Allende el Mar Brillante

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Shandri Bosquellano
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De Nevesmortas y sus gentes


Estoy contenta. No pensé que mi llegada a la pobre villa de Nevesmortas podría causarme tanta tranquilidad.

De todos los lugares a los que he viajado, y por pocos es sabido que han sido muchos, este me resulta de los más descorazonadores y salvajes. Siempre hay una nube dispuesta a ocultar un rayo de sol, un copo de nieve asomando con sus puntas escarchadas, y el viento catabático de las Montañas de Hielo soplando para helar las tierras bajas y el valle.

Un aura extraña rodea la deslucida villa, aunque no logro determinar a qué se debe. Sus gentes son hurañas, imagino que gracias a los inviernos inusualmente largos y que el mordisco del frío no es plato de gusto de nadie.
Es una villa pobre, al menos si la comparamos con las otras ciudades de esta tierra, que hace uso de los aventureros más de lo que les gustaría admitir y aceptar. ¡Punto del que quería hablar ahora! Porque la villa tiene una sobrepoblación de aventureros, que bulle en torno a la empalizada de la villa. He visto tiendas de campaña y campamentos que la rodean, hasta fogatas a los pies de las montañas Nezher siguiendo el camino al sur.
No es difícil darse cuenta de que la piedra angular del comercio Nevesmortiano son los aventureros. En lo que respecta a sus viñedos y vinos, ¡ay de ellos! Tan ácidos como un limón, y muy secos. Para el paladar experto no es de buen agrado. Como colofón diré que en comparación con las uvas dulces de El Tashalar, pocos vinos son buenos, y que el peor de ellos se vende en Aguas Profundas por no menos de doscientas monedas la botella.

En mi agridulce andanza por la villa he conocido a varias personas que me llaman la atención, puede que la que más lo haya hecho sea un personaje variopinto y descarado, con un lenguaje tan soez, que se puede tornar hasta divertido. Hablo de Phillip, un hombre sobrio, de lengua afilada y sincera. La gente le rehúye por sus modales y formas. No hay mujer que no haya desvestido con la mirada y a la que no se le haya acercado. Pero seamos sinceros, todo hombre lo hace, la diferencia reside en lo disimulado que sea el hombre.
También me ha sorprendido la amabilidad y seriedad del señor Noril. Un hombre de avanzada edad, con un brillo en los ojos que grita el secreto de haber vivido más de lo que parece. Compartimos el camino, y una aventura, una corta aventura donde nos hallamos en busca de un tesoro. Me recuerda a mi tío Khalar, siendo tan protector a veces.
Por último hablaré de Eowaran, un teu-tel-quessir, de pronta sonrisa y curiosa inocencia. El poco tiempo que hemos pasado juntos me ha recordado a un niño. Y es que en los años que llevo viajando y recorriendo Faerûn, no he dado con muchos individuos del Pueblo Gentil, y aquellos que he conocido han resultado ser tan austeros como escurridizos. Me gustaría saber más de él, tal vez podamos compartir historias, tal vez no.

Todavía tengo tiempo para conocer estas tierras y a las personas que las pueblan, el estudio con gusto brinda un conocimiento que se arraiga y es imposible de borrar.
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