Despierto y es un nuevo día. El sol se oculta tras densas nubes que anuncian la proximidad de una tormenta. Hace prácticamente una dekhana que, acompañada de Marcus, llegué a Nevesmortas. No se por cuánto tiempo permaneceremos aquí, pero parece un lugar seguro, uno de esos sitios en los que pasar inadvertida al resto del mundo, donde nadie te buscaría, donde perderse…
Marcus es callado, aunque cuando habla lo hace con educación, como un hombre de cultura y como religioso que es. A veces su compañía resulta inquietante debido a su fe, la que profesa al Escriba de los Condenados, como él llama a Yergal. Pero por lo general suelo agradecer su compañía. Es alguien en quien he llegado a confiar, algo que es muy difícil para mí debido a todo por lo que he pasado. Me gusta que no insista en saber demasiado sobre mí, no puedo ni quiero hablar de ello porque es como vivirlo todo nuevamente, el mal sueño que ha sido mi vida, mi cautiverio… Yo no pregunto y él no pregunta, es una especie de pacto no pronunciado entre ambos.
Se supone que escribir este cuaderno es algo que debe ayudarme a superar mis temores, aunque el resultado es dudoso bajo este temprano punto de vista. A penas lo he comenzado y quizá debiera hablar sobre aquellos que voy conociendo, y sobre lo que acontece en cada nueva jornada.
Tengo que reconocer que la amabilidad de algunos lugareños me resulta extraña, no en el sentido de sospechosa, si no en el sentido de algo ajeno, algo que no ha sido característico en mis días. Poco después de instalarnos en la Rosa y el Martillo, un hombre, medio humano de tez oscura llamado Ainvar y una mujer humana, Drum, se ofrecieron a guiarnos a Sundabar, donde esperábamos comprar algunos útiles de primera necesidad o de supervivencia. Él, sin duda, pertenece al bosque. Apartó a las criaturas del camino para que no fueran dañadas en su intento por defender el que consideran su territorio invadido por los viajeros. De ella no podría hacer una lectura clara puesto que no tuve ocasión de hablar demasiado, aunque días después la volvimos a encontrar en un camino y se ofreció a acabar con la vida de un osgo enorme y horrible que nos había hecho huir sin cobrarnos nada. Eso me hace pensar que debe ser una mujer capaz, además sus armas brillaban con el destello de la magia.
No fue la única persona que viajó con nosotros a Sundabar. Alejados unos pasos se nos unió una extraña mujer que parece surgida del más oscuro relato. La había visto en el cruce de Nevesmortas, pareciendo observarnos mientras preparábamos nuestra partida. No pude verle el rostro pues lo portaba oculto tras una máscara y su cuerpo, igualmente, iba cubierto de ropajes negros, con esa capucha y esa voz que parecía inhumana. Su sola presencia incomodaría a cualquier persona de bien y de habérmela encontrado en la villa yo sola, no hubiera dudado en cruzar de calle, ni aunque hubiera sido el día más soleado. Quedó claro en el trayecto que es una poderosa arcana, lo cual me aterra más aún, si cabe.
Por fortuna conseguimos llegar a salvo y regresamos en una caravana sin ningún percance y a nuestro regreso, tras descansar un poco, decidí ganar algo de oro ayudando a un gnomo con unos recados. No es un trabajo que pudiera calificarse de indigno pero de haber podido evitar el hacer de recadera, lo habría evitado. Sin embargo no quiero suponer una carga para Marcus, que bastante ha pagado ya desde que nos conocimos.
Mi siguiente paso es mejorar con las armas. No quiero sentirme indefensa toda mi vida. Espero dejar de tener miedo algún día.
