Huérfano lector.

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Cyrohn

Huérfano lector.

Mensaje por Cyrohn »

Frunció el ceño, aunque no sabía si por impresión o por algo más, pues aquella botella no sólo parecía haber apareciddo de repente, sino que también cabía la posibilidad de que hubiese estado ahí durante horas y no se hubiese percatado de ella hasta aquel momento. Miró alrededor, pero eso sólo hizo que su sorpresa fuese en aumento; dos personas en la fuente observaban botellas idénticas a la que él tenía a su lado, y tras él, otras dos personas comentaban sobre una extraña botella que habían encontrado en circunstancias aún por conocer.

Se agachó y tomó la botella por el cuello, y al alzarse de nuevo, la examinó. A simple vista, parecía una botella normal, aunque había algo en su interior; en forma de canuto fino y alargado, un trozo de pergamino reposaba sin debatirse por salir. Arvéllion observó la botella desde varios ángulos por si podía darse en caso de que algo más guardara, pero llegó a la conclusión de que aquella botella sólo era el medio, y no el mensaje. En su juventud, había escuchado historias sobre náufragos que escribían mensajes y los guardaban dentro de botellas, dejando que las aguas los arrastraran allí donde alguien pudiese atender su llamada de socorro, al igual que también había oído sobre gente que utilizaba el mismo procedimiento y dejaban sus botellas en el río Cursograna, con la esperanza de que alguien lejano leyese el mensaje, un mensaje de saludo a un desconocido.

Con un golpe en la culata de la botella el mensaje fue expulsado. Sujetó la botella ahora vacía bajo su axila, y abrió el papiro, leyéndolo con atención.

"El silencio suena tan fuerte que me está dejando sordo. Quien silenció la voz de Nevesmortas se preocupó de esconder muy bien la pluma, el tintero y el uniforme del cronista.

Frido, querido, no sufras. Seguro que alguien encuentra algo que darte para que corretees como tanto te gusta. Aunque yo sólo dispongo de un capazo de preguntas que empiezan a pudrirse.

¿Y nuestras crónicas? ¿y su autor? ¿ha desaparecido? ¿renunciado? ¿por qué? ¿y por qué no hay nadie que lo remplace? ¿se cansaron las altas esferas de que alguien intentase hacer pensar a los ciudadanos? Supongo que sí, eso suele traer consecuencias.

¿Qué puede hacer un lector huérfano de información ante estas preguntas?

Sólo se me ocurre esto, quejarme, no doy para más. Tampoco me atrevo a intentarlo, lo que hizo callar al último cronista puede ser demasiado correoso para tragármelo. Y no gozo de un fino paladar precisamente.

¿Habrá alguien dispuesto a algo más que quejarse? ¿alguien que adopte a este huérfano lector?

Mis más cordiales saludos a La Dama y mi enhorabuena por su fiesta, la gente hablará de ella durante años, aunque no muchos puedan saber qué pasó realmente."


¿Qué demonios significaba todo eso? Era como contar una historia y olvidarse del final, tanto que incluso para un amante de las intrigas como Arvéllion resultaba desconcertante. Se tomó un tiempo para meditar sobre las palabras del anónimo escritos mientras las leía una y otra vez, pero llegó a la conclusión de que aún sabía demasiado poco. Alguien que llevase más tiempo vivieno en Nevesmortas conocería más eventos, especialmente aquella fiesta de la que hablaba el náufrago.

Se acercó a la fuente aún entreleyendo el mensaje y pensativo. Allí estaba Nélor, un Tel-Quessir que había conocido hacía unas cuántas lunas en los caminos; también estaba otra elfa de ojos negros y cabellos dorados, aunque Arvéllion no la conocía.

- ¿Tenéis idea de lo que significa el mensaje de la botella?- dijo la mujer a Nélor. Al parecer, acababa de llegar a la fuente.
- Estoy intentando descubrirlo.- respondió el druida con voz calma. Sus tez era pálida, y sus cabellos parecían conservar un poco del verde de los bosques que siempre solían rodearlo.- Habla sobre un cronista, y he preguntado a los habitantes sobre quién podría ser. Me han hablado sobre Damián Astarte y Lissy Grey.
- ¿Y alguno de ellos era especialmente sensacionalista con sus noticias?- se introdujo el elfo solar en la conversación con disimulo. Ambos se fijaron en él, y Nélor negó con lentitud.
- Lo desconozco.
- Cuando yo llegué aquí Lissy Grey era la actual cronista.- dijo la elfa.- Por suerte, no tuve que leer nada escrito de la pluma de Astarte.

Los tres se mantuvieron silencioso durante unos instantes, meditando las pocas palabras que habían intercambiado e intentando averiguar si en alguna de ellas podía esconderse el misterio. La desconocida elfa fue la primera que se dio por vencida.

- Si me disculpáis, caballeros.- se caló la capucha como sutil gesto de despedida, y sonrió leve.- Selûne os guarde.

Ambos elfos se despidieron de manera poco locuaz, aún muy pensativos como para mover la boca. Pero finalmente, Arvéllion enrolló su respectivo mensaje y lo guardó entre sus ropas, y cuando Nélor lo miró interrogante, con dos dedos le indicó que lo siguiera.

- Nos falta información, y sé de un lugar en el que podemos sacarla.- dijo el solar cuando notó que el druida siguió su paso.
- ¿No estaréis pensando en abordar a la dama Lanzagélida, verdad?
- Por supuesto que no.- dijo Arvéllion ya susurrante, pues se acercaban a la gran mansión.- Pero tengo la certeza de que los cronistas trabajaban aquí, y eso significa que puede haber pistas.

Nélor asintió en silencio y ambos se encaminaron, descubriéndose ante los guardias de la dama que custiodaban las puertas. Fueron bien recibidos cuando pidieron su entrada, pues al parecer, habían realizado algunos trabajos para la villa y sus alrededores que les habían otorgado renombre suficiente como para que sus nombres hubiesen llegado a oídos de Lanzagélida.

La estancia era cálida incluso en el recibidor, lo que daba a entender el poderoso fuego que ardía en la sala principal. Caminaron hasta ésta para encontrarse con los hombres de altas esferas que se relacionaban, demasiado importantes como para tan siquiera dirigir la mirada a un par de aventureros. Sin embargo, algunos guardias que pululaban por allí sí les echaron un ojo, e incluso más de uno. Se acercaron a la hoguera y se mesaron las manos al fuego, calentándolas.

- Aguardemos un momento aquí, hasta que los guardias se aburran de vigilarnos.- susurró Arvéllion. Nélor asintió con lentitud.- Voy a observar por la sala, si veis que algún guardia pone mucha atención en mi, distraedlo.

Se separó de su compañero y observó alrededor. Le gustaba disfrutar del murmuro que invadía el lugar, le recordaba a las tabernas donde tanto tiempo había pasado en su infancia. Los nobles se dividían en grupos que se dispersaban por las esquinas, recelosos de que alguien a quien no le hubiesen dado el permiso ni el honor de escuchar sus palabras se atreviese a hacerlo, y eso hacía que el centro de la cámara estuviese completamente vacía. Entonces Arvéllion se desvió hacia un escritorio en la parte Norte, en el que nadie parecía reparar. Miró hacia los lados, y cuando notó que ningún ojo se posaba en él, observó por encima. No parecía haber nada de su interés.

Nélor se acercó a él cuando volvió al centro de la sala.

- ¿Habéis visto algo?- dijo en un susurro.
- Me temo que no.- respondió Arvéllion en el mismo tono mientras desviaba la mirada.- Sin embargo, ahí hay una sala que me gustaría registrar.

En la parte Norte del salón, a la derecha, había una puerta. Sabía que la otra puerta era por la que se accedía a la cocina, y arriba sólo había dormitorios, pero desconocía lo que esa habitación podía guardar. El gran problema era que un guardia se apostaba cercano.

Como si Nélor le hubiese leído el pensamiento, se acercó con cierta decisión al hombre, y comenzó a darle una conversación que Arvéllion no escuchó, pero que fue suficiente como para situarlo de espaldas a la puerta. Entonces el solar desapareció de su línea de visión y abrió la puerta con cuidado, cerrándola tras de sí sin aún saber dónde se encontraba.

Casi a la entrada había dos escritorios situados linealmente, y tras ellos se alzaban estanterías de madera repletas de conocimiento. Esperaba que su intuición no le fallase, pero si algo tenía claro era que, si los volantes se creaban en la mansión, era específicamente en aquella sala. Le hubiera gustado echar un vistazo, pero recordó que Nélor seguía entreteniendo al guardia, y no sabía cuánto tiempo más podría alargarlo, así que volvió a abrir la puerta con sumo cuidado, y cuando vio al druida aún charlando con el guardia, salió con rapidez, cerrándola. De manera automática, Nélor dejó de hablar con él, y a la sutil señal de Arvéllion, lo siguió. Ambos salieron al exterior.

- Será mejor que vayamos a El Blasón.- sugirió Nélor, y allí se dirigieron, a aquella posada cercana y poco transitada, ideal para tratar asuntos lejos de oídos indiscretos.

Como de costumbre, y a pesar de ser un lugar perfecto para resgaurdarse de la lluvia y el mal tiempo, El Blasón sólo contaba con el personal de trabajo y algún que otro cliente habitual. Ambos pidieron vino, y el druida invitó al mago a pasar a un salón apartado. A lo largo de él se extendía una mesa alargada con sus respectivas sillas, más adecuada para suculentos banquetes que para una conversación entre dos personas. Las paredes estaban decoradas con cabezas de diferentes animales, algo que, por la expresión de Nélor, no le debía de agradar demasiado.

Tras sentarse, Arvéllion sacó de un bolsillo el mensaje que encontró en la botella y lo desenrolló, mostrándolo encima de la mesa, y examinándolo.

- Creo que quien escribió esto no se trataba de ningún cronista.- dijo concluso.- Creo que se trataba de alguien que conoce un secreto por el cuál un cronista fue acallado, y quizás de una forma un tanto desagradable.
- Es posible que tengáis razón.- dijo Nélor tras un momento de reflexión.- ¿Tenéis alguna propuesta de cómo averiguar qué sucedió en esa fiesta? Estoy a vuestra disposición.
- Tengo más de una.- dijo el solar con gesto meditabundo, llevándose un dedo al labio.- En principio, me gustaría examinar la sala en la que he estado. Allí hay estanterías y escritorios, y si en algún lugar guardan ejemplares de los volantes, tiene que ser ahí. Estoy seguro.
- ¿Y cómo vamos a cogerlos?
- Tendremos que robarlos.- dijo Arvéllion sin pudor alguno.- Utilizaré la magia para ello, pero necesitaré vuestra ayuda para hacer alguna mínima distracción.
- Descuidad por ello.- dijo Nélor con seriedad.- Un conocido que suele frecuentar La Rosa y El Martillo lo hará encantado por unas cuántas monedas.
- Perfecto.- Arvéllion asintió con firmeza.- La segunda idea es Frido. Quien sea que escribió esta nota debía conocerlo, y eso sugiere que Frido también lo conocía. Con las palabras adecuadas quizás podríamos sacarle algo.
- El hecho de que sea un niño lo hace más fácil.- aseguró el druida.
- Y también más arriesgado.- añadió el solar.- Espero que nadie sepa que hemos hablado con él. Si se entera quien no debería, tanto ese chico como nosotros estaríamos en serios problemas.

Nélor asintió meditabundo.
- Entonces, nos veremos aquí dentro de dos lunas para llevar a cabo la primera idea.- sugirió.

Arvéllion asintió.

Su padre tenía razón: Nevesmortas era una apariencia que engañaba. Allí donde se alzaba una villa, en realidad se escondían infinitios misterios por resolver.
Hoar

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Hoar »

En el tablón de anuncios junto a la plaza de la villa, un Anuncio sobresale por encima de todos.
Se insta a la señorita Lissy Grey a declarar con la mayor prontitud posible a las dependencias de la Guardia de Nevesmortas.
Shamandalie_Vethas

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Shamandalie_Vethas »

Lejos de Nevesmortas, en una villa incluso más pequeña perdida entre vastas tierras de orcos y demás peligros, una joven bardo intentaba pagarse una dekhana de estadía en La Cocatriz Cacareante. No llevaba oro encima, así que solo quedaba una alternativa para conseguir que el tabernero dejara de molestarle con sus incesantes reclamos: hacer una pequeña función.

Pocos congregados en la taberna, las horas caían y también los párpados. Debía animar esa noche con una canción animada, pero ¿cómo?
Palpando su bolsillo como quien busca la solución, sorprendida halló el papel que había guardado allí hacía unas lunas solamente, y supo que la había encontrado. Un extraño mensaje en una botella, mensaje que sin embargo, ella comprendía perfectamente. Y abordada por la inspiración, compuso animada una melodía que hizo abrir los ojos de los que escuchaban.

Si crees que toda función te sale mal
que los planes no pueden empeorar
si esas cuerdas parecen saltar
y tu cabeza a punto de explotar...

Si ese tío de sombrero hace sonar
sus abultados bolsillos al pasar
Y te preguntas por que no has sido tú
el que de tanto peso en oro no pueda caminar...
No todo es tan perfecto como parece
¡No te dejes engañar!

Se supo y se sabe, de una mujer
que ya no sabe donde sus tesoros esconder
Debajo de la tapa del piano de su mansión
Dentro de la chimenea si es que hace calor.
Tanto dinero, tiene, y tanta seguridad
que de solo verla te haría envidiar.

Recibía pomposa ella, la dama Lanza Helada
Envuelta de seda y joyas de exótica belleza
a sus "humildes" invitados;
el más pobre de los congregados
tenía al menos un anillo
que valía cien veces mi cabeza.
Había, entonces, en esa magna velada
desde la fina hasta la más curiosa rareza.

Y allí estaba una joven, para contarlo
dentro de un nervioso grupo de bardos.
Haciendo su gracia cuál animalito de circo
o deleitando con versos jamás escuchados.
Aplausos y sonrisas falsas, máscaras de turno
hacían sentir a aquella dama rica
aceptada y orgullosa de ese fiasco.

Pero algo debió colarsele a la seguridad
de esa protección que el oro podía pagar
al oírse un grito en la mansión,
bajando desde los cuartos al gran salón.
Un anuncio de muerte resonando en cada escalón.
Pronto se haría oír más fuerte el reproche:
¡Una invitada había muerto esa noche!

Una fruta podrida entre los guardias, quizás
un colega envidioso de la riqueza de alguien más
o tal vez un criminal que aburrido,
decidió dar allí su golpe de gracia
ganandose así la fama colosal.

El bochorno que a Lanza Helada amenazó
durante años, seguro, no tendría comparación
una buena suma de oro, supongo, acalló
a los presentes ese día en la magnfica mansión.
Así la chica rica, envuelta en bruta vergüenza
pudo desesperadamente salvar su reputación.

Por eso, esta joven, que desde el rincón lo vivió
en una canción, de poca monta,
hoy intenta darte una lección:
no vale la pena andar envidiando
al tipo de sombrero richachón
¡No sabes cuanta pierna peluda
hay debajo de ese pantalón!


Alguna sonrisa se dejó ver, quizas una risotada. La muchacha de corta edad asentió agradecida y pasó un sombrero viejo entre los invitados, donde algunas monedas de oro iban cayendo.

Strix, para deleitarles, damas y caballeros!

Satisfecha, pagó al tabernero y fue a descansar a la habitación. Bien lejos de Nevesmortas, al menos esa vez.
Última edición por Shamandalie_Vethas el Lun Dic 20, 2010 3:55 pm, editado 2 veces en total.
Profesor323

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Profesor323 »

El genasi encontro la nota en la botella..luego de leerla una y otra vez...sacar varias conclusiones, releerla, hablar con distintos miembros de la villa que le habian narrado la historia de la antigua cronista de Nevesmortas, Lissy Grey...Decidio que este documento merecia ser preservado, asi que volvio a colocar el mensaje dentro de la botella, pero esta vez que con texto enrrollado hacia afuera, de manera tal que pudiese leerse desde fuera.
Acto seguido rodeo la boca de la botella con su mano y esta comenzo a brillar y derretirse, el vidrio se volvio maleable y la boca de la botella quedo sellada.
El mensaje quedaria sellado para siempre, un recuerdo infinito de una voz atrapada en el interior de la botella.
Hoar

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Hoar »

La villa vuelve a amanecer invadida por botellas de vino baratas, y todas ellas contienen de nuevo un mensaje.

La guardia se apresura a retirarlas todas pero son muchas, el doble que la vez anterior, y algunas consiguen escapar de su vista.

Esta vez, no quedará en un simple refuerzo de la guardia. Se ofrece una recompensa de mil piezas de oro por todo aquel que pueda aportar una pista fiable y comprobable sobe el personaje ya conocido como "El Huérfano Lector"
Cyrohn

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Cyrohn »

El sonido de las herraduras del caballo parecían más seguras cuando se empezaron a oír en las lindes del bosque de Nevesmortas. Arvéllion cabalgaba de vuelta hacia un lugar que no deseaba, y no por creer que allí sólo le esperaban cosas malas, sino porque la incertidumbre era tal que ni siquiera podía imaginar qué podía pasar si el destino decidía tornar sus hilos en otra dirección.

Pero lo que había visto le obligaba no sólo a regresar a esa villa donde todo indicaba que un oscuro secreto esperaba a ser desvelado, sino que pretendía buscar a alguien en especial, alguieen de quien no sabía nada y, curiosamente, tenía la sensación de que comenzaba a conocer muchas cosas. Su nombre era Lissy Grey, y pensaba que era el siguiente paso de su búsqueda en pos de esclarecer aquel turbio asunto.

Por desgracia para él, el último lugar donde había oído su nombre era en Nevesmortas. Un mensaje de parte de la guardia local convocaban a la antigua cronista para declarar, y aunque muchos imaginaban sobre qué, nunca había sido especificado. Quizás si preguntaba en el cuartel podrían decirle dónde vivía, o al menos, si había acudido a la cita. Al menos, ello demostraría que no andaba muy lejos.

Sin embargo, Arvéllion tenía la sensación de que Lissy Grey sólo iba a ser la vía, pero no la meta. El Huérfano Lector era alguien demasiado escurririzo para ser tan fácil de descubrir, y el solar temía que cada vez se alejaba más y más, como si en el camino dejase piedras demasiado pesadas como para apartarlas.

Y en ello pensaba a trote lento el mago, cuando su caballo se detuvo ante las murallas de la villa. Alzó la vista y tragó saliva, pensando seriamente si una alternativa podría ser dar media vuelta y huir. Descubrió que no lo era, pues aparte de que ya se había implicado demasiado como para salir bienparado huyendo, su instinto del misterio cada vez crecía más, y eso le gustaba, era como un éxtasis entre sombras, y al salir de ellas, un clímax rápido, pero intenso. Se apeó del caballo con lentitud dada su torpeza, y observó alrededor.

Algo captó su atención en las aguas próximas, particularmente en el pequeño estanque que se formaba justo a pie de las murallas. El viento que lo mecía creaba pequeñas olas que morían en las lindes, y justo allí, había algo. Una botella se impulsaba débilmente, sin conseguir llegar a tierra. Arvéllion volvió a mirar alrededor, sin encontrar a nadie, y se acercó para cogerla.

Llevaba un mensaje en su interior.

¿Era posible? Se acercó al corcel y tomó las riendas, conduciéndole con lentitud hacia un lugar algo apartado de los guardias que se mantenían de manera estática en la entrada a la villa. Una vez creyó estar lo suficientemente seguro como para no tener que enfrentarse a preguntas a las que seguramente no podría responder, descorchó la botella con la boca, notando de manera fugaz el sabor a vino barato. Escupió el corcho a un lado y con dos toques en la culata de la botella el mensaje salió. Parecía bastante más extenso que el que había encontrado lunas atrás, y en cuando se lo mostró a sus ojos comprendió que era diferente.

"Cuando le preguntas a alguien: "¿Cuál es la diferencia entre la apatía y la ignorancia?" y te responde "Ni lo sé ni me importa" empiezas a dudar que gastar saliva merezca la pena.

Cuando te juegas tu preciado aunque no muy valioso trasero, en un intento de no dejar que los gobernantes hagan cuando quieren sin esperar consecuencias porque sus habitantes están demasiado ocupados con sus quehaceres diarios, y la apatía e ignorancia del pueblo te responde del mismo modo que a los gobernantes, empiezas a hacerte preguntas.

¿A nadie le importa que un simple gamberro como yo pueda sortear la seguridad de la villa cuyos guardias parecen igual de ocupados que los ciudadanos a los que dicen proteger? A los caballeros y a la orden de magos está claro que les importa un pepino. Quizá soy una indigna atención para gente tan importante.

¿A nadie le importa cómo un grupo de señoritas, tan bellas que podrían pasar por tontas, promociona a una chusma como "El Puño y La Rosa" a los cuatro vientos? Será que la organización tiene un nuevo enfoque y se dedican a resolver conflictos de forma más diplomática. Desde luego, que con una mirada de alguno de sus miembros, a mí al menos se me quitan las ganas de seguir en conflicto con nadie.

Ni lo sé ni me importa si fue la suerte o el destino, quien me llevó a presenciar un rayo de luz entre tanta oscuridad, una chispa que quizá pueda servir para volver a encender la llama del orgullo de un montón de ovejas, para alzar la vista más allá de nuestra mesa de trabajo o de nuestra espada. Me llenó de gozo saber que al menos había una joven de mente despierta dispuesta a reaccionar, aunque, temerosa de las consecuencias, decidió expresar sus pensamientos lejos del lazo de nuestra Dama Censuragélida.

Pero a la voz no hay quien la pare, ni rejas ni paredes, y llega a los oídos que ha de llegar, si están dispuestos a escuchar...

Si crees que toda función te sale mal
que los planes no pueden empeorar
si esas cuerdas parecen saltar
y tu cabeza a punto de explotar...

Si ese tío de sombrero hace sonar
sus abultados bolsillos al pasar
Y te preguntas por que no has sido tú
el que de tanto peso en oro no pueda caminar...
No todo es tan perfecto como parece
¡No te dejes engañar!

Se supo y se sabe, de una mujer
que ya no sabe donde sus tesoros esconder
Debajo de la tapa del piano de su mansión
Dentro de la chimenea si es que hace calor.
Tanto dinero, tiene, y tanta seguridad
que de solo verla te haría envidiar.

Recibía pomposa ella, la dama Lanza Helada
Envuelta de seda y joyas de exótica belleza
a sus "humildes" invitados;
el más pobre de los congregados
tenía al menos un anillo
que valía cien veces mi cabeza.
Había, entonces, en esa magna velada
desde la fina hasta la más curiosa rareza.

Y allí estaba una joven, para contarlo
dentro de un nervioso grupo de bardos.
Haciendo su gracia cuál animalito de circo
o deleitando con versos jamás escuchados.
Aplausos y sonrisas falsas, máscaras de turno
hacían sentir a aquella dama rica
aceptada y orgullosa de ese fiasco.

Pero algo debió colarsele a la seguridad
de esa protección que el oro podía pagar
al oírse un grito en la mansión,
bajando desde los cuartos al gran salón.
Un anuncio de muerte resonando en cada escalón.
Pronto se haría oír más fuerte el reproche:
¡Una invitada había muerto esa noche!

Una fruta podrida entre los guardias, quizás
un colega envidioso de la riqueza de alguien más
o tal vez un criminal que aburrido,
decidió dar allí su golpe de gracia
ganandose así la fama colosal.

El bochorno que a Lanza Helada amenazó
durante años, seguro, no tendría comparación
una buena suma de oro, supongo, acalló
a los presentes ese día en la magnfica mansión.
Así la chica rica, envuelta en bruta vergüenza
pudo desesperadamente salvar su reputación.

Por eso, esta joven, que desde el rincón lo vivió
en una canción, de poca monta,
hoy intenta darte una lección:
no vale la pena andar envidiando
al tipo de sombrero richachón
¡No sabes cuanta pierna peluda
hay debajo de ese pantalón!

De parte de este Huérfano Lector, gracias "mente despierta", por estos versos."


Quedó atónito cuando, tras unos diez minutos en los que había estado completamente ausente, terminó de leer aquel mensaje. Luchaba por que su cabeza no comenzase a desviarse por mil senderos, mil preguntas que le llevaban fuera del camino que se había planteado seguir, pero le resultaba imposible. No podía dejar de leer una y otra vez aquellas partes que habían captado más su atención, como si la verdad estuviese detrás de la tinta que sólo leerla la borraría, pero un hálito de cordura acudió a sus manos y, sin dilación, enrolló el mensaje y lo guardó entre sus ropas, deshaciéndose de las botella en el agua. Tenía que centrarse, aunque incluso cuando ató la rienda del caballo al palenque y entró en la villa aún meditaba sobre la ácida lengua de aquel desconocido náufrago.

Siguió el sendero sin ni siquiera mirar a los lados, sin querer cruzarse con una mirada conocida que lo entretuviese, y lo que era peor, una mirada que viese en sus ojos el secreto. Cuatro lunas eran especialmente pocas como para haber podido esperar que en Nevesmortas cambiase algo, manteniéndose con esa sensación de dejadez que se respiraba, la comodidad malsana y la ignorancia, aunque más tarde Arvéllion meditó sobre si esa sensación que sentía era causada por cómo lo había dibujado el Huérfano Lector, si de verdad tendría razón. Se desvió hacia el Oeste, donde escondida a un lado estaba la prisión y cuartel de la guardia local. Nuevamente evitó la mirada del guardia que se apostaba en la entrada, y con un asentimiento le dejó pasar.

El cuartel de la guardia era la viva imagen de la depresión. Sus paredes eran desangeladas y frías, y ni siquiera los guardias que por allí pululaban creaban rumor, sino que se mantenían en silencio, haciendo la estancia incómoda para alguien de fuera. Por un momento, Arvéllion pensó que debía de estar muy cerca de sus compañeros ahora presos, y se lamentó de no poder ayudarlos, pero hubiese sido tan arriesgado como pretender salir con vida de un dragón. Tendría que esperar para saber de ellos.

- ¿Qué se os ofrece?- le abordó uno de los guardias al percatarse de la presencia del elfo solar.
- Buena luna, caballero.- improvisó.- Deseaba preguntar, si no es ninguna indiscrección, si la señorita Lissy Grey acudió a la cita que públicamente anunció la guardia.
- ¡Lissy Grey!- alzó la voz metálica a causa de su caso, el cuál no se había molestado en retirarse.- Sí, acudió.
- ¿De veras?- dijo Arvéllion con aire interesado. El guardia asintió profusamente.
- Así es, aunque dejadme que os aclare lo sucedido. Grey acudió en un momento en el que no había nadie cualificado para realizar la cita a la que fue convocada, así que tuvo que irse.
- ¿Y sabéis a dónde fue?- preguntó el mago antes de darse cuenta de que quizás estaba rebasando la línea del peligro.
- Espero que a los Nueve Infiernos. Antes de irse blandió su lengua ácida para hacernos parecer una pandilla de gandules e incompetentes.
- Comprendo.- Arvéllion aguardó un instante meditabundo, aunque en realidad no pensaba en nada en particular. Tras ello, asintió al guardia y se giró hacia la salida.
- Esperad.- le llamó la atención el guardia.- ¿Por casualidad sabéis dónde se podría encontrar?

El solar se detuvo y pensó fugazmente la respuesta. No pudo reprimir una sonrisa cuando las palabras acudieron a sus labios sin tan siquiera analizarlas.

- Ni lo sé, ni me importa. Buena luna, caballero.
Hoar

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Hoar »

//Un gusto leer tu relato y un gusto ver que alguien hace caso a la quest. :mrgreen:
Shamandalie_Vethas

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Shamandalie_Vethas »

*una joven oye un verso conocido correr de boca en boca de quienes habitan Nevesmortas al volver a la villa. Subitamente sonríe y a continuación, vuelve a mantener un semblante indiferente. Como si aquellos versos fueran hijos de otra pluma...*

//Ey! yo le hago caso a tu quest! Estaba de vacaciones... pero HE VOLVIDO!
Hoar

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Hoar »

Claro que sí, mente despiert... uy no que meta-rolean!
Hoar

Re: Huérfano lector.

Mensaje por Hoar »

La gente en toda la villa se enteró, cuando los guardias cerraron las puertas y se pusieron en alerta. Quedó bien claro que tenían preparada esta intervención.

Un mediano corría tras un arcano algo apurado gritando: "a él! Alto! deténganlo!"

Tras el mediano, un guardia también gritaba a sus compañeros: "el arcano humano! es el Huérfano lector! que no escape!"

Y ante la atónita mirada de todos cuantos había en la plaza, a plena luz del día. El alborotador conocido como "el Huérfano lector" fue apresado junto al tablón de anuncios.


Varias horas pasaron cuando el apresado Andres Wadchin, salió de la cárcel con una disculpa y algún moratón que otro. Todo por culpa de un mediano más preocupado por enriquecerse que por otras cosas. Jaskar fue quien dio la errónea alarma.


Lo único que quedó bien claro es que la guardia, está preparada para actuar rápido si se precisa y que le tienen preparada una calurosa bienvenida a ese alborotador.
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