Sèvel Hiedra Lèlizhar (2)

Los trovadores de la región narran la historia de sus héroes. (Historias escritas por los jugadores)

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Sevel

Sèvel Hiedra Lèlizhar (2)

Mensaje por Sevel »

---He aqui el comienzo de todo lo ocurrido a este elfito cargante que muchos ya conoceis, espero que os guste el tochazo :lol: ----




La madera crujió bajo los pies de Lilmycel BosqueOscuro, revelando su presencia al elfo que miraba por encima de la cuerda del puente. Sèvel tan sólo giró la cabeza lo suficiente como para cerciorarse de que era su madre quien apoyaba una mano en su hombro, y que, a pesar del gesto familiar, le miraba con un brillo severo en los ojos.

- No debiste, hijo, no debiste hablar así a tu tio.- Sus palabras eran secas, mas su tono era triste.- Debiste pensar lo que decias, antes de decir lo que pensabas.
Sèvel asintió lentamente, mirando las pequeñas hogueras, sintiendo el frescor de la brisa en el rostro y los suaves cánticos del anochecer, que como siempre eran casi lamentos.

- Lo sé, madre. Lamento las formas, mas tan sólo eso. Sigo pensando todas y cada una de las palabras que dije. - Apretó los dientes mirando La Maraña sabiendo que la echaría de menos, que ya la echaba de menos, que abandonarla le partía el corazón por mil y una razones.

- Terco.... terca hiedra que se enreda en el árbol para no soltarlo, digno de tu nombre, capaz eres de abrazar tus ideas y no abandonarlas jamás...- Hizo un gesto suave, para acallar a su hijo cuando éste se disponía a replicar.- Y de qué te sirve, hijo mio, ambos sabemos que te arrepentirás.

- Eso...no lo sabes, madre.- El tono del elfo se hizo suave, girándose de nuevo hacia la vista de los pináculos, de los puentes y plataformas colgantes de La Maraña, tan distintas de las casas de Sembercina y la Corte, un lugar donde se olía combate cada anochecer.

- Claro que si...lo pensarás cuando tengas la edad de tu tio y sus responsabilidades. Volverás y dirás..."Te abrazo, madre y beso tus manos. Estaba equivocado" - Lilmycel se retiró las suaves trenzas castañas de las mejillas y las ató en su nuca, algo que delataba su carácter práctico.

- Escúchalos, madre... Cantan cada anochecer coros de la Retirada, los Guardianes no vuelven del bosque y cada vez hay más sombras acechando... Cada vez hay menos bosque, más muertes, la tristeza atenaza este lugar y dices que no debí hablar así a mi tio, quien prefiere aguardar los Dioses saben qué bajo el Gran Roble. Rilifein dice "arrebata la vida a quien arrebata mis regalos, a quien no respeta los dones, a quien toma con violencia y avaricia destruyendo a su paso", mi tio está faltando a su obligacion como señor de la arboleda y falta a los dioses con su desidia.

- Basta.- Lilmycel clavó la mirada en los ojos de su hijo, durante largos segundos no dijo nada, tan sólo apretó los dedos alrededor de la cuerda de la pasarela.- Basta... Ahora en tu iniciación podrás comparar, conocer y ver por tí mismo la naturaleza de las acciones de tu tio, pero te pido, no...te exijo, Hiedra, que le guardes el respeto que se merece, si ya no es por tu sangre a mi hermano, hazlo porque es el archidruida del Señor de la Hoja y tu un niño ciego de ira, miedo y dolor.

El joven elfo miró a su madre largamente, sin decir nada, tan sólo asintió.

- Perdona, madre. No quiero que lo último que nos digamos sean reproches ni palabras llenas de ira, no quisiera llenar aún más mi corazón y el tuyo de tristeza, tampoco deseo llegar a decir algo que no siento. - Cogió las manos de su madre, manos suaves, de dedos largos pero fuertes, acostumbrados a la espada y al arco; se los llevó a las mejillas y cerró los ojos. - Te echaré de menos, madre.

- Mi hijo...mi pequeña luz...- Acarició los cabellos de su hijo, enredando los dedos.- Te pareces a tu padre, en el pelo, en los ojos, en la piel...pero también heredaste su impaciencia y su orgullo.- Sèvel abrió los ojos y comparó involuntariamente sus cabellos rubio ceniza con el brillante castaño de su madre, miró sus ojos oscuros sabiendo que los suyos eran esmeralda y que su piel era algo más cobriza incluso aunque estuviera tostada por el sol, como la de su madre.

- Lo mejor lo he heredado de ti, madre.- Sonrió mirandola con orgullo.

Al alba, cuando la oscuridad de Cormanzhor se disipaba y las sombras que acechaban entre los árboles se hubieron escondido, Sèvel abandonó La Maraña rumbo a las tierras de los valles, siguiendo los vestigios del antaño enorme bosque, hacia el Bosque Rey, el último corazón verde que quedaba de las zonas cubiertas por robles que hubieron pertenecido al Dragón Púrpura.
Sèvel Rhístel Hiedra Lèlizhar no volvería a pisar Cormanzhor hasta 30 años después.
Última edición por Sevel el Mié Ago 01, 2007 2:31 pm, editado 1 vez en total.
LaPi

Mensaje por LaPi »

8O

jopeeeeee que bien escribes!!!!!


a mi no se me da nada bien..... me enseñas???????
Sevel

Mensaje por Sevel »

em.... NO :arrow:



(asias por leerlo :idea: )
Claudia

Mensaje por Claudia »

Enorabuena Sèvel, muy detallista, me encanta el detalle sobre todo a la hora de expresar sentimientos, emociones, tan sencillo como una conversación entre madre e hijo, una despedida y a la vez tan complejo, te aplaudo, en serio, enorabuena.
Nymiël Silvermoon

Mensaje por Nymiël Silvermoon »

Corroboro lo dicho por aquí arriba. Felicidades!! :)
Leonard

Mensaje por Leonard »

Está muy bien, muy emotiva ;)
Sevel

Mensaje por Sevel »

----Y sigue el rollo, a ver si os gusta :wink: ----




Decenas de voces se alzaban en el bosque, como un lamento sostenido, que helaba el corazón. Las figuras se agolpaban en los fuegos recitando en élfico como voces feericas ascendiendo hacia las ramas del Bosque Rey.


"Cuando el bosque verde cayó,
los caminos se perdieron en espesura,
los Señores de Nuestro Orgullo,
dijeron "no cabe espera"
y nosotros,
grabamos nuestra pena
en piedra.

No creimos, pues no lo vimos,
el miedo permaneció en la noche,
el amanecer pareció perdido
mas, nos mostraste tu amor
bajo un cielo de estrellas.

"Ellos funden sus ojos en el océano,
fundimos nuestra mirada en el mar,
Cuando la noche oscura parezca,
por favor, recordadnos..."

Aunque compartimos el humilde camino,
tan sólos, sin esperanza,
Cuán frágil es el corazón!
Oh, dadnos alas para volar
y tocar vuestras estrellas

Insuflad vida en éste débil corazón,
disipad el mortal velo del miedo,
cosed nuestras rotas esperanzas
que hoy, bañadas en lágrimas estan.

"Ellos funden sus ojos en el océano,
fundimos nuestro alma en el mar,
cuando la noche oscura aparezca,
por favor, recordadnos."


Arundriel NocheDeEstrellas escuchaba aquel canto embelesada, los versos inundaban su alma de la tristeza inmensa del bosque por la pérdida de Tel Qassir, el pueblo retirado.
Dejó de mirar a su alrededor, esperando reconocer formas entre los fuegos, cerró los ojos, tan sólo habia voces y plegarias. Cuando la sensación fue mayor que ella, se obligó a abrir los ojos y miró a su lado. El joven elfo que era su compañero tenia el rostro cubierto con sus manos y las lágrimas caian por su cuello. Sujetó sus manos para retirarlas y le miró con piedad inmensa pues ahora entendía el dolor de su alma, al menos, en parte.
Sèvel la miró con los ojos verdes enrojecidos y expresión de absoluta pena.

- La Canción de la Retirada...hacia...mucho que no la escuchaba.- Su voz sonaba suave en contraste con su expresión. - Los míos aún lloran la pérdida de Mith Drannor, aún lloramos las sombras que llenan el bosque, los dias en que habia danzas y cantos, mieles y bendiciones de los Seldarine en el bosque, terminaron. Ahora la Sombra esta en Cormanzhor y los drows nos intentan cazar de noche. Abandonamos esta tierra como si fueramos bandidos, escapando de los humanos... y cuántos nos hemos preguntado si ésa es la respuesta.

Arundriel buscó palabras de consuelo, en vano. Ella misma era un fruto de la Retirada: Elfa solar, hija de las familias de Argluna y sin embargo, alta paladina del Dios Tyr. En ella se unían los dos mundos, las viejas creencias de Tel Qassir yacian en ella, pero apagadas bajo nuevos sentires como su devoción por el Dios Manco.
Se movió con chasquidos metálicos de su armadura ,aún con las manos de Sèvel entre las suyas, cuando una luz se acercó dejando verse un pequeño cuerpecito que batía unas diminutas alas con fuerza, mirándola.

- "Busca las bendiciones perdidas de los Seldarine para su pueblo, no dejes que caigan en el dominio del Señor de la Oscuridad pues la vuelta de la armadura a Cormanzhor coincidirá con la vuelta de Tel Qassir a Faerûn tras lo que es legítimamente suyo. Busca bien pues, Arundriel de la Mano Firme, entre los dedos de Sehanine y las raices del Señor de la Hoja.

Ambos jóvenes elfos miraron la luz desaparecer, comprobando como las luces feericas se apagaban paulatinamente, como velas, dejando a oscuras el antiguo Bosque del Rey.
Claudia

Mensaje por Claudia »

Como sigas así voy a engancharme a tus relatos....chapó! Así que cuidado xq igual te esclavizo a escribir sin parar eh!
Sevel

Mensaje por Sevel »

----Esto SI es un tocho...xD Dedicado a Claudia que seguro que es la única con paciencia de leerselo ;)------------------------------------



El Sumo Sacerdote estaba visiblemente satisfecho. Acariciaba con cuidado y respeto las filigranas doradas, exquisitas, de la coraza de la armadura. Se irguió para mirarla largamente, en todo su esplendor.

- Dama Arundriel...¿Cómo decís que se llama esta pieza? - Se giró hacia la elfa que permanecía a su espalda. La sonrisa del sumo sacerdote se borró de sus labios.

La campeona de Tyr estaba pálida, nerviosa. Se arropaba en la capa blanca que cubría su armadura, se agarraba a la empuñadura de su Mano de Justicia, su espada sagrada. Alzó los ojos hacia el sacerdote.

- Sèvel...¿No ha vuelto? Acabo de... darme cuenta. ¡No ha vuelto aún! ¿¡Señor!? - Arundriel quedó en tensión esperando el permiso del Sacerdote para ir a buscar a su compañero. ¿¡Cómo lo habia olvidado!? ¡¿Cómo habia podido volver sin buscarle?! Miró de reojo la enorme estatua que guardaba la sala. Custodiada por varios braseros, los ventanales a su espalda dejaban entrar la brisa nocturna meciendo las sedas de las contraventanas. Arundriel se quedó unos segundos admirando la escena, la estatua de Tyr, bañada de luces y acariciada por las cortinas, parecía tener luz propia, mirandola.
- Por Tyr, señora... ¿Dónde esta? - El Sacerdote estaba asustado, jamás habia visto a la paladina en aquel estado. Dio órdenes rápidas para que se formara un grupo de búsqueda hacia donde la elfa indicara.- Id señora, si podeis llegar antes, enseguida os llegará la ayuda.

Arundriel casi corrió fuera del templo. Una vez pisó las calles de Suzail nada pudo pararla en su carrera hacia el Bosque Rey.

Habia sido rápido si, todo demasiado rápido. Era normal que no hubiera caido que Sèvel no estaba a su lado. Siempre tan silencioso, siempre con su sonrisa amable, sencillo y soñador. Siempre caminaba cerca, ella tan sólo debía preguntar por lo que le preocupaba, él ya lo sabia, siempre tenía una frase, un consejo o un dicho que le aclaraba todo.
Sèvel sabia cuidarse solo, se decia una y otra vez mientras prendía casi con manos temblorosas la antorcha. Estará bien, caminaría hacia el bosque y de repente aparecería a su lado, mirandola sonriente, como solía hacer. Una aparicion de rubios cabellos y ojos esmeralda, como si fuera un espíritu del bosque.

Era cierto que la situacion no era propicia para entretenerse, habia recuperado la armadura completa, las partes que ella custodiaba, las que habian sido robadas en el brutal asalto a la caravana y la que aquella dríada le habia legado tras comprobar la bondad de su corazón y sus intenciones. La armadura de los dioses Seldarine, la antigua armadura perdida legada a los elfos por el propio Corelion, por fin estaba reunida y a salvo, viajaría a Sembercina. Ella, la dama Arundriel NocheDeEstrellas, habia sobrevivido al culto de Bane en Cormyr. Les había arrebatado el gran poder de la armadura y su templo habia sido destruido. La sacerdotisa habia huido, dejando a sus hombres supervivientes a merced de Arundriel y ella les había escoltado maniatados hacia Suzail.
Los dragones púrpuras darían buena cuenta de ellos. Les arrancarían lo que supieran.
Arundriel pensaba rápida y febrilmente, mirando a su alrededor, alumbrando el oscuro bosque. Empezó a llamar a su compañero, primero con la voz anormalmente firme para la situación, acostumbrada a acallar sus temores y sentimientos; veinte minutos después llamaba de manera casi suplicante a Sèvel, lloraba, corría de un lado a otro del bosque sintiendose fria, sola irremediable y totalmente sola.

- ¡Tyr! - Con desesperacion siguió corriendo, murmurando a su señor.- Dadme una señal, tan sólo un rastro, aunque sea sangre... Decidme donde esta Sèvel...¡Tyr por favor, ayúdame! - Rompió a llorar, impotente, dejandose caer en sus rodillas. La antorcha estuvo a punto de caer sobre la hojarasca, la levantó de repente en un acto reflejo, como si volviera en si. Derrotó los hombros y esta vez lloró en silencio hasta que escuchó algo, algo que pudiera ser lejano o muy tenue.
Aguzó el oido. Lo habia oido otra vez, una tercera, un quejido, un lamento. Se puso en pie rapidamente, echó a correr.

- ¡¿Sèvel?! ¡¿Eres tú?! - Se quedó inmóvil escuchando. Otro quejido, movimiento, cerca.- ¡¿Dónde estas?!
- Arundriel...- Bajo, ruido de hojas.- Arundriel...
Iluminó en aquella dirección, habia algo en el suelo y sangre, mucha sangre. Corrió hacia alli. El cabello del elfo estaba lleno de sangre seca, tapandole el rostro, vuelto hacia las hojas, Sèvel de bruces en el suelo, en un charco de sangre que manaba de una horrible herida en su costado, que se metía unos centímetros en la piel, algunos jirones colgaban. Arundriel cayó de rodillas a su lado, sin darse cuenta que gritaba.

- ¡Sèvel! ¡Estoy aqui! ¡Te pondrás bien, ya verás, te lo prometo! - Intentó voltearle, Sèvel aulló de dolor. Arundriel puso sus manos sobre la herida, manchandose de sangre la inmáculada armadura. Empezó a musitar plegarias de ayuda a Tyr y una luz azulada iluminó un instante sus manos y el cuerpo de Sèvel. Miró el efecto, la herida estaba medio cerrada, pero aún sangraba. -¡Sèvel! Mírame...mírame, no te duermas...- Lloraba de nuevo.- No te duermas, no me dejes, no puedes irte, prometiste casarte conmigo...- Le cogió el rostro, el elfo parpadeaba, casi soñoliento.- Iremos a Arvandor juntos...no puedes dejarme sola...¿¡Me oyes!? ¡Te prohíbo, te lo prohibo maldita sea, no te perdonaré que te mueras! - Alzó el rostro al cielo.- ¡¡Dios Tyr!! ¡¡Salva a tu hijo, dame fuerzas para hacer justicia pues alguien que se sacrifica por otro no debería morir!! ¿¡Me oís señor!? ¡Sálvale y a cambio te ofreceré mi vida para que juzgues llevarme en su lugar!

Arundriel cayó sobre el cuerpo de Sèvel, casi frio, pálido, y a su contacto una luz azulada les envolvió a los dos desde el cielo, como una catarata de cálido afecto. La paladina sintió movimiento bajo su cuerpo y un quejido. Levantó la cabeza, el tiempo se paró hasta que Sèvel la miró, abriendo los ojos. Se lanzó sobre él, sin importarle la armadura que él tanto odiaba, sin importarle que los clérigos y compañeros de Tyr recien llegados al claro les vieran, llorando aún más que antes, dando rienda suelta a los nervios y el miedo. Ya nada importaba salvo los brazos de Sèvel que la rodeaban con fuerza; Arundriel NocheDeEstrellas acababa de descubrir que más allá de su deber, del amor por la justicia, más allá de su devoción a Tyr, amaba a un elfo y jamás volvería a dejar que su deber le pusiera en peligro.
Claudia

Mensaje por Claudia »

Bah! no es tan largo! es más se me ha hecho corto! te parece bonito? ;) venga un besote y gracias por la dedicatoria! :oops:
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