Ya casi habíamos terminado, el último de los nobles estaba a punto de ser desplumado. Para ella ya no era más que rutina olvidada, algo carente de interés. En cambio para mí, era la intermitencia de una respiración entrecortada, un balanceo suave de dedos con movimientos calculados y cuando la maldita bolsa tintineaba, allí estaba su embaucadora risa para ocultarlo, su canto de sirena hacía que mi labor apenas careciera de merito.
No estuvo mal el botín aquella noche que apenas nos acababa de dar la bienvenida, había tanto que hacer bajo ese manto de estrellas...
Al doblar la esquina ella se deshizo del vestido, tirando de una cuerda preparada para ello y quedando con un practico pantalón de hombre, y comenzó a trepar con la ayuda de una tupida enredadera, intenté seguirla lo más rápido que me permitían mis pies, pero la única guía que tenia de su paradero era su risita incitándome a seguirla. Tejados, balcones, resquicios, salientes, contrafuertes, todo era oportuno para un grácil movimiento.
En cambio los míos no eran mas que un traspiés tras otro, rozando siempre el peligroso limite del desequilibrio.
-hoy volveremos antes al refugio Ary-, susurro mientras yo aún estaba intentando recuperar el aliento. -Hay algo que debo mostrarte-.
Bajamos la pequeña escalinata, mientras la puerta oculta se cerraba tras nosotros, ya conseguía llegar al refugio sin que ninguna trampa fuera testigo de mi presencia.
-Aguarda aquí...-volvió a susurrar intrigante mientras pasaba a la habitación contigua. El lugar no era muy grande, pero era suficiente para las dos, y para las escasas visitas que recibíamos. Ella siempre decía; "A quien revelas tus secretos, entregas tu libertad, no lo olvides nunca Ary".
Cuando justo acababa de repetir esa frase en mi mente, ella aparecía de nuevo. Extendió la mano y me insto a ir con ella sin decir más. Atravesamos el dormitorio donde descansábamos y llegamos a la pequeña sala donde ella solía tener estantes llenos de libros y algunos frascos que otros que rara vez no hervían con mejunjes de vomitivos olores.
Se acercó a un reloj de arena que su misión principal hasta día de hoy era acumular telarañas y le dio la vuelta, la arena para mi sorpresa comenzó a caer y a perderse por un conducto desconocido, hasta que desapareció por completo, no pude evitar mirarla de reojo buscando respuesta, pero era obvio que no la iba a obtener, con ella nunca era así de fácil.
Un resorte saltó y provocó una tenue apertura de una trampilla, ni me hago a la idea de cuánto tiempo llevaría ahí, ella siempre portaba un As en la manga para darme a entender de que cada día me acuesto conociendo tan sólo una ínfima parte de lo que me espera.
-Entra-, dice mientras acaba de abrir la trampilla, me ayuda a colocar los pies para deslizarme sobre el estrecho conducto del que no sé dónde va a parar y cuando tengo medio cuerpo en el mismo, me sujeta la cara y busca enfrentar miradas.
-Ahora debes unirte a ella Ary-, y con tremenda frase se acerca a besarme la frente, (unirme a qué a quién?-)Ella te hará volver a mí- (¿volver? ¿Cómo, por qué?).
Mis intentos por volver a abrir esa maldita trampilla fueron inútiles, no había cerradura alguna desde la que mi quebradiza ganzúa pudiera hacer algo por escapar de ahí, y mis repetidos e insistentes gritos no hacían más que asustarme más, ella no iba a volver. Una parte de mí lo tenia tan claro, pero no podía evitar quedarme ahí, junto a la trampilla, agazapada sollozando esperando a que todo acabara.
"ahora debes unirte a ella...".... ¿a qué voy a unirme en este lugar? aquí no hay nada, no es como cuando me hacía entrar dos veces en una misma habitación y debía decir en cuestión de segundos que mínimo detalle había cambiado.
Cuando dejé caer la última lagrima, me forcé a levantarme con ambas manos en la pared, nunca había visto una oscuridad tan densa, tan consistente, casi parecía que tenia que empujarla para que me dejara pasar, haciéndome sentir como si se adentrara por mi boca, mi nariz...imposibilitándome casi respirar. ¿Qué espera que haga?, ¿qué debo hacer?, ¿qué se me escapa?, ¿sería capaz de dejarme aquí si no lo consigo?...tuve que dejar escapar todas esas preguntas con un profundo grito, un grito que me vaciara de todas estas emociones, que liberara mi mente y me dejará centrarme en mi cometido; "Unirme a ella..."
Continuará...
p.d. la información está dada un poco con cuenta gotas, pero se irá desvelando (al que le pueda interesar vamos XD).
Hasta el momento la única unión que conocía era la nuestra, la de la persona que me había encerrado aquí y yo. Para las dos era suficiente, nunca deseábamos tratar con el resto de personas más allá de lo que nos obligaran nuestros objetivos. Ella solía decir que debíamos ser como el viento, el viento se adentra en todos los rincones, atraviesa montañas, acaricia la mejilla de un extraño... pero nunca se queda fijo en ningún lugar ni a nadie, ni a nadie Ary, éso ultimo sonaba tan...melancólico, nunca fui capaz de esclarecerlo del todo.
El frío del húmedo lugar ya empezaba a hacer mella en mis huesos, debía moverme si no quería acabar aquí congelada, froté mis manos con fuerza mientras exhalaba el poco aliento que me quedaba e intenté hacerme una idea de las dimensiones del lugar.
Comencé a realizar pasos cortos, sin levantar apenas los pies del suelo, las manos hacían de escudo hacia lo desconocido, cuando llevaba ya unos quince pasos, me di cuenta de que aquello se extendía más de lo que creía, no tenia pinta de ser una habitación o celda, era algo más, ¿pero el qué?...
había sido entrenada para fijarme en cada nimio detalle, y ahora no era capaz ni de ver mis propias manos, avancé un poco más por lo que parecía un pasillo ancho, pues no era capaz de tocarlo con ambas manos. Y de pronto...
La punta de los dedos de mi pie derecho quedo suspendida, en el aire, el peso de mi cuerpo iba justo hacia la misma dirección ayudado por la otra pierna, cuando tuve que hacerlo retroceder en medio segundo hacia atrás con mis brazos agitándose para contrarrestar la gravedad.
Retrocedí nerviosa un par de pasos más y acabé sentada en el suelo intentando recuperarme de lo sucedido, pero no conseguí más que golpear enfurecida el suelo con un puñetazo mientras los demonios de mis miedos volvían a recorrerme por todo el cuerpo.
¿Y si no llego a retroceder? ¿y si hubiera caído a ese maldito oscuro vacío? ¿qué hubiera pasado? ¿acaso a ella le importaba la respuesta? ¿la tuvo en cuenta antes de encerrarme aquí? , tragué saliva y me dije a mi misma que no iba a volver a llorar, no, esta vez no... me morderé el labio hasta sangrar si fuera necesario, pero no lo haré...
Volví a levantarme no sin antes coger alguna piedrecilla o algo lo bastante consistente para que sonará al lanzarlo y averiguar la profundidad de la caída.
Me acerqué nuevamente un poco y tiré la piedra rezando por que sonara cuanto antes, y vaya si sonó, nada más lanzarla note su tintineo, me acerqué más y estiré mi brazo en ese vacio para poder tocar el fondo, pero no lo encontré, mi mano seguía suspendida sin nada en lo que poder apoyarse, ¿qué locura es esta? Me preguntaba aun agitando la mano hasta que... mi codo se golpeó con algo, llevé la palma de la mano hasta ello y lo palpé analizándolo. Juraría que por su tacto era madera, una madera no más larga de de dos pulgadas, y allí estaba la dichosa piedra, yo diría que hasta riéndose de mí. La madera seguía hacia delante hasta donde mis brazos estirados no me dejaban conocer más, el único nexo de unión que me quedaba del suelo era una tabla de madera de no más de dos pulgadas de ancho con un largo imposible de adivinar.
¿Por qué me haces esto? Esta vez la pregunta fue susurrada tímidamente por mis labios, la respuesta que encontré a la misma , me llegó desprevenida como un puñal por la espalda, atravesándome lenta y dolorosamente...no era suficiente para ti, siempre me quedaba un peldaño por debajo de lo esperado, ese maldito peldaño al que sólo conseguía rozar con las manos, clavarle las uñas desesperada y volver a caer en el peldaño inferior...tal vez nuestra unión no estaba por encima de ello como yo pensaba, tal vez se me agotó el tiempo para alcanzarlo, o tal vez esto estuviera por encima de todo lo que yo pueda imaginar en este momento...
Sea como fuere, el dolor que produjo ese puñal en mi corazón, no desapareció al levantarme.
Puse los pies al comienzo de la madera, uno debía estar delante del otro para conseguir apoyar ambos sin salirme de la tabla. Estiré todo mi cuerpo y coloque los brazos en cruz, y cerré los ojos...¿por qué los cerré si estaba a oscuras?, no podían otorgarme más oscuridad de la que allí moraba, pero aun así lo hice, cerré mis ojos y me entregué a lo que pudiera ocurrir, a lo que me deparará el destino, recordé lo que pudiera ser una última vez su rostro, esos hermosos ojos azul cristalino, témpanos de hielo cuando se defendía, y sus larga melena azabache, con el brillo de una daga argéntea cuando la luna se reflejaba sobre ella.
Avance un paso doblando las rodillas para mejorar el equilibrio, mientras mis brazos iban ayudándome a recomponer la compostura, tenia tan retenida la respiración por el miedo que apenas conseguía el aire suficiente para poder dar el siguiente paso, mi corazón galopaba como un caballo salvaje y mi sangre no había recorrido mi cuerpo tantas veces y en tan poco tiempo como en este momento.
Vamos, un par de pasos y lo tienes Ary, me decía sin ni siquiera saber cuánto le quedaba a esa tortura...cuando ya llevaba unos veinte pasos, noté un frió distinto en la planta de mis pies, la suela de mis zapatos era muy fina, siempre las usábamos así para meter los pies por cualquier recoveco que fuera necesario, estiré un poco más una de las piernas y dibuje una pequeña semi circunferencia, notando que en todo el recorrido de la misma podía palpar ese frio, respire profundamente aliviada y me incliné a besar el suelo sin ningún pudor por hacerlo. Tras lo cual sonreí.
Había llegado, o al menos eso creía. Con mucho cuidado comencé a tantear el lugar, esperando encontrar algo que me indicase como proseguir. A medida que mis sentidos se acostumbraban, me di cuenta que el sonido quedaba de algún modo distorsionado, como si algo lo contuviese; nunca había sentido algo así, y no sabía que pensar. La habitación era una pequeña antesala, larga pero no muy ancha, sin embargo no conducía a ningún lugar, todas las paredes eran de roca, sin salidas. Quizás había dejado algo atrás.
Al principio no me di cuenta, fue tan rápido y sigiloso que ni siquiera todo lo que había aprendido me sirvió para defenderme. Algo me golpeo con mucha fuerza en la espalda, empujándome unos pies hacia la pared. El golpe vino acompañado por una gélida corriente que se extendió por todo mi pecho, dejándome sin aliento. Apenas podía moverme, sentía como me faltaba el aire a medida que el frio inundaba mi cuerpo. En esos instantes, mis pensamientos corrían raudos y desordenados, frenéticos; quedarme quieta supondría mi muerte, pero no sabía que estaba ocurriendo y cualquier cosa que hiciese podría servirle en mi contra. Mi cuerpo reaccionó antes, enviándome con una pirueta hacia un lado, rodando por el frio suelo sin apenas poder ponerme en pie. Levante los brazos, intentando poner distancia entre ambos, intentando recordar donde estaba para no caer al vacío con un paso en falso. Era difícil, el sonido venia amortiguado, y apenas lograba oír nada. Sin embargo, sí que lo sentía, sentía el frio que emanaba de lo que fuese que me acechaba entre las sombras. Deduje que quien quiera que fuese no portaba armas, el golpe no me cortó, al menos tenia eso a mi favor. Pensé en usar la caída contra él, llevándole al borde y escabulléndome de algún modo.
Cuando comenzaba a sentir mi pecho, se abalanzo sobre mí. La advertencia del frio no fue suficiente para evitarle. Aunque no me dio de lleno, me rozó la pierna, y eso fue suficiente como para que no volviese a sentirla durante todo el combate. Sé que tenía la pared a mi espalda, se me ocurrieron ideas tan descabelladas como tratar de trepar, o buscar la pasarela por la que había llegado a la sala, sin embargo no hice nada de eso. Rodé de nuevo, tratando de esquivarle, y así comenzó una danza de la que no podría salir con vida. Por más que tratase de evitarle al final me alcanzaba con su gélido abrazo.
Sentía a la criatura rodeándome, jugando conmigo, sentía su frio, que ya comenzaba a adentrarse dentro de mí, sumiéndome en un sueño dulce y placido. Entonces llego el fuego. Como una llama que se propaga por la hierbas resecas, como un rayo que reduce a cenizas aquello que encuentra, broto dentro de mí un calor tan fuerte que creí que me quemaba. La rabia, la vergüenza, la venganza, me devolvieron al lugar donde estaba. No era una cobarde, ni me habían enseñado como a tal, no había dejado de comportarme como una víctima desde que me arrojaron a la oscuridad, pero yo no soy tal cosa. Improvise, abalanzándome hacia un lado, golpeando con fuerza el suelo antes de saltar, utilizando el sonido que llegaba más lento. Justo cuando calculaba que mi adversario había golpeado a donde mi pisada había resonado, me lance hacia él, pateándole. Funcionó, y aunque sentía mis pies entumecidos, seguí haciéndolo una y otra vez. Ahora jugaba yo con él, y el próximo paso era lanzarlo por el precipicio.
Cayó, si, pero antes de que pudiese sentir alegría, su frio se introdujo dentro de mi con una fuerza imparable. No podía respirar, apenas podía moverme. Luche con todo mi cuerpo, sentía como algo me rodeaba, como si ese ser hubiese logrado convertirse en viento y estuviese por todas partes. No se cuanto tiempo estuve asi, pero mis fuerzas flaquearon, mi alma se derrumbo cuando supe que aun con todo ese esfuerzo no habia logrado lo que ella quería para mi.
Unete a ella.
Claro.
Una idea descabellada surgió en mi mente. Luché con la criatura, pero no tratando de echarla de mi, sino metiéndola aun mas, dentro de mi cuerpo, de mi mente, de mi alma. Luche con todas mis fuerzas por unirme a ella. Y ella me abrazó.
No se cuanto tiempo estuve en la fría celda, pero si que cuando desperté ya no habia oscuridad., al menos no para mi. Todo era tan claro como si lo viese a la luz del dia. Ahora era una con las sombras.
En la pared, unos tres metros arriba, habia un agujero. Trepe como pude, y durante un buen rato estuve reptando por el túnel excavado en la roca.
Corrí como pude en su búsqueda, por el olor noté que aquel sótano donde aparecí no estaba muy alejado del laboratorio. Ansiaba con todas mis fuerzas decirle que había superado ese peldaño, que ya nunca podría volver a separarnos, nunca el pequeño refugio me pareció tan grande, las habitaciones no parecían tener fin para dar con ella...Y al fin la vi.
El grito para decir su nombre y buscar su mirada quedó a mitad de camino en mis labios antes de pronunciarse, pues nada de lo que acaeció en ese infierno del que salí me preparo para lo que estaba viendo...
¿Habéis percibido alguna vez una escena hacerse eterna ante vuestros ojos?, todo se desliza tan lento, todo pasa ante ti, como una coreografía estudiada a la que no te han otorgado participar, los bailarines danzan, se agitan, pero tú, sigues ahí, inmóvil, inerte, con un fuego interno bullendo en tu interior sin poder darle salida.
No fui capaz de tener dominio de mi misma hasta que la última gota carmesí toco el suelo, clamando mi atención bajo ese mármol blanco.
Corrí hasta ella y deslice una pequeña daga sobre mi manga, preparada para asomar con un grácil movimiento de mis manos ya estudiado. A mitad de camino, dos de los presentes se acercaron para abalanzarse sobre mí, esquive a uno deslizándome sobre el mármol y pasando bajo sus piernas, aproveché la postura y le raje la entrepierna, girándola antes de sacarla para aumentar el sangrado, lo que me dejaba en una débil posición frente al otro, que intente evitar rodando sobre mi misma, mientras saltaba para volver a una posición defensiva, preparaba un shuriken envenenado para lanzárselo, ella me había enseñado bien a buscar los puntos donde dicho veneno penetraría antes en la sangre. Antes de poder apreciar como había dejado fuera de juego mis obstáculos hacia ella, sentí un escalofrío recorriendo mi cuello, un frío acero apretando hasta el punto justo donde la respiración pende de un hilo. ¿cómo demonios había llegado hasta allí? ¿cómo no había sido capaz de verlo venir?, se había materializado ante mí por arte de magia, ella me cegó, siempre me repetía que si odiabas a tu presa, ella ya tenia medio camino ganado, debías entrar vacía a la batalla, como un animal, sin lastres que puedan nublar tu mente.
-vaya, esto si que no me lo esperaba Seda- Seda, así la conocían todos, todos menos yo. La seda era suave, bella, podría deslizarse sobre ti como una dulce caricia, sin sospechar la resistencia que puede mostrar a la hora de rodear tu cuello dejándote sin vida y marcharse con la misma caricia como si nada.
Ella ni siquiera me dirigió la mirada, sabría que ello me sentenciaría, siguió con su mirada impasible hacia los presentes mientras se limpiaba levemente un resto de sangre que aun permanecía en sus labios.
- el sumo sacerdote se muestra a veces caprichoso, ya lo conoces, y siempre es bueno que te deba un favor- se permitió el lujo de sonreír levemente tras el comentario.
Pude aprovechar para analizar un poco más la sala, eran seis en total, todos encapuchados y con pañuelos para ocultar sus rostros, menos el que me tenia sujeta, ese parece que mostraba orgulloso su rostro, se percibía que quería que ella lo viera bien, y que no perdiera detalle de la cara de satisfacción que tenia en estos momentos. Eso y que era un humano sobre la treintena era lo poco que podía vislumbrar desde mi débil y actual posición.
-Sí, ese maldito viejo no cambia- tras lo cual, dejo deslizarse la daga sobre mi cuello dejándome de regalo una leve caricia ensangrentada y lanzándome sobre uno de sus esbirros con violencia, para poder tener sus cinco sentidos sobre ella.
Se acercó hacia el altar donde se encontraba rodeada por el resto de mal nacidos, y sin ni siquiera limpiar mi sangre, la cual aun corría aun por su daga, la deslizo sinuosa cual serpiente reptando por su escote,
Ella sonrió enmascarando el asco que le producía tal acto, - aun no entiendo como pudiste elegirlo a él- No me atraen los hombres con cicatrices- añadió ella como repuesta con tono pícaro. Ese comentario le costó una soberana bofetada, pero ¿por qué..?...agarró su cuello con fuerza y lo estrujo con rabia - ¿Dónde está?-...supuse que la persona que buscaba y esa grotesca cicatriz de su rostro tenían una seria vinculación.
De ella salió un pequeño gorgoteo, un intento de risa truncado, - ¿qué te hace pensar que me importa?- susurró como pudo…
-mírate, muriéndote de hambre en este apestoso cuchitril, haciendo de niñera para el sacerdote, escondida como una rata-…Me zarandeé con fuerza al oír esas palabras recibiendo un puñetazo como reprimenda, hasta para mí era obvio que estábamos aquí resguardadas por mi culpa, porque aún no estaba preparada para volar con ella…
- ¿y mientras él…? Disfrutando de las mieles de vuestras victorias y de las mías- añadió con un tono más oscuro. - ¿qué ha sido de ti, Seda? Chasqueó la lengua lastimero, jamás te hubiera imaginado así, le acarició la mejilla con el dedo índice a lo que ella respondió con un escupitajo en su cara.
Mientras se limpiaba el rostro con la manga dejo una señal a los que la custodiaban para que le asestaran un par de puñetazos, la rabia que me recorría ya era totalmente dueña de mí, -dejadla malditos hijos de perra- -estáis muertos…muertos!- se rio a carcajadas mientras el resto acompañaba su risa al segundo,
- tienes una buena fierecilla entre manos-
Ella volvió su mirada gélida hacia mí, tan penetrante, tan cortante, ahí yo era su talón de Aquiles, un talón de Aquiles que no debía confesarse, un talón que ella nunca hubiera permitido tener…pero esa es otra historia…
Volví a un segundo plano maldiciendo para mí deseando que esta pesadilla acabara de una vez…
-dónde está- volvió a insistir, -no me hagas perder la poca paciencia de la que carezco-
- ya te he dicho que no lo sé- -entonces no me dejas más opción que alargar nuestra visita hasta que lo recuerdes- sonrío con sorna, - y ahora él no va a estar para impedir lo de aquel día-
(él..él…él. Maldita sea, no paran de hablar de ese personaje misterioso… Pensaba que yo era la única persona que se había acercado a ella, solas la dos, sin importar nadie más, ¿qué pinta ahora este ser para que ella no sea capaz de soltar prenda? ¿ Por qué estamos al filo del precipicio por su culpa? )
-¿quieres que te diga dónde está?- ¿De verdad estas preparado para saberlo?, bien, acabemos con esto de una vez- hizo un gesto para que se acercara y poder susurrarle al oído, él se acercó a paso lento y posó su oreja junto a sus labios, desde mi distancia no pude mas que leer los labios, pero sus movimientos me eran tan familiares que apenas tuve que esforzarme, aunque desee con todas mis fuerzas haberme equivocado ese día…
“En las sombras que jamás podrás traspasar” siseo saboreando cada palabra que decía…
El puñetazo usando la parte metálica de su brazal no tardo en llegar, esta vez cargado con una furia y rabia de años acumulando ese lastre a sus espaldas, un extenso pasado parecía recorrer la tensión que se respiraba en esa sala. Ella cayó al suelo de rodillas y yo cada vez comprendía menos de lo que allí pasaba, tenia que presenciar como sangraba una y otra vez, como la golpeaban, la maltrataban y la vejaban sin limite, por proteger a una persona de la que no sabia nada hasta ahora y que sin duda me importaba bien poco el destino que pudiera tener, pero a ella no, y eso era lo que me envenenaba por dentro, la duda, el por qué…por qué dioses, por qué…
Comenzó a toser apoyándose con una mano en el suelo, hubiera dado lo que sea por saber qué estaba pensando, que se cruzaba por su mente, desvelar por una mínima vez qué se tejía en esa telaraña intrincada.
La tiró del pelo hacia si antes de que pudiera tomar el aliento y la acerco hacia su oído estando aun de rodillas – yo que tú dejaría de esperar, ningún principito va a venir a rescatarte y a mí cada vez se me ocurren cosas más grotescas que hacer contigo – el tono de intimidación aumentaba.
-Soy yo la que te estoy dando plazo para que te largues, réquiem- -voy a acabar contigo y con todos tus perritos falderos-
-Jajajajajajaj- la tremenda carcajada de réquiem se hizo eco en toda la sala,
-un tempano de lengua bífida hasta el final, en eso no has cambiado nada mi querida Seda-.
Aunque mi fe en ella era ciega, ni yo misma daba crédito a esas palabras, ¿cómo pensaba hacerlo?, sea como fuera yo debía estar a la altura, me concentré en observar al sicario que me sujetaba y poder deshacerme de él, ahora ya nada iba a sorprenderme por la espalda, estaba en juego lo único que me importaba en esta miserable vida y no iban a arrebatármelo, ni ellos, ni esa sombra misteriosa que buscaban y nos había maldecido.
Comenzó a musitar unas palabras a modo de letanía, tomando cada vez más intensidad, jamás las había escuchado, parecía un gesto autómata pero cargado de fuerza…
La sala parecía estrecharse, pero no era eso, era…era algo distinto, los candelabros, las antorchas cercanas al altar donde estaban parecieron envolverse en un manto sombrío, engullidas sin compasión, y entonces noté ese frio, ese frio que me recorrió hace apenas un momento, y sonreí, repentinamente, yo…sonreí, únete a ella…
Réquiem desenfundó y sesgo el viento con sus espadas hacia donde se encontraba ella, pero no pudo más que eso, cortar el viento, pues ya no había nada, la sombra se la había arrebatado y ahora tenía alas para moverse a su antojo.
Era mi momento, aprovechando el factor sorpresa, mordí a mi raptor añadiendo un codazo en la cara, y con una pirueta intentar ganar más distancia entre ambos y buscar un hueco donde ganar ventaja y ocultación, saqué una daga de mis múltiples bolsillos internos y la otra mano la metí en una pequeña bolsita de cuero del cinto, me acerqué hacia él y abrí la mano izquierda para poder espolvorear el polvo que contenía en su interior, ese polvo penetraría en sus ojos y lo dejaría cegado, para ser una diana donde siempre dar a blanco. Mientras ella seguía danzando, deslizándose en un baile, de uno con las sombras, un bello vals donde nadie más estaba invitado, sus puñaladas era como picaduras de insecto, imposibles de detectar hasta que notas el pinchazo, cuando conseguí deshacerme del primero, busqué la espalda del segundo descuidado y así sucesivamente para poder dejarle la mayor libertad de movimientos a ella, y que pudiera tener sus cinco sentidos en ese hijo de puta de réquiem.
De pronto sacó un pequeño medallón del que presionó la parte central del mismo hundiéndola un poco, una luz rojiza salió de su interior y pareció envolverle por un momento, antes de que pudiera desvanecerse del todo pude ver una mano negra dibujada. Y fijó su mirada en ella, yo seguía en un mar de sombras, pero él, él no dejaba de mirarla fijamente…
-te has vendido maldito asqueroso- recriminó ella.
-no vas a ser la única que haga pactos querida- - unirse al más fuerte o morir- -él me ha otorgado la venganza que buscaba , ¿y por una maldita alma? Jah, sin duda me está mereciendo la pena-
El baile se había terminado, ahora estaba sola ante él, y volvía a mi mente por qué estaba pasando todo esto, ese hombre… ¿qué había tejido ese hombre en ti?...
Continuará…
p.d. voy a intentar avanzar un poco más esta noche, para el que le pueda interesar vamos, no sé