El agua aún humeaba en la gran tina de piedra donde se había bañado. Los esclavos sabían que le gustaba que estuviera tan caliente que no diera tiempo a enfriarse después de un largo y relajado baño, que la habitación se llenara de vaho hasta que cada minúscula luz de dispersara formando una atmósfera densa. A éste se unía el humo del incienso que se quemaba en un rincón, otorgando un olor dulzón al ambiente.
Se había secado y una de las esclavas había trenzado la raíz de su cabello blanco formando ocho trenzas y dejando el pelo suelto por la parte de atrás. Su cuerpo había sido ungido con aceite aromático que desprendía un aroma almizclado y hacía brillar su piel gris.
Se levantó despacio y majestuosa observando el reflejo de su cuerpo en el espejo y vio acercarse a una de las esclavas con las tiras de cuero adornadas con metal púrpura. Se fue colocando las ropas y la esclava ajustó a su muslo una correa con una daga de sacrificios. Se giró observando la empuñadura que sobresalía de la funda, grabada con motivos de telaraña, y la acarició dibujando una leve sonrisa afilada en sus labios.
La túnica nueva, de tela fina y vaporosa, se deslizó por su cuerpo al colocársela. La esclava estiró de los bajos de ésta mientras otra de las esclavas la ajustaba a su cintura con un cordel de hilos plateados. Se sacó el pelo blanco atrapado contra la espalda por la túnica y cogió aire amplia y lentamente, llenándose los pulmones y expulsándolo después.
-Honremos a la Diosa...
//pongo esto por aqí porque lo estaba poniendo el La Carne de Lloth y creo que no todo el mundo sabe que ese subforo es público Si los DMs quieren borrarlo de allí, adelante
Desde que la sacaron de la mazmorra no he podido ver otra cosa que sus ojos azules invadidos por el pánico. Ese pánico que me hace sentir poderosa, que casi puedo tocarlo con las manos. La cadena que se sujeta a su cuello no llega a tensarse siquiera mientras toda la Qu'ellar desfila por la ciudad encabezados por los dos abanderados que portan los estandartes de nuestra casa. Ella me sigue sin resistencia, camina con orgullo, bien vestida y hermosa. Lo único que la diferencia de mí es su miedo, y éste es sólo mío.
La Suma Sacerdotisa nos ha acompañado a la sala donde el ritual va a tener lugar. Los sentidos se embotan con el calor y el humo de los ocho braseros que rodean la mesa de sacrificios. La sala entera se llena de drows. La casa Belfa're al completo y dos integrantes de la L'Velve... Aún no logro comprender qué posición tiene ese esclavo en la ciudad para que le hayan dejado asistir a este evento. Aún así, trato de concentrarme y asegurarme de que cada cosa está en su sitio. Los dos guardias hacen que la elfa aterrada se tumbe en la mesa de sacrificios y, con gestos tranquilos, mis manos van atándola de muñecas, tobillos y frente a ella con los correajes.
-Lloth, dame tu sabiduría y elocuencia para que este ritual sea digno de ti.
Mis palabras suenan sólo para mí y Lloth en un susurro y pronto la magia de la diosa inunda todo mi cuerpo erizándome la piel que reluce con más belleza de la habitual. Me muevo despacio entre los braseros y dejo caer un pequeño chorro de aceite y un pellizco de incienso en cada uno de ellos. El ambiente ya cargado por el calor del fuego, se inunda ahora con los nuevos olores de las esencias al quemarse.
Me coloco frente al altar, dándole la espalda al resto de la sala, y desabrocho mi túnica que cae liviana al suelo con un susurro de la tela, dejando mi cuerpo al descubierto, sólo adornado con los aceites ungidos sobre él y las escasas tiras de cuero. Me giro hacia la concurrencia y mi voz se eleva dirigiéndose a ellos.
-Por la Grandeza de la Reina Araña nos hemos reunido hoy aquí para que nuestra Qu'ellar le rinde la pleitesía que se merece. Que la Diosa bendiga a todos los presentes.
La diosa nos bendice con sus dones a todos los presentes y nuestros rostros reflejan el placer que Lloth nos da llenando nuestros corazones de valor y fervor.
-Sobre este altar yace el alma de una clérigo del Panteón del Seldarine, virgen, orgullosa y poderosa por venerar a sus indignos dioses que le han concedido sus poderes. A Lloth le ofreceré su sangre, su espíritu y su cuerpo para que los reciba como ofrenda de los Belfa're y los acoja en su seno para atormentarlos hasta su vuelta al mundo en forma de araña. Alcemos nuestras voces en su honor y que estas paredes hagan eco de nuestra devoción para que la misma Diosa nos oiga. ¡¡¡Por Lloth!!!
Mientras la sala entera repite mi ofrecimiento, mi daga sale de su funda y rasgo las vestiduras limpias y nuevas de elfa que se remueve de pánico al verme desnudarla.
-Con este aceite yo te proclamo a la diosa y te marco para que le pertenezcas por completo. Yo te la ofrezco, Reina de las Arañas.
-¡Gloria a Lloth!- La casa entera me hace la réplica mientras mis dedos se deslizan por el vientre de la elfa dibujando una araña con aceite que resbala por su piel. Cojo un hierro de los braseros con el extremo al rojo vivo y marco el vientre de la clérigo con el símbolo de Lloth oyéndose el chisporroteo de la carne chamuscada apagado por los gritos de la mujer que me hacen estremecer y dibujar una sonrisa placentera.
-Esta es la lengua con la que ha rezado a sus dioses del Seldarine y con la que ha conjurado recibiendo sus favores. Yo te la ofrezco, Reina de las Arañas.- Mi voz vuelve a elevarse en la sala que vuelve a darme la réplica.
-¡Gloria a Lloth!
La cojo del rostro, observando esos ojos azul claro que me devuelven la mirada aterrada, aun tiene la boca abierta en una mueca de dolor y puedo cogerle la lengua y cortarla despacio, tomándome mi tiempo, disfrutando de cómo su grito se ahoga con la sangre que va emanando de la herida inundando su garganta. Pero aun no quiero que se desangre, no quiero perderla... Otro hierro al rojo sin dibujo está a mi lado y lo uso para cauterizar la herida que deja de sangrar enseguida. La elfa se retuerce y escupe sangre a un lado tosiendo entre arcadas.
-Estos ojos son los que han visto la luz de la luna y del obre maldito de la superficie. Yo te los ofrezco, Reina de las arañas.
-¡Gloria a Lloth!
Casi sin darme cuenta la he vuelto a coger del rostro para mantenerlo quieto mientras mi daga se introduce en sus cuencas. Mis manos están llenas de sangre y mis dedos se introducen por detrás de los ojos, dejándome espacio para cortar el nervio que los une a su cabeza. La emoción me embarga, mi respiración está agitada y cada grito embota mis oídos como una melodía exquisita que hace que mi corazón se sacuda de gozo.
-Lloth, bendice mis músculos con la fuerza de tus ocho patas.- Mi susurro se ve interrumpido débilmente por mis propios jadeos, pero la Diosa me oye. Está conmigo. Me acoge y su fuerza se transmite a mi cuerpo.
Me vuelvo a dirigir a los presentes con la voz henchida de poder.
-Esta araña se clavará ahora en el corazón que aun late en su pecho. Yo te ofrezco su último aliento, Reina de las Arañas.
-¡Gloria a Lloth!- La sala cada vez está más emocionada, igual que yo. Todos estamos deseando ver cómo esta mujer deja de vivir, da su vida por la diosa, es deshonrada ante sus dioses y le privamos de la vida que ellos tenían para ella.
He ido dejando la lengua y los ojos sobre el altar, apartados. Levanto la daga con ambas manos. La dejo en alto unos segundos. Cojo una bocanada de aliento y la dejo escapar con un grito a la vez que cae en picado sobre el pecho de la elfa. Se clava con un ruido sordo en él y su corazón da un último latido que puedo sentir sobre el acero de la daga que aun sujeto con las manos. Saboreo cada segundo que pasa mientras sus pulmones no se llenan más, su cuerpo se relaja del todo, y sus gritos se extinguen dejando un vacío en la sala.
Con ese silencio opresor, saco la daga despacio de su pecho y la voy clavando por debajo de sus costillas, abriéndole el cuerpo por el diafragma. Mis brazos se introducen en su cuerpo con tranquilidad, llenándose de su sangre así como mi cuerpo por donde ha salpicado, y las gotas de esa esencia se deslizan mezclándose con el aceite que me impregna, acariciándome a su paso.
Consigo sacarle el corazón, con el agujero de la daga que lo atraviesa y hace que la sangre se derrame por todas partes, y lo coloco junto a la lengua y los ojos.
-Por último, este es su cuerpo sin vida que ahora te pertenece. Yo te lo ofrezco, Reina de las Arañas.
-¡Gloria a Lloth!
Los gritos aun resuenan mientras desato las correas de la elfa que yace inerte en la mesa del altar. Ordeno quemar el cuerpo y las amputaciones juntos a uno de los guardias del templo.
-¡¡Que Lloth nos bendiga a todos, miembros de la Qu'ellar Belfa're!!