Había sido una mañana fría patrullando las poderosas cumbres del Espinazo del Mundo, los dos enanos regresaban agotados y casi congelados a las acogedoras galerías de Mithril Hall tras una dura jornada de entrenamiento en una de las zonas más inhóspitas del continente.
Se encaminaron directamente a casa el anciano Ghaelorr, donde un espeso puchero de ciervo y hongos de la infraoscuridad llevaba al fuego las mismas horas que los enanos habían pasado en la superficie, cualquier otro enano se habría quitado la armadura colgado el hacha y puesto ropas cómodas para comer, pero estos dos enanos no, ellos no eran unos enanos como el resto.
Tal y como su tío le había repetido en casi hasta el agotamiento un buen guerrero debe sentir su armadura como una segunda piel, el peso le ayudaría a fortalecerse, la rigidez le haría controlar mejor que movimientos puede hacer y cuales son demasiado atrevidos, acostumbrarse a la armadura era otra de las claves de ser un buen guerrero, y estos dos barbudos llevaban armaduras de más de cuarenta kilogramos.
Tras zampar ambos como dos auténticos cerdos y ponerse la armadura perdida de aceite y restos de comida, está vez sí, se permitieron el lujo de quitarse las placas más pesadas, y quedar solo con los entresijos de cuero que las sustentan y las cierran como ropajes, se sentaron cerca de la chimenea de la cocina dejando caer sus pesados cuerpos musculosos en dos mecedoras bien cómodas, el viejo Ghaelorr encendió una extraña pipa de madera que contenía un tipo de hierba bastante conocida en la superficie y tras la profunda primera calada suspiró aliviado, girándose hacía su sobrino para comenzar a charlar.
- Ya me va quedando menos que enseñarte muchacho dijo el viejo sonriente.
- Segurro que tienes más de un as en la manga que todavía no me has contado Tío, un movimiento o un golpe morrtal que guarrdas solo parra ti, reía fuertemente mientras hablaba Krönn.
- Alguna cosa me queda pero te voy a contar cual es mi mayor secreto, busca siempre consejo en los que confías Krönn, así como en los más sabios de cada materia.
- ¿Brrrr?, barboteó el enano sin entender nada.
- Ayuda a los que te rodean y manténlos fuertes, de nada te sirve guardar un poderoso bastón mágico por ejemplo, cuando a un mago amigo tuyo le puede ayudar, conforme avances en tu senda tus caminos, tus metas serán más peligrosas, ten siempre a mano lo más importante, buenos amigos en los que confiar, dijo el anciano y tras esto dió una profunda calada a su pipa.
- Ves con tu familia Krönn, estoy viejo y cansado, dijo con una sonrisa algo forzada en sus labios, has aprendido mucho llegarás a ser un gran guerrero.
El anciano perdió su mirada en la chimenea del hogar, sus ojos delataban que probablemente su mente estaba en otro tiempo y en otra parte, Krönn salió sin hacer demasido ruido y caminó pensativo durante los minutos que separaban sus dos hogares, era tiempo de pensar, en unos días como su padre había dicho, partirían hacia Puerta de Baldur.
Krönn Forjardiente, enano escudo Lucian Siannodel, elfo lunar Kalen, elfo solar Daa, da
Su respiración era fuerte pero acompasada, el olor a sangre y sudor se metía por su nariz dejando cierto sabor ferroso en el paladar del enano, su escudo en alto, sus pies en movimiento y su pesada hacha de guerra enana cayendo en hábiles golpes una y otra vez sobre la gruesa piel de los gigantes que le rodeaban, agachándose sobre sus rodillas levantó el escudo sobre su cabeza lanzando un golpe de hacha que continuó su trayectoria, como si el movimiento estuviera más en la mente del enano que en la propia realidad, aunque el brazo de gigante que caía con un golpe sordo al suelo salpicando sangre sobre la pequeña fortaleza de metal enana, demostraba que era bien real.
Desde que el mago de batalla había desaparecido o partido a otra tierras se había acostumbrado a luchar solo, sus músculos, la sangre corriendo en sus venas por un frenético corazón en pleno auge de batalla, algunos golpes caían sobre su pesada armadura llegando a herirle, pero los gigantes lo menos media docena que rodeaban a algo tan diminuto como el enano en comparación eran los que estaban saliendo peor parados.
Su brazo se tensó de una forma tal sintiendo que toda la fuerza de las rocas y el fuego de las forjas se concentraban en la tensión de su brazo, el hacha partió casi por la mitad al gigante de un solo, nunca tanta fuerza había corrido por la sangre del enano que se concentraba en la batalla con el pensamiento en Clangeddín Bargênta.
Él no era nadie, solo un guerrero enano más sucio, malhablado y tosco, pero Krönn no olvidaba que la sangre Battlehammer corría por sus venas, se giró y agachándose lanzo su pesada hacha que se hendió entre el homolplato del último de los gigantes que huía aterrorizado.
No soy nadie, no soy nada, solo un aventurero más.
Mis mejores momentos se dan en los asaltos y fintas de la guerra. Defendere a mi gente y asegura su victoria cada vez que surja un conflicto, disfrutaré con el desafío de una buena pelea, y nunca flaquearé frente a la adversidad, no importa lo grande que sea. Las vidas nunca deben ser desperdiciadas inútilmente, pero el mayor honor es sacrificarse a uno mismo por la causa en el campo de batalla sirviendo a un fin justo. Cuando no estés luchando prepárate para el siguiente conflicto de manera física y táctica y adquiriendo recursos. Ataca a los gigantes de las colinas siempre que sea posible, y a los otros gigantes malignos siempre que sea necesario, recitaba una y otra vez para si mientras rebuscaba algo que vender entre los cuerpos de los gigantes.
Solo un aventurero más ....
Krönn Forjardiente, enano escudo Lucian Siannodel, elfo lunar Kalen, elfo solar Daa, da