Ashly

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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davidosito

Ashly

Mensaje por davidosito »

Ashly
La barbará sin clan y sin apodo

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El frio y el silencio, en las altas montañas daban una sensación de soledad en la noche estrellada. Siquiera bestias anunciaban su presencia mediante aullidos lejanos.
El sonido del cantar los pájaros daba inicio a la aparición del sol sobre el horizonte tan lejano, tan infinito. Ni siquiera estando tan alto, tan lejos del suelo, se podía ver que había más allá.
Unos temblores sacudían la tierra, una y otra vez, alguno más fuerte que otros, más ninguno cesaba sin la aparición de otro, así era la marcha de los gigantes, firme, ruidoso, y ningún animal se atrevía a asomar su cabeza de madriguera alguna.
Dos docenas de ellos marchaban colina abajo en busca de comida, Midiendo algunos más de 6 metros, siendo estos los más pequeños. En el frente de la marcha, el más anciano, un Gigante de piel morena, pelo blanco, el cual cargaba un garrote el cual era un árbol arrancado hace ya un tiempo, Más alto que el resto, más gordo y fornido, la edad que aparentaba su cara no era la misma que su cuerpo. Aquel garrote gigante, descansaba en su hombro izquierdo, llevaba un taparrabo con algunas bolsas pequeñas de oro y otras cosas. Llamativo era el tamaño de su equipo, más no era lo extraño en él, sino lo que había en su hombro derecho, un humanoide realmente pequeño comparado con estas criaturas. Una elfa, de cabellos rubios claros, la piel del cuerpo bronceada, llevaba varios tatuajes, tanto en sus brazos, como piernas como en el mismo torso. Esta, estaba sentada en el hombro de aquel gigante, mirando en el lejano horizonte con la esperanza de ver algo más. El gigante comenzó a hablar, en voz baja para lo que es lo normal en ellos, que podría ser considerado un grito para otros.
- Has sido testigo de mi nacimiento, y lo serás de mi muerte y te encuentras igual al primer recuerdo que tengo de ti. Los de vuestra raza, tienen un poder especial que otros carecen. – Dice el gigante en su idioma nativo en un tono de voz reflexivo.
- En aquel entonces, no era más que un premio, obtenido por vuestro padre y su gran logro. Aun así, no me arrepiento de haber viajado tantos años contigo, Jarlg “El grande” líder de la tribu Garras rojas.-
- No te entiendo, habrías podido escapar cuando quisieras, y habrías obtenido la libertad que tanto deseabas.
- Pude, puedo y podré hacerlo. Sin embargo, aquí estoy por propia voluntad y esa es mi libertad, estar donde quiero y con quienes quiero. No muchos conocen a un gigante y viven para contarlo.
- El dolor de viejas heridas vuelven a surgir, y con está última no se cuanto más viviré. Los de mi tribu no os permitirán seguir con vida. Y preferiría que me recuerdes como me ves y no cuando ya no este.

El día se volvió noche, la luz oscuridad, y el sol se convirtió en luna. Con ojos recelosos los gigantes la veían, como si de mal agüero se tratara, como si no fuera más que una criatura fantástica de los cuentos a los niños. Pequeña y frágil, así la veían aquellos gigantes que con gran razón lo hacían.
Aquella noche estrellada, cuando solo los vigías estaban en guardia, esa misma noche Ashly escapo furtivamente, le dolía dejarlos atrás, gran parte de su vida la paso con él, con Jarlg, A quien quería como compañero, líder y amigo.
A donde iría en medio de la noche, sabía de unas tribus nómades de los alrededores, y recordaba su tiempo con ellos, con su madre y su tribu, seguramente ninguno de los que conocía seguiría vivo, y eso le creaba un vacio que la soledad solo le hacia parecer más grande.


La suerte de los que no tienen nada

El sonido del crujir de una rama, seguido del cuchicheo de un joven, en común, hizo salir de su estado de trance, y lo primero que vieron sus ojos, fue a dos jóvenes humanos, apuntándole con un arco, el más joven, que no tendría más de 14 años, fue quien produjo aquel sonido.
- Quieta ahí salvaje, di tu nombre y clan.- El rostro era de alguien preocupado, temblaba un poco su mano, sin embargo, su voz no titubeo.
- Ashly, hija de Urushirai, del clan…- Hizo una pausa, antes de pronunciar a los garras rojas, se dio cuenta que ya no estaba más con ellos, y no volvería a estarlo.- una errante. Sin clan.
- Vamos! muévete, y síguenos, no hagas nada extraño y danos tus armas.-
- Si buscas problemas te los daré gustosa, más no pienso desprenderme de lo que es mío. Les seguiré.- Reconoció los tatuajes de los muchachos, correspondía a un clan de cazadores que cuando niña había visitado. - ¿Aun vive Nersturgar, el sabio?
Los muchachos no le contestaron, más sus rostros decían más que las palabras, estaban sorprendidos.

Los rayos del sol se infiltraban por entre las ramas de los arboles, dando una ligera sensación de paz, la melódica canción de las aves al ritmo de la brisa que hacia oír el movimiento de las hojas, siendo aquel momento de paz, una paz eterna que solo la naturaleza puede brindar.
Caminaron una jornada de viaje, solo se detuvieron para beber en un arrollo y recoger unas bayas. El andar era lento para lo que la elfa estaba acostumbrada, y el tramo recorrido no era mayor que lo que habría recorrido sola en unas pocas horas. La noche se adelanto aquél día, o eso pareció para ellos, y comenzaron a hacer un campamento, una pequeña fogata la cual fue ligeramente apagada para apaciguar las llamas, que no se produzca humo, y que los carbones no se consuman antes de llegado el nuevo día.
- Demuestra quien eres, Ashly, Hija de Urushirai, la errante.- Sentencio de forma agresiva el más grande de ambos.
- ¿a los golpes? o quieres oír una historia.-
- No te pases, somos dos contra una.-
- Eso no me importa, puede que gane o que pierda, pero un combate es un combate. Solo importa disfrutarlo.-
- Cuenta la historia…-
- Bien, todo comenzó…
Así pasaron las horas, y los rostros de ambos jóvenes se hacia más y más apasionada. Contar como el clan Garras rojas, los temidos gigantes, se habían aliado con el clan de Los tigres de plata, y así habían hecho huir al dragón del bosque, una historia que ellos conocían desde niños. De ese enfrentamiento, Tork el tirano, padre de Jarld el grande, después de haber hecho una hazaña arriesgada, había perdido su brazo izquierdo como precio de quitarle un ojo al dragón. Y así fue, como pidió de premio a los Tigres de Plata, a la hija de Urushirai, para ser un regalo de recién nacido para su hijo.
Ambos terminaron aplaudiendo la historia, eran jóvenes, pero habían oído la historia, así como conocían a su madre.
Al día siguiente, continuaron la marcha, hasta llegar al campamento cuando el sol anaranjado se encontraba en el horizonte.


Un nuevo comienzo

Entraron al campamento a paso firme, un gran vitoreo los estaba esperando, a estos jóvenes muchachos, quienes caminaron saludando con una gran sonrisa. Llegaron a la tienda más grande del campamento, donde se anunciaron, el silencio reino por uno segundos, hasta que una voz grave y enfermiza se hizo presente.
- Que os trae Hastiar y Remus, para molestar sin pedir permiso.-
- Encontramos a la hija de Urushirai en el bosque, creímos que era algo que merecía la pena ser informado de forma inmediata.-
El silencio volvió a hacerse presente, y por varios minutos tanto los dos muchachos que se encontraban inclinados en forma de reverencia hacia la tienda, como la elfa que mantenía una postura altanera observando, siendo esta quien rompió el silencio.
- ¡Que tanto te tardas! Ten el valor de dar tu cara para hablar.-
Unas risas se escucharon dentro de la carpa, más no eran de hombre, sino de mujer.
- Apartaos, Hastiar, Remus. Veo que hay alguien que no se le enseño adecuadamente.-
Estos se hicieron a un lado y de la carpa salió una mujer, de cabellos rubios, tatuada en casi todo su cuerpo, con una mirada fiera y desafiante, intimidante para muchos, su presencia se hacia notar. Aquella figura de un salto de unos cinco metros cerro la distancia que la separaba de Ashly. Donde, sin previo aviso, dio un fuerte golpe en el estomago haciendo que esta volara dos metros hacia atrás. Ashly no se quedo quieta, y levantando el rostro, sin pensarlo, feliz por verla, entro en un estado de furia, solo para demostrar cuanto había crecido en ese tiempo, y arremetió contra su madre, la cual, por alguna razón, intentando esquivarla, no pudo, quedando aun más desprotegida, recibió completamente la embestida y en el suelo comenzaron a forcejear. Su madre era mucho más fuerte, sin embargo Ashly poco a poco comenzaba a tener la ventaja, hasta que termino venciéndola.
- JA! has perdido, así me querías enseñar algo. ¿madre? Los gigantes me han hecho fuerte.

- Ashly, entra.- La voz del hombre dentro de la carpa se hizo presente, como si fuera una voz mágica que la obligara a entrar.
Antes de darse cuenta, estaba dentro, donde un viejo anciano, pálido y enfermizo, se encontraba postrado en un asiento.
- Tu madre, fue herida gravemente hace unos años… y ha perdido gran parte de su movilidad. No es posible que una mocosa como tu, la pudiera vencer. Solo espero que su capricho por darte la bienvenida no le traiga mayor problemas.
El arrepentimiento, así como su molestia, se mostraban en su rostro, su rostro contraído mostraba lo enojada que estaba, más sus ojos aquel dolor que sentía por lo que había hecho, y sin pensarlo, se retiro hasta su madre a la cual levanto y abrazo.


Esa noche se festejo como hacia tiempo no hacia Ashly, todo el clan reunido alrededor de una gran fogata, se bailo, comió, bebió y para terminar se conto una historia. Y como era habitual, antes de llegado el alba, se realizo la prueba de fuerza, para ver quien era el más fuerte en el clan, esta vez gano Ashly, después de derrotar al ultimo ganador por tercera vez consecutiva.
La soledad se había convertido en un sentimiento lejano, donde los recuerdos de su infancia, se volvían más vivos, a tal punto de olvidar en ese momento, todo aquel tiempo pasado con Jarld. Hablo tanto con todos que no recordaba con quien lo había hecho, aun así, noto la ausencia de su madre, con lo que fue a buscarla.
- ¿A quien buscas pequeña?- La inconfundible voz de su madre que estaba sobre un árbol relajada con los pies colgando por debajo de una rama.
- Si ya lo sabes, para que me preguntas.
- Quería escucharlo de ti. Mi querida hija.
- ¿qué haces aquí sola?- en un tono de voz agresivo.
- Nada…
- Eso solo me dices después de tanto tiempo…
- Si…
- AHGR!!- Dio un salto, tomo las piernas de su madre y la tiro hacia el piso.
Riendo como si no hubiera un mañana, ambas reían, juntas, mientras estaban en el suelo, su madre arriba de ella.
- Eso fue apropocito! eres la peor madre que he tenido.
- ¿has tenido otra? no me has contado esa historia.
- Si, y era más buena que tú.
- No eres buena mintiendo… Ashly…
- Te extrañe, nunca viniste a visitarme…
- Si lo he hecho, en reiteradas ocasiones, ¿acaso crees que tu madre te dejaría sola? Solo que le hice jurar a Jarld que no te digiera nada. Me caía bien.
- No lo digas como si…
- Si… como digo… murió esta mañana.
- De viejo… lo lamento por él. Aunque seguirá vivo dentro de mí.
- ¿De viejo?... no… Fue luchando, contra el nuevo líder del Clan Garras rojas.
- QUIEN FUE!!!
- Grugkr.
- Ese maldito traicionero! lo recuerdo, siempre ambiciono el poder, pero nunca tubo el coraje de enfrentarlo! Y ahora que estaba herido, se aprovechó.
- Sin duda, lo hizo, pero algunos son así, debes tener cuidado y mirar a tus espaldas, cuanto mas conoces a las personas, encontraras mayor desconfianza.
- Lo matare… con mis manos desnudas.
- Como si una niña gritona como tu pudiera hacerlo.
- No soy una NIÑA!
- Hija… parte de ser fuerte, es ser más fuerte, sino, tu rival sentirá vergüenza de ti. Y tu de ti misma. No es que no tengas que enfrentar a alguien más fuerte que tu. Sino que vale la pena que alguien se enfrente a ti… Y que otros quieran enfrentarse contigo para medirse.
Y así hablaron lo que quedaba de la noche, y hasta que el sol se puso en lo alto nuevamente.

- Es hora de que partas, aquí no encontraras nada, ve al sur, hasta que encuentres un camino, síguelo y veras cosas que nunca has visto, razas que jamás imaginaste, y puede que encuentres a alguien de los tuyos. No dejes de ser quien eres. Y recuerda, quienes hablan mucho, ocultan más. No confíes en ellos.
- No te vallas a morir, no hasta que me veas vencer a Grugkr.
- No lo hare, aun tengo mucho que vivir, y tu lo tienes más. Ten.- ofreciéndole un Brazalete de oro.
- Jarlg quería que te lo diera cuando haya perdido la vida, era su regalo de despedida, para que nunca lo olvides…
- Nunca, nunca, lo olvidaré…


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davidosito

Re: Ashly

Mensaje por davidosito »

El antojo de un guiso

Así comenzó todo, Jazmín, sacerdotisa de Sharess, demostró a Ashly, la barbará sin clan, su placentero deseo de ir a la posada de la bifurcación a comer el mejor guiso y tomar un merecido descanso.
El solo hecho de viajar hizo qué, Ashly aceptara gustosa, dando así, inicio a la marcha, por el no tan pacifico, camino al norte de la ciudad de Nevesmortas. Encontrándose junto a Jean, paladín de Thor, quien descendia la colina del Hospedaje, tras unas indirectas dadas por la Sacerdotisa de Sharess, terminó entendiendo qué, sin darse cuenta del todo, nos acompañaría, no sin antes, tomarse una hora retocándose “el cabello”… ¿Quién rayos tarda 1 hs en tocarse el cabello?...
Así continuaron su viaje hasta llegar a donde los gitanos, gentiles, alegres, llenos de historias. Tomaron un pequeño receso, mientras estos les contaban una historia de camino. Como si de un bisonte se tratara, apareció corriendo Thorgrim, un enano muy peculiar, como si fuese a comprar la última cerveza de su vida. Nunca se vio correr tanto a un enano, como en aquel momento.
Pasó una hora más hasta que reanudaron la marcha, viendo a lo lejos un grupo de bandidos que los esperaban en el camino para pedirles “gentilmente” las pertenencias de estos. Y así de “gentil” fue como Ashly y Thorgrim, les dieron tantos golpes hasta que, creyeron, que ya no querrían más. Satisfechos, los 4, siguieron camino.

La posada, tan lejana, tras pasar tanto tiempo caminando, tantos problemas en el camino, y todo… todo por un guiso. Dentro, cálido por el calor de la hoguera, junto con el cantar de dos enanos que les daba una hermosa sensación de confort, aunque, el cantar de estos dos se compararía al de dos cotorras roncas.
Los 4 aventureros, entraron contentos y muertos de hambre, fue Jazmín quien pidió el guisado, mientras que Thorgrim pidió lo más fuerte de la posada.
Las circunstancias de la vida los llevaron a sentarse junto a los enanos, quienes, comenzaron a luchar entre ellos, por lo que parecía ser, “saber” quien era el mejor bebedor, uno empujo al otro y este dio contra Ashly que se encontraba sentada a punto de beber aquel licor negro. Fue Jean quien la detuvo junto con la voz melódica de Jazmín de que golpeara a esos dos mequetrefes, sin embargo, se les escabullo Thorgrim por la espalda quien se unió a la pelea, y si el lo hacia, Ashly no se quedaría atrás, se dieron una buena golpiza, aunque, Thorgrim, en un arrebato de furia, poco más y le quita todos los dientes de un golpe al enano, quien termino dormido en el piso, y al poco tiempo el otro, siendo los ganadores, Thorgrim y Ashly, los cuales, festejaron bebiendo aquel licor espeso, negro, amargo, de un trago y no pudo ser de otra manera que, ambos dos, terminaron tendidos en el suelo, inconscientes, pero con una sonrisa de satisfacción en su rostro…

Denz, guerrero dormilón, tras huir de algo, terminó en la misma posada, viéndolos inconscientes, solo se asomo una sonrisa, él no querría ver a Ashly consiente, no si había bebido, ya había pasado una mala experiencia.

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A los pocos minutos, Ashly y Thorgrim comenzaron a reaccionar, levantándose lentamente, no sin que Denz se diera cuenta y sacara a Jazmín de la posada, dejándonos a merced de Jean, quien no quería que bebamos más, y se ofreció a traernos agua. Thorgrim en una reacción pavorosa hecho gritando “Agua!!!!
No se dirá que un Ironforge bebe agua dentro de una taberna!!!! No señor!!!”
Jean opto por darles leche, y no agua, mientras estos dos, devoraban los restos de guiso frio que quedaba sobre la mesa.

El anochecer vencía una vez más al día y el sol se ocultaba en el horizonte infinito. Junto con la caída del sol. Ashly aun mareada junto con thorgrim salieron de la posada. El enano comenzó a perseguir gallinas hasta lograr patearlas, mientras que Ashly bebiendo la leche dejo derramar gran parte por la comisura del labio. Jazmín pidió amablemente que se limpiara, mientras ella se acercaba al pozo, Denz se ocultaba detrás de Jazmín, siempre estando del lado opuesto al que caminaba la barbará tomada.
El sonido de las gallinas y del enano que apenas podía correr, junto con el baño de agua que se daba la barbará, daba una sensación de alboroto. Entre risas, llego Arcturus, el bardo, pasando por el umbral de la doble puerta de madera, Tras él, apareció Gledios, y al poco tiempo, Laylat. Ya eran demasiados y el ruido fuera de la posada, era mayor que el que se podría producir en una contienda de enanos borrachos.
Ashly tomo el balde de agua y lo lanzo contra Jazmín, quien lo esquivo agachándose, dejando desprotegido a Denz, quien recibió, de malas ganas, el baldazo.
Thorgrim logro su cometido y pateo unas cuantas gallinas, llenando todo de plumas y barro. Laylat fue la siguiente en ser atestada por un baldazo de agua. Después de aquello, Ashly y Thorgrim quedaron tendidos en el suelo, este ultimo, antes de caer derrotado por el día, dijo “Entre el olor de la mujer (arcturus), y el brillo de la armadura de ese nuevo (gledios) nos van a ver todos los orcos a 100 millas a la redonda,… ya os advierto
“ tomando aire, ya más calmados, como si de dos niños mal criados se tratara.

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¿Sera obra de la diosa del placer? ¿Mujeres mojadas, barro, plumas, lucha, alcohol, leche y risas? (y aunque no lo crean, más hombres que mujeres)…

Las horas pasaron y decidieron emprender una expedición, pero eso, es otra historia…
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