Gnimbu es un joven gnomo Svirfneblin, también conocidos como gnomos grises, no sobrepasa el 1,03 m de estatura, enjuto y delgado incluso para los de su raza. Destacan sus pobladas cejas blancas a juego con un gran bigote, su piel es de un tono un poco más claro que la de sus congéneres, siendo aún pequeño ya destacaba en la joyería, en el arte del subrepticio y empezaba a dar señales de dotes arcanas. Perteneciente a la familia Daesteferstan y conocidos en Racklestone por ser y vivir de manera algo diferente al resto de los svirfneblin, pero a su vez respetados por proceder de una gran estirpe de Arcanos, Comerciantes, Mercaderes y sobre todo por ser Exploradores de lejanas tierras entre las que se incluye la superficie. Al contrario que la mayoría, los Daesteferstan son algo alborotadores utilizando vestimentas, armas y utensilios traídos de lugares exóticos, combinándolos de formas diferentes (entre los suyos se comenta que entre los antepasados de estos debía de haber más de un Gnomo de las Rocas).
Este era hijo único (otra cosa rara en los de su raza) y siempre al cuidado de sus abuelos ya que sus padres eran afamados mercaderes. A una corta edad recibió la trágica noticia de la muerte de sus progenitores en el derrumbe de uno de los peligrosos pasos de la Infraoscuridad mientras exploraban unas ruinas enanas. Ese era el "sino" de su familia, pocos llegaban a la vejez, a partir de este aciago momento pasó a tutelarlo su tío Drarry, este se pasaba la mayor parte del tiempo viajando por motivos de negocios. Era conocido por ser un Archimago entre los suyos, pero más aún por ser el primer svirfneblin en poseer un puesto de mercader en la ciudad enana de Adbar. En una de las muchas ausencias de su tío, Racklestone fue asediada y conquistada por la vecina ciudad Drow de Bel'aragh, muchos de sus compatriotas murieron o fueron hechos esclavos, los que consiguieron huir marcharon a la superficie exceptuando un pequeño grupo formado por gnomos rebeldes. Gnimbu sopesó la posibilidad de escapar pero gracias a las lecciones de su tío sobre los drows y sus ciudades distinguió entre el grupo de invasores al Maestro Herrero de Bel'aragh, Jaraxle, de la familia Do'llistar, conocido en la infraoscuridad por la calidad de sus armas y por poseer un nutrido número de esclavos versados en el arte de la herrería, fundición, buscadores de gemas y joyeros, especializados en crear armas finamente decoradas, en ese mismo momento Gnimbu vislumbró su única oportunidad, él se consideraba de lo mejor de su gente en la búsqueda y talla de gemas e incluso poseía nociones del encantamiento de estas. Todo esto lo llevó a dejarse atrapar por la partida de guerra de aquel herrero.
A partir de ese instante se convirtió en un esclavo sumiso y obediente, esforzándose al máximo por mejorar en el arte de la joyería lo que lo llevaría a ser mucho más valioso para su amo. Tras el paso de los años Gnimbu tenía cierta libertad para moverse por la ciudad y deambular por las zonas exteriores a las murallas drows, siempre en busca de nuevas vetas de minerales preciosos con los que contentar al herrero, circunstancia que aprovechó para ir poco a poco ayudando a los suyos. En el mercado negro de Bel'aragh no se hacía preguntas acerca de la procedencia de la mercancía, de esta manera desviaba beneficios a sus bolsillos sin que su amo se enterase.
A partir esos momentos, otrora favorables, prosiguió con sus exploraciones y con la búsqueda de algunos de sus familiares perdidos. Estas aventuras lo llevaron a lugares donde moraban tracnidos, cavernas repletas de devoradores óseos, moles sombrías e incluso el camino de acceso a la caverna de los Ilícidos siempre escoltados por sus esclavos minotauros. Uno de esos días descubrió un túnel que ascendía desde el lago, se aventuró en esa subida, pasando entre arañas, micónidos y una especie de secta formada por medianos adoradores de un oscuro culto. Su sorpresa fue mayúscula cuando al ascender por una cuerda de lo que al parecer era un antiguo pozo pudo ver el cielo de la superficie (lo sabía por las muchas historias que se contaban en su familia), era de noche, unas luces cubrían el manto celestial, nunca había visto tal espectáculo aunque era parecido a las cavernas de hongos lumínicos que se hallaban por la infraoscuridad. Derramaba lagrimas de felicidad al contemplar aquel maravilloso juego de luces, contuvo la respiración, ahora ya estaba allí y solo quedaba una cosa que hacer ¡explorar!, sonreía para sí aunque no por ello se volvió incauto, al fin y al cabo era un svirfneblin, deambuló por lo que al parecer eran caminos en esta parte, se quedaba atónito con la majestuosidad de lo parecían setas gigantes que cubrían grandes zonas de corteza marrón y verdes hojas, se mantenía en todo momento oculto pues no estaba seguro de lo que podía encontrar, había oído historias tanto buenas como malas acerca de donde se hallaba ahora mismo. Estuvo cerca de lo que al parecer allí es una ciudad, hecha de madera y piedras vislumbraba desde la lejanía las luces y a los dos humanos (guardias se imagino que serian) en las grandes puertas. Pasadas unas horas, una luz cegadora comenzó a aparecer desde el este, un circulo dorado que le quemaba la vista y lo cegaba por momentos, las sensaciones de felicidad se tornaron miedo y desesperación, aquello debía ser lo que los esclavos de la superficie que había conocido llamaban Sol.
Tras un rato en el que los ojos no dejaban de soltar lagrimas debido al lacerante dolor de tanta luz, Gnimbu decidió que lo mejor sería volver cuando no estuviera el sol fuera o lo que llamaban día. Buscó un lugar oscuro que coincidió con una caverna a las afueras de la pequeña ciudad, al parecer habitada por trasgos de los que no le fue ningún problema deshacerse, rebuscó en su pequeño macuto y sacó un pergamino que usaban los Arcanos, un portal a Bel'aragh, tras su lectura un orbe ovalado se abrió ante él, al otro lado la ciudad drow, cruzó como el que cruza el umbral de una puerta, tras de sí se desvaneció la imagen de aquella oscura cueva de la superficie.
-Pre Marca o comienzo de las andanzas de Gnimbu el Mercader Gris.
¿Blanco o negro? Elijo Gris
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Re: ¿Blanco o negro? Elijo Gris
Hay veces que las cosas dan giros inesperados, un día vives feliz y al otro eres un esclavo, ves como todo a tu alrededor va cayéndose como un castillo de naipes. Tu ciudad destruida, tu familia y amigos muertos o hechos prisioneros, tus ilusiones arrasadas en un abrir de ojos, así que piensas que ya peor no te puede ir, al menos tu dueño a pesar de ser un maldito drow no te azota sin motivo o no te parte los dedos por placer. Un nuevo giro, así es la vida de un gnomo gris.
En ciertas ocasiones, cuando iba en busca de minerales, solía cruzarse en zonas no muy recomendadas con una mujer drow, era a los ojos de sus congéneres una paria o como dicen ellos una Shebali. Esa drow era hábil con el estoque y se movía de una forma diestra, aunque nunca lo reconocería le debía al gnomo gris el no haber caído más de una vez, esto no cogía a Gnimbu de sorpresa, la mayoría de ellos eran carnaza mientras los amos esperaban atrás a que el enemigo se desgastase. Pero como siempre últimamente, volvió a sorprenderle un inesperado giro, aquella drow, Luanna se llamaba, también se había fijado en él y eso que intentaba pasar lo más desapercibido posible.
Un día como otro cualquiera el amo de Gnimbu le ordenó realizar una tarea, las indicaciones claras, a las afueras de la ciudad le esperaba una persona con la que debería realizar el trabajo, como pago le entregó un pergamino doblado y sellado con la rubrica de la casa.
-Recuerda esclavo, haz todo lo que te mande sin rechistar y cuando el trabajo este finiquitado entrégale este documento.
Gnimbu estaba harto extrañado, su dueño no era de los que pagaba en papel, el prefería el oro y las gemas, pero bueno estos drows son así y mejor es no contradecirlos. Acto seguido recogió sus pertenencias y salió hacia el lugar de reunión, este estaba a la salida de Bel’aragh junto a la salida de las caravanas de rothes, al llegar de nuevo otra sorpresa, allí estaba aquella shebali esperando, se dirigió al gnomo de una manera demasiado formal e incluso diría que respetuosa..
-Salud Gnimbu, formaremos un buen equipo siempre que hagas lo que te diga –una sonrisa asomó a los labios de aquella mujer. –¿Sabes que pone en ese papel?-. Gnimbu acostumbrado a mantenerse callado lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza mientras mantenía esta gacha mirando a los pies de la hembra.
-Esto dice que en cuanto terminemos el trabajo para tu amo serás mío -una carcajada resonó en aquel instante –será lo mejor que te ha ocurrido en años.
En ciertas ocasiones, cuando iba en busca de minerales, solía cruzarse en zonas no muy recomendadas con una mujer drow, era a los ojos de sus congéneres una paria o como dicen ellos una Shebali. Esa drow era hábil con el estoque y se movía de una forma diestra, aunque nunca lo reconocería le debía al gnomo gris el no haber caído más de una vez, esto no cogía a Gnimbu de sorpresa, la mayoría de ellos eran carnaza mientras los amos esperaban atrás a que el enemigo se desgastase. Pero como siempre últimamente, volvió a sorprenderle un inesperado giro, aquella drow, Luanna se llamaba, también se había fijado en él y eso que intentaba pasar lo más desapercibido posible.
Un día como otro cualquiera el amo de Gnimbu le ordenó realizar una tarea, las indicaciones claras, a las afueras de la ciudad le esperaba una persona con la que debería realizar el trabajo, como pago le entregó un pergamino doblado y sellado con la rubrica de la casa.
-Recuerda esclavo, haz todo lo que te mande sin rechistar y cuando el trabajo este finiquitado entrégale este documento.
Gnimbu estaba harto extrañado, su dueño no era de los que pagaba en papel, el prefería el oro y las gemas, pero bueno estos drows son así y mejor es no contradecirlos. Acto seguido recogió sus pertenencias y salió hacia el lugar de reunión, este estaba a la salida de Bel’aragh junto a la salida de las caravanas de rothes, al llegar de nuevo otra sorpresa, allí estaba aquella shebali esperando, se dirigió al gnomo de una manera demasiado formal e incluso diría que respetuosa..
-Salud Gnimbu, formaremos un buen equipo siempre que hagas lo que te diga –una sonrisa asomó a los labios de aquella mujer. –¿Sabes que pone en ese papel?-. Gnimbu acostumbrado a mantenerse callado lo único que pudo hacer fue negar con la cabeza mientras mantenía esta gacha mirando a los pies de la hembra.
-Esto dice que en cuanto terminemos el trabajo para tu amo serás mío -una carcajada resonó en aquel instante –será lo mejor que te ha ocurrido en años.