Hace que llegué a esta amurallada ciudad apenas unos meses y he de decir que mis expectativas artísticas se están cumpliendo pero ya van tres veces en las que pierdo mi compostura y de todos es sabido que un Bardo ha de vivir mucho de su imagen y yo no me puedo permitir el lujo de que la mía se empañe.
Empezaré por el principio.
Regresaba de uno de los encargos del gnomo Argyle cuando unos asquerosos, malolientes, babeantes y chillones trasgos salieron de su cuchitril, me vieron y se empeñaron en jugar a la diana conmigo…más graciosos ellos… ¡Así permita Talona que les salgan pústulas como montañas de grandes! vi con alegría una figura femenina acercarse y acabar con los trasgos uno a uno, que bien pensé yo… sí inocente de mí. Ahora tendré que salir corriendo cada vez que oiga nombrar a Loviatar. La mujer no tuvo cosa mejor que hacer que apretar una de mis heridas, casi me da un síncope al notar el dolor, me aparté y la llamé loca pero la señorita me invitó a disfrutar de mis heridas, gozar con el dolor y por supuesto darme una charla acerca de lo conveniente que sería ser sierva de la dama del látigo. Al final y deseando perderla de vista consiguió que le prometiese que le daría una respuesta… pero claro, no dije cuando. Afortunadamente ella es una humana y yo por el contrario tengo sangre elfica en mis venas con lo cual gozaré de unos añitos más de vida que ella por lo que probablemente muera antes de que yo decida el momento de pagar mi aseveración* Una risilla llena de picardía resuena por la habitación* No obstante tendré que ir con ojo, parece que le desperté algo y mira… no me gustan las mujeres para según que tipo de cosas, no es nada personal claro…pero prefiero un bigote a una uña pintada. Muerta me quedé, pasmada, atontada y más blanca que una flor de mystra cuando la loca se dirigió directamente a besarme en la boca, menos mal que la vi llegar y giré la cara a tiempo retirándome o no habría bastante jabón en todo Faerum para limpiar mis labios* Daya da un repelús recordando este episodio*; como soy una buena persona aviso a todas las mujeres con las que hablo.
Estaba logrando recobrar mi tranquilidad cuando al ir a llevar, de nuevo, un encargo de Argyle al norte me topé con un nutrido grupo, a lo lejos unas figuras en grupo también, a medida que se acercaban mi pelo se fue encrespando de mala manera, que impresión más atroz, eran no muertos que creían ir de cena, CEREBROOOOOO…. decían, yo no gano para sustos desde que atravesé las puertas de las murallas. Gracias a la guardia se repelió a esos podridos pero la curiosidad hizo que encaminásemos nuestros pies hacia el cementerio, de algún lado debieron llegar así que allí que marchamos.
Ya la primera impresión fue mala, un morador de la cripta manteniendo un humor sin duda bardico nos recriminó que le fuésemos a molestar otra vez, yo al menos no había puesto un pie allí pero parece ser que alguien le había interrumpido la siesta que se echaba en el nicho de la galería tras tomar el té *Daya hace otra pausa para respirar hondo tratando de borrar de su memoria la forma en que se lanzó al suelo una vez fuera de la cripta, nunca jamás un suelo ha sido tan adorado por tal belleza semielfica piensa ella* Todo fue ya un ir y correr huyendo de los más terribles tormentos, por más que quise pegarme a un caballero alado que tomaba notas y que parecía fornido fue inevitable que me desmayase tres o cuatro veces, soy demasiado sensible para estas cosas. Por supuesto a mí que me incineren y pongan mi nombre a un teatro de Argluna, de Aguas Profundas o de Esmeltaran, todo menos pisar de nuevo un cementerio ya sea viva o muerta.
Los días sucesivos fueron tranquilos, apenas unas pérdidas de conocimiento gracias a la numerosa población tejonera de la zona, asesinatos de familiares y testificaciones ante la guardia… una normalidad que se rompió cuando los parabienes decidieron quedarse en Nevesmortas. La ciudad, que lleva padeciendo calamidades desde hace tiempo, necesita distracción y aliento y qué mejor que el arte para ello. Así pues Mía a la cual debe dolerle lo más grande la cabeza por la tirantez de su peinado, Keila, Gwen y yo misma formamos un cuarteto artístico… La Compañía de la Pluma negra, aunque la encantadora Mia ha cambiado “compañía” por amantes, luego pasará lo que pasa, habrá que echar a escobazos a los admiradores.
Nuestra primera actuación fue productiva económicamente hablando, fue pieza clave para un suceso habido días posteriores.
Acercándome al pozo de la plaza, bajo una llovizna que ya está empezando a ser cansina, vi a dos mujeres que charlaban con Gwen y Keila, una de ellas era noble sin duda la otra era una arcana elfa con mal talante, estreñida y….*Daya hace una pausa para respirar ya que se sorprende escuchando insultos propios de bárbaros saliendo de su boca negados a alguien como ella* La dama Jenny estaba compungida por la enfermedad de su hijo, éste coleccionaba insectos raros hasta que uno de ellos con aspecto de cangrejo extraño le picó incluso después de morir el animal. No había forma de sanarle, tan sólo quedaba una esperanza.
Una semilla oriunda de muy al norte sería la única salvación. Aceptamos claro, siempre he dicho que está bien ayudar a la gente pero si la compensación económica es buena con más ahínco se ayuda, además de proporcionar contactos poderosos que siempre es un valor a tener en cuenta.
La elfa arcana abrió un portal que nos trasladaría a la ciudad nevada del norte, era noche cerrada y hacía un frío espantoso pero aun así comenzamos a preguntar a uno de los guardias que hacían ronda.
Tras las presentaciones propias (o interrogatorios, según se mire) nos indicó la choza del herbolero local, si alguien podía ayudarnos ese sería el herbolero. Una vez explicado el motivo que nos llevaba allí nos dijo que en efecto, la semilla crecía en los alrededores y que podría prepararnos un antídoto si le llevábamos el ingrediente. No teníamos la más remota idea de donde buscar, así que entramos en la posada… El caldero burbujeante. Tras una alegre acogida nos enteramos de que esa semilla la usaban como condimento para una sopa que sobre todo tomaba la gente de alta alcurnia pero cuando quisimos comprarla comprobamos su elevadísimo precio. Margot, que así se llamaba la arcana arrugada había desaparecido así que poca ayuda podíamos pedirle.
La posadera nos ofreció un trato. Nos daría la especia si animábamos a los hombres del pueblo que cada noche iban a la taberna, eran rudos y poco acostumbrados a la belleza que las tres teníamos así que si su establecimiento contaba con las danzas de tres mujeres se llenaría por completo. La otra alternativa era adentrarnos en un bosque lleno de alimañas y desconocido en mitad de la noche, recoger un cargamento de trigo y llevarlo a la posadera. Somos bardas y sabemos como lidiar con borrachos y pesados, así que aceptamos la primera opción con condiciones.
Los espectadores no tocarían a ninguna de nosotras, no se propasarían lo más mínimo si lo hacían dejaríamos la actuación y nos sería entregada la semilla.
Al anochecer se escuchaban desde la habitación donde nos cambiábamos de ropa el jaleo de la clientela, al salir vimos como la flor y nata local se arremolinaba.
Las reacciones fueron las lógicas cuando se ve la exhuberancia de tres extranjeras vestidas para la ocasión, usamos nuestro uniforme de “la compañía de la Pluma negra”. Pronto comenzaron a sonar las notas musicales y las sensuales danzas que en corro íbamos haciendo.
He de decir que quedaron embobados y no hubo altercados dignos de mención, tan sólo un borracho se animó a intentar avalanzarse encima pero un empujón con la punta de mi bota bastó para que rodase por el suelo debido al estado de embriaguez que tenía. La guardia lo echó a la calle y el espectáculo prosiguió.
Incluyendo al alcalde todos parecía contentos, el edil se acercó hasta donde yo danzaba y tocaba hincó la rodilla y tomó mi mano declarando su admiración. Dado mi convencimiento de que hay que hacer amistades de todo tipo y en política también, dejé al alcalde con mi mano, y sin tocar dejó caer unas monedas por mi escote y tras esto continuó la actuación hasta el final.
Agotadas hablamos con la posadera y ella nos entregó lo que buscábamos. Nos dirigimos después al herbolario sorprendiéndonos de la presencia de Margot allí que nos recriminaba no sé que…
Raudo el herbolario hizo el antídoto aconsejándonos que el niño lo bebiese cuanto antes, nos despedimos y allí mismo Margot abrió un nuevo portal hasta Nevesmortas.
El antídoto fue entregado y nosotras recibimos nuestra recompensa, a fin de cuentas hemos conseguido admiradores en el norte, nunca se sabe cuando vendrán bien ciertos contactos.
//Creo que esto va en esta sección, si no es así que alguien lo mueva
