Le hizo un gesto con los dedos a Göyth de dinero.
- Göyth, ¿qué saco yo con todo esto? – preguntaba con naturalidad. –
- Nada, habéis venido porque habéis querido, Requiem.
No podía creérselo, llevaba andando días por el árido desierto para nada. – Esto me pasa por no haber preguntado antes – pesaba la innata, a lo que le dio la risa por ello.
- Es decir, llevo días bajo este sol, arriesgando el tipo para nada… no Göyth.
- ¡No haber venido! – se escuchaba por todos lados -.
- ¡Y quien se queda con los diamantes! – respondió un tanto enfadada a la muchedumbre-.
- Tuii y Saruka… - se escuchó una voz-.
- Me niego, exijo un pago por mis esfuerzos…
Rápidamente el grupo que la acompañó, actuó como si no existiese, y marcharon dejando solo a los menos expertos. – Ahí te quedas, Requiem… – escuchó de fondo…
- Maldita sea… - musitó -.
Miró a los dos aventureros que con ella pasarían el día y la noche. Enfurecida por el tiempo que le hicieron perder, descargó un poco de rabia contenida con unos cuervos que pasaban hambrientos.
- Algo tengo que hacer, al menos no quedar mal delante de estos, parecen no respetarme como arcana – pensaba mientras estaba sentada al fuego alejada de los dos miembros de la flecha en la fría noche del desierto -.
-
Al cabo de un rato, escucharon uno de los camellos correr despavorido perseguido por un ejemplar de escarabajo gigante del desierto y se le pintó una sonrisa al ver la cara de los dos presente.
- Esta es mi oportunidad para hacerme notar y respetar – pensó Nyx-. Veinte mil monedas de oro y ese camello no correrá la suerte de los cuervos. – comentó Requiem a los aventureros-.
- Que te vamos a dar… - respondieron, saliendo corriendo a por el animal asustado.
- ¡Un camello muerto son cientos de diamantes menos! – gritaba mientras se alejaban -. Nada...esperaremos a que se cansen de correr…
Pasaron unos minutos y miraba al animal con buenos ojos, algo en su interior la forzaría a ayudar al pobre animal. Se incorporó y caminó hacia donde posiblemente pasaría el escarabajo, y pensando en el dinero que perdería por su buen acto, cerró sus ojos y desgarró moldeando un poco del tejido de la urdimbre, y pronunciando las palabras de la poderosa Tromba de Isaac, comprimiéndola en sus manos para potenciar los proyectiles.
- Soy demasiado buena… - musitaba para sí mientras los proyectiles perforaban al escarabajo haciéndolo desplomar -.
Se acercó a la pareja, que ya tranquilizaban al asfixiado animal.
- Me deben una, que lo sepan, si hubiese muerto habríais perdido mucho cargamento para llevar… -sonreía contenta por su capacidad destructiva-.
- No te debemos nada… - respondió de mala forma Hart el explorador-.
- ¿Cómo? No…, os he ayudado con esa… esa… puñetera cosa… - señalando al enorme escarabajo -, ¡me deben mínimo una!... ese camello habría muerto, no tenia por que intervenir…
- No haberlo hecho… no te debemos nada – respondieron casi a dúo –.
La cara de Nyx parecía descompuesta, no le entraba en la cabeza como esa tribu de salvajes llamados la flecha podían ser así de agarrados y poco agradecidos. No quería consentir eso, mejor dicho, no podía consentir eso. Nadie debía reírse de ella, debe ser una persona respetada.
- Por qué me hacen tener que hacer esto… - pensaba cabizbaja acercándose al animal que bebía agua de la pila-.
- Admitan que me deben una – un dedo rojo apuntaba al lomo del camello -.
- ¿Pero qué haces? – replicaron sin poder creer lo que pasaba, mientras llegaban un grupo de exploración-.
- Ojo por ojo...diente por diente… - sonrió Nyx-.
- ¡Qué pasa! – exclamó Relenar exaltado por la escena-.
- Nyx, que ha matado un escarabajo que perseguía al camello y dice que le debemos veinte mil monedas… - respondieron equivocadamente-.
- ¡Admítanlo!, me lo deben… - Exclamó –.
- No entramos al chantaje – respondieron uno a uno alentados por los demás-.
Esto le hizo sentirse mal a Nyx durante un breve instante. Por qué debía pagar el pobre camello, no estaba bien, todo fue culpa de ese mal educado explorador, que menos preció su ayuda; tenía que dejar esta tensión y no pagarla con el pobre animal. Los presentes se hacían poco a poco sonar más, calificándola de loca y degradándola. Los recuerdos negativos empezaban a brotarle por la mente, no escuchaba nada, solo veía lentamente acercarse al bardo Relenar con una sonrisa amistosa y pasar escenas desagradables por su mente. Una mano cálida la cogió de la mano que sostenía las bridas del animal.
- Calmate Nyx, deja el animal tranquilo. – Replicó Relenar con una voz apaciguadora – ¿Qué es lo que te pasa Nyx?
- Tan solo voy a dejar las cosas como debiesen estar. – Replicó la hechicera con voz tranquila pero seca – Este animal debía estar muerto si no fuese por mi intervención.
Unas voces se escucharon al fondo - No cedemos al chantaje Relenar – replicaron en el intento del chico.
- Venga Nyx, ya te lo devolveré yo, sabes que soy de palabra.
La voz del bardo parecía apaciguar a la hechicera, que pronto soltó las bridas del animal. Sus ojos se clavaron con complicidad en Relenar. El devenir de malos recuerdos cesó. Su cara volvía a relajarse.
- Me debes una Relenar, y bien grande, que lo sepas - Decía la hechicera mientras le sonreía y le giñaba el ojo - .
- Está claro que no le pediré nada al chico, pero no voy a quedar por debajo de esta panda de… - pensaba Nyx tras el gesto apaciguador de Relenar-.
Todo habría quedado ahí, su estatus respetado y su posición clara, mas las palabras de Hart fueron decisivas en un brusco e inesperado pensar hasta para Nyx.
- ¡Y ahora márchate de la zona!
Estas palabras clavaron en sus oídos fuertemente. Los recuerdos le brotaron con rapidez a su mente, los abusos que recibió en su infancia cuando vagaba por las calles buscando algo que comer, las violaciones y vejaciones que sufrió en incontables calles, deseando que su sangre elfa no corriera por sus venas y que los años la hicieran rápidamente madurar, ser fuerte y poder defenderse de esos malditos hombre borrachos y desarmados que constantemente la rebajaban a escoria, el hambre y la pobreza; sin duda solo reaccionaria como reaccionó de niña, defendiéndose de aquellos que la rebajaban, con todo su Poder Innato.
Se acercó lentamente señalándolo con el dedo fijo a su pecho llameante de un halo rojo violáceo.
- ¡A mí no me mandas!
- Vete a llorar a otra parte niñita… - replicó el explorador Hart -.
Parecía no comprender la magnitud de sus consecuencias, acababa de enfurecer a la innata como hacía décadas que no lo hacían, y detonó toda la rabia que contenía por los acontecimientos de su infancia, por la impotencia de su adolescencia y el amor perdido de su madurez. Las imágenes de Nirven se concentraban en su mente, solo podía pensar en las injusticias del orden de ese condenado poblado asentado en las frías montañas, rodeado de hipocresía y de valores muertos; ya nadie respetaba la magia, cualquier guerrero parecía cenar todos los días con ella.
Posicionó su mano frente a su cara y como un gato araña una cortina, arañó la urdimbre moldeándola. El tiempo se congelaba mientras el aire se enrarecía por el próximo moldeado. Conjuró con las manos frente a su torso una bola purpura la cual comprimió para hacerla más efectiva y la liberó cerca de ellos, usando su poder nigromántico. Un instante antes de ver como el tiempo tomaba su curso natural, concentró nuevamente su poder, despidiendo decenas de proyectiles. Contempló como rápidamente sus enemigos quedaron inmóviles y no se percató de una personita que se le acercó sigilosamente. Fue el error que nunca debió haber cometido. Sin poder evitarlo le perforó el torso y su mente quedó en blanco unos segundos y proseguidos por el vacio absoluto; no sentía nada, solo soñaba.
Las pesadillas se amontonaban en su decepcionante cabeza.
- Me das penaaa… shabesh? Que dece…ep ¡hip! Deceeehpciooon, no vaales ni meeedia copaaa… – Le decía Dick a un palmo de su cara salpicándola con su saliva -.
- Pues así sea… - Contestaba Lili Diams en su expulsión- .
- Requiem… con esa seriedad tuya algún día te van a dar muerte cuando menos te lo esperes, - le respondía Dexter Paine con una cerveza en su llegada a Nevesmortas – debes tomarte las cosas con más calma.
- Requiem, ¿no? Que nombre tan siniestro, pareces llevar veneno en la sangre – respondía Gorfuk el día que se conocieron-.
- Me has decepcionado… Requiem – le contestaba Nirven, cortándole la cabeza -.
En su alma, lloraba desconsolada, tirada en el suelo y sin saber qué hacer, sus gritos resonaban en la cabeza, por qué… por qué…. Tras horas, el sentimiento de infancia volvía a renacer; solo deseaba morir.

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// Espero que os haya gustado. ^^