Idril Dorthorian
Publicado: Lun Oct 06, 2014 12:19 am
Nombre: Idril Dorthorian
Raza: Elfo solar
Clase: Mago
HISTORIA PRE-MARCA
Desde la muerte de sus padres en el regreso de un viaje, las tensiones y rivalidades con una de las familias más acaudalas, e influyentes de la ciudad hicieron mella finalmente en las escasas posesiones y modesta reputación que aún le quedaba a la casa Dorthorian, en concreto al único superviviente de su linaje.
La estratagema definitiva empleada contra el joven de cabellos rojizos fue denegarle el ingreso a la academia de magia, con el pretexto de no cumplir los requisitos, quedaba claro la envidia y corrupción por parte de aquella familia, eliminando así la competencia que supondría el elfo en el futuro, por ello decidió abandonar su ciudad natal, Evereska.
Pasaron muchas primaveras, hasta que una noche de luna llena, estando en el bosque meditando, surgieron unas sombras desde los árboles, era un grupo de orcos, y cogiendo por sorpresa al escuálido elfo, lo ataron de manos y pies, sujetando su cuerpo con a un palo, transportándolo como si fuera un animal recién cazado. Para sorpresa del joven elfo no fue utilizado como tentempié como él creía, su destino era algo más horrendo, serviría de sacrifico para un ritual tenebroso.
Llevaban ya varios días de preparativos y celebraciones antes de que la sangre élfica se derramara por aquél símbolo, una estrella de cinco puntas, cuando decidieron hacer efectivo el sacrificio; Aquella daga parecía muy afilada y en el mango deslumbraban magníficas incrustaciones, sí esa iba a ser la arma escogida para desollar la delgada piel del cuello elfo.
Cuando el chaman alzó la daga para clavarla, un virote atravesó su cráneo y antes de que este cayese desplomado sobre sí mismo, un caballero con armadura pesada irrumpió en el lugar con mandoble en mano gritando como un loco, asestando golpes mortales a diestro y siniestro mientras desmembraba a los desprevenidos orcos.
Según le explicó más tarde aquel anciano corpulento, la batalla fue cruel y sin cuartel, en cualquier caso, aquel guerrero ya retirado, como solía llamarse modestamente a sí mismo, había conseguido rescatarlo.
Quizás fue la realidad vivida de todo lo ocurrido en esos años, así como aquella experiencia traumática, pero lo cierto es que el solar tenía inclinaciones por aquellos tomos y textos que hablaban sobre la nigromancia, aunque no deseaba emplear ese conocimiento para causar más mal, puesto que eso iría en contra de sus principios.
Así ambos pasaron algunos años juntos, compartiendo sus puntos de vistas sobre la vida, religión, dioses… es más, aquel viejo humano, le había enseñado muchas lecciones que jamás había podido aprender en su ciudad de origen.
Era una mañana en la que el elfo fue a buscar al anciano para debatir sobre ciertos asuntos cuando se encontró a este yaciendo sin vida en la cama de la pequeña cabaña. Enterró el cuerpo de su amigo como se merecía, y se propuso dirigirse a esa pequeña aldea , tranquila y sobretodo con una escuela de magia, de la que tanto le había hablado e insistido el viejo para que fuese, Nevesmortas. Quizás allí pudiese aprender algo.
Y sí… fue de camino a la villa cuando decidió que era el momento preciso de ponerse un nombre, tal y como estaba escrito en las costumbres élficas, así decidió rendirle el más grande homenaje que podía hacerle a su amigo, aquél que le salvó la vida…Idril.
Raza: Elfo solar
Clase: Mago
HISTORIA PRE-MARCA
Desde la muerte de sus padres en el regreso de un viaje, las tensiones y rivalidades con una de las familias más acaudalas, e influyentes de la ciudad hicieron mella finalmente en las escasas posesiones y modesta reputación que aún le quedaba a la casa Dorthorian, en concreto al único superviviente de su linaje.
La estratagema definitiva empleada contra el joven de cabellos rojizos fue denegarle el ingreso a la academia de magia, con el pretexto de no cumplir los requisitos, quedaba claro la envidia y corrupción por parte de aquella familia, eliminando así la competencia que supondría el elfo en el futuro, por ello decidió abandonar su ciudad natal, Evereska.
Pasaron muchas primaveras, hasta que una noche de luna llena, estando en el bosque meditando, surgieron unas sombras desde los árboles, era un grupo de orcos, y cogiendo por sorpresa al escuálido elfo, lo ataron de manos y pies, sujetando su cuerpo con a un palo, transportándolo como si fuera un animal recién cazado. Para sorpresa del joven elfo no fue utilizado como tentempié como él creía, su destino era algo más horrendo, serviría de sacrifico para un ritual tenebroso.
Llevaban ya varios días de preparativos y celebraciones antes de que la sangre élfica se derramara por aquél símbolo, una estrella de cinco puntas, cuando decidieron hacer efectivo el sacrificio; Aquella daga parecía muy afilada y en el mango deslumbraban magníficas incrustaciones, sí esa iba a ser la arma escogida para desollar la delgada piel del cuello elfo.
Cuando el chaman alzó la daga para clavarla, un virote atravesó su cráneo y antes de que este cayese desplomado sobre sí mismo, un caballero con armadura pesada irrumpió en el lugar con mandoble en mano gritando como un loco, asestando golpes mortales a diestro y siniestro mientras desmembraba a los desprevenidos orcos.
Según le explicó más tarde aquel anciano corpulento, la batalla fue cruel y sin cuartel, en cualquier caso, aquel guerrero ya retirado, como solía llamarse modestamente a sí mismo, había conseguido rescatarlo.
Quizás fue la realidad vivida de todo lo ocurrido en esos años, así como aquella experiencia traumática, pero lo cierto es que el solar tenía inclinaciones por aquellos tomos y textos que hablaban sobre la nigromancia, aunque no deseaba emplear ese conocimiento para causar más mal, puesto que eso iría en contra de sus principios.
Así ambos pasaron algunos años juntos, compartiendo sus puntos de vistas sobre la vida, religión, dioses… es más, aquel viejo humano, le había enseñado muchas lecciones que jamás había podido aprender en su ciudad de origen.
Era una mañana en la que el elfo fue a buscar al anciano para debatir sobre ciertos asuntos cuando se encontró a este yaciendo sin vida en la cama de la pequeña cabaña. Enterró el cuerpo de su amigo como se merecía, y se propuso dirigirse a esa pequeña aldea , tranquila y sobretodo con una escuela de magia, de la que tanto le había hablado e insistido el viejo para que fuese, Nevesmortas. Quizás allí pudiese aprender algo.
Y sí… fue de camino a la villa cuando decidió que era el momento preciso de ponerse un nombre, tal y como estaba escrito en las costumbres élficas, así decidió rendirle el más grande homenaje que podía hacerle a su amigo, aquél que le salvó la vida…Idril.