Haiku entre las nieves del norte
Publicado: Dom Ene 08, 2012 2:34 pm
Haiku I
"Desde las sombras,
oscuras en la infancia,
la verdad nace."
_________
Desde su infancia en el palacio Oda, Takeshi supo que era diferente. Incapaz de mentir, sufrió las burlas y golpes de sus hermanos mayores y el indiferente silencio de su padre, hatamoto de la familia Oda. El clan Oda gozaba de gran respeto e influencia en las tierras de Kozakura, aunque el joven samurai descubrió que todo era una impostura. El engaño y las luchas de poder con el resto de clanes eran el día a día de su clan.
-"Aprende hijo mío... no saldrás de tus problemas con honor y sinceridad, sino con astucia, rapidez y previsión. Si ellos se burlan, desacredítales en público. Si te buscan para vengarse, anticípate y hazlo tú antes.".- le decía, con la esperanza de que cambiase.
Solo sus dos pasiones le hacían sentirse vivo y ajeno a las tramas y dobles sentidos propios de su clan. En el haiku aprendió de su padre la serenidad de vivir el momento, de captar un sentimiento concreto y plasmarlo en tres versos atrapándolo ahi para siempre. De la esgrima aprendió equilibrio, concentración y sobre todo respeto.
Fue a la edad de trece años cuando Takeshi aprendió el respeto que su habilidad con la espada podía generar en los demás. Sus hermanos mayores, Hideo y Takuma fueron a buscarle mientras entrenaba con su gastado bokken en el jardín.
Habían bebido, seguramente sake, ya que desde la ceremonia de gempukku que marcaba la mayoría de edad se habían entregado con dedicación a los placeres carnales. Su padre toleraba su actitud, esperando que una vez se cansaran de ellos se centrarían en las técnicas Bayushi de bushi como era su obligación.
Hideo, tres años mayor que Takeshi, empuñó el bo con el que solía entrenar y avanzó sin mediar palabra hacia el joven Takeshi. Este, con la espada en la cadera, esperó con una sensación de tranquilidad en el rostro. En ese momento decidió que ya estaba bien de bromas y chanzas. Hideo se movió con rapidez, aunque el sake hizo que sus movimientos no fueran perfectos. Takeshi giró hacia la izquierda y efectuó un movimiento de iajutsu con el bokken golpeando a su hermano en el costado con fuerza.
Hideo se desplomó y el bastón cayó al suelo con un ruido sordo.
Takuma alzó la voz con rudeza y tiró su tonfa a un lado. Sin dejar de gritar ni increpar al joven Takeshi, desenvainó su katana y avanzó hacia su hermano.
Un sudor frío perló la frente del joven samurai. Era la primera vez que se enfrentaba a un arma mortal y no sabía como reaccionaría ante esa presión. Takuma golpeó y Takeshi hizo lo propio... el bokken solo encontró aire y la afilada hoja de la katana de su hermano arañó su rostro muy cerca del ojo.
Takuma sonrió con maldad y adoptó una posición de duelo con la espada sobre su cabeza. El joven espadachín le imitó, preparando el bokken para la maniobra de iajutsu con la que se sentía más cómodo. Vaciando su mente, se concentró en su adversario... al que ya no sentía como su hermano, sino como un reto mas en su aprendizaje marcial.
Ambos golpearon y Takeshi fue mucho mas rápido y certero. El bokken golpeó con dureza la muñeca de Takuma y la espada cayó al suelo. Otro golpe derribó al suelo a su odiado hermano, rompiendo una de sus rodillas, y este solo supo pedir clemencia. Takeshi lenvantó su espada para terminar el combate y una voz le hizo detenerse.
-"No, Takeshi... es tu hermano.".- dijo su padre, que había contemplado el combate en silencio.
Takeshi comprendió su situación y el dolor del rechazo volvió a su corazón, como cuando era pequeño. Su padre había observado el combate desde el principio. Y no lo había detenido, esperando que el joven Takeshi fuera golpeado de nuevo. Ni siquiera cuando Hideo desenvainó la katana, había levantado la voz para protegerle.
Solo cuando la vida de Takuma e Hideo corría peligro, había ejercido su autoridad fraternal para dar por terminado el entrenamiento. ¿Quien le aseguraba que no les había enviado para atormentarle, aprovechando su embriaguez?
Sin una palabra entró en la casa, dejándo a sus dos hermanos tendidos en el jardín. Nunca mas se burlaron de él.
"Desde las sombras,
oscuras en la infancia,
la verdad nace."
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Desde su infancia en el palacio Oda, Takeshi supo que era diferente. Incapaz de mentir, sufrió las burlas y golpes de sus hermanos mayores y el indiferente silencio de su padre, hatamoto de la familia Oda. El clan Oda gozaba de gran respeto e influencia en las tierras de Kozakura, aunque el joven samurai descubrió que todo era una impostura. El engaño y las luchas de poder con el resto de clanes eran el día a día de su clan.
-"Aprende hijo mío... no saldrás de tus problemas con honor y sinceridad, sino con astucia, rapidez y previsión. Si ellos se burlan, desacredítales en público. Si te buscan para vengarse, anticípate y hazlo tú antes.".- le decía, con la esperanza de que cambiase.
Solo sus dos pasiones le hacían sentirse vivo y ajeno a las tramas y dobles sentidos propios de su clan. En el haiku aprendió de su padre la serenidad de vivir el momento, de captar un sentimiento concreto y plasmarlo en tres versos atrapándolo ahi para siempre. De la esgrima aprendió equilibrio, concentración y sobre todo respeto.
Fue a la edad de trece años cuando Takeshi aprendió el respeto que su habilidad con la espada podía generar en los demás. Sus hermanos mayores, Hideo y Takuma fueron a buscarle mientras entrenaba con su gastado bokken en el jardín.
Habían bebido, seguramente sake, ya que desde la ceremonia de gempukku que marcaba la mayoría de edad se habían entregado con dedicación a los placeres carnales. Su padre toleraba su actitud, esperando que una vez se cansaran de ellos se centrarían en las técnicas Bayushi de bushi como era su obligación.
Hideo, tres años mayor que Takeshi, empuñó el bo con el que solía entrenar y avanzó sin mediar palabra hacia el joven Takeshi. Este, con la espada en la cadera, esperó con una sensación de tranquilidad en el rostro. En ese momento decidió que ya estaba bien de bromas y chanzas. Hideo se movió con rapidez, aunque el sake hizo que sus movimientos no fueran perfectos. Takeshi giró hacia la izquierda y efectuó un movimiento de iajutsu con el bokken golpeando a su hermano en el costado con fuerza.
Hideo se desplomó y el bastón cayó al suelo con un ruido sordo.
Takuma alzó la voz con rudeza y tiró su tonfa a un lado. Sin dejar de gritar ni increpar al joven Takeshi, desenvainó su katana y avanzó hacia su hermano.
Un sudor frío perló la frente del joven samurai. Era la primera vez que se enfrentaba a un arma mortal y no sabía como reaccionaría ante esa presión. Takuma golpeó y Takeshi hizo lo propio... el bokken solo encontró aire y la afilada hoja de la katana de su hermano arañó su rostro muy cerca del ojo.
Takuma sonrió con maldad y adoptó una posición de duelo con la espada sobre su cabeza. El joven espadachín le imitó, preparando el bokken para la maniobra de iajutsu con la que se sentía más cómodo. Vaciando su mente, se concentró en su adversario... al que ya no sentía como su hermano, sino como un reto mas en su aprendizaje marcial.
Ambos golpearon y Takeshi fue mucho mas rápido y certero. El bokken golpeó con dureza la muñeca de Takuma y la espada cayó al suelo. Otro golpe derribó al suelo a su odiado hermano, rompiendo una de sus rodillas, y este solo supo pedir clemencia. Takeshi lenvantó su espada para terminar el combate y una voz le hizo detenerse.
-"No, Takeshi... es tu hermano.".- dijo su padre, que había contemplado el combate en silencio.
Takeshi comprendió su situación y el dolor del rechazo volvió a su corazón, como cuando era pequeño. Su padre había observado el combate desde el principio. Y no lo había detenido, esperando que el joven Takeshi fuera golpeado de nuevo. Ni siquiera cuando Hideo desenvainó la katana, había levantado la voz para protegerle.
Solo cuando la vida de Takuma e Hideo corría peligro, había ejercido su autoridad fraternal para dar por terminado el entrenamiento. ¿Quien le aseguraba que no les había enviado para atormentarle, aprovechando su embriaguez?
Sin una palabra entró en la casa, dejándo a sus dos hermanos tendidos en el jardín. Nunca mas se burlaron de él.