No todas las historias acaban bien y esta es una de ellas, pero de todo se puede aprender.
Todo empezó con los gritos desesperados de un niño que pedía ayuda para que salvaran a su hermana que había sido secuestrada por osgos. En un momento se formó un grupo variopinto de aventureros: guerreros, arcanos, paladines..., ofreciéndose a buscar a la pobre chiquilla.
Apareció la madre del niño, la que horrorizaba escuchó lo que había sucedido. Algunos le prometieron que la traerían sana y salva y el grupo entero partió en la dirección que señaló el pequeño, por la que se habían llevado a la pobre de su hermana.
Cierto era que no había tiempo que perder, pero fueron demasiado rápido, acabando con todo lo que se les cruzaba en el camino. Algunos pensaban que no podrían seguir el ritmo de los que encabezaban la marcha e incluso que se perderían por esos bosques, pero por fortuna no fue así. Algunos quizás por la sed de violencia, otros por demostrar sus artes en batalla o por la premura que requería la situación, no pararon hasta que alguien dijo de coger a algún osgo con vida para poder interrogarle y eso hicieron. Interrogaron a uno de ellos y éste dijo que a la niña se la habían llevado a una cueva para comérsela. Un horror lo que iban a hacer con la pequeña, algunos se dejaron llevar por esas palabras y finalmente acabaron con la vida del osgo sin que dijera nada más. Tal vez hubiese valido más vivo, podrían haber intentado un intercambio del osgo por la niña. Hubiera funcionado? ya no lo podrían saber...
Suerte tuvieron de que hubo quien conocía el emplazamiento de dicha caverna y sin más se introdujeron en la misma de la forma más temeraria que podáis imaginar, sin pensar en que alguien pudiera entrar pasando desapercibido para saber qué se iban a encontrar dentro, sin pensar en otro plan para hacerlos salir llegado el caso. Y esa acción tan temeraria les llevó a salir de allí malheridos, pues la cueva estaba plagada de esos seres.
Algunos se lamentaron de lo sucedido, hubo quien propuso ideas para evitar el enfrentamiento directo, pues los osgos eran muy superiores a ellos. Estaban discutiendo cuando un osgo “trampero” les atacó y se reía de ellos, eso hizo enfurecer a muchos que fueron tras él introduciéndose de nuevo en la caverna. Otros se quedaron fuera, pues no eran duchos en la batalla, pero cuando oyeron el sonido de la lucha que se estaba llevando a cabo en el interior de la cueva, no dudaron en entrar a ver si podían echar una mano a sus compañeros. No pudieron hacer mucho, pues todo estaba plagado de trampas. Veían a lo lejos a los que luchaban pero no podían hacer más que disparar sus armas a distancian, pero parecía que no hacían demasiado daño a los adversarios por lo que tuvieron que huir cuando los osgos se acercaron a su posición.
Al poco salieron el resto de aventureros, mal heridos de nuevo.
Se oían desde fuera los gritos de terror de la niña, a lo que acompañó la caída de la noche y de repente, ya no se oyó más gritar a la pequeña. Sólo había silencio en el interior de esa cueva. Algunos pensaron que lo peor había ocurrido y que al menos había que recuperar el cuerpo. Se dispusieron a entrar, mientras unos trataban más o menos de organizarse, otros compraban pócimas a la señorita Rowan, la cual estuvo largo rato observando la escena tras de un árbol.
Finalmente accedieron al lugar y una visión horrorosa les esperaba justo a la entrada. Allí yacía el pequeño cuerpo, desgarrado, mutilado…Un caballero cargó con los restos, pero justo entonces apareció el osgo “trampero” que no dudó en usar sus artes contra ellos. Unos tuvieron que salir asfixiados por los vapores que había creado el maldito osgo, pero los más fuertes fueron tras él para darle una merecida muerte.
Mientras los hombres y la mujer de armas luchaban, fuera, una pequeña gnoma junto a una barda intentaban negociar, para que la señorita Rowan, les proporcionara una varita con el poder de disipar los efectos de las trampas del osgo. Pero pedía mucho dinero. Le dijeron que entrase para que ella usara esa varita tan poderosa, pero se negó pues decía que le daba miedo entrar. Entonces la gnoma dijo que no pagaría a alguien que ni si quiera se prestaba a ayudar a una pobre niña inocente.
Justo entonces salieron todos, les dijeron lo de la varita, pero la mujer de armas les dijo que ya era tarde…Comprendieron que le habían dado muerte al maldito osgo y que no había nada más que hacer allí. Emprendieron el camino de vuelta, para entregar los restos a la madre.
Eso fue lo más duro, ver a esa pobre mujer con los restos de su hija en brazos, la mirada perdida, meciéndola como si fuera un bebé y hablándole como si estuviera dormida. Esa visión, provocó las lágrimas de algunos de los presentes. El hermano de la cría, lloraba sin parar, culpando a los aventureros de la muerte de su hermana sin escuchar si quiera al hombre que le dijo que la culpa era de los osgos. El pequeño buscaba un culpable y lo encontró en ese grupo.
Y bien, qué se puede aprender de tan triste historia. Entre otras cosas que no se debe prometer algo que no se sabe si se va a cumplir. Y que hay que ser conscientes de las capacidades y los limites de cada uno, a parte de no dejarse llevar por el ímpetu sin pensar en las consecuencias. Hay que pensar antes de actuar.
Ya te veré dentro.