El Capitán de la Legión Argéntea, Sir Yándar Filastro envia una misiva urgente a la dama Arlheza Lanzagélida y al capitan de la orden de nevesmortas, Sir Öleg. La carta reza así:
Estimados amigos:
Lamento ser yo el emisario de tan malas noticias. Hace unas semanas nuestra comandante Lady Oira partió junto a un batallón de mis mejores soldados a una misión urgente recibida por parte de nuestros hermanos en Adbar. Desde entonces no hemos tenido noticia alguna de su paradero ni del resto de soldados que la acompañaban.
Un grupo de aventureros asegura que tras una gran lucha por parte de la legión contra los Orcos Urog, muchos perdieron la vida y apenas quedó gente con vida. Se sabe que los orcos que ganaron la batalla, lo que no me consta es si se han tomado rehenes.
Hemos realizado una partida a lugar en cuestión, sin éxito, ya que los cuerpos de los caidos en batalla, fueron quemados por los orcos.
No me atrevo a decir que mi querida amiga y fiel soldado Lady Oira sigue viva, aunque confio que dada su valentia, fuerza y audacia, pueda regresar a nuestro lado.
Por eso hago un llamamiento a las armas y solicito a todo aquel que esté dispuesto a luchar y buscar a nuestros soldados se ponga en contacto conmigo , en la ciudadela Felbarr. Nevesmortas ha hecho mucho por nosotros y es ahora el momento de devolver todos esos favores.
Por una marca unida.
Firma: Yándar Filastro
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LARGA VIDA A MIS ENEMIGOS PARA QUE SUFRAN CON MIS VICTORIAS
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Re: Informes desde Felbarr
*Raenor Ojalaya lee el anuncio de Yándar Filastro y va en busca del capitán Oleg*
Capitán, voy ahora mismo a Sundabar a pedir ayuda al clero de Yelmo. Seguramente pondrán a varios paladines y sacerdotes a su disposición para la búsqueda. No desespere.
*En la cara del enano puede verse algo nuevo. Una preocupación sobre su admirada y respetada superior, pero también, para quien sepa buscar en su semblante, parece asomar la soledad del líder, del hombre que tiene que tomar las decisiones.*
Capitán, voy ahora mismo a Sundabar a pedir ayuda al clero de Yelmo. Seguramente pondrán a varios paladines y sacerdotes a su disposición para la búsqueda. No desespere.
*En la cara del enano puede verse algo nuevo. Una preocupación sobre su admirada y respetada superior, pero también, para quien sepa buscar en su semblante, parece asomar la soledad del líder, del hombre que tiene que tomar las decisiones.*
Re: Informes desde Felbarr
*Al leer la noticia, el escudero de la Orden de Caballeros Odir Bleyos se queda atónito. Es un hombre de acción, y en su primer gesto lleva la mano derecha a reposar sobre Olostín, su fiel espada. Acto seguido se dirige al castillo cuyas puertas le abrió la comandante Oira y entrega el que piensa podría ser un último informe para ella. Tras hacerlo, se encamina hacia Nevesmortas de nuevo en busca del capitán.*
*Escudero y caballero van a Fellbarr a lomos de Puño, el hipogrifo de Odir, la forma más rápida de llegar a presencia de Yándar Filastro. Odir apenas puede contenerse e interrumpe a ambos capitanes varias veces tal es su preocupación. Finalmente vuelven a Nevesmortas donde prepararán una pequeña misión de rastreo en los dominios de los orcos Urog.*
- La encontraremos, sea como sea, y la traeremos de vuelta.
*Odir comprende que en sus palabras sólo anida la semilla de un mayor dolor, y calla de nuevo hasta que se le ocurre una idea que compartir con su capitán.*
- Señor, ¿no tendrá algo que ver la desaparición de Drum en todo esto? Dijo que se iba para siempre, pero podría ser que estuviera buscando a su madre.
- ¿Es que son familia?
- Señor, Drum es la hija de Oira. Bueno, su hijastra.
- Eso tendría mucho sentido y explicaría casi todo.
*Apenas cambian más palabras en todo el viaje, tal es su estado de ánimo.*
*Escudero y caballero van a Fellbarr a lomos de Puño, el hipogrifo de Odir, la forma más rápida de llegar a presencia de Yándar Filastro. Odir apenas puede contenerse e interrumpe a ambos capitanes varias veces tal es su preocupación. Finalmente vuelven a Nevesmortas donde prepararán una pequeña misión de rastreo en los dominios de los orcos Urog.*
- La encontraremos, sea como sea, y la traeremos de vuelta.
*Odir comprende que en sus palabras sólo anida la semilla de un mayor dolor, y calla de nuevo hasta que se le ocurre una idea que compartir con su capitán.*
- Señor, ¿no tendrá algo que ver la desaparición de Drum en todo esto? Dijo que se iba para siempre, pero podría ser que estuviera buscando a su madre.
- ¿Es que son familia?
- Señor, Drum es la hija de Oira. Bueno, su hijastra.
- Eso tendría mucho sentido y explicaría casi todo.
*Apenas cambian más palabras en todo el viaje, tal es su estado de ánimo.*
Re: Informes desde Felbarr
El día había comenzado tras una larga caminata en silencio. El capitán Oleg Smashstone, nada más llegar, rompió las tres horas de silencio que les había envuelto en el Camino de la Bifurcación desde Sundabar.
- Escuderro, voy a Adbarr a pedirr ayuda a los clanes enanos. Hay varrios grrupos en esa zona que puedo movilizarr parra esta misión, aunque tardaré un par de días en recorrer la región. Queda al mando hasta que regrese, encárguese de reunirr a un grrupo poderroso y tengalo listo parra mi regrreso.
- ¿Señor? ¿Al mando yo? Pero...
- Ni perro ni gato, escuderro. Es una orden.
Así, Odir quedó solo en el patio del castillo viendo como su mentor se iba hacia el norte tras recoger una bolsa con provisiones. Se juntaban la fatiga y la tristeza, pero pudo más la responsabilidad y dio las órdenes oportunas a los soldados.
- Den orden de movilización. Suspendan todos los permisos y que se acuartelen las tropas hasta nuevo aviso. Y que vengan dos hombres que escriban con buena letra al despacho. ¡Rápido!
Al cabo de una hora había diez carteles repartidos por la villa: en el tablón de la fuente, en la Rosa, en el Blasón, en la entrada del cuartel, en la Atalaya, en la escuela de magia, hasta en los comercios más importantes. El mensaje era claro y preciso, muy del estilo tyrrano. "La Comandante Oira está en paradero desconocido. Se necesita la ayuda de todo aquel que esté dispuesto a arriesgar su vida por encontrarla. Todo aquel que quiera ayudar que acuda al castillo de la Orden de Caballeros esta tarde a la hora séptima".
Como cabía esperar, los carteles atrajeron a un variopinto grupo de personas con ganas de ayudar. El inconveniente de juntar a un grupo así es que entre presentaciones, explicaciones y demostraciones de ego se perderían inevitablemente valiosas horas. Entre Callum Hachanegra que se negó a presentarse delante de elfos, Dublin Doblonson que parecía el ombligo del mundo, Eowaran Freyn ofendido por la duda sobre su raza, Shenniel Jars que estaba descolocada, Danila Wend tan callada en reuniones grandes como habladora en un escenario, Francis sumido en sus meditaciones sobre lo que estaba sucediendo y Odir Bleyos, que con el cansancio que llevaba a cuestas parecía diez años mayor, no cediendo un ápice de terreno tirándose muertos a la cabeza con el representante de la guardia en medio de la discusión y tratando de precisar si Oira debía ser mencionada como comandante de la Orden o como capitana de la Legión, el intendente de la orden agradeció para sus adentros la interrupción de un soldado. Odir le permitió entrar sin demora y le pidió que hablase.
- Señor, ha llegado un legionario desde Fellbarr. Trae una carta del capitán Filastro.
- Tráigamela, por favor.
El intendente de la Orden examinó la carta con atención y su sonrisa inicial fue pronto sustituida por una expresión de honda tristeza.
- ¿Está aquí el mensajero?
- Sí, señor -le contestó el soldado. Espera en el despacho de la comandante.
- Hágale pasar lo antes posible -tras la salida del soldado de la sala se dirigió a los reunidos, atentos a sus palabras-. Señores, parece ser que uno de los tenientes que acompañaba a la capitana Oira está vivo. Alguien le ha llevado a Fellbarr herido pero aún con vida. Ha declarado -y al decirlo se le quebró la voz- que vio en el campo de batalla a una elfa muerta con el uniforme de la Legión, aunque no pudo precisar quien era.
Los pasos del legionario resonaron por el pasillo y las bisagras chirriaron al abrir la puerta uno de los soldados que la guardaban. Con paso resuelto, el mensajero se adentró en la sala.
- Acérquese, legionario -le pidió el escudero Bleyos-. Tengo algunas preguntas que hacerle. El mensaje del capitán no es preciso en algunas cuestiones. ¿Quién llevó al teniente a Fellbarr.
- Fue una mujer, señor.
- ¿Semielfa? ¿Rubia? ¿Joven? -a las palabras del intendente, el soldado asintió simplemente.
- Drummetha -dijo en un hilo de voz para sí mismo.
- Hay algo en el mensaje -dudó antes de preguntar, tratando de escoger las palabras menos ominosas-... ¿cuántas elfas iban en el contingente de tropas?
- Dos, señor. La capitana Oira y otra.
El aliento de todos pudo oírse de repente, pues habían contenido incluso la respiración esperando esa respuesta, y la sensación de alivio fue generalizada. Pese a que al final los muertos sean simplemente muertos, las personas tienen sentimientos, y la muerte de una elfa anónima no era para todos ellos nada en comparación con la de Iruss Oira.
- ¿Dijo algo el teniente sobre el enemigo que les derrotó en combate?
- Señor, fueron ilícidos. Azotamentes de la infraoscuridad. Capturaron a varios y los llevaron prisioneros para someterlos a terribles torturas. Sólo la semielfa que le rescató evitó que él sufriera ese destino.
A estas palabras siguió el rumor de los congregados. Sobre todo Dublin y Eowaran parecían dispuestos a saltar a la acción.
- Ilícidos. Legionario, puede volver a Fellbarr. Dígale a Filastro que vamos a reducir la ciudad ilícida a cenizas -el intendente lo dijo sin asomo de crispación, como quien anuncia que va a tomarse un vaso de agua.
Mientras el legionario salía, entró Arylin Wend por la puerta. Muy preocupada, llegaba apresurada e incluso parecía azorada por su retraso en acudir. Su prometido la tomó en sus brazos antes de darle las noticias.
- Ary, Drum ha salvado a uno de los tenientes que iba con Oira. Por lo visto les atacaron los ilícidos y apresaron a algunos. Vamos a ir para allí enseguida.
- ¿Y Drum? ¿Dónde está? -era comprensible que estuviera mucho más preocupada por su amiga.
- Creo que ha ido a por su madre a la ciudad de esas asquerosas sepias.
El escudero y accidental dirigente de la Orden de Caballeros salió de la sala para dar las órdenes pertinentes.
- Quiero a cuarenta hombres formados en el patio en cinco minutos.
- Escuderro, voy a Adbarr a pedirr ayuda a los clanes enanos. Hay varrios grrupos en esa zona que puedo movilizarr parra esta misión, aunque tardaré un par de días en recorrer la región. Queda al mando hasta que regrese, encárguese de reunirr a un grrupo poderroso y tengalo listo parra mi regrreso.
- ¿Señor? ¿Al mando yo? Pero...
- Ni perro ni gato, escuderro. Es una orden.
Así, Odir quedó solo en el patio del castillo viendo como su mentor se iba hacia el norte tras recoger una bolsa con provisiones. Se juntaban la fatiga y la tristeza, pero pudo más la responsabilidad y dio las órdenes oportunas a los soldados.
- Den orden de movilización. Suspendan todos los permisos y que se acuartelen las tropas hasta nuevo aviso. Y que vengan dos hombres que escriban con buena letra al despacho. ¡Rápido!
Al cabo de una hora había diez carteles repartidos por la villa: en el tablón de la fuente, en la Rosa, en el Blasón, en la entrada del cuartel, en la Atalaya, en la escuela de magia, hasta en los comercios más importantes. El mensaje era claro y preciso, muy del estilo tyrrano. "La Comandante Oira está en paradero desconocido. Se necesita la ayuda de todo aquel que esté dispuesto a arriesgar su vida por encontrarla. Todo aquel que quiera ayudar que acuda al castillo de la Orden de Caballeros esta tarde a la hora séptima".
Como cabía esperar, los carteles atrajeron a un variopinto grupo de personas con ganas de ayudar. El inconveniente de juntar a un grupo así es que entre presentaciones, explicaciones y demostraciones de ego se perderían inevitablemente valiosas horas. Entre Callum Hachanegra que se negó a presentarse delante de elfos, Dublin Doblonson que parecía el ombligo del mundo, Eowaran Freyn ofendido por la duda sobre su raza, Shenniel Jars que estaba descolocada, Danila Wend tan callada en reuniones grandes como habladora en un escenario, Francis sumido en sus meditaciones sobre lo que estaba sucediendo y Odir Bleyos, que con el cansancio que llevaba a cuestas parecía diez años mayor, no cediendo un ápice de terreno tirándose muertos a la cabeza con el representante de la guardia en medio de la discusión y tratando de precisar si Oira debía ser mencionada como comandante de la Orden o como capitana de la Legión, el intendente de la orden agradeció para sus adentros la interrupción de un soldado. Odir le permitió entrar sin demora y le pidió que hablase.
- Señor, ha llegado un legionario desde Fellbarr. Trae una carta del capitán Filastro.
- Tráigamela, por favor.
El intendente de la Orden examinó la carta con atención y su sonrisa inicial fue pronto sustituida por una expresión de honda tristeza.
- ¿Está aquí el mensajero?
- Sí, señor -le contestó el soldado. Espera en el despacho de la comandante.
- Hágale pasar lo antes posible -tras la salida del soldado de la sala se dirigió a los reunidos, atentos a sus palabras-. Señores, parece ser que uno de los tenientes que acompañaba a la capitana Oira está vivo. Alguien le ha llevado a Fellbarr herido pero aún con vida. Ha declarado -y al decirlo se le quebró la voz- que vio en el campo de batalla a una elfa muerta con el uniforme de la Legión, aunque no pudo precisar quien era.
Los pasos del legionario resonaron por el pasillo y las bisagras chirriaron al abrir la puerta uno de los soldados que la guardaban. Con paso resuelto, el mensajero se adentró en la sala.
- Acérquese, legionario -le pidió el escudero Bleyos-. Tengo algunas preguntas que hacerle. El mensaje del capitán no es preciso en algunas cuestiones. ¿Quién llevó al teniente a Fellbarr.
- Fue una mujer, señor.
- ¿Semielfa? ¿Rubia? ¿Joven? -a las palabras del intendente, el soldado asintió simplemente.
- Drummetha -dijo en un hilo de voz para sí mismo.
- Hay algo en el mensaje -dudó antes de preguntar, tratando de escoger las palabras menos ominosas-... ¿cuántas elfas iban en el contingente de tropas?
- Dos, señor. La capitana Oira y otra.
El aliento de todos pudo oírse de repente, pues habían contenido incluso la respiración esperando esa respuesta, y la sensación de alivio fue generalizada. Pese a que al final los muertos sean simplemente muertos, las personas tienen sentimientos, y la muerte de una elfa anónima no era para todos ellos nada en comparación con la de Iruss Oira.
- ¿Dijo algo el teniente sobre el enemigo que les derrotó en combate?
- Señor, fueron ilícidos. Azotamentes de la infraoscuridad. Capturaron a varios y los llevaron prisioneros para someterlos a terribles torturas. Sólo la semielfa que le rescató evitó que él sufriera ese destino.
A estas palabras siguió el rumor de los congregados. Sobre todo Dublin y Eowaran parecían dispuestos a saltar a la acción.
- Ilícidos. Legionario, puede volver a Fellbarr. Dígale a Filastro que vamos a reducir la ciudad ilícida a cenizas -el intendente lo dijo sin asomo de crispación, como quien anuncia que va a tomarse un vaso de agua.
Mientras el legionario salía, entró Arylin Wend por la puerta. Muy preocupada, llegaba apresurada e incluso parecía azorada por su retraso en acudir. Su prometido la tomó en sus brazos antes de darle las noticias.
- Ary, Drum ha salvado a uno de los tenientes que iba con Oira. Por lo visto les atacaron los ilícidos y apresaron a algunos. Vamos a ir para allí enseguida.
- ¿Y Drum? ¿Dónde está? -era comprensible que estuviera mucho más preocupada por su amiga.
- Creo que ha ido a por su madre a la ciudad de esas asquerosas sepias.
El escudero y accidental dirigente de la Orden de Caballeros salió de la sala para dar las órdenes pertinentes.
- Quiero a cuarenta hombres formados en el patio en cinco minutos.
Última edición por Tacirrano el Mié Abr 03, 2013 11:39 am, editado 1 vez en total.
Re: Informes desde Felbarr
//Pongo este informe aquí y no en el subforo de la orden porque creo que es del interés general, ya que la mayoría de los jugadores del servidor tienen algún PJ en la quest. También porque el subforo de la Orden sólo lo leen dos personas y yo soy una.
A la atención del capitán Yándar Filastro, de la Legión Argéntea, en el cuartel de Fellbarr.
Remite: Odir Bleyos, escudero intendente de la Orden de Caballeros de la Lanza Helada de Nevesmortas.
El motivo de este mensaje es informarle de la marcha realizada en busca de la capitana de la Legión Iruss Oira según le informé pertinentemente anteayer.
Tras llegar a Adbar por un portal, el contingente de tropas de la orden de Caballeros, reforzada por la guardia de Nevesmortas y varios ciudadanos de la villa, entre ellos varios componentes de la Flecha del Destino; se adentró por la Puerta de las Caravanas en los salones abandonados de la ciudadela enana, donde tras un breve combate con duergars y esas repugnantes criaturas conocidas como Aniquiladores, encontramos un rastro de pies ligeros de semielfo que se encaminaban a un mando ilícido. Supongo que conoce los dispositivos, pero por si acaso le ilustraré: esos artefactos se encuentran repartidos por las cuevas de la Infraoscuridad, y creemos que los usan los azotamentes para desplazarse a través de portales que se activan al colocar ciertas gemas. Decidimos accionar el mando usando una gema que encontramos junto a él y cruzar el portal, que para nuestra sorpresa llevaba a las inmediaciones de Ascore.
Tras una exploración llevada a cabo por Arylin Wend y Eowaran Freyn, encontraron algo singular: una llama que ardía sin despedir calor señalando el lugar donde había abandonada una armadura de oficial de la Legión, con las formas femeninas características. Supusimos que era la de la capitana. Guardo esa armadura en depósito. Además, había una gema ilícida con un mensaje manuscrito con una letra que pensé que era de Drummetha Hayden, hijastra de la capitana y sin duda la mujer que rescató al teniente. Posteriormente entregué el mensaje y la gema a su destinatario, el maestro Redcully, arcano director de la Escuela de Magia de Nevesmortas. El contenido del mensaje es de índole privado y preferiría no revelarlo. Eowaran Freyn invocó su hipogrifo y lo cabalgó por el desierto en busca de su amiga Drum y la capitana Oira, y los demás lo seguimos tras sus indicaciones hasta el oasis. Allí encontramos a la capitana de la Legión Iruss Oira, inconsciente y envejecida, muy débil. Su hijastra la había dejado allí para que la encontrásemos y había huido.
Tras llevar a la capitana a Nevesmortas y encomendarla al cuidado de Áshnar el Humilde, mandó llamar al Maestro Arcano Goodman. En este momento la comandante se debate entre la vida y la muerte. Quiera la Tríada que se recupere, pero los arcanos dicen que el ritual para sanarla será peligroso y muy difícil.
Quisiera pedirle que la Legión imponga la máxima condecoración accesible a civiles a Drummetha Hayden, a quien he tenido el placer de hallar viva y relativamente sana. Ella se adentró en la Infraoscuridad, incluso en la ciudad ilícida, completamente sola, y salvó a dos oficiales de la Legión de un destino mucho peor que la muerte. Muchas veces me cuesta entender sus motivaciones y formas de obrar, pero una demostración semejante de heroísmo merece la máxima distinción. Espero que traslade a la Dama Alústriel mi deseo y que ella decida conceder mi petición en persona.
Sé que esto parece completamente idiota en este contesto, pero es más importante de lo que parece. ¿Tiene usted idea de dónde puedo conseguir un pastel de ruibarbo cubierto de chocolate de la colonia lantanesa de Sutchard? Parece ser relevante para los arcanos que cuidan de la capitana Oira, y a veces me cuesta distinguir su sabiduría de la mera excentricidad, incluso de la más delirante locura.
Quedo a su disposición, capitán.
Odir Bleyos, escudero intendente de la Orden de Caballeros de la Lanza Helada de Nevesmortas.
A la atención del capitán Yándar Filastro, de la Legión Argéntea, en el cuartel de Fellbarr.
Remite: Odir Bleyos, escudero intendente de la Orden de Caballeros de la Lanza Helada de Nevesmortas.
El motivo de este mensaje es informarle de la marcha realizada en busca de la capitana de la Legión Iruss Oira según le informé pertinentemente anteayer.
Tras llegar a Adbar por un portal, el contingente de tropas de la orden de Caballeros, reforzada por la guardia de Nevesmortas y varios ciudadanos de la villa, entre ellos varios componentes de la Flecha del Destino; se adentró por la Puerta de las Caravanas en los salones abandonados de la ciudadela enana, donde tras un breve combate con duergars y esas repugnantes criaturas conocidas como Aniquiladores, encontramos un rastro de pies ligeros de semielfo que se encaminaban a un mando ilícido. Supongo que conoce los dispositivos, pero por si acaso le ilustraré: esos artefactos se encuentran repartidos por las cuevas de la Infraoscuridad, y creemos que los usan los azotamentes para desplazarse a través de portales que se activan al colocar ciertas gemas. Decidimos accionar el mando usando una gema que encontramos junto a él y cruzar el portal, que para nuestra sorpresa llevaba a las inmediaciones de Ascore.
Tras una exploración llevada a cabo por Arylin Wend y Eowaran Freyn, encontraron algo singular: una llama que ardía sin despedir calor señalando el lugar donde había abandonada una armadura de oficial de la Legión, con las formas femeninas características. Supusimos que era la de la capitana. Guardo esa armadura en depósito. Además, había una gema ilícida con un mensaje manuscrito con una letra que pensé que era de Drummetha Hayden, hijastra de la capitana y sin duda la mujer que rescató al teniente. Posteriormente entregué el mensaje y la gema a su destinatario, el maestro Redcully, arcano director de la Escuela de Magia de Nevesmortas. El contenido del mensaje es de índole privado y preferiría no revelarlo. Eowaran Freyn invocó su hipogrifo y lo cabalgó por el desierto en busca de su amiga Drum y la capitana Oira, y los demás lo seguimos tras sus indicaciones hasta el oasis. Allí encontramos a la capitana de la Legión Iruss Oira, inconsciente y envejecida, muy débil. Su hijastra la había dejado allí para que la encontrásemos y había huido.
Tras llevar a la capitana a Nevesmortas y encomendarla al cuidado de Áshnar el Humilde, mandó llamar al Maestro Arcano Goodman. En este momento la comandante se debate entre la vida y la muerte. Quiera la Tríada que se recupere, pero los arcanos dicen que el ritual para sanarla será peligroso y muy difícil.
Quisiera pedirle que la Legión imponga la máxima condecoración accesible a civiles a Drummetha Hayden, a quien he tenido el placer de hallar viva y relativamente sana. Ella se adentró en la Infraoscuridad, incluso en la ciudad ilícida, completamente sola, y salvó a dos oficiales de la Legión de un destino mucho peor que la muerte. Muchas veces me cuesta entender sus motivaciones y formas de obrar, pero una demostración semejante de heroísmo merece la máxima distinción. Espero que traslade a la Dama Alústriel mi deseo y que ella decida conceder mi petición en persona.
Sé que esto parece completamente idiota en este contesto, pero es más importante de lo que parece. ¿Tiene usted idea de dónde puedo conseguir un pastel de ruibarbo cubierto de chocolate de la colonia lantanesa de Sutchard? Parece ser relevante para los arcanos que cuidan de la capitana Oira, y a veces me cuesta distinguir su sabiduría de la mera excentricidad, incluso de la más delirante locura.
Quedo a su disposición, capitán.
Odir Bleyos, escudero intendente de la Orden de Caballeros de la Lanza Helada de Nevesmortas.