I.
El primer llanto del bebé drow arrancó sonrisas entre el círculo de sacerdotisas.
Loxxa, Madre Matrona de la Casa Yenn'Yxir se incorporó a medias para observar a su nuevo hijo. Era el décimo varón que Lloth le entregaba en su larga vida. Siete de ellos estaban muertos, todos guerreros, y solo su primogénito, el Archimago de la Casa, se mantenía con vida.
La luz de los hongos fosforescentes iluminó el cuerpo del pequeño, ligeramente mas robusto de lo normal en los varones drow. Al ver su cuerpo, Loxxa pensó en otro guerrero. Otro oficial para las tropas de la Casa. Otro cazador de esclavos, que luegos serían vendidos en el resto de segmentos de Undrek'Zhoz e incluso en la rentable, aunque mortal, tierra de los Magos Rojos de Thay.
Pero en este caso, la Matrona había pensado en algo diferente. El Puño Ennegrecido sería el destino del nuevo varón. La Casa necesitaba un protector capaz de atravesar los portales, para acompañar a los mercaderes en las entregas más valiosas. La poderosa sacerdotisa, con ese fin, había buscado entre las Casas menores un miembro de esa orden digno de sus atenciones. Una vez conseguido el objetivo, el cadáver del varón fue enviado a los lagos sulfurosos de Fyvrek'Zek. Nadie encontraría su cadáver allí.
Loxxa esperaba que su nuevo hijo durase algo más que sus hermanos. Desde que tomó el lugar de su madre, como Matrona Yenn'Yxir, tenía por costumbre sacrificar a sus hijos a Lloth como castigo a cualquier fracaso. Gracias a eso, o quizá gracias a su propio poder personal, Loxxa gozaba del favor de la Madre Tenebrosa que mantenía lejos a sus enemigos y le aseguraba hijas e hijos fuertes en sustitución a los entregados.
La "Reina de los esclavos", como se la conocía entre las demás casas nobles de la ciudad, sonrió al evaluar de nuevo el cuerpo del recién nacido. De todos modos, aunque se equivocase con él, otro prescindible varón ocuparía su lugar.
-"Su nombre será Ust'az".- les dijo a sus hijas y hermanas. "Que su nombre haga ver a todos el favor que la Madre Tenebrosa me otorga, dándome más hijos que al resto de las Casas... además, ¡ya me he cansado de buscar nombres para los varones!"
Las carcajadas del grupo de sacerdotisas acallaron los llantos del bebé, resonando en las cavernas de Yenn'Yxir.
Ust'az Yenn'Yxir
Moderadores: DMs de tramas, DMs
Ust'az Yenn'Yxir
Última edición por Dilvish el Sab Nov 05, 2011 11:27 am, editado 1 vez en total.
Re: Ust'az Yenn'Yxir
II.
El portal brillaba con una extraña luz rojiza.
Ust'az miraba a su alrededor excitado. En su corta vida era la primera vez que la Madre Matrona se había dirigido a él. La primera vez que salía del conjunto de cavernas que servían de alojamiento a la Tercera Hija de la Casa. Su ama.
Mientras limpiaba el techo de una de las cavernas de la Casa Yenn'Yxir, y de paso perfeccionaba sus poderes innatos de levitación, el joven drow escuchó su nombre.
Pensando en el castigo, que reaccionar con lentitud siempre le había granjeado, Ust'az se dejó caer girando sobre si mismo y atónito vió a su Madre acompañada de Jelerak Yenn'Yxir, Archimago de la Casa.
-"Ust'az... sígueme".- ordenó la Madre sin emoción alguna.
Ambos drow dieron la espalda al pequeño varón que, tras unos instantes de indecisión, les siguió con la cabeza gacha y los brazos pegados al cuerpo tal y como había sido adiestrado. La procesión fue atravesando con lentitud varias cavernas y túneles, desconocidos para Ust'az, hasta llegar a una espaciosa sala.
En ella varios portales brillaban con luces de fantasmagóricos colores. El joven drow entrecerró los ojos, poco acostumbrado a los resplandores arcanos. En cada uno de los portales, grupos de guardias armados vigilaban la posible llegada de visitantes. En una plataforma aérea, Ust'az pudo ver sobrecogido a varios varones drow sobrevolando los portales con varitas cargadas de energía en las manos.
-"¡No te retrases varón!".- restalló la voz de la Matrona como un látigo. El joven drow se encogió ante la voz de la Reina de los Esclavos como si hubiera recibido un golpe físico. Consciente de las numerosas cicatrices que surcaban su espalda, recuperó la distancia de tres pasos detrás de su hermano mayor.
Minutos más tarde Loxxa Yenn'Yxir se detuvó ante un portal que brillaba con luz rojiza. Ust'az reparó en las numerosas arañas de todo tipo que decoraban el metal negro que formaba el arcano paso. Los guardias retrocedieron y, sin recibir orden alguna, se dividireron en dos grupos flanqueando a la Matrona y al Archimago.
-"Es la hora Madre".- dijo Jerelak. Su voz sonó, en el silencio de los portales, como el siseo de una serpiente goteando veneno.
La Matrona asintió. Con un gesto de su mano derecha, el Archimago hizó vibrar el portal y, de él, salió un varón drow de edad indefinida. Alto para un elfo oscuro, incluso corpulento, sus movimientos y complexión eran fruto de una vida dedicada al trabajo físico. Su pelo plateado estaba recogido con fuerza en la nuca y sus ropas, de diferentes tonos de gris, eran de buena calidad aunque no ostentosas. Su brazo derecho, totalmente negro, demostraba su pertenencia a la Orden del Puño Ennegrecido.
Con una mirada evaluó a los soldados que lo rodeaban, hasta que sus pasos le llevaron hasta el centro del grupo.
-"Vendui, Madre Matrona.".- saludó con una inclinación de cabeza.
-"Vendui monje. Este es el varón.".- dijo Loxxa, con desprecio. A su lado, Jelerak asistía a la escena intranquilo. Nunca había conseguido mantenerse cómodo en presencia de aquellos que, mediante el dominio tanto del cuerpo como del alma, eran capaces de resistir sus conjuros.
El monje miró a Ust'az. Durante unos instantes, sus ojos rojos recorrieron el cuerpo del joven drow que permaneció en la postura debida, aunque todos sus sentidos le gritaban que levantara la vista.
-"No parece muy fuerte, aunque si está debidamente disciplinado. Vuestra Casa ha realizado un buen trabajo con él. Servirá... y si no es digno de teñir su brazo no volvereis a verle, mi señora.".- dijo.
-"Será la voluntad de la Madre Tenebrosa.".- respondió la Matrona.
El monje cogió a Ust'az de un brazo y con firmeza le hizo avanzar hacia en interior del portal. Ninguna despedida, ni gesto de reconocimiento, ni recomendación alguna acompañó al segundo hijo de la Casa Yenn'Yxir en su viaje. Nada.
El portal brillaba con una extraña luz rojiza.
Ust'az miraba a su alrededor excitado. En su corta vida era la primera vez que la Madre Matrona se había dirigido a él. La primera vez que salía del conjunto de cavernas que servían de alojamiento a la Tercera Hija de la Casa. Su ama.
Mientras limpiaba el techo de una de las cavernas de la Casa Yenn'Yxir, y de paso perfeccionaba sus poderes innatos de levitación, el joven drow escuchó su nombre.
Pensando en el castigo, que reaccionar con lentitud siempre le había granjeado, Ust'az se dejó caer girando sobre si mismo y atónito vió a su Madre acompañada de Jelerak Yenn'Yxir, Archimago de la Casa.
-"Ust'az... sígueme".- ordenó la Madre sin emoción alguna.
Ambos drow dieron la espalda al pequeño varón que, tras unos instantes de indecisión, les siguió con la cabeza gacha y los brazos pegados al cuerpo tal y como había sido adiestrado. La procesión fue atravesando con lentitud varias cavernas y túneles, desconocidos para Ust'az, hasta llegar a una espaciosa sala.
En ella varios portales brillaban con luces de fantasmagóricos colores. El joven drow entrecerró los ojos, poco acostumbrado a los resplandores arcanos. En cada uno de los portales, grupos de guardias armados vigilaban la posible llegada de visitantes. En una plataforma aérea, Ust'az pudo ver sobrecogido a varios varones drow sobrevolando los portales con varitas cargadas de energía en las manos.
-"¡No te retrases varón!".- restalló la voz de la Matrona como un látigo. El joven drow se encogió ante la voz de la Reina de los Esclavos como si hubiera recibido un golpe físico. Consciente de las numerosas cicatrices que surcaban su espalda, recuperó la distancia de tres pasos detrás de su hermano mayor.
Minutos más tarde Loxxa Yenn'Yxir se detuvó ante un portal que brillaba con luz rojiza. Ust'az reparó en las numerosas arañas de todo tipo que decoraban el metal negro que formaba el arcano paso. Los guardias retrocedieron y, sin recibir orden alguna, se dividireron en dos grupos flanqueando a la Matrona y al Archimago.
-"Es la hora Madre".- dijo Jerelak. Su voz sonó, en el silencio de los portales, como el siseo de una serpiente goteando veneno.
La Matrona asintió. Con un gesto de su mano derecha, el Archimago hizó vibrar el portal y, de él, salió un varón drow de edad indefinida. Alto para un elfo oscuro, incluso corpulento, sus movimientos y complexión eran fruto de una vida dedicada al trabajo físico. Su pelo plateado estaba recogido con fuerza en la nuca y sus ropas, de diferentes tonos de gris, eran de buena calidad aunque no ostentosas. Su brazo derecho, totalmente negro, demostraba su pertenencia a la Orden del Puño Ennegrecido.
Con una mirada evaluó a los soldados que lo rodeaban, hasta que sus pasos le llevaron hasta el centro del grupo.
-"Vendui, Madre Matrona.".- saludó con una inclinación de cabeza.
-"Vendui monje. Este es el varón.".- dijo Loxxa, con desprecio. A su lado, Jelerak asistía a la escena intranquilo. Nunca había conseguido mantenerse cómodo en presencia de aquellos que, mediante el dominio tanto del cuerpo como del alma, eran capaces de resistir sus conjuros.
El monje miró a Ust'az. Durante unos instantes, sus ojos rojos recorrieron el cuerpo del joven drow que permaneció en la postura debida, aunque todos sus sentidos le gritaban que levantara la vista.
-"No parece muy fuerte, aunque si está debidamente disciplinado. Vuestra Casa ha realizado un buen trabajo con él. Servirá... y si no es digno de teñir su brazo no volvereis a verle, mi señora.".- dijo.
-"Será la voluntad de la Madre Tenebrosa.".- respondió la Matrona.
El monje cogió a Ust'az de un brazo y con firmeza le hizo avanzar hacia en interior del portal. Ninguna despedida, ni gesto de reconocimiento, ni recomendación alguna acompañó al segundo hijo de la Casa Yenn'Yxir en su viaje. Nada.
Re: Ust'az Yenn'Yxir
III.
Ust'az entró en el círculo de brea que marcaba la arena de combate.
Frente a él, a escasos tres metros, se encontraba el último adversario de la prueba. Durante varias jornadas había combatido sin armas para determinar su puesto final en la Orden. Ya tenía el segundo, y la posibilidad de conseguir el primero pasaba por derrotar a Kron Mezryl.
"Diez latigazos para el décimo"
En su mente, Ust'az escuchó las palabras que tantas veces su enemigo había pronunciado mientras el segundo hijo Yenn'Yxir era castigado por los Maestros. Ambos entraron a la vez en la Casa de la Verdad Sin Luz. Y desde ese momento comenzó un enfrentamiento sin tregua que culminaba en ese combate. El odio podía sentirse entre ellos. Un sentimiento que les había acompañado durante años.
Kron era más alto, más fuerte, más rápido. Era el mejor alumno de entre los jóvenes que la Madre Tenebrosa había entregado a Brundag en muchos años. Según los Maestros estaba destinado a liderar el Puño Ennegrecido e incluso a crear técnicas de combate novedosas para beneficio de todos sus miembros.
Ust'az sabía que el combate sería corto y brutal. En todos los anteriores había acabado tirado en la arena sangrando y solo la intervención de los Maestros, que no querían dar cuentas de la pérdida de un noble a su cargo, impidió que Kron le golpease hasta la muerte. Pero la fuerza física no es el único poder de un monje. El verdadero poder es áquel que no se ve, pero que se presiente inexorable.
Kron avanzó con dos pasos rápidos y golpeó en una serie de puños encadenados intentando castigar los brazos de Ust'az y asi superar su defensa. Era una técnica que ambos dominaban y, durante unos segundos, los brazos de ambos se encontraron atacando y defendiendose con los mismos golpes sin resultado alguno. Impaciente, como era su costumbre, el hijo de la Casa Mezryl golpeó las piernas de su enemigo con el fin de derribarlo... pero nada encontró.
Sorprendido dió vueltas a su alrededor, pero estaba solo en la arena de combate. De improviso sintió un golpe en la nuca. Y la oscuridad le envolvió para siempre.
Ust'az observó el cadáver de Kron en el suelo, mientras la sangre manaba de su nariz y oídos empapando la arena. Levantó la vista y vió a los Maestros atónitos, espectadores del insólito final. Solo uno de ellos sonreía.
Alak Trun'Zoyl'Zl, Maestro de las Sombras, vió como su pupilo vencía el Combate Final. Y con él su propio estilo de combate, o más bien la ausencia de él, prevalecía sobre el resto.
Ust'az entró en el círculo de brea que marcaba la arena de combate.
Frente a él, a escasos tres metros, se encontraba el último adversario de la prueba. Durante varias jornadas había combatido sin armas para determinar su puesto final en la Orden. Ya tenía el segundo, y la posibilidad de conseguir el primero pasaba por derrotar a Kron Mezryl.
"Diez latigazos para el décimo"
En su mente, Ust'az escuchó las palabras que tantas veces su enemigo había pronunciado mientras el segundo hijo Yenn'Yxir era castigado por los Maestros. Ambos entraron a la vez en la Casa de la Verdad Sin Luz. Y desde ese momento comenzó un enfrentamiento sin tregua que culminaba en ese combate. El odio podía sentirse entre ellos. Un sentimiento que les había acompañado durante años.
Kron era más alto, más fuerte, más rápido. Era el mejor alumno de entre los jóvenes que la Madre Tenebrosa había entregado a Brundag en muchos años. Según los Maestros estaba destinado a liderar el Puño Ennegrecido e incluso a crear técnicas de combate novedosas para beneficio de todos sus miembros.
Ust'az sabía que el combate sería corto y brutal. En todos los anteriores había acabado tirado en la arena sangrando y solo la intervención de los Maestros, que no querían dar cuentas de la pérdida de un noble a su cargo, impidió que Kron le golpease hasta la muerte. Pero la fuerza física no es el único poder de un monje. El verdadero poder es áquel que no se ve, pero que se presiente inexorable.
Kron avanzó con dos pasos rápidos y golpeó en una serie de puños encadenados intentando castigar los brazos de Ust'az y asi superar su defensa. Era una técnica que ambos dominaban y, durante unos segundos, los brazos de ambos se encontraron atacando y defendiendose con los mismos golpes sin resultado alguno. Impaciente, como era su costumbre, el hijo de la Casa Mezryl golpeó las piernas de su enemigo con el fin de derribarlo... pero nada encontró.
Sorprendido dió vueltas a su alrededor, pero estaba solo en la arena de combate. De improviso sintió un golpe en la nuca. Y la oscuridad le envolvió para siempre.
Ust'az observó el cadáver de Kron en el suelo, mientras la sangre manaba de su nariz y oídos empapando la arena. Levantó la vista y vió a los Maestros atónitos, espectadores del insólito final. Solo uno de ellos sonreía.
Alak Trun'Zoyl'Zl, Maestro de las Sombras, vió como su pupilo vencía el Combate Final. Y con él su propio estilo de combate, o más bien la ausencia de él, prevalecía sobre el resto.
Re: Ust'az Yenn'Yxir
IV.
El portal destelló con el habitual color rojizo que indicaba un transporte desde Brundag.
En la plataforma de llegada, Ust'az observó a su alrededor. Había vuelto a la Casa Yenn'Yxir y la escena era exactamente igual que cuando la dejó. Excepto por un detalle, la Matrona Loxxa Yenn no estaba presente.
-"Vendui, hermano".- dijo Jelerak, el Archimago de la Casa. "Has crecido. Te hará falta. Nuestra madre querrá conocer el resultado de su inversión."
Ust'az no respondió. El silencio era el estado en el que más cómodo se sentía, sobre todo entre enemigos. Siempre. Siguió a su hermano por las cavernas y túneles de la Casa hasta el Salón del Trono Yenn'Yxir.
Loxxa sonrió al ver a su hijo. Seguía sin ser demasiado alto, incluso para ser un varón drow, pero su cuerpo parecía fuerte y ágil y la brea que rodeaba su mano derecha le identificaba como un miembro de pleno derecho de la Orden del Puño Ennegrecido. En su mente estaba también el mensaje de los Maestros, felicitándo a su Casa por el primer puesto de su hijo menor en el Combate Final.
"La Sombra ha vencido a la Fuerza. El Puño Ennegrecido felicita a la Casa Yenn'Yxir por la sangre que, templada de la forma adecuada, ha logrado imponerse al resto.
Alak Trun'Zoyl'Zl, Maestro de las Sombras."
Ust'az avanzó hasta situarse delante de la Madre Matrona. Jelerak siguió avanzando hasta situarse en su lugar, a la derecha de la "Reina de los Esclavos". El resto del estrado estaba ocupado por nueve sacerdotisas de alto rango, todas ellas hijas, hermanas o sobrinas de Loxxa Yenn'Yxir.
-"La Casa Yenn'Yxir te da la bienvenida Segundo Hijo... o más bien debería decir Décimo, ¿no crees Ust'az?".- dijo la Matrona.
Una punzada de dolor atravesó el pecho de Ust'az. Un dolor antiguo, casi familiar, que le recordó las burlas y abusos de su niñez en la Casa.
-"Estaré complacido con el nombre que prefieras utilizar, Madre."
Loxxa asintió. Aunque no fuera a reconocerlo delante del resto de la Casa le gustaba la actitud de su hijo. Era una máquina de matar silenciosa y disciplinada. Útil. Ahora había llegado el momento de que se lo demostrase al resto de su familia.
El portal destelló con el habitual color rojizo que indicaba un transporte desde Brundag.
En la plataforma de llegada, Ust'az observó a su alrededor. Había vuelto a la Casa Yenn'Yxir y la escena era exactamente igual que cuando la dejó. Excepto por un detalle, la Matrona Loxxa Yenn no estaba presente.
-"Vendui, hermano".- dijo Jelerak, el Archimago de la Casa. "Has crecido. Te hará falta. Nuestra madre querrá conocer el resultado de su inversión."
Ust'az no respondió. El silencio era el estado en el que más cómodo se sentía, sobre todo entre enemigos. Siempre. Siguió a su hermano por las cavernas y túneles de la Casa hasta el Salón del Trono Yenn'Yxir.
Loxxa sonrió al ver a su hijo. Seguía sin ser demasiado alto, incluso para ser un varón drow, pero su cuerpo parecía fuerte y ágil y la brea que rodeaba su mano derecha le identificaba como un miembro de pleno derecho de la Orden del Puño Ennegrecido. En su mente estaba también el mensaje de los Maestros, felicitándo a su Casa por el primer puesto de su hijo menor en el Combate Final.
"La Sombra ha vencido a la Fuerza. El Puño Ennegrecido felicita a la Casa Yenn'Yxir por la sangre que, templada de la forma adecuada, ha logrado imponerse al resto.
Alak Trun'Zoyl'Zl, Maestro de las Sombras."
Ust'az avanzó hasta situarse delante de la Madre Matrona. Jelerak siguió avanzando hasta situarse en su lugar, a la derecha de la "Reina de los Esclavos". El resto del estrado estaba ocupado por nueve sacerdotisas de alto rango, todas ellas hijas, hermanas o sobrinas de Loxxa Yenn'Yxir.
-"La Casa Yenn'Yxir te da la bienvenida Segundo Hijo... o más bien debería decir Décimo, ¿no crees Ust'az?".- dijo la Matrona.
Una punzada de dolor atravesó el pecho de Ust'az. Un dolor antiguo, casi familiar, que le recordó las burlas y abusos de su niñez en la Casa.
-"Estaré complacido con el nombre que prefieras utilizar, Madre."
Loxxa asintió. Aunque no fuera a reconocerlo delante del resto de la Casa le gustaba la actitud de su hijo. Era una máquina de matar silenciosa y disciplinada. Útil. Ahora había llegado el momento de que se lo demostrase al resto de su familia.
Re: Ust'az Yenn'Yxir
V.
El joven monje vió como su madre sonreía y escuchó unos fuertes pasos a su espalda. Sin perder la posición giró levemente el cuerpo y vió como varios guardias drow se apartaban para dejar paso a un rivvin de gran tamaño.
Su piel era blanca y su pelo, muy corto, negro surcado de canas plateadas. Carecía de cuello de lo muy desarrollado que tenía los músculos de los hombros y su pecho era como un barril de cerveza duergar. Los antebrazos, del grosor de los muslos de un guerrero drow, terminaban en unas manos enormes vendadas con sumo cuidado. Las manos de un luchador.
Ust'az miró de nuevo a su madre. Esta seguía sonriendo.
-"Hijo mío... he comprado este esclavo para ti.".- dijo Loxxa Yenn'Yxir con una sonrisa despiadada. "Demuestrale a tu familia de qué eres capaz... ah, y quiero ver el combate en su totalidad."
El joven drow giró de nuevo, hasta quedar frente a su adversario. Como suponía sus Maestros informaban puntualmente a las Casas sobre las evoluciones de sus pupilos. La situación era nueva para él. Siempre que se había enfrentado en combate individual tenía una referencia sobre el estilo de lucha o las habilidades del contrario. Ahora no.
El rivvin rugió algo en una lengua que Ust'az desconocía y se lanzó al ataque. Sus manos se movieron con gran rapidez golpeando los brazos del drow. Era más fuerte que Kron, el luchador más fuerte con el que el joven monje se había enfrentado hasta entonces. Sus tres golpes le hicieron daño en los brazos, entumeciéndolos. Por ello Ust'az cambió de técnica y comenzó a esquivar los duros golpes de los puños de acero de su adversario.
Con la rápidez que siempre le había caracterizado, comenzó a bailar a su alrededor, seguido de cerca por el rivvin. Al cabo de unos segundos encontró una cadencia en los golpes. Dos directos de derecha, un gancho de izquierda, otro de derecha y un paso atrás.
Ust'az sonrió, al alcance de los puños del rivvin, y esperó. Con un paso atrás se puso fuera del alcance de los dos primeros mazazos. Agachándose esquivó el primer gancho y rápidamente giró para evitar el segundo. En ese momento el enorme humano, comprado en la cercana Thay, dió el esperado paso atrás y el joven drow se lanzó hacia delante siguiendo su estela.
En la Casa de la Verdad Sin Luz los alumnos eran adiestrados en el arte de aturdir a un objetivo por medio de un único golpe dirigido desde el interior del monje. Ust'az lo ejecutó. Y el luchador cayó en el suelo del Salón del Trono Yenn'Yxir sin sentido. El joven noble miró al soldado más cercano.
-"Mátalo".- ordenó.
El soldado miró al Capitán de la Guardia buscando aprobación. Este miró a la Madre Matrona y asintió. Con la espada degolló al indefenso rivvin que yacía a sus pies.
Ust'az miró al soldado con frialdad y de un sólo golpe le destrozó el cuello desprotegido. Su traquea se rompió y cayó al suelo agonizando. Varios soldados desenvainaron sus armas e hicieron el ademán de atacar al noble Yenn'Yxir... hasta que las carcajadas de la Madre Matrona detuvieron cualquier acción.
-"Bienvenido a la Casa, segundo hijo... ahora todos los varones saben el precio de la desobediencia."
El joven monje vió como su madre sonreía y escuchó unos fuertes pasos a su espalda. Sin perder la posición giró levemente el cuerpo y vió como varios guardias drow se apartaban para dejar paso a un rivvin de gran tamaño.
Su piel era blanca y su pelo, muy corto, negro surcado de canas plateadas. Carecía de cuello de lo muy desarrollado que tenía los músculos de los hombros y su pecho era como un barril de cerveza duergar. Los antebrazos, del grosor de los muslos de un guerrero drow, terminaban en unas manos enormes vendadas con sumo cuidado. Las manos de un luchador.
Ust'az miró de nuevo a su madre. Esta seguía sonriendo.
-"Hijo mío... he comprado este esclavo para ti.".- dijo Loxxa Yenn'Yxir con una sonrisa despiadada. "Demuestrale a tu familia de qué eres capaz... ah, y quiero ver el combate en su totalidad."
El joven drow giró de nuevo, hasta quedar frente a su adversario. Como suponía sus Maestros informaban puntualmente a las Casas sobre las evoluciones de sus pupilos. La situación era nueva para él. Siempre que se había enfrentado en combate individual tenía una referencia sobre el estilo de lucha o las habilidades del contrario. Ahora no.
El rivvin rugió algo en una lengua que Ust'az desconocía y se lanzó al ataque. Sus manos se movieron con gran rapidez golpeando los brazos del drow. Era más fuerte que Kron, el luchador más fuerte con el que el joven monje se había enfrentado hasta entonces. Sus tres golpes le hicieron daño en los brazos, entumeciéndolos. Por ello Ust'az cambió de técnica y comenzó a esquivar los duros golpes de los puños de acero de su adversario.
Con la rápidez que siempre le había caracterizado, comenzó a bailar a su alrededor, seguido de cerca por el rivvin. Al cabo de unos segundos encontró una cadencia en los golpes. Dos directos de derecha, un gancho de izquierda, otro de derecha y un paso atrás.
Ust'az sonrió, al alcance de los puños del rivvin, y esperó. Con un paso atrás se puso fuera del alcance de los dos primeros mazazos. Agachándose esquivó el primer gancho y rápidamente giró para evitar el segundo. En ese momento el enorme humano, comprado en la cercana Thay, dió el esperado paso atrás y el joven drow se lanzó hacia delante siguiendo su estela.
En la Casa de la Verdad Sin Luz los alumnos eran adiestrados en el arte de aturdir a un objetivo por medio de un único golpe dirigido desde el interior del monje. Ust'az lo ejecutó. Y el luchador cayó en el suelo del Salón del Trono Yenn'Yxir sin sentido. El joven noble miró al soldado más cercano.
-"Mátalo".- ordenó.
El soldado miró al Capitán de la Guardia buscando aprobación. Este miró a la Madre Matrona y asintió. Con la espada degolló al indefenso rivvin que yacía a sus pies.
Ust'az miró al soldado con frialdad y de un sólo golpe le destrozó el cuello desprotegido. Su traquea se rompió y cayó al suelo agonizando. Varios soldados desenvainaron sus armas e hicieron el ademán de atacar al noble Yenn'Yxir... hasta que las carcajadas de la Madre Matrona detuvieron cualquier acción.
-"Bienvenido a la Casa, segundo hijo... ahora todos los varones saben el precio de la desobediencia."
Re: Ust'az Yenn'Yxir
VI.
Decenas misiones con éxito, elevaron el ego del segundo hijo de Yenn'Yxir al lugar más alto que Loxxa permitía en un varón. Las discusiones con Jelerak eran cada vez más frecuentes y las sacerdotisas de la Casa, celosas del poder del Archimago, siempre se ponían de parte del joven monje.
La última misión le llevo al segmento de Drezz'Lynur.
En compañía de Julyn "LenguaSerpentina", uno de los mejores mercaderes de Yenn'Yxir, el joven monje atravesó el portal guiando, en la completa oscuridad que el cuidado de los hongos alucinógenos requería, a una esclava embozada con una cadena de plata. Su objetivo era un joven noble thayino, Szatheryn, asistente de Aznar Zhrul, zúlkir de la Evocación.
Sorprendentemente, en el lugar del encuentro Ust'az solo encontró a un joven esclavo tatuado que en un perfecto infracomún les advirtió del retraso de su patrón hasta la jornada siguiente. El segundo hijo ardió de ira y decidió doblar el precio de la mercancía en base al retraso en la entrega. Por suerte Julyn conocía una posada en la zona comercial de Drezz'Lynur. Un lugar limpio y relativamente seguro donde esperar el momento del intercambio.
El mercader, fiel a su trayectoria anterior, se las ingenió para abandonar al joven monje y a la esclava. Ust'az conocía bien a Julyn y sabía que el vino de hongos alucinógenos era su destino, pero no le importó. Un mercader debía tener contactos y en eso "LenguaSerpentina" era el mejor.
Solos en la cámara cerrada, Ust'az miró a la esclava con curiosidad. Poco sabía de ella, salvo que era una rivvin y que era virgen. En la Casa Yenn'Yxir vivían de cumplir las necesidades de sus clientes y uno de los mayores secretos, al alcance solo de los nobles, eran los gustos sexuales de Aznar Zhrul. Vírgenes. No le importaba la raza e incluso la edad de las esclavas que compraba, pero siempre vírgenes.
-"Descúbrete".- ordenó en infracomún.
Lo hizo. Muy despacio se retiró la túnica y el velo que la cubrían por completo, revelando una piel blanca como el alabastro y un cabello y ojos negros como ala de cuervo. Su belleza le sobrecogió. Nunca había visto un ser tan hermoso, a pesar de estar acostumbrado a vagar entre los corrales de esclavos para satisfacer su placer. La lujuria hizo presa en el drow. Quería poseerla. En ese mismo instante.
Sin mediar palabra se acercó a ella y la tomó.
Mucho tiempo más tarde, mientras la mancillada esclava dormía exahusta, Ust'az se dió cuenta de su error. El zúlkir de la Evocación sólo compraba vírgenes y Loxxa Yenn'Yxir no toleraría ese error. Si la esclava no era vendida por la contraprestación pactada, incluso más, sería sacrificado a la Madre Tenebrosa.
Julyn "LenguaSerpentina" entró en ese momento. El mercader miró alternativamente a Ust'az y a la esclava y sonrió con picardía al drow. Sin embargo nada dijo, y se dispuso a descansar como si nada hubiera pasado.
El momento del intercambio llegó y el monje quedó algo retrasado, cual era su costumbre, mientras el mercader y el joven noble thayino negociaban el precio en el tosco idioma de los rivvins. La esclava estaba cerca de Ust'az, con una cadena ligera que le unía ambas manos al cuello y que el segundo hijo sostenía con firmeza en su mano izquierda.
-"No me vendas amo... y tendrás el placer de anoche para siempre.".- le susurró la rivvin en un perfecto infracomún.
-"Silencio."
En ese instante, Julyn hizo una seña a Ust'az. El acuerdo estaba cerrado. Con una torsión de su brazo, el monje hizo avanzar a la esclava que fue entregada a Szatheryn. El portal que unía los segmentos de Yenn'Yxir y Drezz'Lynur brillaba con una insana luz verdosa a cierta distancia. Por un instante Ust'az tuvo esperanzas.
Un saco de gemas cambió de manos y el mercader comenzó una reverencia con la que Ust'az sabía que estaba finalizando el contacto. De repente, el asistente del zúlkir cogió a la esclava por un brazo y posó una gema dorada en su frente.
-"Problemas".- pensó el segundo hijo.
La gema emitió una luz rojiza y el Mago Rojo empujó a la esclava tirándola el suelo. El drow no entendía el lenguaje de Szatheryn, pero sus gritos y gestos eran inconfundibles. Sin duda la gema le había advertido del engaño. La suerte había abandonado al joven monje.
El arcano enfurecido comenzó una letanía y varias flechas de fuego hendieron el pecho del mercader que caminaba hacia atrás intentando calmar al rivvin en su idioma. Con la túnica ondeando a su alrededor, levantó ambas manos y varios rayos de electricidad viajaron en un furioso arco hasta destrozar el lugar donde Ust'az estaba segundos antes.
En movimiento, el monje drow corrió hacia el portal que le llevaría hacia su Casa y, quizá, hacia su muerte. Varios orbes de energía verdosa, ácido, atravesaron el aire en su dirección sin impactar en el escurridizo drow. Pocos metros le separaban de la salvación. Ust'az corrió en línea recta con el fin de atravesar el portal de un salto, evitando los ataques del Mago Rojo.
Un rayo de energía dorada golpeó el portal en el mismo instante en que el segundo hijo lo atravesaba. La explosión resultante consumió la plataforma, a la esclava y al asistente del zúlkir. Ust'az nunca lo sabría. Dentro de la explosión dorada, la luz cegadora anuló sus sentidos.
Y la oscuridad lo engulló.
Decenas misiones con éxito, elevaron el ego del segundo hijo de Yenn'Yxir al lugar más alto que Loxxa permitía en un varón. Las discusiones con Jelerak eran cada vez más frecuentes y las sacerdotisas de la Casa, celosas del poder del Archimago, siempre se ponían de parte del joven monje.
La última misión le llevo al segmento de Drezz'Lynur.
En compañía de Julyn "LenguaSerpentina", uno de los mejores mercaderes de Yenn'Yxir, el joven monje atravesó el portal guiando, en la completa oscuridad que el cuidado de los hongos alucinógenos requería, a una esclava embozada con una cadena de plata. Su objetivo era un joven noble thayino, Szatheryn, asistente de Aznar Zhrul, zúlkir de la Evocación.
Sorprendentemente, en el lugar del encuentro Ust'az solo encontró a un joven esclavo tatuado que en un perfecto infracomún les advirtió del retraso de su patrón hasta la jornada siguiente. El segundo hijo ardió de ira y decidió doblar el precio de la mercancía en base al retraso en la entrega. Por suerte Julyn conocía una posada en la zona comercial de Drezz'Lynur. Un lugar limpio y relativamente seguro donde esperar el momento del intercambio.
El mercader, fiel a su trayectoria anterior, se las ingenió para abandonar al joven monje y a la esclava. Ust'az conocía bien a Julyn y sabía que el vino de hongos alucinógenos era su destino, pero no le importó. Un mercader debía tener contactos y en eso "LenguaSerpentina" era el mejor.
Solos en la cámara cerrada, Ust'az miró a la esclava con curiosidad. Poco sabía de ella, salvo que era una rivvin y que era virgen. En la Casa Yenn'Yxir vivían de cumplir las necesidades de sus clientes y uno de los mayores secretos, al alcance solo de los nobles, eran los gustos sexuales de Aznar Zhrul. Vírgenes. No le importaba la raza e incluso la edad de las esclavas que compraba, pero siempre vírgenes.
-"Descúbrete".- ordenó en infracomún.
Lo hizo. Muy despacio se retiró la túnica y el velo que la cubrían por completo, revelando una piel blanca como el alabastro y un cabello y ojos negros como ala de cuervo. Su belleza le sobrecogió. Nunca había visto un ser tan hermoso, a pesar de estar acostumbrado a vagar entre los corrales de esclavos para satisfacer su placer. La lujuria hizo presa en el drow. Quería poseerla. En ese mismo instante.
Sin mediar palabra se acercó a ella y la tomó.
Mucho tiempo más tarde, mientras la mancillada esclava dormía exahusta, Ust'az se dió cuenta de su error. El zúlkir de la Evocación sólo compraba vírgenes y Loxxa Yenn'Yxir no toleraría ese error. Si la esclava no era vendida por la contraprestación pactada, incluso más, sería sacrificado a la Madre Tenebrosa.
Julyn "LenguaSerpentina" entró en ese momento. El mercader miró alternativamente a Ust'az y a la esclava y sonrió con picardía al drow. Sin embargo nada dijo, y se dispuso a descansar como si nada hubiera pasado.
El momento del intercambio llegó y el monje quedó algo retrasado, cual era su costumbre, mientras el mercader y el joven noble thayino negociaban el precio en el tosco idioma de los rivvins. La esclava estaba cerca de Ust'az, con una cadena ligera que le unía ambas manos al cuello y que el segundo hijo sostenía con firmeza en su mano izquierda.
-"No me vendas amo... y tendrás el placer de anoche para siempre.".- le susurró la rivvin en un perfecto infracomún.
-"Silencio."
En ese instante, Julyn hizo una seña a Ust'az. El acuerdo estaba cerrado. Con una torsión de su brazo, el monje hizo avanzar a la esclava que fue entregada a Szatheryn. El portal que unía los segmentos de Yenn'Yxir y Drezz'Lynur brillaba con una insana luz verdosa a cierta distancia. Por un instante Ust'az tuvo esperanzas.
Un saco de gemas cambió de manos y el mercader comenzó una reverencia con la que Ust'az sabía que estaba finalizando el contacto. De repente, el asistente del zúlkir cogió a la esclava por un brazo y posó una gema dorada en su frente.
-"Problemas".- pensó el segundo hijo.
La gema emitió una luz rojiza y el Mago Rojo empujó a la esclava tirándola el suelo. El drow no entendía el lenguaje de Szatheryn, pero sus gritos y gestos eran inconfundibles. Sin duda la gema le había advertido del engaño. La suerte había abandonado al joven monje.
El arcano enfurecido comenzó una letanía y varias flechas de fuego hendieron el pecho del mercader que caminaba hacia atrás intentando calmar al rivvin en su idioma. Con la túnica ondeando a su alrededor, levantó ambas manos y varios rayos de electricidad viajaron en un furioso arco hasta destrozar el lugar donde Ust'az estaba segundos antes.
En movimiento, el monje drow corrió hacia el portal que le llevaría hacia su Casa y, quizá, hacia su muerte. Varios orbes de energía verdosa, ácido, atravesaron el aire en su dirección sin impactar en el escurridizo drow. Pocos metros le separaban de la salvación. Ust'az corrió en línea recta con el fin de atravesar el portal de un salto, evitando los ataques del Mago Rojo.
Un rayo de energía dorada golpeó el portal en el mismo instante en que el segundo hijo lo atravesaba. La explosión resultante consumió la plataforma, a la esclava y al asistente del zúlkir. Ust'az nunca lo sabría. Dentro de la explosión dorada, la luz cegadora anuló sus sentidos.
Y la oscuridad lo engulló.
Re: Ust'az Yenn'Yxir
VII.
Ust'az se despertó rodeado de trasgos harapientos. Decenas de esas criaturas se afanaban a su alrededor tirando de sus ropas y discutiendo entre ellos por ver quien se quedaba con el mayor botín.
De repente, el monje agarró el cuello de la criatura más cercana y le destrozó la traquea. El ruido de la sangre, inundando sus pulmones, acalló los gritos del resto de esa escoria y en un instante desaparecieron entre las ruinas que les rodeaban.
Desorientado, Ust'az se incorporó con dificultad. Le faltaba la mayor parte del equipo. Incluso la insignia de la Casa Yenn'Yxir, aunque ignoraba si por la explosión o por el robo sufrido a manos de los trasgos mientras estaba inconciente.
A lo lejos un obelisco de gran tamaño marcaba el paso del tiempo. Durante sus estudios en la Casa de la Verdad Sin Luz había adquirido conocimientos sobre la historia y la cultura drow, y lo reconoció sin dificultad.
-"Narbondel... eso significa que estoy en Menzoberranzan.".- pensó.
Ust'az se descubrió sonriendo. Estaba solo, sin equipo y sin contactos, en una ciudad extraña llena sin duda del peor enemigo de un drow. Su propia raza. Pero era libre. Por primera vez en su corta vida, no estaba sometido a la disciplina de su Casa o de los Maestros de Brundag. El castigo por arruninar un negocio de Loxaa Yenn'Yxir habría sido la muerte. Ocho hermanos desconocidos le indicaban el camino del sacrificio. La propia Lloth, u otra potencia desconocida, le había dado una segunda oportunidad. Esta vez nada rompería su concentración.
Aún aturdido por las revelaciones, Ust'az miró su mano derecha, con restos de brea hasta la altura del codo. El joven monje se agachó y sumergió su antebrazo en un charco de agua estancada. Pequeños trozos de brea se desprendieron de su piel.
Nada quedaba de su pasado.
Ust'az se despertó rodeado de trasgos harapientos. Decenas de esas criaturas se afanaban a su alrededor tirando de sus ropas y discutiendo entre ellos por ver quien se quedaba con el mayor botín.
De repente, el monje agarró el cuello de la criatura más cercana y le destrozó la traquea. El ruido de la sangre, inundando sus pulmones, acalló los gritos del resto de esa escoria y en un instante desaparecieron entre las ruinas que les rodeaban.
Desorientado, Ust'az se incorporó con dificultad. Le faltaba la mayor parte del equipo. Incluso la insignia de la Casa Yenn'Yxir, aunque ignoraba si por la explosión o por el robo sufrido a manos de los trasgos mientras estaba inconciente.
A lo lejos un obelisco de gran tamaño marcaba el paso del tiempo. Durante sus estudios en la Casa de la Verdad Sin Luz había adquirido conocimientos sobre la historia y la cultura drow, y lo reconoció sin dificultad.
-"Narbondel... eso significa que estoy en Menzoberranzan.".- pensó.
Ust'az se descubrió sonriendo. Estaba solo, sin equipo y sin contactos, en una ciudad extraña llena sin duda del peor enemigo de un drow. Su propia raza. Pero era libre. Por primera vez en su corta vida, no estaba sometido a la disciplina de su Casa o de los Maestros de Brundag. El castigo por arruninar un negocio de Loxaa Yenn'Yxir habría sido la muerte. Ocho hermanos desconocidos le indicaban el camino del sacrificio. La propia Lloth, u otra potencia desconocida, le había dado una segunda oportunidad. Esta vez nada rompería su concentración.
Aún aturdido por las revelaciones, Ust'az miró su mano derecha, con restos de brea hasta la altura del codo. El joven monje se agachó y sumergió su antebrazo en un charco de agua estancada. Pequeños trozos de brea se desprendieron de su piel.
Nada quedaba de su pasado.