El elfo negro en Argluna

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Tacirrano

El elfo negro en Argluna

Mensaje por Tacirrano »

Informe del Caballero Odir Bleyos:
A la atención del capitán Oleg Smashstone.

Señor, procedo a relatarle la historia desde el principio, aunque ya le conté una parte de ella previamente. Pero creo que así aclararé mejor mis propias ideas y se las podré exponer mejor.
Todo empezó hace dos meses, cuando mandaron llamar a mi prometida Arylin a la Flecha del Destino. Por lo visto, un grupo de artesanos enviado por la Dama Alústriel Manoargéntea quería hablar con ella. La acompañé, y lo llamativo del suceso hizo que se congregaran muchas personas de la villa allí. El jefe de la delegación era un tal Ronan Martillorroca, un enano forjador de armas de la propia Dama. Por lo visto, le había pedido una lista de los artesanos más relevantes de la villa, y mientras él demostraba su arte a Eowaran Freyn, siempre interesado en las habilidades de los herreros, ella y yo elaboramos la relación de artesanos.
Cuando acabamos, el enano nos dijo que la Dama quería ver a los mejores artesanos de la villa en su palacio de Argluna, y allí nos encaminamos los pocos que pudimos reunir: Brognar Ironforge, Eowaran Freyn, Vala Capanegra, mi prometida Arylin Wend y yo mismo. Fuimos volando en nuestras monturas aladas, cargando con las cuatro a los dos enanos artesanos y a Vala, que carecían de ellas.
He de decir que conocer a la Dama Alústriel Manoargéntea fue para mí como alcanzar un objetivo en la vida. Estuvo excepcionalmente amable con nosotros y entregó un arco largo a Arylin como homenaje a su extraordinario trabajo: el Arco de la Ciudad de Plata, confeccionado con maderadique y con unos refuerzos que permitían flexionarlo mejor. Nos pidió que elaborásemos nuestras mejores artesanías como muestra y se las llevásemos en dos lunas, y allí que nos fuimos.
Todos hacían planes sobre qué le darían a la Dama, y a mí se me iluminó el alma cuando lo vi: el arma que representará mejor a nuestra villa, una Lanza Gélida. Cuando lo pensé lo tuve claro. No tenía mucho tiempo, pero era lo apropiado. Al menos harían falta un fundidor, un armero, un buscador de gemas, un encantador y un joyero, pero sabía donde encontrarlos a todos ellos. Y, sobre todo, hacía falta un grupo forjado en grandes gestas para ir a la forja del Palacio del Hielo con el mineral.
Usted sabe perfectamente quiénes componían el grupo: el grueso eran miembros de nuestra Orden de Caballeros, comandados por usted mismo, y la aspirante Jars era la fundidora. Además, Drummetha Hayden, el maestro Redcully y Danila Wend completaban el grupo. Fue más fácil de lo que cabía esperar: dimos con la forma de combatir a los gigantes de la escarcha con una combinación de sigilo, fuerza y arrojo amparados en la oscuridad y el poder arcano. Volvimos con material que he depositado en los almacenes de la Orden y del que dispondré como consigno en el informe de intendencia, salvo tres lingotes que luego explicaré su uso.
La excelente actuación de la aspirante Jars me hace recomendarle que sea prontamente ascendida al rango de escudera. Valor, responsabilidad, arrojo, y una técnica depurada en le combate adornan a esta aspirante.
Logré forjar la lanza y Arylin le engarzó las gemas necesarias para ser una auténtica Lanza Gélida, y entonces fui a ver a la Dama del mismo nombre para mostrarle el arma. Quedó muy impresionada y me encargó otra, que elaboraré con parte del titanio que dejé en el almacén. Si la Orden desea pedirle algo a la Dama Arlheza, creo que estará muy agradecida por el arma y se mostrará muy receptiva.
Finalmente fuimos a Argluna, y se nos unió un paisano de la villa, Riavan Busmani, deseoso de conocer la ciudad. Todo fue sobre ruedas hasta después de entregarle las muestras de artesanía. La Dama nos pidió un favor especial: conseguir las semillas del árbol luurne, un árbol que crece en la infraoscuridad y de cuyos frutos se elabora un vino excelente. Por lo visto dichas semillas poseen ciertas propiedades curativas, y la señora de la Marca estaba interesada en conseguirlas. Y nos propuso como guía a un tal Lom, un elfo drow a quien nos presentó. Horrorizados por tener que compartir misión con alguien de esa raza, Eowaran y Brognar se marcharon en el acto, muy enojados. Mi opción fue más calmada, y le pregunté a la Dama si ella garantizaba que no era maligno. Su palabra me bastó, y decidí participar. Ignoro si tuve yo algo que ver, pero todos los demás se unieron a la partida salvo el joven Busmani, tal vez algo verde para algo tan peligroso. Decidió quedarse, aunque no por las razones de los señores Freyn e Ironforge.
El drow en cuestión resultó ser un tipo desagradable y maleducado, que no perdió ocasión para provocarnos y tratar de crear discusiones estériles, pero tras cruzar un portal que nos llevó a Fellbarr realizó bien su trabajo. Presumía de mala memoria, aunque no le creí al decirlo. Un guía recomendado por Alústriel seguro que sabía moverse por aquel lugar. Incluso, tras un encuentro algo duro con unos nomuertos de la cripta de Fellbarr en el que no salió muy bien parado, cumplió muy bien en combate.
Sin muchos encuentros dignos de mención, llegamos a Bel'aragh tras unas horas de marcha. Nomuertos, escarabajos-mono, algún drow y esos inquietantes bichejos que corroen el metal no pudieron detenernos. Quizás el organizar al grupo con Arylin y yo delante y los arcanos Lomyriril y Vala detrás fuera útil, quizás valoro en demasía mi aportación. Finalmente, el único combate duro fue el que mantuvimos contra un grupo de drows justo antes de encontrar el árbol. En él se hallaban los frutos que veníamos buscando y los llevamos a Argluna de nuevo. Misión cumplida.
Lo que viene a partir de ahora es más duro. Confío en su serenidad de ánimo para entender mis decisiones, sin duda cuestionables, pero correctas hasta donde yo alcanzo a entender. La Dama Manoargéntea nos dijo que pidiéramos nuestra recompensa, y yo pedí la mía: que ayudara a la Orden Arcana de Nevesmortas a realizar el ritual que sanase a nuestra bienamada comandante. Al oír el nombre de Iruss Oira, el drow Lom se alteró. Por lo visto la conocía y había luchado frente a ella en cierta ocasión en la que la comandante le dio, si me permite la expresión, las suyas y las del pulpo. Sólo le salvó la intervención de un arcano que la atacó para matarla, y Lom decidió que nadie tenía derecho a matarla salvo él, y la ayudó contra el mago. Por lo visto, tiempo después Lom decidó dejar de ser una mala persona y reformarse, ignoro la razón. Pero en lo que nos afecta, el arcano juró venganza: “Perderás el don élfico, y yacerás en un sarcófago de ámbar mientras tu cuerpo degenera hasta morir”. Y diciendo esto huyó. Según nos contó el tal Lom, más adelante un amigo de Oira intentó encontrar al arcano para evitar su venganza.
En esta situación no pude dejar de preguntar por el nombre del mago, y el drow me lo negó salvo que pagase un precio. Su precio era alto, y por no alargar más el relato, le diré que negocié un contrato por el cual colaboraría en mis aventuras como mercenario, y que cobraría 10000 monedas de oro por día de servicio efectivo. El contrato duraría cincuenta misiones o cinco años, lo que antes venciera. Acepté el contrato, y si la Orden de Caballeros no lo respalda lo pagaré de mi bolsillo. El drow reveló que el arcano se llamaba Canien Realhelm y el amigo de Oira era un enano llamado Vifur.
En sus manos pongo esta información y le encomiendo encarecidamente la búsqueda de Canien y Vifur. Necesitamos saber más, señor.
Odir Bleyos, Caballero Intendente de la Orden de Caballeros de Nevesmortas.
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