tal vez de los suyos. Si le contemplase, seguro que ardía allí donde estuviese con los pasos de la hechicera.
Penetró en el mar desértico y tras un paso más allá del portal contempló dos guardias siniestros en ambos lados, haciéndoles una reverencia. Anduvo seguida de miradas incrédulas, no pudo reconocer quienes eran, dado que cubrían sus rostros. Un hombre se le acercó.
- Sea bienvenida arcana. Estábamos ansiosos por su llegada. Acompáñeme, debe prepararse para nuestro señor. Acicálese, hemos traído con nosotros algunos enseres de vuestra propiedad de las dependencias, espero que le sean propicias.
Tal como afirmó la hechicera con un gesto de gratitud, cerraron las cortinas de una preciosa tienda de la cual entraba un rayo de luz muy cálido. Sola, se desnudó con suma facilidad, los trapos que la tapaban, apenas guardaban la compostura. Contempló un baño de agua tibia, e introduciendo su pie izquierdo lentamente y el derecho seguidamente, terminó deslizando su cuerpo en él hundiéndose hasta la nariz, dejando los ojos a ras del agua, contemplando el rayo de luz que penetraba del techo en la instancia, apreciando el paso del polvo; hacía tiempo que no podía tomarse un descanso tan lujoso, estaba realmente en deuda con estos hombres.
En la bañera pensaba en todo lo que había sucedido, había sucedido a pedir de boca. Se sentía a gusto, mas… inquieta por la desconfianza que todo aquello hacía brotar. ¿Quiénes serian, y que querían de ella?
- ¿Qué querrán…? ¿Quienes serán? Sin duda están bien organizados y lo que hoy han hecho es algo que pocos podrían hacer con tanta elegancia. Han caído vidas, creo que tienen pensado algo importante hacia mí alrededor… - Pensaba mientras frotaba con suma tranquilidad sus piernas-.
Terminó de enjuagarse y al levantar, pudo ver reflejado en un espejo su rostro y su pelo. Necesitaba comer algo, mas su innata sangre no dejaba de desbordaba belleza. Su pelo había crecido bastante en el tiempo encerrada, le llegaba a la cintura. Enamorada de su cuerpo, se acicaló lentamente prenda por prenda viéndose reflejada. Una vez lista, presento audiencia a un guardia. Este la llevó a una tienda con una gran entrada.
- Quien será a quien deberé servidumbre – pensaba mientras veía esa gran entrada que no inspiraba gran confianza-. Que querrán de mi… espero sacar partido de todo esto…
La guardia se cuadró y apartando las telas de la entrada, pudo contemplar un aura roja al fondo de la oscura tienda, que sin necesidad de concentrarse, podía notar como los hilos de la urdimbre se tensaban al alrededor de este extraño ente. De las sombras surgió un orbe de al menos dos metros de diámetro, dominado por un ojo central y una gran boca dentada, que la miraba con aterradora inteligencia; pocos contempladores había visto en su vida la joven hechicera, y sin duda este inspiraba gran desconfianza a la vez de aportarle respeto.
Nyx hizo una larga reverencia a modo de agradecimiento y respeto. El ente emanó una profunda risa ante tal gesto.
- Soy el… administrador de esta parte del desierto. Puedes llamarme amo.
- Así sea… amo… - Requiem respondió erguiéndose y mirando al contemplador. En su mente, no le gustaba tener que servir a nadie, pero sabía que si la habían rescatado a costa de vidas, sería porque esperaban mucho de ella, y podría sacar partido de toda esa situación-.
- De momento la alejaremos de Nevesmortas. Es probable que la busquen a partir de este preciso momento en toda la Marca…. Deberéis permanecer escondida. Le asignaremos misiones a acometer demostrando su lealtad. Por lo pronto… debéis sobrevivir...
Se desplazó, y uno de los guardias le hizo un gesto para que caminase al lado de Xanathor, el contemplador.
- A partir de este momento eres una mercenaria del Cuervo Rojo…
Permaneció callado unos segundos, y al paso de una cortina de tierra, desaparecieron juntos…
Por otro lado, a días de viaje, en Nevesmortas se daba orden de caza y captura a Nyx Requiem.Los ciudadanos la maldecían, y rápidamente se extendió por la marca el famoso nombre de Nyx Requiem, apodado desde ese preciso momento como la arcanista Zhentarim. En la fuente oscura por la noche estrellada un semiorco jugaba con el agua pensando en su querida amiga…
