Balada del último Colmillo (ON rol)

La fuente es el lugar donde todos los acontecimientos de la Marca son comentados. (Foro "on-rol" del servidor)

Moderadores: DMs de tramas, DMs

Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

Glutentag escribió:
Se incorporó en la cama, la penumbra de la habitación le deslumbraba como la más brillante de las mañanas. Tras unos minutos, confuso y con la mirada perdida, se giró para ver a la mediana que estaba sentada en la cama adyacente… Fraya.

¿Cuántas horas había dormido? Tenía la sensación de que habían sido cientos, pero seguía cansado como si solo hubiesen cinco minutos.

- Tienes una tina de agua caliente – Fraya señaló con un dedo – ahí detrás.-

Tras ponerse de pie, avanzó tambaleante hasta llegar detrás del biombo. Fue gratificante el poder asearse y afeitarse… por fin quien le devolvía la mirada en el espejo era él mismo, cansado y ojeroso…pero él.

La mediana le observaba, y él la observaba a ella, en silencio. Tenía su grimorio de conjuros en el regazo y parecía recuperada. Sus recuerdos de los días anteriores estaban allí, sabía como se había comportado, como se había dejado llevar por la paranoia y el ansia de conocimiento, descuidando en el camino su propia salud. Ahora lo veía todo como desde el otro lado de una cascada: borroso, difuminado y el sonido del agua era más potente que el de sus recuerdos.

- Me he comportado como un lunático ¿Verdad? – Feros decidió romper el silencio.

- Te has comportado como un…-

No podía estar pasando, no de nuevo…

La habitación empezó a difuminarse ante sus ojos, envuelta en una espesa bruma. Tres focos de luz, las runas empezaron a dibujarse sobre el suelo, brillando tenuemente. La, ahora borrosa Fraya, tampoco parecía saber qué estaba pasando.

Tenía que ser una ilusión ¡Si, eso es! Rebuscó en su bolsa de viaje en busca de la vieja bola de cristal de Zakarias. La interpuso ante sus ojos, tratando de observar la realidad a través de ella mientras murmuraba…La bola rodó por la cama deshecha, en su interior la neblina encerrada dentro del cristal, giraba a una velocidad frenética hasta que se detuvo de golpe, formando la afilada pupila de un ojo sin párpados… que no dejaba de mirarle.

En un parpadeo la niebla a su alrededor se deshizo en jirones de sombras, al segundo parpadeo la figura de Fraya se convirtió en humo arrastrado por una fuerte corriente, al tercer parpadeo se encontró de pie en un lugar completamente distinto.

Parecía una tienda de campaña amplia, llena de cajas, una mesa y un par de futones en el suelo. Hacía calor, y la pesada tela de lona que hacía las veces de puerta, se agitaba levemente mecida por un viento seco.

- ¿Do…dónde estamos?

Feros se giró sobresaltado ¡Imposible! ¿Qué hacía Fraya allí? Era una visión, de eso estaba seguro ¿Se había vuelto loco? ¿Habría arrastrado la conciencia de la Hin aquel sueño profético? No pudo si no quedarse perplejo mirándola, jamás había pensado que… y sin embargo algo era distinto. Nunca la visión había sido tan clara, además parecía estática, como esperando a que él la invadiese, desentrañase sus secretos, y no al revés.

No estaba preparado para otra profecía, temía dejarse llevar por la locura otra vez. Pero ya estaba allí, no había vuelta atrás. Recitó el dogma de Savras, cerrando los ojos un instante y tratando de reafirmar su Fe, aferrándose a ella para poder avanzar.

- Permanece atenta a todo lo que veas y oigas, no pierdas detalle

La arena crujía bajo sus pies, mientras aquellos hombres de piel tostada, se desplazaban afanosos entre las tiendas del campamento. Las palmeras se arqueaban sobre la superficie del agua, como si sus copas tratasen de beber del mismo agua que sus raíces. Sintió durante un instante que se encontraba de nuevo en Calimsham, recorriendo las ardientes arenas del desierto, pero no…aquello era el Anauroch.

Como supuso, su conciencia se había proyectado en aquel lugar, era posible que en un presente, más que en un futuro. Podría haberlo inferido a través de las estrellas, pero ya hacía tiempo que se habían marchado. Avanzaron por el campamento Bedin, mientras los nómadas miraban a hacia ellos, a través de ellos, sin ver nada.

Unos minutos de deambulación bastaron para recoger los datos más importantes de lo que les rodeaba, así que decidieron avanzar, adentrarse un poco en las cercanas dunas.

- Te estaba esperando

Se giró, la voz no era la Fraya, un hombre estaba mirando hacia ellos, pero no como los demás…les estaba viendo. Parecía un bedin más, aunque llevaba la cabeza descubierta y afeitada, cosa extraña en un hombre del desierto.

- Por aquí, Feros

Su voz destilaba misticismo y al mismo tiempo inspiraba confianza. Se apartaron un poco del campamento y volvió a encararse hacia ellos, en silencio. El tiempo pasaba y nadie dijo nada, solo esperaban mientras aquel hombre les miraba. De repente su piel, otrora oscura y curtida, se convirtió en pálida y traslúcida como el cristal, sus ojos empezaron a brillar….y un tercero se desdibujó en su frente.

Contuvo la respiración, esperando el momento en que sus pupilas se envolviesen en llamas, el momento de la angustiosa revelación…pero esta vez no fue así. La figura se encogía y se encogía, perdiendo su forma pero sin producir lamento o sonido alguno en el proceso. En poco más de un parpadeo en su lugar sólo quedó una esfera de cristal y en su interior un pequeño ojo brillaba, llamándole.
Imagen

Se sentó en la arena, frente a la bola. Sentía como le llamaba, y al mismo tiempo tenía miedo, miedo de lo que podría esperarle. Su mano se movió, lentamente, hacia la superficie de cristal…solo un poco más, un poco más…

Se echó rápidamente hacia atrás, la esfera empezó a crecer y crecer, y su superficie ya no parecía de cristal. Un fuerte viento se alzó haciendo ondear su túnica y obligándole a entrecerrar los ojos. El aire se había vuelto ralo, más fresco y ligero, le costaba un poco respirar, al tiempo que una fina llovizna empezaba a calar a través de la túnica. Afiladas rocas desnudas le rodeaban y entre ellas podía ver como el Anauroch se extendía bajo sus pies hacia el este, el dorado mar cuyas inmutables olas dibujaban un paisaje hermosamente muerto. Miró hacia atrás, estaba viendo la enorme esfera, desde dentro y desde fuera, se veía a si mismo, dentro en aquella montaña y fuera, mirándose. Tras de él, con el sol poniéndose a lo lejos, se abría un extraño valle envuelto en una densa bruma, algo le llamaba la atención… el pulso mágico que emanaba le llegaba hasta allí, podía sentirlo, podía casi tocarlo.

El viento volvió a elevarse, con furia, arañando la piel de sus mejillas con los pequeños granos de arena que arrastraba. Opuso resistencia, colocó el brazo cruzado frente a su rostro tratando de protegerse, mientras la túnica marcaba todo su cuerpo como tratando de escapar tras de él… y podía entenderla. Un muro de oscuridad avanzaba desde el Anauroch, la tormenta de tinieblas y arena tomaba terreno inexorablemente, cabalgada por una presencia femenina más oscura que la noche que iba dejando tras ella. Sus ansias de destrucción y venganza atravesaron su cuerpo, sitió como trataban de cortar su corazón y un ojo negro intentó proyectarse en su mente, desentrañarla, apoderarse de ella...

La tormenta cesó, podía verla, pero no la sentía. La veía en aquella enorme esfera, encerrada, pero él ya no estaba dentro con ella. Respiró finalemente. Se escuchó un fuerte chasquido y un vórtice pareció tragarse todas las imágenes, y o oscura fuerza con ellas. La esfera encogió nuevamente, transformándose una vez más en cristal, y voló hasta sus manos.
Imagen

Poco a poco pudo abrir los ojos, estaba completamente agotado y le llevó un rato ponerse de pie. Tanteó su túnica y el mundo pareció contener el aliento por un instante…la pequeña bola brillaba tenuemente en su mano. Miró alrededor ¿Y Fraya?

La biblioteca estaba prácticamente vacía, como siempre. Él había amontonado varios libros sobre la mesa pero solo uno de ellos estaba abierto frente a él. “Auge y caída de Netheril, los orígenes de Anauroch”, “Particularidades del desierto y la vida de los Bedin”, “Dioses oscuros y sus campeones: Tratado sintético.” Podían leerse estos títulos y más en los polvorientos lomos de cuero.

Se levantó, había tomado una decisión: La respuesta estaba en el desierto… debía verlo por si mismo.

Salió de la estancia apresuradamente, recogiendo casi al vuelo una hoja de pergamino garabateada de su puño y letra. En ella rezaba:

“Cuando el desierto aúlle y sus arenas se alcen, una terrible oscuridad vendrá del este cabalgada por una dama negra. Destrucción y venganza será la estela que atrapará a todos lo que sepan de su paso. “
La Bestia (parda)
Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

Leyendas de Elah Zad

“… sin embargo poco más sabemos sobre este esquivo pueblo. A ello sin duda contribuye que, por su condición nómada, no establecen los pueblos Bedín asentamientos fijos prácticamente en ningún lugar de La Espada, ni siquiera en la época invernal cuando el Mar de arena se ve barrido incesantemente por tormentas de nieve y hielo (las pequeñas tribus desaparecen de un día para otro para reaparecer cuando la temporada del vendaval aullante remite, sin que nada se sepa sobre qué ocurre con ellas en éste intervalo) a excepción, sin duda alguna, de ese oasis que sobrevive entre poderosos peñascos – ver informe correspondiente – al que los nómadas llaman en secreto Elah Zad…”

Informe de Phandaal, Caballero Arcano.

“Anaurokh: breve guía para la Orden Arcana”, Tomo III, pergamino 264.

Nevesmortas, La Marca Argéntea, 1289.



El farallón rocoso resplandecía en rojos al atardecer. A sus pies el horizonte dibujaba la imagen más bella, el sol inmenso hundiéndose en la arena empujado por el estrellado manto de la noche del desierto, azul degradando a negro el inhóspito Anaurokh. Como si la lanza de un dios hubiera arañado la extremidad de un coloso de piedra, un angosto desfiladero conducía al inesperado paraíso, único refugio en varias vidas a la redonda, oasis de supervivencia y protección que albergaba un minúsculo palmeral. Las rocas levantaban muros contra el desierto, protegiendo la laguna de agua pura de hielo que todos los años renacía sin antes llegar a morir, impidiendo su evaporación, a salvo de las salvajes tormentas de arena, hielo, rayos y truenos que hacían a los que resistían merecedores de conservar la vida en aquel maravilloso e implacable mundo.

Lentamente los últimos rayos del día abandonaban, reptando por paredes verticales de piedra, la superficie de arena que rodeaba al palmeral. El enclave comercial Bedín asentado sobre ellas suspiraba a las primeras estrellas llenándose de mil aromas, dando por terminada otra agotadora jornada de resistencia. La guardia de Estrellas enfilaba el desfiladero para reemplazar a la del Ocaso mientras mercaderes, sabios y artesanos bullían de actividad aprovechando el lapso de agradable temperatura, ese umbral entre el día y la noche del que los hombres del desierto se sirven para realizar sus cometidos. Varios hornos comenzaban a humear, dibujando espirales en el atardecer, mientras las mujeres preparaban la abundante cena conmemorativa. Ese día incluso se podía comer carne en el desierto.

Ashraf Mu´jib ya no era joven. Su poblaba barba blanca, bendición de los dioses, así lo atestiguaba. Pero el honor, el respeto del que gozaba y toda su consideración no le ayudaban con aquella empinada escalera, apenas unos toscos peldaños tallados en roca, erosionados por siglos de viento y arena. Cada día le costaba más llegar a la elevada plataforma que se asomaba a la lejanía sobresaliendo del abrupto conjunto rocoso. Si, ese lugar tenía algo, el baño de luz de atardecer frente al horizonte abierto era una experiencia casi mística.

Maldiciendo para sus adentros subía pesadamente, sin dejar escapar queja alguna pues así lo dictaba la tradición. La tabla de la sabiduría, en aquel lugar era donde siempre se había enseñado historia a los valiosos niños Bedín. Vástagos de diferentes tribus que por destino de sus progenitores disfrutaban de la existencia en el Oasis, privilegiados príncipes del desierto. La posesión más valiosa del pueblo de las arenas. Aquellos demonios de pelo enmarañado le habían dejado atrás hace tiempo, casi a la carrera, y disfrutaban ahora en algarabía lejos de estricta disciplina de su sabio maestro. Risas y juegos que finalizaron abruptamente cuando la agitada respiración del anciano Bedín comenzaba a oírse en el extremo superior del pasadizo excavado.

Niños y niñas, pues a esa edad aún aprendían juntos, formaban un círculo perfecto tomando asiento sobre la tibia superficie de roca negra. Exactamente en el Este dejaron un hueco a su maestro, que los encontró formados y sonrientes al acercarse a su posición habitual. Sentándose pesadamente Ashraf entornaba los ojos, comenzando el cántico tradicional preludio de la lección diaria. Como durante días anteriores versaba sobre historia, pero aquella jornada tenía un matiz festivo. Celebraban un afortunado suceso del pasado y los niños estaban ansiosos por devorar los dulces de hojaldre que humeaban en los hornos.

El anciano abandonó el canto y, tomando una bolsa de guijarros blancos, se dispuso a contar la vieja leyenda mientras dibujaba formas disponiéndolos en el suelo. Su voz era pausada y suave y los niños escuchaban embelesados, bajo el influjo de la sabiduría del maestro más que por la férrea disciplina de la educación Bedín, aún no patente del todo en sus tiernos espíritus.

“Levantad la cabeza a At´ar, que da vida y la quita. Abrid las orejas a Elah la de luz blanca, mostrad respeto ante el caos de Kozah. Escuchad atentos, cachorros de león, hijos de la arena. Pues ésta es vuestra historia y no debéis permitir que sea arrasada por el olvido.”

Los niños escuchaban respetuosos, salvo dos pillos que, sentados frente a Ashraf en el extremo opuesto del círculo, jugaban a pellizcarse por la espalda como pérfidos escorpiones.

“Toda mi vida la he pasado aquí. Mi padre, y el padre de mi padre también vivieron aquí. Os contaré cómo, tres generaciones atrás, la oscuridad se abatió sobre el bastión de los hombres libres. Los cuernos de alarma no sonaron aquel atardecer, pues las sombras los habían silenciado. Sí, jóvenes guerreros, hasta nuestra defensa oculta puede ser burlada, y es una lección que no olvidaremos…

…demonios de la noche se abatieron sobre nuestros antepasados, robándoles la vida y el honor. Asesinados a sangre fría, ocultos por su silencio mortal. Umbra es el nombre maldito que más allá del mundo tienen, el ejército de las sombras, ¡magos! Seres deformados por la magia, pues no es otro el destino de quien maneja las artes de la corrupción. Son hechos como éste los que demuestran lo acertado de las tradiciones de vuestro pueblo, esperanza de los Bedín, los que afianzan su validez. La magia sólo trae destrucción, y debe ser erradicada en cualquiera de sus manifestaciones.”


Un ligero griterío de horror se extiende sobre la joven audiencia ante la simple pronunciación de la palabra “magia”. Incluso Asham y Al´Asr, los más intrépidos alumnos del oasis, detienen su lucha subrepticia y vuelven su atención a las palabras del anciano. Poco a poco el brillo rojizo abandona las paredes de roca, dando paso al gris azulado que precede a la noche. Quizá fuera la bajada de temperatura la que provocara que un escalofrío recorriera el cuerpo de todos los infantes cuando su maestro comenzó a hablar del arte prohibido.

“Difícil de creer resulta que los antiguos dioses abandonaran a sus elegidos. Pero fue así, pues un inadvertido mercader Ruwaldi, su familia se pierda entre las dunas, atrajo la desolación y el deshonor. Cegado sin duda por él, trajo consigo de un imprudente viaje por el Océano de piedra un antiguo medallón. Un artefacto de tiempos pasados cargado de magia mortal. No era, desgraciadamente, una de esas baratijas que vendemos a los comerciantes del orbe. Tan poderosa era que incluso pasó desapercibida a los sabios, ni siquiera las certeras videntes más ancianas acertaron a ver la amenaza que se cernía sobre Elah Zad. Distintas tribus guardan este sagrado refugio y poseen honor suficiente para mantener aquí delegaciones, pero ni siquiera los mejores entre los Bedín pudieron evitarlo, aprended de la tragedia. Nuestros guerreros saben luchar mirando a la muerte sin miedo, pues la vida nada es sin honor, pero nada pueden hacer contra sombras intangibles. Dice la tradición que una oscuridad antinatural envolvió el palmeral y destellos morados incendiaron las pieles de camello de las tiendas, explosiones rojizas derribaron los hornos y yunques, los tapices de la Estancia del Amanecer fueron rasgados por filos invisibles que herían a nuestros mejores guerreros sin dar oportunidad a respuesta alguna. Sin honor, aprendices, aunque cueste concebir tal horror. La magia es capaz de rebajar a los hombres al nivel de las bestias. Aquel día la desolación cayó sobre vuestro pueblo.”

Haciendo una breve pausa, el veterano orador invocó el favor de At´ar y, extendiendo una mano sobre unas ramas que por allí yacían dispuestas, encendió un fuego en el centro del círculo. La diosa sol no permitiría que sus príncipes cayeran enfermos por la noche del Anaurokh. Y sus madres maldecirían cientos de generaciones de su familia si Ashraf lo consentía. Animados por la aparición de las llamas los ojos de los dos pequeños luchadores brillaron de nuevo, reanudando su mortal duelo con renovadas energías, imaginándose en medio de una infiltración a campamento enemigo. Dejándose llevar, perdieron el disimulo, y el maestro hubo de llamar su atención suavemente mientras, mesando su barba, reanudaba la lección.

“Aquel día cayó el padre de tu padre, Asham, y el campeón de la tribu Ash – Khara luchó con bravura hundiéndose en las arenas el último de los presentes. Con las cimitarras aún empuñadas, tieso como una lanza, sin doblarse nunca ante el imposible enemigo. Concentrado, Asham, concentrado. Todos lucharon con valor, todos con honor, todos cayeron en breves minutos. El silencio se hizo completo y el pueblo de las arenas fue derrotado.”


La tristeza inundó los corazones de los niños mientras comenzaban a echarse las capas por los hombros, abrigándose junto al fuego. Ashraf dejó pasar unos instantes antes de continuar la narración. La noche se cerraba sobre ellos, pronto sería incómodo permanecer allí.

“Sin duda parecía que los dioses nos habían abandonado. Pero el grito de los Bedín clamando ante la injusticia llegó a los cielos, atravesó piedra y arena y finalmente fue escuchado. Pues contra todo pronóstico, algo después de que los chacales huyeran con su maldito botín, dos viajeros de otro mundo fueron enviados por la más alta, que brilla cada mañana. Dos campeones de At´ar, macho y hembra, personificación de venganza y justicia. La venganza tomaba el nombre de Ael-en-Zhyl, la justicia de cabello cobrizo Ahir-teh-mish. Empuñaban arcos tan largos como un hombre y vestían exóticas vestiduras. Dicen los sabios que aquellos avatares de los dioses eran “el-fohs”, criaturas sacadas de cuentos para soñadores, y puede que lo fueran pues tan extraño fue el acontecimiento que entonces sucedió que nunca antes ojos Bedín contemplaron. Con el inmenso poder de Elah sanaron a los moribundos, y el mismísimo Kozah, reza la tradición, reanimó a los caídos tomando forma de bastón brillante y labrado. El noble pueblo fue restituido en su afrenta y, para evitar que vuestro linaje fuera manchado por la magia oscura, los salvadores se tornaron en vengadores, partiendo hacia destinos desconocidos.”

El brillo de esperanza en los ojos de sus alumnos recompensó al maestro por la costosísima escalada. Aquello lo pagaba todo, se decía mientras intentaba apresurar el relato antes de que el frío empezara a ser peligroso, pues el aguante de los niños Bedín es prodigioso pero no tanto como lo es el de sus mayores.

“Nadie sabe a dónde fueron. Nadie sabe qué hicieron, ni cómo lo lograron. Pero al cabo de una luna regresaron vencedores, portando con ellos el maldito medallón y cientos de vidas de los impuros asaltantes como muescas en sus armas. Y he aquí que los dioses, una vez más, ponían a prueba al pueblo que no falla. Pues a devolvernos el medallón se ofrecieron, en nuestras manos arrojaban tan inmenso y horrible poder. Nuestra infalible tradición se hizo ley, y una vez más la tentación fue rechazada. Rechazado el medallón y su magia, los enviados nos abandonaron de vuelta al confín del mundo, donde habitan con otros seres de leyenda.
Los dioses siempren vigilan, jóvenes bedín, y la magia debe ser erradicada.”


Cerrada la historia y aprendida la lección, los niños fueron liberados de su deber de instrucción. Abandonaron respetuosos la atalaya, dando rienda suelta a su condición infantil bajando al trote el pasadizo escalonado. Ashraf recorría menos fatigosamente el camino hacia el centro del Oasis en ese sentido, sin duda, pero su rostro se contraía en la oscuridad acuciado por oscuros pensamientos.

No era Asham el travieso el único descendiente de los que aquella historia vivieron. La propia madre de Ashraf, muy niña entonces, también fue vuelta a la vida. Poco después de aquello fue cuando aparecieron los sueños, cuando el consejo de ancianos la examinó en profundidad ante el temor de que encarnara a una bruja. Sin embargo no era maldición sino gracia, y pronto pasó a ser una de las videntes del Oasis interpretando signos para el pueblo Bedín, cargo que ahora él mismo ostentaba. Había vivido feliz con su padre, emisario del jeque de su tribu, y todo hubiera sido perfecto de no ser por ese sueño que, mezclado entre sus premoniciones, le atormentaba. Se despertaba sudando, sin recordar nada de él, sólo un nombre en su cabeza resonando como una advertencia. Una y otra vez, repitiéndose cíclicamente hasta el día en que su cuerpo fue lavado por última vez.

Aquel sueño, como el cargo y la habilidad, había sido transmitido a su descendencia. Pero, al contrario que en la mayoría de los casos, no había pasado de madres a hijas, sino a él, el hijo menor de la familia, convirtiéndose así en uno de los pocos e improbables videntes masculinos del desierto.

Abandonando al fin las escaleras, Ashraf arrastraba su viejo cuerpo hacia las hogueras del Oasis. La fiesta ya estaba preparada, exquisitos aromas llenaban la apacible noche. Deseaba más que nunca disfrutar de la cocina de su fiel primera esposa en el regazo de la segunda, más joven y cálida aunque no tan sabia y comprensiva. Deseaba, más que nada, que los dioses le concedieran una noche de tranquilidad.

Ahora, como desde hace tanto tiempo que no podía recordar, el sueño le asaltaba cíclicamente, aumentando su frecuencia lenta pero inexorablemente. Tampoco nada de él recordaba, sólo un nombre en la incierta premonición:

Yllielr-ank-orcus´sh

Yllielr-ank-orcus´sh

Yllielr-ank-orcus´sh


Lejos, en el infinito horizonte del Oeste, la sombre seguía creciendo. Ashraf se preguntaba si de nuevo los campeones divinos vendrían en ayuda de su pueblo. Ocurriera lo que ocurriera, sabía con certeza que esta vez sus cansados ojos no vería el final, intuyendo que los sucesos por venir pasarían por encima de su pueblo implicando tierras lejanas y criaturas de leyenda.

“Que Elah nos guíe a través de la oscuridad”


Rspondiendo a su plegaria, la luna brilló con intensidad.


Glutentag escribió:FRIO, NIEBLA Y MUERTE

La exigua compañía se movía con paso lento entre la espesura. Los bueyes agitaban sus colas nerviosamente, palmeándose sus propios cuartos traseros con ellas. Los cadáveres de los Osgos yacían inertes, sin vida y en un charco de negra y cálida sangre que humeaba en la gélida noche, mezclándose con el embarrado terreno. Eowaran limpió con cuidado sus armas y retomó las riendas del buey reanudando la marcha.

Feros se alejó un poco de la seguridad de la comitiva, para recoger un gran ejemplar de Amanita Muscaria seguido por la mirada de Ainvar, debatieron durante un rato sobre las propiedades del hongo, cuando un alboroto más al norte llamó su atención. Se habían separado un poco del grupo principal así que corrieron en dirección al ruido, Feros se sujetaba los faldones con una mano para no embarrarlos demasiado y evitar tropezar.

Imagen

Al llegar pudieron comprobar como el cadáver de uno de los bueyes, el del druida oso Ahory se estremecía con los últimos estertores de vida que escapaban de él, del mismo modo que el reducido grupo de Osgos que habían causado su muerte. Un escalofrío recorrió el cuerpo del Arcano, la temperatura era inusualmente baja…

Avistaron el campamento del enano, la titilante luz de su hoguera era una cálida llamada en aquella noche que parecía haber sido maldita por Auril. Un grupo de ciervos saltó a su alrededor, parecían cómodos gracias a la presencia de ambos druidas y sus acompañantes empezaron a distraerse con ellos. Mientras zanjaban el negocio con el enano, Feros aprovechó para realizar cerca del fuego, su meditación diaria, comenzándola como siempre recitando el dogma de Savras.

…Busca los motivos ocultos antes de actuar y no causes daño a la totalidad del reino en el que vives tu vida mortal…Terminó e recitar para si, poniéndose en pie.

Observó cuidadosamente a su alrededor, todo el grupo se había reunido en corrillo alrededor de algo, alcanzó a reconocer a Nelia ¿Cuándo había llegado?... Parecían rodear un bulto. Al acercarse pudo ver un ciervo, lo habían diseccionado y sus órganos estaban expuestos, otro par de ejemplares se encontraban cerca, tumbados, sin vida.

Imagen

- Tiene los pulmones encharcados en sangre – Dictaminó Ainvar.

Un murmullo corrió como la pólvora entre los presentes, mientras las teorías al respecto de una posible enfermedad se debatían entre unos y otros. Feros reflexionó un poco sobre el suceso. ¿Qué clase de enfermedad podría hacer algo semejante? Había leído sobre ciertas enfermedades que causaban que el sujeto tosiese sangre, pero algo tan masivo… sólo lo podría relacionar con un gran traumatismo o…

- Siendo bilateral y generalizado…quizá se trate de un tóxico que hayan inhalado, si fuese una enfermedad, lo habitual es que la hemorragia fuese más localizada, es una teoría, claro… -

La idea pareció fraguar entre los presentes, aunque al poco la atención se desvió al druida oso. Al parecer había sentido la mano del Padre Roble, un consejo, una voz que le advirtió del peligro que se alzaba al norte, de que debían buscar a las doncellas…

El enorme roble se recortaba en la oscuridad del bosque, con una imponente y retorcida silueta negra que parecía querer cobijarlos…o atraparlos. Una neblina nauseabunda lo rodeaba, enroscándose entre las raíces y dejando que jirones de su esencia se ensortijasen y reptasen sobre la hojarasca putrefacta que servía de mantillo al gigantesco árbol.

- Debe ser aqui – Dijo Nelia – Eowaran y Ahory id a echar un vistazo por los alrededores

Nelia y Ainvar examinaron el árbol y trataron de buscar huellas, o cualquier pista que les orientase para descubrir el origen del problema. Feros permaneció con ellos, algo apartado, observaba la neblina con curiosidad, mientras en su mente bullían diversas hipótesis que se iban rechazando poco a poco por otros razonamientos.

- Feros ¿Podrías descubrir si hay alguna magia arcana de por medio en esto? – Nelia le hablaba desde la distancia.

- Si, podría intentarlo. Existe un conjuro adivin…-

- ¡Espera! ¿Qué es esto?...parece un corazón – Le interrumpió la elfa, al tiempo que extraía el negro órgano, enterrado entre las raíces del roble.

- ¿Hm? Traedlo…intentaré descubrir su origen… -

Con cuidado comenzó a dibujar el círculo arcano, realizando un surco en la turba y espolvoreando algo de tiza blanca en él. Cuando terminó de trazar las runas de “Ojo” “Pasado” “Luz” “Dimensión” y “Verdad” en las puntas del pentagrama, remarcó el dibujo con la tiza – Las runas que manipulen el tejido - y se acomodó en su centro, colocando la sencilla bola de cristal ambarina frente a si – Un ojo para otear entre la niebla - . Rebuscó en su bolsa, sacando tres velas blancas de cera de abeja purificada y procedió a encenderlas. - Una luz para iluminar el camino -

Imagen

- Colocadlo frente a la bola, por favor – El arcano miró a Nelia

Un objeto que nos marca el camino…

Se concentró, preparado para culminar el conjuro… el afilado y ennegrecido metal silbó en el aire para chocar contra el suelo, trastabilló hacia atrás, justo a tiempo para ver como Nelia desviaba el golpe de aquella criatura. Su rostro, de piel negro-verdosa se contraía bajo la mueca de ira, mostrando los amarillentos colmillos. Recogió a toda prisa la esfera ambarina, y alargó la mano para coger también el corazón.

Detuvo su brazo justo tiempo, a milímetros de su piel una hoja cantó en la oscuridad. Otro imponente orco, ataviado con retazos de metal mal conjugados a modo de armadura, clavó sus ojos inyectados en sangre en el arcano, dispuesto a asestar otro golpe. Feros conjuró con rapidez, desapareciendo de la vista de la bestia. Se alejó observando desde cierta distancia el conflicto, los orcos parecían llevar ventaja y la mayoría de los compañeros de viaje habían caído ya.

Al escuchar un grito de lucha su ángulo de visión se vio forzado, obligándole a girar para ver que sucedía. Nelia seguía en pie, combatiendo contra un orco algo más pequeño que el resto, vestía con harapientos ropajes decorados con huesos y calaveras. El orco alzó una plegaria en su abrupto lenguaje…Feros pudo reconocer el efecto, sin duda era un encantamiento, no podía moverse.

Se acercó a Nelia aprovechando el ruido que la caza de los supervivientes estaba formando y con rapidez tejió una ilusión para redirigir el ángulo de reflexión de la luz que incidía contra su cuerpo. Aprovechando la invisibilidad de ambos recurrió a los pocos conjuro abjuratorios que conocía, esperando que consiguiese reponerse pronto al encantamiento…ya sólo veía a Ainvar en pie.

La exploradora parecía una hoja danzando en el aire, sus armas cortaban el viento mientras los orcos iban, poco a poco, cayendo. Paró a retomar aliento justo en el instante en el que el sacerdote orco se desplomó en el suelo.

Feros, intrigado, corrió para examinar el cuerpo del clérigo. Pudo reconocer, plasmado en sus enseres, el símbolo de dos manos pálidas. Tardó cierto tiempo en recordarlo, pero si no se equivocaba, aquel era el símbolo de Yurtrus, el dios orco de la plaga, la muerte y la destrucción. Rebuscó entre sus pertenencias hasta toparse con una varita, parecía una varita arcana, pero tenía grabado en ella los símbolos de la triada de dioses Bedin y Ahory (restablecido ya) pareció inmediatamente convencido de que se trataba de un objeto cargado de magia divina.

Frunció el ceño…otra vez el Anauroch. El viaje era cada vez más necesario.

De golpe, recordó el corazón que había dejado atrás en su huida, volvió rápidamente al lugar del ritual, el círculo había quedado emborronado por las pisadas y el combate.

El corazón, ya no estaba…
La Bestia (parda)
Hur0n

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Hur0n »

DIARIO DE EOWARAN FREYN:

Por Erevan que jamas he visto nada igual...Fue ayer por la tarde...

Despues de estar caminando todo el mediodia por la zona norte de la villa,me llamo la atencion un pequeño lobo que estaba alimentandose del cadaver de un tejon.
Decidi acercarme todo lo concentrado en no hacer ruido que pude y entonces levanto la cara. Era horroroso.

Al ver su cara,mucho mas chata que la de un lobo normal,supe que habia algo que no encajaba...Entonces la escuche gritar...

El animal se abalanzo sobre mi cuello,aunque me dio tiempo a interponer uno de los kukris delante de su cara...El acero sono como si le hubiera dado a una maldita roca.
Detras del animal que gruñia consegui ver a Shiga que estaba siendo atacada por mas de esos seres,pero...¿antes no habia un trasgo ahi?

El lobo volvio al ataque y yo con un giro de la cintura,consegui que me pasara por alto lo suficiente como para rajarle el estomago en un movimiento...la criatura se disolvio en el aire,antes de tocar el suelo.

Corri con la velocidad que reza un banita loco a la altura de Shiga y con alivio vi a Ainvar transformado en pantera (nota del autor: Eso lo supe antes) degollando a trasgos y lobos por igual... o eso creia..

Uno de los trasgos salio corriendo de la cueva y a unos 10 metros de nosotros comenzo a tener convulsiones y hacia unas cosas muy raras. A los pocos segundos se hizo un ovillo en el suelo y de el emergio uno de esos perros del infierno,cuyos mordiscos tenian la capacidad de dormir los musculos y embotar la mente de la victima..no podias pensar en otra cosa mas que en el mordisco.
Entre los 3 pudimos hacer frente a todos esos seres que emergian de la oscuridad.

Al cabo del tiempo,logramos acabar con todos y nos dirigimos hacia el hospicio para descansar y una vez descansados decidimos mirar el interior de la gruta.
Antes de llegar,de entre las sombras,aparecio Caelidan que amablemente decidio acompañarnos....Contra mas mejor..

la gruta parecia mas transitada que de costumbre y de cada esquina y de cada sombra,nos atacaban pequeños grupos de trasgos y no se quien fue,creo que Shiga, nos advirtio de que se oian unos canticos al fondo de la gruta..

Al avanzar hasta el final (con derrumbes por el medio que dejaban paso a galerias mas profundas) vimos un altar con un cuerpo desmembrado encima..Por Corellon que era horrible.Le habian quitado el corazon y en su lugar habian puesto uno de un animal del desierto..Un leon segun dijo Ainvar..Parece que esta muy seguro.

A los lados del altar,en el suelo,habia dos libros manchados aun con la sangre del sacrificado..un oversaba sobre gruumsh y el otro estaba en el idioma orco. Suerte que Caelidan supiera ese idioma,debido a que en su hogar estan batallando continuamente con esos seres..No se como hay elfos que aguantan viviendo asi.

El libro hablaba sobre un ritual que hacia aparecer a "los colmillos oscuros" al final parecia que esos trasgos cambiantes,eran seres de otro plano (N. A. Buscar a Feros) seres al servicio de Yurtrus un dios orco a la que la señorita Earane (que resulto ser de mucha ayuda despues) llamo el señor de los gusanos(N.A. Ir a la biblioteca de sundabar)Ella,a la que nos encontramos despues,me ayudo a recordar aquel dicho que decia aquella señora que conoci en Athkatla..Arabela creo recordar..."Eres duro como el morro de un Barghest" Quizas deba preguntarle a alguien por ese nombre.

La salida de la cueva fue tranquila aunque estuvimos un par de horas dentro por tener que esquivar los derrumbes y los grupos de trasgos que nos salian al paso.
Regresamos a la villa y decidimos acampar en las afueras para leer el libro con mas calma.





Espero que la estrella de Erevan Ilesere nos ilumine en esta aventura.


F.d. Eowaran Freyn: Seguidor de Erevan.
Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

Wantu escribió: Año 1462, 23 de Eleint

Han regresado de Sundabar, cansados parece ser, porque esta cronista solo ha tenido oportunidad de hablar someramente con una de nuestras vecinas, la señorita Naja. Poca información ha dado sobre lo acontecido salvo que al final de su expedición los muertos vivientes hicieron acto de presencia. Estamos a la espera de que de nuevo se levante el toque de queda en la vecina ciudad y se reabran sus puertas.

Una enigmática neblina y un frío intenso han caído sobre nuestra villa, a pesar de tener un clima de por sí abrupto, se ha podido notar un incremento de éste. Ningún dato más se puede aportar acerca de tal inclemencia.


Curiosamente, nuestra ciudad sigue siendo objeto de interés para todos y en esta oportunidad han llegado por espacio de algunas jornadas tres comerciantes orientales, amigos personales de la dama Lanzagélida dicen, portando toda clase de gemas preciosas, esencias, plantas aromáticas y perfumes. Cualquiera puede ver el campamento levantado en la entrada norte de Nevesmortas.

Daya Lovendil, Cronista de Nevesmortas
La Bestia (parda)
Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

Kmos escribió:*llega una carta a quien corresponda recibirla, con una fina caligrafia élfica*
Ilustres Arcanos de la orden.

Me dirijo a ustedes para darles a conocer los ultimos acontecimientos de Nevesmortas, en el que un portal al infierno gelido se abrió cerca de la entrada norte, provocando un terrible cambio climático. De este aparecieron algunos elementales y un demonio, el cual manipulo a varios de los habitantes de la villa para hacer llegar una esfera desde el interior del portal, los cuales, tras hacerlos, hablaron al unisono transmitiendo el siguiente mensaje:

"Escuchad sangres calidas, este es el orbe de los Infiernos Helados. Ha llegado al plano material a traves de vosotros, sangres calientes. Su cometido es protegeros de otro mal o destruiros, en vuestra eleccion esta su cometido."

Actualmente, y debido a algunos incidentes, una de estas victimas posee dicha esfera.

Quedo a su disposición para darles un testimonio más detallado.

Isendil Ewien.
La Bestia (parda)
Wantu
Sin vida social fuera del monitor.
Mensajes: 1069
Registrado: Vie Jul 16, 2010 7:52 pm

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Wantu »

-Narración de lo acontecido de Eáranë a su Tío Isildir-.

…Y fijaos, tío Isildir que yendo por el sendero que se aleja del norte de esta extraña comunidad, observé entre los nevados árboles a varios caminantes, algunos estaban heridos aunque bien sabéis que hubiese preferido estar en otro lugar. Los caminantes eran cuatro y desde que ellos me vieron me advirtieron que no avanzase hacia el norte pues aberrantes trasgos cambiantes rondaban por la cueva sita en las colinas. Por supuesto, no continué mi avance y acepté acompañarles a pesar de mi “pequeño” problema hasta el campamento del Oeste. Era un asentamiento propio de druidas o exploradores, improvisado a base de ramas y hojarasca, un caldero encendido era el centro del campamento y para mi desgracia, el asado olía a manjar de dioses. Más allá cerca de la orilla del pequeño riachuelo se alzaban algunas dianas donde posiblemente los arqueros del campamento probasen y ejercitasen su puntería. Logré controlar por primera vez mi problema y me senté con ellos no sin antes tomar mis medidas, no quiera Beshaba que pille lo que no tengo…

De inmediato comenzó el relato de cuanto habían visto en aquella cueva, trasgos que cambiaban a lobos, trasgos que por lo que narraban estaban inmersos en un ritual, donde cambiaban el corazón de la víctima por otro distinto en este caso el de un león según dijeron los narradores (sin duda de origen orco, ahora me alegro de haber terminado de leer los tomos sobre religiones y ritos).

Encontraron a los lados del altar del que hablaban varios libros, dijeron que uno versaba sobre Grumush y el otro estaba escrito en la infame lengua orca que nunca podré comprender como un elfo es capaz de siquiera dejarla salir de sus labios. Cuando me volvieron a describir detalladamente lo sucedido con los trasgos, supe sin lugar a dudas que eran criaturas de otro plano al servicio de Yurthus, el señor de los gusanos que como describía el tercer tomo, en su página 300 es otra deidad Orca. Tomaré mis precauciones por si, Tymora no lo permita, me cruzo con alguno ya que aturden con sus temibles aullidos.

La verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad.
Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

Pequeñas nubes se rompían en jirones contra el afilado remate de cristal, empujadas por la brisa del atardecer. El conjuro era uno de los que dominaba desde niña, y flotaba suavemente a varios cientos de metros de altura. Una esfera de fuerza la envolvía, desviando el azote de los vientos. La elfa contemplaba la puesta de sol junto a la imposible Torre de los Sueños.

Sin entrada ni ventanas visibles, esta espiral de cristal se elevaba hacia los cielos desde la Caída Brillante. En noches como aquella extrañas luces resplandecían en su interior, y algunas veces se escuchaba una música de indescriptible belleza que abarca varias millas a través de las montañas que la rodeaban.

La Maestra de Hojacantantes fijaba su mirada en el Este, en aquel punto oscuro sobre el Anauroch que parecía crecer día a día. Las noticias eran confusas incluso para los oídos más avispados, y el conato de la agitación reverberaba entre los muros de la muralla del prado como pequeñas ondas sobre la superficie de un gran lago.

A su lado, la aguja de cristal comenzaba su latir de impúlsos mágicos, y el canto de Corellon se expandía por la atmósfera como un potente perfume. Mirando hacia el Valle observó los trabajos de reconstrucción. Llevaría siglos levantar todo lo que había caído, sin contar las vidas perdidas. Pero ahora tenía una misión que cumplir, un nuevo cometido al servicio de su pueblo, un viaje largo, oscuro, peligroso y quizá sólo de ida. Como siempre, antes de partir, acudía aquí a meditar, flotando en la inmensidad del cielo junto a la creación de sus dioses, el lugar donde más cerca sentía su impulso vital.

Descendió suavemente en un paseo que le llevó casi una hora, mientras se desplazaba sobre el Valle, hasta dejarse caer en el patio de la Universidad de Magia y Armas ya ordenados sus pensamientos. Con paso firme enfiló el pasillo hacia sus aposentos mientras sus aprendices se inclinaban a su paso.

En una esquina del patio, cubierto por una capucha dorada, un sombrío personaje contemplaba la bella exibición de la Maestra de Hojacantantes, su vuelo elegante antes de posarse sobre el patio deshaciendo su escudo de fuerza en fina niebla y luz. La palabra "Arte" cobraba todo su significado entre aquellos árboles Hojazul, trenzados mágicamente a modo de murallas, que protegían la Universidad. Un leve resplandor delató que accionaba el broche de su capa, un arpa bellamente labrada atravesada por un relámpago azul. Desvaneciéndose en el aire, el encapuchado desapareció en el instante que Shanyrria abandonaba el patio.
La Bestia (parda)
LarkinSW

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por LarkinSW »

Se sentó en un pequeño refugio provisional que había construido después de abandonar campamento al Oeste de Nevesmortas para retirarse al bosque donde entrenar cuerpo y alma.

Dos rituales… Dos rituales que a todas luces afectaban al bosque y su entorno. Al menos el primero lo hacía y si estaba relacionado con el segundo… Suspiró rascándose la barba de varios días pensando en lo que había ocurrido aquellas dekhanas.

Primero aquel ritual en el bosque, los dos guerreros orcos, el clérigo de Yurtrus. Aquello era lo último que había visto antes de caer ante el ataque de los guerreros. Antes de aquello no pudo comunicarse con el milenario roble, pero Nelia encontró un corazón mientras Feros preparaba su ritual de adivinación. Fue justo cuando el adivino iba a investigarlo cuando llegaron los orcos persiguiendo a Ahory y su manada de osos. Se echaron encima.

Se relajó escuchando los sonidos del bosque. Feros tenía una varita, la única pista restante. El corazón se había perdido.

El segundo ritual, más cercano a Nevesmortas. Una caverna repleta de trasgos y algunos con la capacidad de cambiar a una forma similar a un lobo. Barghest los habían llamado la elfa solar y Eowaran. Venían de otros planos.

Un cadaver abierto sobre un altar, con un corazón ajeno a él. Un corazón de león del desierto, algo que estaba muy lejos de su lugar y el mismo que el que encontraron en el bosque. Lo reconoció enseguida, con total seguridad. No solo había eso, conseguimos rescatar unos libros de aquel lugar antes de quemarlo todo, incluido el corazón en un descuido.

Aquellos libros… Caelidan pudo traducirnos algunos fragmentos. Hablaba del jefe del panteón orco, Gruumsh. Mencionaba detalles relacionados con Yurtrus y detallaba su origen en las “cavernas de Luzhic”, la esposa de Gruumsh. Seguramente una referencia a un territorio de cría o reproducción, quizá un refugio de una tribu. Hablaba de como se realizaría una invocación.

El chillido de Yniar interrumpió sus pensamientos haciéndole sonreí r cansinamente. El halcón entró en el refugio con sus pasos cortos, picoteándole amistosamente. Le dio algo de carne seca mientras volvía a sus pensamientos. Quizá Feros tenía razón y la conexión de todo aquello la encontraría en el desierto. La necesidad de acompañarlo crecía en su corazón. Quería saber que ocurría allí, que podía afectar a aquel bosque y sus habitantes. Incluso la población podría llegar a resultar afectada.
Gorfuk

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Gorfuk »

Las múltiples laceraciones que cubrían su antebrazo derecho apenas le molestaban. El frío entumecedor del norte y su natural resistencia a las heridas le hacían desdeñar heridas que podían ser realmente graves. Y tampoco, por su naturaleza, podía desdeñar un buen combate. Y la elfa que tenía ante él, parecía un desafío adecuado.

Ésta, tras manchar la nieve de rojó carmesí con la sangre del último tigre, reparó en la figura que exhalaba nubes de vaho a través del yelmo. Apoyado en su hombro derecho, un enorme espadón del que refulgían llamas y una enorme armadura, abollada y arañada, le protegían. Parecía un tipo duro.

La tensión se podía cortar. Es algo a lo que Taugrekk estaba acostumbrado, y disfrutaba de esos momentos. La elfa, por su parte, parecía tranquila, relajada. Fue la primera en cometer un error. Unas malas palbras y el Taugrekk volteó su espadón para decapitarla. Y ahí fue donde el engendro cometió, a su vez, su primer error. La elfa desapareció y volvió a aparecer un par de metros más a la derecha, intacta. Taugrekk comprendió que era hora de dialogar.

La elfa pretendía ir al valle del Rauvin... Infestado de trolls y orcos. Le ofreció dinero, cosa que rechazó abiertamente: la curiosidad y el ansia de poder le motivaban más que una ridícula suma de dinero. La elfa no parecía convencida, pero terminaría por hacerle caso...





Un par de días más tarde, en los alrededores de la villa, sentado frente a una fogata, observando el fuego, comenzó a comprenderlo. Podría finalizar su búsqueda y, para bien o para mal, los habitantes de La Marca Argéntea recordarán su nombre para siempre...




// Editado por Garl, para que se vea algo... maldito Gorfuk, que nos quieres dejar ciegos :P
Malar
Mas pesado que Rusillo con los Tejones.
Mensajes: 1941
Registrado: Mar Feb 03, 2009 6:00 am
Ubicación: Plano de la Furia

Re: Balada del último Colmillo (ON rol)

Mensaje por Malar »

lordvimes escribió:Informe del iniciado Ricewen Redcully:

Me encontraba en la taberna de la villa de Sutchard, en compañia de varios aventureros y ciudadanos de Nevesmortas, cuando surgió el tema de unos libros encontrados en peculiares circunstancias al norte de Nevesmortas. Los libros eran un tratado sobre el dios orco Gruumush y otro libro de extraña manufactura que es el motivo de este informe. El libro en cuestión se titulaba en bedin antiguo "Manuel de invocacion demoniaca menor". Una posterior investigación relevó el significado de un sobretítulo escrito en bedín "Memorias del brujo bajo la garra/relámpago azul".

Al ver semejante título me interesé por las circunstancias de su hallazgo. El druida Ainvar y el aventurero Eowaran me contaron que los encontraron al pie de un altar en una cueva de trasgos oculta entre unas colinas al norte de la villa, después de interrumpir un extraño ritual con chamanes trasgoides involucrados, en el que de estos últimos surgian una criaturas (unos barguesi segun me describieron, demonios cambiaformas con aspecto trasgoide) despues de haberles sido sustituido su corazón por uno de león del desierto tratado en muy concretas circunstancias.

También me informaron de un suceso con otro ritual involucrado, unas dekhanas antes, en el bosque de Nevesmortas con apenas tres orcos y corazones de león tambien involucrados.

Todo esto nos hizo recordar a la cronista Daya y a mi, un suceso similar acontecido hace unos años en el que tambien estaban involucrados orcos venidos de extraña procedencia persiguiendo a un león. Dichos orcos fueron abatidos por unos inusuales elfos, casi en su mayoría hembras, y el león llevaba al cuello un extraño talismán. Hago reseña de esto sin saber si tiene relación con los recientes acontecimientos, pero algo me dice que tienen relación (quizás habría que preguntar al bardo Relenar si aún conserva el medallón del león, grabado al parecer con un único colmillo en relieve).

El texto del libro se encontraba escrito en bedín antiguo, con distintas caligrafias y con anotaciones en trasgoide y orco.
Pese a mis reticencias de investigar y traducir el texto sin las debidas precauciones, todos los presentes parecian ansiosos por descifrar el contenido del libro, por lo que el arcano Feros ayudado por la aventurera Naja, que parecia entender el idioma Bedín por pertenecer a la raza, procedieron a investigar el texto.

Al parecer la primera parte eran también las memorias de Al-Mijhab un clérigo o sacerdote Bedín que habia sido corrompido por una extraña causa: demonio o urdimbre sombria (no quedaba claro) y estaba sometido bajo la "garra o rayo" azul. También hacía referencia a un ritual menor para convocar demonios de otro plano, tales como los barguesi. Dichos demonios dependerian de la deidad y el poder del sacerdote perpretador del ritual descrito.

Al comprender la peligrosidad del texto, insté a los presentes una vez más a no continuar, y poner el libro a buen recaudo. Ante la imperiosa necesidad de comprender lo ocurrido de los demás, y a regañadientes, accedí a continuar con la promesa de que al terminar de investigar el texto, éste sería puesto a buen recaudo en la Orden de magos, para su completa investigación y custodia.
Aparte de otras notas en bedín, y anotaciones en orco y trasgoide referentes al ritual en sí mismo no vimos nada relevante hasta llegar al final, donde se encontraba un sello mágico de protección que impedía seguir (una sencilla proteccion de 2º esfera pero que impresionó por su exotismo a los profanos). Por fin los presentes parecieron compartir mis recelos de no seguir investigando, al menos no sin la protección y guia de la orden.

Sin embargo, la alocada barda Katy, pareció poco impresionada y sin poder evitarlo usó sus toscos conocimientos de la urdimbre para romper el sello de protección. Una vez abierto, se desveló ante nosotros un texto en dracónico que hacía referencia a la creación por parte de un dragón del presente manual. Aymriz, una peligrosa y venerable dragona azul del desierto de Anauroch, parecía haber escrito el libro, con lo que quedaba meridianamente claro quién o qué era aquel al que se refería la runa bedín que expresaba "garra/relámpago" azul. Ante esta revelacion, todos los presentes quedamos consternados, en especial el arcano Feros, pues al parecer eso concordaba con sus funestas visiones y desgracias con respecto al desierto. Todo ello nos llevo a apresurar la prevista expedición al Anauroch de la que seguiré informando a través de palomas mensajeras desde la expedición.

Al terminar la reunión, conseguí que me cedieran el tratado de Al-Mijhab para guardarlo en la orden. Por ello lo dejo en custodia en la biblioteca para su estudio y protección.

Atentamente, Ricewen Redcully, Archimago


Corregido por Málar
La Bestia (parda)
Responder