
... Esa misma noche alguien golpeaba a mi puerta, era la bella Eline con cara de preocupación, dijo tener algo importante que decirme pero debíamos esperar a estar todos sentados a la enorme mesa repleta de papeles. Esperamos un rato hablando de cosas sin importancia, hasta que al fin la silueta de Sebastian se acercaba hacia la mesa tomando el lugar que parecía haber adoptado como suyo, un comportamiento que siempre me extraño, ese parecía ser su lugar y nada mas que suyo.
Eline nos miraba a ambos con su preocupado gesto preguntando de manera poco sutil que había sucedido en las alcantarillas de la ciudad, como de costumbre, me deje caer sobre el respaldo de mi silla dejando hablar a mi compañero, después de todo, ese era su talento, no el mío ...
- Fuimos emboscados allí abajo, un hombre vestido de negro tomo a Om por la espalda, posando ambas armas sobre su cuello, solo decía que avancemos, que estemos callados y avancemos. Así lo hicimos, no estábamos en posición de negociar, así que simplemente caminamos, después de algunas vueltas por unos angostos pasillos, que dicho sea de paso apestaban a rayos, nos encontramos con otro hombre vestido exactamente igual que el primero y una mujer.
- Los ojos de Eline se abrieron de par en par preguntando con un hilo de voz – ¿Era ella?
- Mi compañero se limito a asentir y seguir con su relato- Om fue atado de manos y pies y ahora los aceros del primer sujeto estaban dirigidos hacia mi, una pequeña distracción fue todo lo que necesite para entonar un pequeño cántico y desvanecerme en el aire, al parecer yo no era el único que pensaba de esa forma. Me aleje lo suficiente, como para no ser capturado de nuevo, pero cuando quise darme cuenta, los dos escoltas de Celia se encontraban muertos en el suelo con cortes en sus gargantas, dejándome paso libre hacia la maldita arquera, me abalance sobre ella al mismo tiempo que esta alzaba una joya en su mano derecha, ahí debía ir mi golpe, pero por desgracia falle impactando en su rostro mientras ella pronunciaba unas cortas palabras y desaparecía ante nuestros ojos.
- Eline se deja caer sobre su respaldo suspirando y masajeándose la frente – No tienen ninguna pista para saber su paradero, ¿Cierto?
... En ese momento saque un mapa enrollado de mi bolsa, el mismo indicaba un paradero en la ciudad Umbra, Ascore, al parecer, tenían pensado reunirse allí, quizás utilizar el pergamino, quizás solo amenazar, por desgracia todas eran meras conjeturas, no teníamos nada seguro, al menos no hasta que Eline en un suspiro dijo algo que trajo un recuerdo a la cabeza de Sebastian ...
- Es una lastima que no tengamos nada que le pertenezca, de tenerlo, podríamos averiguar su paradero por métodos mágicos...
- Espera... espera, ¡yo si tengo algo! – exclamo el joven sacando un vial de su cinto – Cuando la ataque mi cimitarra quedo impregnada con un poco de su sangre, no era mucha, pero creí que serviría para algo.
... Apresurándose, la conocida tabernera tomo el vial y tras una corta explicación, dijo que nos preparemos y estemos listos para partir en pocas horas, así se alejo hasta su habitación, donde estuvo encerrado un largo tiempo, volviendo con una expresión de cansancio extremo y al menos lo que seria la primera buena noticia para nosotros en varios días...
- Están en un pequeño claro al norte, no muy lejos de aquí.
... La ayudamos a ir hasta su habitación así descansaba e inmediatamente partimos en busca de ese claro, afortunadamente, Tymora estuvo de nuestro lado y no tardamos mucho en encontrarlo, gracias a las lecciones de Bandy pude ver unas huellas que se colaban entre los árboles y alzando apenas la vista una pequeña columna de humo que podría ser de una hoguera, estábamos sobre el camino correcto y no solo lo digo por las huellas y el humo, sino por la pequeña guardia montada, para mi sorpresa, vestían los mismos uniformes que los de la alcantarilla, bueno, ni tanta sorpresa, era de esperarse supongo. Con movimientos rápidos y silencioso, Sebastian logro apoderarse de un uniforme mientras yo escuchaba una conversación entre dos de los guardias, parecían molestos, hablaban con mucho rencor sobre dos recién iniciados que estaban sobre ellos en rango por dictados de un tal Xanthor y sobre esta tal Celia, al parecer, no estarían mas allí pasando de ese mismo medio día.
Mi compañero se presento ante ellos, y con una maraña de mentiras logro averiguar donde se encontraba esta mujer que había escapado en las cloacas. Solo a unos pasos de donde estábamos, una pequeña escalera nos conducía a una oscura cueva, donde se encontraba Celia en una reunión privada con este Xanthor, yo creía que se trataría de otro sujeto como los que ya habíamos visto, pero no, como siempre, el factor sorpresa estaba presente, un jodido ojo flotante, creo que les dicen contempladores o algo así. Quede petrificado al verlo y más aun al ver que Sebastian estaba siendo amenazado de muerte por haber interrumpido aquel encuentro, hablaban sobre los dos novatos Iram y Khantharos, sobre el pergamino que buscaban y sobre el asesinato de la Sacerdotisa Xaelerys. Al terminar, Xanthor se desvaneció, no sin antes hacer su retirada espectacular generando un temblor que aun no descubro como es que no me hizo aterrizar sobre mi culo.
Sebastian fue llevado por Celia frente a los guardias, acariciando su rostro, besándolo y hablando en un tono que a si no te ponía los pelos de punta, es porque no tienes pulso...
- ¿Acaso no dije que no quería ser molestada en mis reuniones?
- S..Si señora ....
- ¿Y saben lo que sucede cuando no se cumplen mis ordenes, verdad? – Una de las manos de la mujer quitaba la capucha de Sebastian mientras la otra se dirigía hacia el carcaj que colgaba en su cintura tomando una flecha, pero al reconocer a Sebastian se detuvo – Eres, tu... me sorprende ver que has llegado tan lejos, pero mas de aquí no llegaras – al terminar esa frase, Celia hundía la flecha en el abdomen de Sebastian -
... Sebastian ya tenia desde el comienzo su amuleto en el puño, yo ignoraba eso y al ver que era herido por Celia, tome mi arco con cuidado y desde la posición trate de disparar una flecha a su cinto, esperando así soltarlo y tener una posibilidad para tomar el pergamino, dárselo a Sebastian y que este escape con su amuleto. Por desgracia, cuando solté la flecha, mi compañero había pronunciado las palabras que activaban la magia del amuleto, dejándome frente a ella y sus cuatro guardianes, al menos mi flecha había impactado sobre uno de sus costados hiriéndola de gravedad...
- ¿Tus ultimas palabras?
- Ehmmmmmm.... que te parece si, bueno, en vez de simplemente ejecutarme, podrias darme la oportunidad en una pelea justa... uno contra uno...
- La mujer baja su arco y ordena a los guardianes que sigan con sus tareas y se aseguren de no dejar nada cuando muden el campamento – Bien... nunca me gustaron los fusilamientos... Acepto.
... Luego de esas palabras, mi memoria es borrosa, solo recuerdo haberme despertado en la posada de la villa, por lo único que estoy seguro que esto no es un sueño, es por las heridas de mi cuerpo...
- El diario se cierra y en la habitación esta solo la figura del joven Pícaro acariciando levemente su nuca con la mirada hacia la mesa –
Que demonios habrá pasado ahí abajo, es obvio que perdí, pero... porque estoy vivo y sobretodo, de donde carajos salio este arete, ¿me lo abra regalado Aladia y no lo recuerdo?. Bueno, mejor no se lo pregunto a ella, no vaya a ser cosa que me de uno de esos golpes... no mejor no...
- se levanta acariciando suavemente el arete y guardando su diario donde siempre, un pequeño bolsillo interno de sus ropas -
//Pido disculpas nuevamente por haberme tardado, espero este bien, cualquier cosa avisen que la arreglo.