El Exilio del Halcón (Nauzet Magek)

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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LarkinSW

El Exilio del Halcón (Nauzet Magek)

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El hombre de piel tostada se inclinó sobre él con una sonrisa contenida desviando su mirada preocupada hacia las vendas del joven hombre que yacía frente a él. Fuera de la tienda que los cubría la noche había caído trayendo un manto fresco sobre la tierra desolada por el sol. Llegaban el sonido ronco de los dromedarios que cargaban las mercancías, los relinchos de los pocos caballos que usaba alguno de los guerreros que los acompañaban, alguien llamaba al resto para se unieran a la cena alrededor de la hoguera.

- Es bueno ver que tus heridas sanan y que vuelves a estar entre nosotros Nauzet. – La voz amable del hombre dirigió el pensamiento de Nauzet hacia el presente, sacándolo de lo ocurrido tres días atrás.

- Solo ha sido gracias a tus cuidados Sâleh, te lo tengo que agradecer todo.

El hombre levantó una mano, interrumpiéndolo. Sus movimientos eran lentos, amplios, abarcándolo todo con sencillez.

- Tu padre era amigo mio, y su padre ya trató con el mio. No me debes nada, solo mantener los lazos de amistad de nuestras familias. – Miró al herido preocupado, mesándose la barba entrecana. – Pero me temo que eres el último de ellos. – Dijo finalmente, con un susurro de voz.

- Que Anhur haya intercedido antes Osiris para que llegaran a salvo a las Tierras de la Muerte. – La voz de Nauzet sonaba contenida cuando contestó. – En estas tierras no encontraré nada más que la muerte, ya la habría encontrado entre los escorpiones de no ser por ti. – Miró al viejo amigo de su padre. – Lamento tener que pedirte algo más.

- Nauzet, heredero de tu padre Nairam. Te acabo de ofrecer mi amistad en un momento triste para los dos, pero con ella te ofrezco mi ayuda. Habla y si puedo, te ayudaré.

Nauzet miró hacia la entrada de la tienda, consciente de la actividad que había fuera y cómo la tienda los separaba de ella. Allí estaba el país que quería y deseaba proteger, pero allí moriría solo.

- Ayudame a dejar Mulhorand, a viajar lejos… tanto que no pueda volver si me arrepintiera. – Intentó tragar saliva con la garganta completamente seca. Sâleh le acercó un vasito de agua.

- Puedo ayudarte… pero piénsalo bien. Es un viaje peligroso, la primera parte ya la conoces. Pero continuará muchas jornadas más… y te alejaras de este lugar, que sé que tu familia adora y protege.

Nauzet asintió despacio mientras volvía a sumirse en el sopor que le inducía la ligera droga que había mezclada en el agua, mientras las palabras de los zakharinos hablaban a su alrededor celebrando la vida y maldiciendo la muerte.

Estrechó la mano del capitán con el que había viajado casi un año, ¿o había sido más? Habían remontado las costas hasta llegar a Calimport. Ni siquiera aquella ciudad le sedujo, temeroso de alguna manipulación desde el lejano Mulhorand podría salpicarle allí donde llegaban sus mercaderes. Fue entonces cuando el capitán le habló de una región muy al norte a donde podía llegar desde Aguasprofundas, donde se despedían.

- Gracias por el viaje capitán, y por tu paciencia enseñándome los rudimentos de vuestra lengua.

- Gracias a ti Nauzet de los Malek. Un amigo de Sâleh es amigo mio. Sigo pensando que no deberías ir allí, no es lugar para nosotros. Nieva, llueve, hace frío, no es el exilio que yo elegiría amigo. Vuelve con nosotros a las ciudades de Zakhara.

- No es cómodo, no es agradable. – Niega un poco sonriendo despacio al capitán. – Zakhara será un lugar más para nosotros, pero no quiero sustituir mi país… solo me exilio de él.

- Sigo pensando que el sol te ha frito los sesos Nauzet. – hizo un gesto a un marino que le trajo un paquete alargado presentándoselo al joven que partía, de él extrajo una cimitarra. - No es la mejor que podrás encontrar, pero es mi regalo de despedida. Te cuidará durante algún tiempo.

Nauzet empuñó la familiar arma pensando que se tendría que acostumbrar a su peso y sonrió volviendo a despedirse para emprender el camino que le llevaría, junto a un grupo de comerciantes, al área que la gente llamaba la Marca Argéntea.






//disculpas, lo puse en un foro que no tocaba, así que borre el anterior y lo puse en su lugar.
LarkinSW

Re: El Exilio del Halcón (Nauzet Magek)

Mensaje por LarkinSW »

Hacía horas que la noche había extendido su manto sobre los bosques que rodeaban los caminos que llevaban a la Bifurcación. Con ella había llegado la intranquila quietud de un bosque nocturno acompañado del descenso de la temperatura.

De la misma forma que la noche extendió su manto la cortina de lluvia recorrió la región anunciada y acompañada por los truenos y relámpagos que eran sus compañeros habituales. No fue el sonido del agua al caer con fuerza, ni el restallar del trueno en los valles lo que despertó a Nauzet de su sueño hasta hacía unos minutos tranquilo.

Se levantó sobresaltado, con la respiración agitada y el sudor cubriendo su torso desnudo. Miraba a un lado y a otro, con el cuerpo tenso y preparado para saltar para evitar un peligro inexistente. Pasaron uno o dos segundos antes de darse cuenta que se encontraba en una tienda en la que la lona temblaba bajo el azote del aire. Pasó otro segundo más antes de caer en la cuenta que no estaba solo en la tienda, podía sentir el cuerpo sinuoso de una mujer junto a él, bajo las mantas que dejaban el hombro y parte de su espalda descubiertas al haberse levantado repentinamente.

Tragó saliva despacio procurando controlar su respiración mientras dejaba las armas que había cogido en el impulso junto a él, nunca demasiado lejos. Aquello había vuelto a repetirse. La realidad que era peor que una pesadilla, se repetía una y otra vez en sus sueños sumándose a otras pesadillas anteriores, últimamente más frecuentes de lo que habían sido.

Habían pasado ya dos dekhanas pero volvió a ver como el caballero intentaba levantar el escudo de forma inútil hacía el hacha, como otro caballero arremetía contra el ser de armadura oscura para caer en el fútil intento. Corrió de nuevo buscando la sombra más cercana, intentando hacerse uno con ella, casi abrazarla y moverla sobre él como si fuera una manta. Ojala toda aquella intención hubiera servido de algo, simplemente le descubrieron. Sacudió la cabeza intentando olvidar lo que iba después, las flechas, el pie sobre su cabeza, las amenazas…

Abrió un poco la tienda mirando la lluvia del exterior. ¿De verdad podría permanecer en aquel lugar? Tenía muy claro que no pertenecía a aquella región del mundo, su hogar estaba muy lejos, imposible de alcanzar aunque quisiera volver. Lo que ocurrió con su familia, la persecución a la que sometieron a todos sus vecinos. Suspiró despacio, largamente. Había muchas cosas para dejar atrás por mucho que añorara otras tantas.

Volvió su mirada al interior de la tienda donde la mujer había comenzado a moverse al notar la ausencia de su cuerpo. El rayo iluminó la noche brevemente permitiéndole ver con claridad y brevedad a la mujer que le miraba en la oscuridad, seguido por el sonido del trueno que rebotaba de risco en risco. Quizá pudiera encontrar un hueco en aquel lugar, los peligros eran muchos, siempre se necesitaría alguien capaz de guiar una caravana o proteger un viajero. Lo que le pasó podría haber ocurrido en su lejana Mulhorand, los peligros no eran ajenos a aquel lugar.

Simplemente no podía volver. Estaba en el exilio. Debía hacerse a la idea, reconocer que podía tener una oportunidad en aquel rincón
del Norte del mundo. Podía no gustarle el lugar, pero era lo que tenía en aquel momento.

La mujer alargó la mano para tirar de la suya.

- Ven, descansa conmigo Nauzet - Apenas murmuró las palabras con suavidad, pero Nauzet las entendió con claridad en medio de la tormenta.

Se acercó a ella echando la manta de nuevo sobre ellos, abrazándola y reposando la cabeza sobre ella. Rezando para que no le asaltara otra de las pesadillas, ni las criaturas que casi acabaron con su vida ni la masacre que siempre perseguiría sus sueños. Se apretó junto a la mujer conciliando el sueño despacio, pensando que quizá, solo quizá, pudiera encontrar algún rincón en aquel lugar tan diferente de su hogar.
LarkinSW

Re: El Exilio del Halcón (Nauzet Magek)

Mensaje por LarkinSW »

El olor a humedad inundó sus fosas nasales en cuanto cruzó el umbral de la cueva. Avanzó con pasos seguros y ligeros a través de los pasillos naturales excavados década tras década por el paso del agua. No era una cueva oscura, lo sabía ya de antemano. La luz caía aquí y allá formando pequeñas islas de luz, columnas que atravesaban la quietud de la cueva gracias a tragaluces naturales, colaborando para formar la penumbra y los juegos de sombra y luz de aquella gruta.

No estaba allí para entrenar. Había oído que algunos bandidos acampaban cerca y la cueva parecía la mejor opción donde ocultarse de miradas indiscretas. Se detuvo en una esquina, evitando pisar el fino reguero de agua que corría entre las rocas de la misma forma que evitaba los focos de luz y buscaba el resguardo de la sombra. Ya había pasado algún tiempo desde que aprendiera a envolverse en ellas como si de una capa se tratara para cubrirse de miradas indiscretas, pero a pesar de que cada vez se sentía más cómodo todavía necesitaba más para sentirse libre entre ellas.

Avanzó por el siguiente camino protegido de aquella forma, cuidadoso de hacer el menor ruido mientras se acercaba al mortecino resplandor de una hoguera al fondo del pasillo. Allí había dos… no, tres figuras. Uno de ellos parecía vigilar algo apartado, discreto y de aspecto traicionero. Si no hubiera sido por un ligero olor amargo no habría prestado atención a aquel rincón. Sonrió despacio preparándose para comenzar su ataque cuando esta figura clavó su mirada en él.

Todo ocurrió en unos segundos. El bandido se movió rápidamente dando la voz de alarma y lanzando algo hacia la hoguera y las llamas se levantaron con un rugido dejando claro donde estaba. La emboscada había cobrado forma de repente. Todo estaba claro en aquel momento, cuando oyó como pasos precipitados se acercaban por el túnel que había dejado atrás. Aquello era una trampa. Había contado con la sorpresa de su lado, la penumbra de la cueva… y había perdido todo aquello.
Miró alrededor frenético. Conocía la cueva, había estado antes. Corrió hacia un pequeño pasillo que llevaba a las profundidades de la cueva, sin olvidarse de golpear a uno de los bandidos al pasar. Se precipitó por el pasillo rápidamente. En su mente solo había una idea, recuperar la ventaja.

La oscuridad pareció recibirlo con los brazos abiertos, rodeándolo y acogiéndolo en su seno. De pronto supo lo que tenía que hacer, y cómo hacerlo. Se zambulló en ella dispuesto a aprovecharse de aquella oscuridad profunda. No tardó en darse cuenta que percibía más de lo que creía, veía la figura de sus enemigos en la oscuridad, podía moverse hacia ellos con seguridad, evitando a los que llevaban las antorchas.

Cortó el aire con precisión, su mirada podía guiar sus manos en la oscuridad. Moverse de un lado a otro causando la confusión y la muerte entre los emboscadores que definitivamente habían perdido cualquier tipo de ventaja. Las armas brillaban brevemente y los gritos de agonía y dolor se hacían esporádicos y espaciados mientras Nauzet culminaba su comunión con la oscuridad que le rodeaba con una sonrisa en sus labios y la mirada.
LarkinSW

Re: El Exilio del Halcón (Nauzet Magek)

Mensaje por LarkinSW »

La hoguera ardía con llama baja proporcionando únicamente un leve resplandor anaranjado a su alrededor, entre los árboles y los arbustos que creaban el pequeño claro junto a la pared de piedra. Algunas nubes cruzaban el cielo de aquella noche. Casi una noche agradable en aquel norte donde abundaban las tormentas y las ventiscas.

Pero todo aquello no atraía la atención de la mirada oscura de Nauzet. Sí lo hacía en cambio la silueta que se había formado más allá del círculo de trémula luz. Parecía una sombra dentro de la sombra, como si la sombra que estaba mirando hubiese adquirido consistencia ante sus propios ojos. Y aquella forma le resultaba extrañamente familiar.

Para su propio asombro no estaba sorprendido. Sentía como si desde hacía ya dekhanas su presencia hubiera ido aumentando, como si aquello hubiera ido cobrando forma durante aquel tiempo hasta materializar la silueta vagamente conocida. Tenía la impresión de que había estado espiándolo y acechándolo cada vez con más insistencia hasta encontrar una forma de personarse ante él.

Dos puntos rojizos brillaban en la oscuridad como dos pequeños rescoldos devolviéndole la mirada directamente a sus ojos. Le resultaba incómodo, sentía como si le mirara de la misma forma que él miraba a la criatura.

- ¿Quién eres? – Acabó preguntando al fin, mientras se levantaba e intentaba acercarse a la criatura con la mano en las empuñaduras.

- Una Sombra – Su voz le llego gélida mientras realizaba el mismo movimiento que él para mantener la distancia.

- ¿Y qué quieres de mí? ¿A qué vienes? – Intentó ocultar con las preguntas que la respuesta de la Sombra no le había explicado nada.

- Usarte para crecer… Alimentarme de tus actos. – Continuaban el movimiento acechándose el uno al otro. – ¿Y por qué no? Ayudarte.

- Ayudarme… - Nauzet no era capaz de salir de su asombro. Desconfiaba de la criatura, pero algo le decía que aquello era real y que ninguna mentira se oía en aquella gélida voz.

- Sí, pues tú y yo estamos unidos a partir de ahora. – La voz pareció perderse mientras la Sombra parecía fundirse con una sombra por donde pasaba dejando al hombre solo de nuevo.

Nauzet saltó hacia la criatura, hacía donde él creía que seguía la Sombra. Dejó escapar el aire lleno de frustración pero obligándose a considerar aquella criatura. No le sorprendía su aparición, pero le costaba aceptarla.

Volvió hacia la hoguera en la que el fuego moría sin combustible que consumir. Solo entonces se dio cuenta de los zarcillos de sombra que se habían enrollado por su cuerpo en un gesto protector. Se detuvo con el tronco que iba a ofrecer al fuego y se sonrió pensando en la protección que aquello podría otorgarle.
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